jueves, 15 de agosto de 2013

LA CRUDEZA DE LAS PALABRAS



 

Hay momentos en la vida que las palabras cobran un sentido especial que no siempre suele ser bueno. Cuando escuchas un Te quiero por primera vez, cuando un Te amo te arropa en una cálida noche de verano, cuando te llaman Amor, Cariño, Bombón,… con delicadeza y con pasión es algo francamente bello. Pero cuando por desgracia escuchas Operación, Enfermedad, Muerte,… algo dentro de ti sinceramente se descompone y te deja totalmente a merced de un dolor compartido con aquel que sufre por esas palabras.

 

¡Nadie es mejor cuando muere o cuando está enfermo! Simplemente es que la asociación con ese mal, con esa pena, nos hace más vulnerable a los sentimientos y todo aquello malo que pasó, se borra de nuestra mente dejando paso al miedo de la perdida que lo inunda todo en poco tiempo como si de un virus infeccioso se tratara.

 

Pero no a todos nos pasa lo mismo y por igual. Hay personas de las que puedes escuchar tranquilamente frases como: si les dan veinte pastillas al día así nunca se morirá, que ganas tengo de que todo esto acabe, para vivir de esta manera (en silla de ruedas o con menos conciencia de la que un día se tuvo) mejor que deje de sufrir de una vez y cosas por el estilo. ¿Aman a sus seres queridos aquellos que dicen estas palabras o simplemente están siendo egoístas?

 

Las enfermedades, el paso del tiempo, el deterioro de los cuerpos, no son cosas que uno le gusta vivir ni en presente y en un mundo paralelo o cercano. ¡Los viejos estorban! He escuchado yo más de una vez en el día de hoy. Pero,… ¿A partir de que edad una persona es mayor? A partir de los 65-70 años empieza la tercera edad. Si se es viejo a partir de entonces,… ¿Qué hay que hacer si estorban? ¿Acabar con su sufrimiento? ¿Actuar como LOS CHICOS DEL MAIZ y liquidarlos llegados a estas edad para que dejen de sufrir?

 

El ser humano no es muy inteligente. A veces, muchas veces olvidamos que nosotros también llegaremos, si todo va bien, a esas edades. No digo que por llegar a ser viejos debamos sacrificar nuestras vidas jóvenes o maduras por nuestros bisabuelos, abuelos, padres, tíos,… Pero lo que está claro es que si consideramos que el cuidado de alguien a quien AMAMOS es un sacrificio posiblemente no es amor lo que nos guíe y si interés y codicia a la misma medida.

 

¿Estorban mas los viejos pudientes que los que no lo son? Posiblemente si ya que los fiduciarios, los futuros herederos de ese capital amasado por su familiar no desean el fin de su sufrimiento como ellos quieren aparentar ante la sociedad sino que anhelan cobrar y hacerse con algo que ni se han ganado.

 

Francamente cuesta mucho ser un árbitro imparcial en un juicio moral sobre el amor a nuestros mayores. No busco ser juez pues es muy complicado dictar una sentencia que haga feliz a todos por igual. Lo que está claro es que la vejez no es el fin sino una etapa de la vida. Las personas mayores tienen en su poder un conocimiento infinito de la vida, de las cosas sencillas, del amor, del cariño,… Se que no todos tenemos la fortaleza para estar junto a ellos en el final de su camino vital pero lo que si es cierto que desear su muerte no nos convierte en mejores personas sino en personas francamente vagas que prefieren tirar la toalla antes de seguir aprendiendo de toda la sabiduría que ellos poseen y de la fortaleza que han ganado con los años, las penas,… de sus tremendas ganas de vivir.

 

MORALEJA: Fernando de Rojas, dramaturgo español autor de LA CELESTINA, dijo: “Nadie es tan viejo que no pueda vivir un año más, ni tan mozo que hoy no pudiese morir”.

 

Vivamos mucho o poco sigamos siempre la misma máxima: ¡Vive y deja vivir!

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