Cuando el pasado mes de diciembre Pastora Soler anunciaba
que dejaba los escenarios para recuperarse de su miedo escénico, muchos de sus
fans, entre los cuales me incluyo, sentimos un vacío inmenso en el alma.
Cuando lo que más te apasiona en la vida, como cantar, se
convierte en algo tan terrible que te hace perder el conocimiento, es momento
de replantearselo todo. Pastora lo hizo. Apostó por ella, por refugiarse en sí
misma y encontrar de nuevo, esa pasión que la hace ser quien es.
Ahora, la noticia de que será mama, es un punto de
inflexión tras una decisión dura para la artista. Sin lugar a dudas, las penas,
con la inmensa alegría de una nueva vida, hacen que la vida se llene de un
color especial que hasta la fecha, por lo que fuera, no alcanzabas a
vislumbrar.
Mas hay una pregunta que me nubla la mente. Si algo que te
hace inmensamente feliz, que es tu propia vida, tu motor para levantarte cada
mañana, se convierte en algo completamente opuesto. ¿Sentimos que nos hemos defraudado
a nosotros mismos? ¿Somos conscientes de hasta que punto un “don” puede ser
látigo y ungüento para sus llagas?
Hay momentos, cuando alguien tiene la capacidad de entender
que la vida le ha hecho llegar a un punto de inflexión, que no estamos preparados
para afrontar ni un camino, ni otro. Necesitamos un tiempo de reposo, de
espera, y eso en un mundo moderno en que pararse implica perder el tren, es
algo más duro de lo que parece.
Es por este motivo, que la inercia de forzar seguir un
camino u otro, nos hace errar en la decisión sin poder, a veces, volver a atrás
y enmendar lo sucedido.
Sin embargo, hay otros momentos que el camino es el
acertado porque sí, porque hubo una luz, una estrella, un lucero guía, que te
marcó tan claro el camino que no seguir andado, sí que hubiera sido una
decisión desafortunada.
Yo, en estos momentos, estoy ahí, en ese punto de
inflexión, parada, inmóvil, intentado hallar aunque sean unas mísera migas de
pan para saber si tengo que seguir por un lado y por otro. Sin embargo, yo no
tengo las misma suerte que otros. Mis caminos son tan iguales al iniciar de
ambos que no sé que hacer. Y se me acabó mi tiempo de reposo, de meditación, lo
noto, lo siento. Mas no tengo fuerzas, ni sabiduría suficiente, para saber cual
debo emprender y porqué.
¿Cuándo elegir se convertirá en una tarea sumamente más
fácil? Yo creo que nunca pues hasta que no has andado un trecho, hasta que no
has visto el camino en todo su esplendor, no sabes que la senda fue la
acertada. ¡Por eso elegir nunca será fácil! Nadie ve más allá de sus pasos
cuando empieza de nuevo a andar.
MORALEJA: William Shakespeare dijo: “No tratéis de guiar
al que pretende elegir por sí su propio camino”. Para uno que lo tiene claro, dejar
elegir en paz.
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