El fin de una
relación de siete años es dura. Volver a ser yo en vez de nosotros y recomponer
las amistades no era fácil. Por suerte Lucas y Mamen siempre habían estado ahí.
Cuando me quedé sin donde ir ellos me acogieron en su casa. Me ayudaron a ir a
por mis cosas, para recoger todo lo que quedaba tras una relación más
complicada de lo que muchos imaginan.
Mi pareja era
muy celoso. Era un hombre muy posesivo. La ruptura vino porque me levantó la
mano. Eso fue el fin. No iba a tolerar que nadie me maltratara.
Durante muchos
años había tenido que prescindir de faldas, de maquillaje, de colores, de
escotes, de todo lo que pudiera enmarcar mi figura y que los demás se dieran
cuenta de que era una mujer.
Lucas y Mamen
tenían una fiestas de disfraces y me pidieron que les acompañara.
-
Cielo, es una fiesta algo
particular. Es para liberarse y dejarse llevar. ¿Estás preparada para ello? –
me dijo mi amiga un tanto preocupada por mí.
-
No me apetece conocer a nadie de
momento.
-
Vamos. ¿Y qué vas a hacer? ¿Hasta
cuando vas a estar llorando por ese cabrón?
-
¿Pero no acabas de decir que no
estaba preparada?
-
Bueno,… sí, pero no quiero que te
quedes en casa por ese cretino. Vamos a por tu disfraz.
Salimos a
buscarlo. Ella deseaba verme vestida muy extremada, con un traje de diablilla
traviesa, o con uno de policía muy extremado, o con uno de doncella con una
faldita muy, muy corta. Descarté esas opciones. Yo no era así. Elegí uno de
monja un tanto atrevido con un gran escote en la espalda, una raja de la cadera
hasta el suelo y tacones de aguja de color negro, muy sexys y altos.
Nos disfrazamos
los tres. Mi amiga iba con un traje militar exhuberante, con una falda muy
corta y un escote pronunciado. ¡Estaba muy sexy! Su marido estaba francamente
tremendo. Vestía como un pirata, a lo Jack Sparrow, con el torso descubierto
delicioso. ¡Madre mía! Jamás había visto a Lucas como un hombre y estaba… para
comérselo.
Yo parecía una
niñita inocente con aquel disfraz. Pese a mis largas pestañas, mis labios
rojos, el escote de mi espalda, mas la raja de arriba abajo que había en mi
habito, yo no deja de ser algo normalita tirando a mojigata. Mas iba sola a
aquella fiesta y mejor no aparentar que estaba disponible, no más de lo
necesario.
Fuimos en taxi
pues no era correcto ir así en trasporte público. Pude notar como mis amigos
jugueteaban y se metían mano. Por un momento mi mente se imaginó a Lucas entre
las dos. Me veía en mi mente, lamiendo sus pectorales mientras Mamen le
devoraba su miembro con el morbo añadido de que teníamos al taxista de
espectador. Aquella escena mental lubrico mi sexo de manera profusa. ¿Qué me
estaba pasando?
Volví a la
realidad cuando el taxista dijo son veintitrés euros. Salimos del taxi y
entramos en un lugar un tanto curioso. Tenía unas escaleras que iban
ligeramente hacia abajo. Al entrar, una enorme sala con una luz francamente
agradable pese a que no dejaba de ser una discoteca algo particular.
Lucas vio que yo
me tensaba al entrar al ir sola. Me susurró al oído: ‘Relájate y disfruta’ y me
guiñó un ojo de forma seductora. Aquello, sin saber como, me desinhibió. Fui
sola a la barra a buscar una bebida mientras ellos bailaban de forma
provocativa en la pista. Pero no eran los únicos con trajes sugerentes
moviéndose de forma lasciva en mitad de la pista. Caperucita y su Lobo
particular, con trajes sugerentes, disfrutaban de unos movimientos la mar de
sugerentes. Tarzán y Jane eran dos salvajes que poco dejaban a la imaginación.
Todo tenía un ambiente como distendido, lleno de libertad y cargado de mucha
esencia lasciva.
Mientras
esperaba que me sirvieran un Martini de Manzana, se me acercó un preso con
barbita de tres o cuatro días, en plan descuidado el pelo y con la mirada
francamente perturbadora. Me dijo:
-
Llevo diez años sin probar una mujer
y creo… que no voy a pasar ni uno más sin estar con una.
En otras circunstancias
le hubiera contestado de forma grosera. Pero estábamos allí para pasarlo bien y
sin lugar a dudas, yo debía también empezar a interpretar mi papel.
-
Señor, desconozco lo que es yacer
con hombre alguno. Mis padres me recluyeron en un convento cuando cumplí los
doce años y no he conocido varón. ¿Queréis hacerme el honor de desvirgar a esta
virgen? ¡Lo necesito!
Me miró
fijamente, sonrió y me besó en la boca de forma muy apasionada. Luego sorbió mi
copa y me la vertió en los labios. La lamí como si fuera agua y yo estuviera
sedienta. Él me provocaba con su lengua dentro de mi boca y yo, le devolvía la
provocación con mis labios mientras mis dientes mordían de forma sensual sus
ganas.
Me cogió por la
cintura y me condujo hacia la pista. Su cuerpo se movía de forma perfecta al
compás de la música. Se puso a mi espalda y pude sentir su sexo duro, firme,
hambriento esperando salir dentro de su disfraz. Quitó el único botón de mi
parte superior de mi hábito. Mis pechos quedaron a la vista de todos. Podía ver
como me miraban de forma lasciva. ¡Me encantaba! Se acercaron Mamen y Lucas
hacia nosotros. Lucas besó mi boca mientras el preso seguía a mis espaldas
mordisqueando y lamiendo mi espalda. Luego mi amiga me besó donde su marido
acababa de dejar su huella.
Mamen estaba
frente a mí. Entre ella y yo cada vez había menos aire. Su marido estaba detrás
de ella. Podía ver como metía sus dedos bajo la falda. Lucas cogió mi mano y la
metió bajo la falda de su esposa. Mis dedos jugueteaban con sus labios
completamente depilados y profusamente mojados. Su marido empezó a deslizar los
suyos hacia atrás. Notaba como ella se estremecía de placer. Mi acompañante
había abierto mi raja y se deleitaba restregándose con su dura verga en mi
trasero aún presa por la tela de su traje a rayas.
Lucas quitó el
minúsculo tanga de su mujer. Mi acompañante hizo lo mismo con mis braguitas.
Sus dedos se introdujeron en mi sexo. Estaba muy mojada. Noté como sus mano
casi entera entró dentro de mí. Me encantó. Cuando iba a meter de nuevo la mano
bajo la faldita militar de Mamen, ella me la cogió y me chupó los dedos de
forma deliciosa. En ese mismo instante otras dos parejas se acercaron a
nosotros. Ellas delante y ellos detrás. Sus dedos empezaron a deslizarse tanto
por mi sexo como por el de mi amiga. Sus bocas mordisqueaban nuestro pezones.
En ese instante sentí como un miembro enorme se introdujo en mi sexo desde
atrás. Me sentía completamente dispuesta a todo. Mientras seguía notando un
placer superior con los dedos de dos desconocidas proporcionándome un placer
supremo y un hombre penetrándome de forma sublime, Mamen cedió su sitio a su
marido. Lucas empezó a comerme los pechos mientras ella besaba a mi acompañante.
Las otras dos mujeres empezaron a morrearse mientras sus parejas hacían lo
mismo. Ellas empezaron a bajar sus bocas hasta alcanzar sus sexos respectivos.
Se tiraron al suelo una sobre la otra disfrutándose infinitamente con
lamentotes ansiosos. Sus parejas hicieron lo mismo. Ver a otras parejas
interactuar sexualmente mientras dos hombres les daban mucho placer, era de lo
más morboso.
Mi acompañante
sacó su miembro de mí y dejó su sitio a Lucas. Él me cogió y me penetró con su
sexo mientras ambos mirábamos como Mamen era penetrada a cuatro patas por el
prisionero. Aquello me excitaba y podía notar por como el miembro de Lucas se
adentraba fuertemente en mi sexo, como a él le encantaba.
Había unos
cojines en forma de harén entre telas a un lado como si de un reservado nada
privado se tratara. Poco a poco, nos fuimos yendo todos hacía allá. Ya no
quedaba nada de nuestros disfraces en nuestros cuerpos.
Ya no había
parejas en aquel distendido lugar. Todo eran bocas hambrientas, sexos
palpitantes, duros, firmes, deseando penetrar todo lo que se pusiera a su paso.
Vi como Lucas fue embestido por uno de los hombres mientras él comía el sexo a
una desconocida. Yo me sentí penetrar por delante y por detrás mientras otra
verga se deslizaba en mi boca. Me gustaba sentirme tan penetrada por todos
lados. Deseaba poder tenerlas todas para darle placer. Otras tres chicas en
forma de triangulo, se comían una a otra. Aquella fiesta era un pozo sin fondo
de goce, de placer, de delirio supremo del éxtasis.
Todos probamos a
todos. ¡Fue sublime! Y obviamente, no sería la última vez que disfrutaría de
una fiesta privada de disfraces.
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