PRIMAVERA, HAZME MUJER
Domingo,
20 de marzo de 2016
Primavera, a ti galopas
entre mi escote floreciente
y la hermosura de mis muslos
que asoman tras esta corta falda,
adéntrate de nuevo en mí.
Baña mis entrañas con el sol,
con el agua, con la lluvia
fina y pura, con ese olor
a tierra nuevo y renovado.
Viértete sobre mi recatada estampa.
Libérate para siempre
de las cadenas del invierno
y poséeme por entero.
Primavera, tú que bañas
con tu fulgor la sangre nunca
sosegada
de los que dormitaron en el frío,
galopa sin medida ahora,
haciéndola hervir aún con más brío.
Dales las ganas del tiempo pasado,
de los años de oscuridad
sumisamente callados,
dales alas para renovarse
una vez más desde el fuego.
Primavera, no busques
mariposas blancas para mí.
Mis deseos no los controla
el decoro de sueños del ayer.
No busques tampoco
azucenas níveas, ni camelias
cándidas,
ni margaritas inmaculadas para
regalarme.
¡No deseo su pureza! Me cansé ya de
ella.
Dame escarlatas amapolas,
encarnadas rosas con largo tallo,
carmesíes y lascivas dalias.
Dame el rojo intenso
de la sangre alterada
del calor que va contigo
siempre de la mano.
Regálame el vigor de cien
mil jóvenes machos,
su desgarrada inquietud,
si arrebatada lujuria.
Hazme renacer de la muerte
de estar viva pero muerta,
de dormitar en un lecho
que emana silencio manso.
Hazme volver a mí.
Tu que eres capaz de hacer
nacer de la nada la savia,
tú que causas estragos
entre las más delicadas
flores virginales,
tú que eres la dueña
de la fuerza irrefrenable
de la existencia,
conviérteme en la
que nunca fui
para vivir esa vida
que nunca tuve.
Hazme hembra,
hazme fuego,
hazme tuya.
Primavera, hazme mujer
para poder sentirme viva.
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