miércoles, 3 de abril de 2013

¿LOS HOMBRES SON ARDIENTES O SIMPLEMENTE ESTÁN CALIENTES?


 

 

Hace tiempo que he comprobado que los hombres y las mujeres somos diferentes en muchas cosas: nuestros gustos, nuestra forma de enfrentarnos a la vida, de pensar en el presente, nuestra forma de querer, nuestra forma de recordar,… Ya tengo que adelantaros que esta no será un escrito burdo, propio de una mujer resentida sino una sabia reflexión que me ha dado mucho que pensar en estos días que por religión o por creencia, la carne, el deseo y todo relacionado con el desenfreno carnavalesco anteriores a estas fechas, dio de paso a una Semana Santa especial para mi.

 

Es por todo sabidos que por ejemplo, las mujeres siempre pasan mas frío que los hombres. Se ha dicho de todo: desde que tienen un grado más de temperatura que nosotras, desde que la grasa la tienen mejor distribuida ellas, de que si esto, de que si lo otro,… ¡¡¡YO NO PONGO EN DUDA NINGUNA EXPLICACIÓN!!! No soy una mujer erudita en muchos aspectos y simplemente doy mi versión que puede ser tan valida como una o como otra.

 

Yo creo que los hombres ardientes no existen realmente y que sólo existen los hombres calientes que cuando llega un momento de ardor, necesitan apagar sus fuegos internos y da igual que sea una trinchera cualquiera o la mano que tengan más a mano (ya sea femenina, masculina o la suya propia).

 

Para mi un hombre ardiente es aquel que necesita la necesidad imperiosa de saciar sus ganas a diario. ¿Qué diferencia hay entre un hombre ardiente y un adicto al sexo? Pues no lo sé, pero lo que si que tengo claro que un hombre que dice que es ardiente, que tiene sed de hembra, no puede quedar contigo un día y pasar cinco meses poniendo excusas como para que ese encuentro no se repita. Yo aquí jamás me he planteado que el problema sea yo o quizás debería pensarlo muy seriamente. ¿Soy tan buena en la cama que les dejo sin ganas de sexo para cinco meses? ¡Podría ser! Ya sabéis como somos  las mujeres que siempre nos quitamos méritos y normalmente… somos mejores de que lo que nos creemos.

 

Por otro lado podría ser, digo podría ser pero sin tenerlas todas conmigo, que el chico, hombre o personajillo no tuviera tanto apetito como el creería tener y claro, al hartarse y quedarse inmensamente lleno, pues como que el empacho le ha durado más de la cuenta. Vamos, resumiendo, que después de ese contacto carnal no ha conseguido LEVANTAR CABEZA (sobretodo la de abajo, claro está).

 

En fin, siempre me imaginé teniendo un folla-amigo pero visto como está el panorama (escaso de candidatos y sin ese ímpetu del que mucho presumen pero que carecen en demasía), seguro que al pobre me lo cargo en el primer fin de semana que le pida un completo de tres días (ya me imagino llamando a la ambulancia y a la policía y explicándoles: “Miren señor agentes, yo sólo tenía un picor y el vino a rascármelo pero como duró varios días, el hombre no esta tan acostumbrado a rascar y del esfuerzo,… pues mire como se ha quedado. ¡¡¡TODO TIESECICO!!! Eso si,… sufrir no ha sufrido porque mire que cara de alivio que se le ha quedado al pobre”. Los agentes me mirarían, entre asustados y morbosamente atraídos por tener una folla-amiga como yo pero claro,… ¿Quién está dispuesto a morir de placer supremo entre orgasmos incansables?

 

Resumiendo, que por unas cosas o por otras, nosotras seremos el sexo débil pero el aguante que muchas de nosotras tenemos, no lo aguanta ningún hombre por muy ardoroso que este se considere.

 

MORALEJA: Un CHISTECITO que viene al pelo en el día de hoy. Dice así:


“Un amigo le dice a otro:


- No sé que puedo hacer para librarme de mi mujer. Me hace la vida imposible, no me deja vivir...


- Yo tengo la solución - Contesta el otro. - Hazle el amor todas las veces que te sea posible, y ya veras cómo en diez días tu mujer pasa a mejor vida.
El primer día cinco veces, el segundo seis, y así, hasta que el séptimo día llega a su casa arrastrándose por las escaleras, pálido, ojeroso, sin fuerzas para nada, y se encuentra a su mujer, pletórica, cantando y con una energía que se le desbordaba. Y piensa:

-¡Canta, bruja canta, si supieras que solo te quedan tres días!”

martes, 2 de abril de 2013

REUNIÓN DE CINCO (relato)



 

Cuando empecé a trabajar sabía que debía de tener movilidad para poder trabajar en cualquiera de los centros que teníamos en Cataluña. Me costaba entender quien haría que una persona válida diera vueltas por toda la geografía y dije que SI podía desplazarme con la esperanza de que cuando vieran que laboralmente era muy competente, me dejarían en un sitio u otro de forma fija. ¡Me equivoqué! El ser eficiente me hizo tener que desplazarme cada mes y medio de uno a otro laboratorio, teniendo que pasar mucho tiempo fuera de casa.

 

En diciembre empecé a trabajar en la oficina de Rubí. Todo fue difícil al principio como le pasa a cualquier persona que empieza en un puesto laboral nuevo. Cuando sentía que había encontrado un poco mi lugar a nivel laboral, mi responsable me llama y me dice que necesita que me vaya a Sils porque una de las administrativas estaba de baja y claro,… no estaba la situación como para contratar a alguien por algo que sería un par de días. Me fui a Sils y me pasé un mes y medio largo trabajando en Girona pero cuando creía que ya me quedaría en esta delegación, mi jefe me llama para decirme que ahora requería que me fuera a Sidamón porque mi compañera de allí se casaba y tenía quince días de fiesta. Pero no fuero quince días sino sesenta y cinco ya que la chica, en la luna de miel, tuvo un problema y se rompió la pierna derecha. Era la primera vez que pasaba tanto tiempo en un mismo lugar y llegué a pensar, tonta de mí, que me quedaría allí. ¡¡¡No fue así!!! Cuando hacía el día sexagésimo sexto en Lleida mi superior me llamó diciéndome que esta vez me precisaba en Tortosa. Yo empezaba a sentirme incómoda con tanto cambio pero la situación laboral no estaba como para protestar por estos cambios casi puntuales. Me desplacé a Tortosa pues mi compañera de allí tenía que ser intervenida y estuve setenta y dos días allí. El día septuagésimo tercer me pidió que me trasladara a Reus. Sentía que mi cuerpo iba a estallar de rabia contenida pues en menos de siete días me había trasladado a cinco puntos de trabajo.

 

Llevaba dieciocho días en Reus cuando me solicitaron que tenía que ir a una reunión de urgencia en Bellaterra. Las obras que llevábamos para Generalitat tenían que ser auditadas con urgencia. En ese momento en cada centro de trabajo facturábamos dos de ella y en menos de siete meses, yo era la única administrativa que había pasado el tiempo suficiente para responder sobre cualquier documento relacionado con las misma.

 

Me dirigí a Bellaterra con cierto enojo.

 

 

Cuando llegué tuve que dar mis datos, me dieron una identificación y me dirigí hacia una de las salas en la que ya me esperaban. Había una mesa grande y sentada alrededor de la misma mi responsable Marcos, el responsable de materiales Juanjo por los ensayos de acabados de todas las obras, Gorka de Tortosa, Gerardo por Sidamón y Raul por Sils. Me hicieron sentarme en la cabecera de la mesa y mi responsable, que ese día parecía poseído por el mismísimo Lucifer empezó a espetar contra mí sapos, culebras y lindezas miserables que me dejaron fuera de juego. Su voz fue subiendo de tono hasta acabar vociferando como un verdadero enajenado mental. ¡No quería llorar! No por tan poca cosa pero necesitaba salir de allí lo antes posible. Me levanté de la mesa y salí convencida de que ya había aguantado demasiado como para tener que soportar ese griterío sin saber aún el motivo del mismo.

 

 

Empujé la puerta de la sala y dejé los gritos atrás. Había mucho tramo desde la sala hasta la puerta pero sin correr pero con paso firme y decidido, me dirigí hacia la salida sin mirar atrás. Las lágrimas se precipitaron en mis ojos. Sentía que me llamaban por detrás pero yo no quería ni mirar. Seguía decidida a salir de aquel infierno lo antes posible.

 

 

Cuando me faltaban unos metros para la salida, sentí una mano en mi hombro y me giré bruscamente apartando aquella mano de mí con un manotazo. ¡Estaba harta! No me importaba quien fuera ni a quien le preocupaba mi estado de ánimo. Tenían que haber dicho algo antes no ahora que ya era tarde.

 

Raúl era quien me había alcanzado y tras de él venía Gorka y Gerardo. Yo no podía decir nada y seguía dirigiéndome hacia la salida. Ya fueron unas manos la que me agarraron el brazo izquierdo con fuerza. Intenté soltarme con fuerza y no pude. Con mi mano derecha empecé a empujarle para atrás para que me dejara ya fuera cayéndose o harto de que le diera golpes. ¡No me dejaba! Le estaba pegando con el puño cerrado en el pecho pero no me soltaba. Gerardo y Gorka llegaron hasta dónde yo estaba y ayudaron a Raúl a retener mis brazos y a mí. Me cogieron entre los tres y me metieron en una sala cercana a la salida. Yo no paraba de gritarles que me dejaran en paz, que me soltaran, que me dejaran ir. Ellos no decían nada.

 

Consiguieron entre mi resistencia y mis gritos meterme en aquella sala. Cerraron la puerta tras nosotros. Yo me estaba poniendo cada vez más y más enfadada. ¡NO podía más! Necesitaba escapar. Le pegué como pude una patada en los huevos a Raúl consiguiendo que me soltara. Gorka me retuvo con fuerza poniéndose por detrás y abrazado fuertemente a mí para que no pudiera escaparme. Gerardo se acercó y me dio una bofetada en la cara. Eso me serenó y por fin pude romper a llorar a placer. Gorka aflojó la fuerza de sus brazos y Gerardo me cogió entre los suyos haciendo que me desfogara sobre su pecho. ¡Necesitaba llorar!

 

Pasó un rato de silencio y desfogué. Vino Raúl que tomó el relevo de Gerardo. Gerardo quería seguir cerca de mí y con Gorka, me cogieron en abrazo lateral muy reconfortante. 

 

Aquella situación era muy tranquila pero a la vez muy excitante. Sentí el sexo de Gerardo duro, firme, erecto tocar mi cadera por encima de mi ropa y de la suya. Mis pezones se pusieron rígidos de golpe. Gorka se dio cuenta de mi excitación y también sentí como su virilidad aumentaba velozmente. Raúl estaba frente a mí y era él que tenía la visión mas cercana de mi fogosidad. Me besó los labios mientras se despojaba de su camisa. Gorka y Gerardo también se las quitaron y me arrancaron de la mía avivadamente llevados por la exaltación del momento. En ese momento se abrió la puerta de la sala y no nos dimos cuenta ninguno de los cuatro que seguíamos en un mundo paralelo de placer. Entraron Juanjo y Marcos que no se esperaban aquella escena de cuatro cuerpos dedicados a las caricias y semidesnudos. Los últimos en llegar quisieron participar de ese raro encuentro y se despojaron de sus ropas quedándose sólo con la ropa interior.

 

Nos quedaba poca ropa a todos encima cuando sentí cinco bocas recorrer cada centímetro de mi piel y devorando poco a poco toda mi epidermis con apetito. Me quitaron el sujetador entre los cinco. Mis braguitas también dejando mi sexo a su disposición, mi trasero visible y deseoso de sentir la fuerza de sus sexos. Se tumbó Raúl encima de la moqueta de la sala con su miembro erecto y yo lo adentre en mis entrañas, muy adentro. Empecé a moverme encima de él y sentí como Gerardo me ladeaba para adelante para adentrarse entre mis nalgas con mucha fuerza. Yo no me podía mover pero ellos dos se movían con tanto vigor que hacían incrementar mis ganas, mis gemidos, mi placer al séptimo cielo. El sexo de Juanjo, de Marcos, de Gorka se acercaron a mi. Alcancé el de Marcos y Gorka entre mis manos y los empecé a masajear con brío, acompasadamente a las embestidas que recibía de aquellos dos dioses del sexo que me penetraban de forma sublime. El sexo de Juanjo lo adentré en mi boca y empecé a succionarlo, a lamerlo, a chuparlo con placer extremo. Lo mordía clavándole suavemente mis dientes. Los cincos gemían e incrementaba mi deseo con su deseo.

 

Su fuego de pasión se desbordó en mis manos, en mi sexo, en mi trasero, en mi boca. ¡Grité de placer extremo!

 

Cayeron los cinco en el suelo muertos por el bestial orgasmo. Los miraba un poco mareada por la convulsión pero deseosa de continuar saboreando a cinco hombres dispuestos a poseerme a la vez.

 

Me empecé a acariciarme por el cuello y sentir como mis dedos me proporcionaban unas caricias que hacían que mi pasión incrementara, mi sexo se humedeciera, mis ganas estaban aun por satisfacerse por completo.

 

 

Mis manos alcanzaron mis pechos y mis dedos empezaron a dedicarle a mis pezones erectos caricias dulces y pellizcos llenos de dolor apasionantemente excitante.

 

 

Mis gritos susurrantes de placer habían conseguido captar la atención de mis rendidos dioses del sexo. Se acercaron a mí y empezaron a ser ellos cinco los que sustituyeron a mis manos por las suyas sobre mi cuerpo. Diez manos haciendo que todo mi ser se estremeciera de un goce extremo.

 

Se sentaron los cinco a mi alredor y con una mano se acariciaban su sexo y con la otra intentaba incrementar mis gemidos ansiosos. Me abalancé sobre el pene que observé más deseoso, el de Juanjo,  y sentí como me atravesaba mis humedades crecientes entre mis piernas. Empecé a moverme de forma salvaje. Me desbordaba una y otra vez en aquel pene erecto cuando otro, el de Marcos, se adentró fuertemente en mi ano. Grité de deseo y placer. Ya no podía moverme tanto pero tanto uno como otro estaban haciendo que mi pasión fuera en aumento. Los otros tres seguían acariciándose con mas brío sus miembros erectos y acercando su punta firme a mi cuerpo que disfrutaba una y otra, y otra, y otra vez de las embestidas salvajes de Juanjo y Marcos. Sentí como el deseo de los tres que estaba rodeándome explotaba dejando su esencia derramarse por mis pechos, por mis piernas, por mi espalda. En ese mismo instante un grito al unísono de Juanjo y Marcos invadió la sala mientras su leche se adentraba en mi trasero y en mi sexo extasiado. Me dejé caer hacia atrás y acabé tumbada sobre la moqueta agotada junto a cinco cuerpos masculinos también agotados. No recuerdo como acabó la reunión ni que se acordó en ella pero si recuerdo a cinco hombres fuertes, duros, sexualmente activos y muy, muy, muy ardientes. ¡¡¡Fue algo que jamás olvidaré!!!

lunes, 1 de abril de 2013

¡HAY QUE CRECER! (poema)


¡HAY QUE CRECER!

 
Vendí mis sueños al alba

para borrarlos de mi fantasía.

¡Hay que crecer!

Me gritaban todos.

¡Hay que crecer!

 

Lancé mi casa de muñecas

al inmenso océano del hoy.

Enterré en el mañana todas

mis hadas en una tumba

muy profunda, sin nombre,

ni lugar en el mapa,

para no corromper a la mujer

que tenía que ser con la niña

que asesinaba para serlo.

¡Hay que crecer!

Me gritaban todos.

¡Hay que crecer!

 

Pretendían que me

dejara de lado el verbo,

 la palabra,

la conjugación exacta

que concuerda

no sólo en el verso,

sino también en la letra.

¿Eso es crecer?

¿Abandonar mi pasión

por la poesía?

El silencio como respuesta

sentenció la verdad callada.

 

¡No voy a crecer!

Si tengo que olvidarme

de mis rimas,

de mis maestros,

de mis raíces ancestrales,

prefiero morir siendo niña

que vivir siendo hembra

o amargada mujer sin pasiones.


 

 

domingo, 31 de marzo de 2013

ACARREANDO CARDO (poema)


 

ACARREANDO CARDO

 

 

Acarreo con un cardo ilusorio, gigantesco;
galante por fuera y podrido por dentro.
Me mata su ponzoña respetuosa.

Quiero regalarlo, cederlo, mas

nadie lo coge de mis manos.


No lo quiero creciendo aquí,

me estorba su sombra,

el rubor de su boca me molesta.

Me inquieta su silencio desde

por la mañana hasta el crepúsculo.

Lo decoré con lo más preciado

que poseía,… se llevaron todo menos a él.

Lo pinte de grana y oro,

lo perfumé de gloria magna,

lo alimenté con agua bendita,

… ¡Nadie lo quiso!


¡Llévenselo se lo ruego!

Trasládenlo por piedad,

por mi suplica constante,

por que me quieran

un poco o nada.

No busco vivir más,

ni tener menos,

ni pretender alargar el mañana.

Sólo deseo librarme de este cardo.

 

¡No soporto más su dulzor violado!

 

No tengo fuerzas para ahogarlo en sal,

para envenenarlo de lluvia,

para sacrificarlo ante el rugiente

sol de verano de las llanuras andaluzas.

Pese a todo, un día lo quise.

¡No puedo matar algo que amé!

 

¡Llévenselo se lo ruego!

Aléjelo de mí por mi bien.

¡Sólo pido eso!

 

No puedo quedarme a su lado un día más.

sábado, 30 de marzo de 2013

FUERTE OLEAJE (poema)


FUERTE OLEAJE

 


Tienes miedo.

Los azotes airosos

son dagas en tu cuerpo

que traspasan

hasta tu sombra.

 

¡No ves la orilla!

 

El salvamento cercano

para ti no existe.

Poco a poco se acerca tu fin.

Se refleja en el castigo de las rocas,

en la indomable marea bravía,

en los remolinos profundos del gran azul,

en lo nacarado de los ojos de la luna.

 

Nadie quiere morir solo

(nadie debería morir solo).

 

¡El final siempre

hace extraños compañeros!

Te abrazas por fin

a la última ola,

la posees,

te domina,

la sometes,

te avasalla,

la esclavizas, …

¡Todo es inútil ya!

 

Te entregas obediente,

te acepta sumisa.

 

Nadie debería morir sólo

(nadie lo hace al final).

 

 

PERVERSIONES (escrito)



 

Había pasado mucho tiempo. Ese momento había sido extraño, diferente pero gratamente recordado por mí. Fue una liberación. Recordaba su aroma. Recordaba su cuerpo. Recordaba sus besos, su tacto, su fuerza, su impetuosa sonrisa malévola. Recordaba una luna pintada de azul coronando el cielo, un cielo privado reservado para nosotros.

 

La excusa para no volver a vernos en meses fue su trabajo y mi imposibilidad de viajar. Pasaron los días y los meses.

 

El teléfono sonó un día porque sí. Una entrevista con posibilidad de trabajo. Pedí prestado dinero y viajé para poder conseguir una oportunidad en un nuevo mundo que no daba oportunidades.

 

Cuidé cada detalle como si se tratara de algo único y excepcional. Llegué a la puerta de la empresa con ilusión renovada. ¡Una oportunidad! Sólo eso importaba. Tener una nueva oportunidad.

 

La puerta se abrió y dos hombres me hicieron la entrevista. Todo fue correcto. Me dejaron rellenando unos psicotécnicos y pruebas de agilidad mental. Pasó una hora desde que me dejaron a solas hasta que la puerta se volvió a abrir. Entregué toda la documentación debidamente rellenada junto con mi curriculum y mis cartas de recomendación de empresas en las que anteriormente había trabajado. Me había levantado para marcharme cuando me dijeron que me esperara unos minutos. Al cabo de un rato, se abrió la puerta y era él. Me miraba con superioridad y contento de verme. Yo creí que estaba viendo visiones. Cuando su voz dijo,… “Ves como si que podías venir a verme” todo mis ser recibió un duro golpe de realidad. ¡Todo había sido un engaño! Un estúpido y absurdo engaño que el había tramado aún no sabía muy bien para que.

 

Salí de aquella sala apresuradamente sin dirigirle la palabra. ¡Le odiaba! Le odiaba profundamente por haberme dado esperanzas. Pero no quería hacerle daño o si. Estaba demasiado indignada con él como para saber cual eran mis verdaderos sentimientos de ira y en que grado de rencor oscilaban contra su persona.

 

Me alcanzó y me cogió del brazo. Me zafé de su mano con un golpe seco. Deseaba salir de allí y revertir mi rabia contra una puerta, contra una pared, contra la nada que se mueve entre un punto y otro movida por el aire.

 

Me agarró más fuerte y me dio la vuelta para frenarme y que le mirara. No grité nada, no dije nada pero no dejé de luchar para soltarme de su prisión de brazos. Conseguí soltar una mano y le abofetee su necia cara de niño travieso. El me devolvió la bofetada. Intentó besarme y le mordí. Volvió a acercarme su boca a mi boca y casi consigo morderle por segunda vez. ¡No iba a perdonar aquella mala jugada!

 

Me soltó y por fin escapé hacia la puerta. Faltaba un metro para escapar y me apresó por la espalda con mucha fuerza. No podía ni siquiera moverme. Me murmuró que me calmara. Me susurró que le perdonara. Me pidió que dejara de hacerme daño. Me reclamó que no se lo tuviera en cuenta. Un dulce beso en el cuello. No me volví ni para mirarle cuando me soltó.

 

Jamás supe si fue deseo o perversión. No le he perdonado pues no hay nada que perdonar. ¿Nos volveremos a ver? Sólo el destino lo sabe. Se que era maestro, era perverso, era lascivia a la segunda potencia sublimemente cincelada en un cuerpo prefecto de hombre. Hubo un error y lo reconoció. ¡Eso era lo mejor! Su humildad, ese deseo callado del poder en sus manos.

 

¡Perversiones! No son nada malas si son junto a él.

viernes, 29 de marzo de 2013

SILENCIADOS (cariño enterno)


SILENCIADOS

 

Suenan las doce en un reloj cercano. El aliento se contiene. Las miradas están en el cielo. La luna de Nissan, la primera de la primavera, ilumina la noche. ¡Ha llegado la madruga!

 

La Sentencia sale. Las cornetas, los tambores y hasta las plumas de los armados lloran.

 

Laten los corazones. Se aceleran y se paran con un afecto tan grande, que para aliviar el sufrimiento, los ojos descargan en llanto la emoción incontenida del que ama el amor, del que ama la religión, del que no es fervoroso sólo un día al año sino los trescientos sesenta y cinco días de este.

 

El aire huele a cirio, a vela quemada, a flores, a terciopelo, a llanto, a verde, a reja, a balcón, a silencio,…

Huele inmensamente a añoranza, a ternura, a camino, a belleza, a cariño, a pena, a grito comprendido,…

Huele grandiosamente a madre abatida, a dolor por la pronta perdida de su hijo, a noche callada, a aplauso, a emoción, a bordado, a capirote, a penitente, a nazareno, a costalero,…

 

Sevilla se llena con la fuerza de la ESPERANZA que es lo único que no se pierde, que traspasa la distancia, que traspasa la infinidad de una pantalla para hacer que el cariño, llegue desde lejos, desde cerca, a reflejarse en cada pliegue de un manto tejido infinitamente por la pasión devota del afecto.

 

Hay muchas personas que no lo entiende. ¡Es respetable! Cuando el amor es tan grande hasta la falta de entendimiento es comprensible. Nadie ve con mis ojos lo que yo veo. Nadie esta dentro de mi. Nadie puede quedarse o detenerse en el momento exacto que mi alma se contagio de este fervor tan grande que inunda todo mi ser pese a la distancia.

 

Un grito al unísono:
“¡AL CIELO CON ELLA!”

 

El trono sale. Las puertas se cierran. La basílica se queda vacía, sola, sin madre.

 

Mi cara es un reguero infinito de océanos de amor incontrolable. “¿Cuándo podré yo verte de cerca madre?”