Cuando
me refiero a milagro no me refiero a algo religioso de esos que luego desde
estamentos mas altos religiosos, jamás son reales o muy pocos. El verdadero
milagro y la fuerza de este radica en personas, como tu y como yo, que con
nuestros gesto, pequeños o grandes, podemos hacer inmensa gestas de algo
infinitamente bello.
El
deseo estaba en ser sorprendida. En mi mente, día tras día, una imagen de una
sorpresa indefinida que jamás llegaba. Pasaban las horas, las semanas, los
meses. No dejabas de tener “fe” pero no esa fe religiosa sino fe en que todo
puede suceder hasta lo más improbable.
Un
día te levantas y sin saber como, todo va encajando sólo como un puzzle que
hubiera pasado meses y meses fabricándose y que ahora, como por arte de magia,
caía como una baldosa tras otra, marcando tu camino, marcando tu destino,
marcando ese momento de felicidad suprema.
Una
mano tendida desde la distancia, un café con una amigo, un gran abrazo de dos
amigas, un te quiero mucho de labios de esas sobrinas postizas que es un placer
tenerlas tan cerca y que sin ser de sangre, las quieres como si fueran tus
propias hijas. Una sonrisa, unas palabras amables con tu antiguo jefe que te
despidió arrastrado por las circunstancias laborales del momento, un vaso de
agua compartido para saciar la sed, unas hierbas de la herboristería llevadas
para curar el resfriado de una amiga, de una hermana, el e-mail de un amigo que
se acordó de ti y te manda una canción preciosa que casi ni conocías, que se
recuerden de ti.
¡¡¡ESO
ES LA FUERZA ORIGINARIA
DEL MILAGRO!!! Ese es el verdadero poder del deseo, de un deseo, de tuyo, del
mío, del de ambos.
Sencillo,
simple,… asombrosamente hermoso. ¡Ese es la vida vivida desde el milagro! Ese
es el único secreto,… de la felicidad no sólo de un ínstate sino de una vida
vivida.
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