viernes, 22 de febrero de 2013

EL PODER DEL DESEO,… LA FUERZA DE UN MILAGRO


 

Cuando me refiero a milagro no me refiero a algo religioso de esos que luego desde estamentos mas altos religiosos, jamás son reales o muy pocos. El verdadero milagro y la fuerza de este radica en personas, como tu y como yo, que con nuestros gesto, pequeños o grandes, podemos hacer inmensa gestas de algo infinitamente bello.

 

El deseo estaba en ser sorprendida. En mi mente, día tras día, una imagen de una sorpresa indefinida que jamás llegaba. Pasaban las horas, las semanas, los meses. No dejabas de tener “fe” pero no esa fe religiosa sino fe en que todo puede suceder hasta lo más improbable.

 

Un día te levantas y sin saber como, todo va encajando sólo como un puzzle que hubiera pasado meses y meses fabricándose y que ahora, como por arte de magia, caía como una baldosa tras otra, marcando tu camino, marcando tu destino, marcando ese momento de felicidad suprema.

 

Una mano tendida desde la distancia, un café con una amigo, un gran abrazo de dos amigas, un te quiero mucho de labios de esas sobrinas postizas que es un placer tenerlas tan cerca y que sin ser de sangre, las quieres como si fueran tus propias hijas. Una sonrisa, unas palabras amables con tu antiguo jefe que te despidió arrastrado por las circunstancias laborales del momento, un vaso de agua compartido para saciar la sed, unas hierbas de la herboristería llevadas para curar el resfriado de una amiga, de una hermana, el e-mail de un amigo que se acordó de ti y te manda una canción preciosa que casi ni conocías, que se recuerden de ti.

 

¡¡¡ESO ES LA FUERZA ORIGINARIA DEL MILAGRO!!! Ese es el verdadero poder del deseo, de un deseo, de tuyo, del mío, del de ambos.

 

Sencillo, simple,… asombrosamente hermoso. ¡Ese es la vida vivida desde el milagro! Ese es el único secreto,… de la felicidad no sólo de un ínstate sino de una vida vivida.

 

 

MORALEJA: Ludwig van Beethoven dijo:

 
¡ Actúa en vez de suplicar ¡ ¡Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa! Si quieres conocer los milagros, hazlos tú antes. Sólo así podrá cumplirse tu peculiar destino”.

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