Es muy raro que cuando alguien nos de buenas noticias nos bloquemos unos instantes. A veces si quieres ser madre y tu hermana se queda embarazada, aunque es una buena noticia, te cuesta casi respirar durante un momento hasta que luego la abrazas porque vas a tener un sobrino o una sobrina al que mimar, querer y del que disfrutarás. Ese instante suelen ser unos segundos en los que en tu mente pasan fugazmente todas las veces que miraste una prueba de embarazo que fue negativa después de una falta, pasan por tu mente todas la veces que al venirte el periodo te preguntabas una y otra vez porque había otro mes que no se cumplían tus sueños de ser madre. ¡Unos segundos apenas! Pero la felicidad, después, es plena para ti, para tu hermana, para todos los que os quieren a las dos.
Cuando las buenas noticias salen por la televisión emitiendo algo que creías casi “imposible” la alegría en tu corazón es inmensa y las lágrimas aparecen en tus ojos de emoción. ¡Un mundo mejor es posible! Piensas mientras coges un pañuelo de papel para enjugar tus lágrimas de gozo.
Luego llega la parte oscuras, aquellas que te cuesta entender, esas críticas contra una gran noticias que no entiendes muy bien. Te preguntas,… ¿Será para quedar bien? ¿Será para “ganar” algo con esa puesta en escena? ¿Será verdad que tengan el corazón de acero? ¿Será verdad que lo que busca la gente es “algo de provecho” con la perdida de ser querido? Y hay una pregunta que retumba más que otras en tu mente,… ¿Será verdad que no tenemos sentimientos? Cuesta pensar que ante una GRAN NOTICIA, ante la libertad de vivir en un mundo mejor gracias a un acto que ha sido enorme pese a las críticas, sólo existan palabras que no son JAMÁS de alegría completa. ¿Cuesta tanto entender que la alegría es algo demasiado valioso como para perderla en enormes retóricas sin ningún sentido?
Sinceramente yo como persona que tiene corazón, que nota como la sangre fluye por mis venas con tanta fuerza que es imposible no estremecerse de emoción cuando se deja una “lucha” por un “diálogo” no puedo pensar en el pasado, ni en el futuro, sólo cojo la mano de mi pareja con fuerza y doy GRACÍAS porque es un gran momento y mi alegría, hoy, es completa en todos los sentidos. Hoy me siento aún más libre. Hoy me siento más dichosa. Hoy,… ¡Soy inmensamente feliz!
MORALEJA: En un periódico gratuito he leído el comentario que decía aproximadamente lo siguiente: “Soy un padre de treinta y cinco años que decía que su hija de siete meses viviría en un mundo sin violencia”. Yo me quedo con esas palabras. Las palabras de los demás,… hoy son silencio para mis oídos.
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