El frío, el aire y la nieve, han azotado casi todas las
comunidades Españolas en estos últimos días.
Muchos son los que se han quejado de las largas colas, de
las esperas, de la falta de programación de esta comunidad o la otra en
cuestión de organización a la hora de imprevistos temporales previstos por los
meteorólogos.
Sin embargo, ninguno pensó en algún momento en no coger el
coche, en decir… ¡No voy a jugarme la vida! ¡No voy a perder el tiempo parada
en una carretera cualquiera! Voy a llamar a mi jefe y le voy a decir que no
puedo ir y no será mentira.
Lo que es peor aún, pese a la previsión meteorológica, es
que ningún responsable dijera… ¡No hace falta que vengáis! Al revés, en un acto
de vileza, de estupidez supina, de idiotez máxima, si encima al intentar llegar
y encontrarse un accidente de por medio, llegaban tarde, como guinda del pastel
una bronca mañanera por ser tan gilipuertas para jugársela en la carretera por
un trabajo mal pagado, por un jefe cabrón, por un mísero sueldo.
Pero eso no es lo peor de todo pues los jefes… jefes son.
Sino que infinidad de padres y madres anhelaban dejar a sus hijos en los
centros escolares. Deseaban tener esos minutos que sabrían que iban a ser de más
por el temporal para sí mismos. ¿Significa esto que eran malos padres? ¡Para
nada! Hay momentos en que el hecho de ser padres, el hogar, el trabajo,… nos
anula como personas. Es entonces cuando necesitamos tener momento para
nosotros, ya sea en el baño, simplemente teniendo un momento de relax bajo el
agua, o en mitad de un atasco creado por la nieve, el aire y la lluvia. Un
momento para escuchar nuestra música a toda pastilla, disfrutar con una buena
charla, o dedicarnos a contemplar la belleza que nos rodea, en forma de copos
de nieve, sin más ni más.
Los niños dan la vida y nos hacen sentirnos vitales, más
divertidos, más soñadores. Mas todos los hombres y todas las mujeres no dejan
de ser nunca, niños y niñas a los que ya no les dejan, ni siquiera, con la
nieve por el simple echo de ser adultos.
MORALEJA: Sabiduría popular anónima y
ancestral para finalizar el escrito de hoy: “Helada de enero, nieve de febrero, aires de
marzo y lluvia de mayo dan hermoso año”.
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