lunes, 4 de marzo de 2013

HABÍA UN MUNDO MEJOR DONDE NACÍ Y HABÍA CRECIDO,…

 

Volví como vuelve la mala hierba a nacer después de mucho tiempo pese a que la tierra fuera regada una y mil veces con agua salada. ¡Ese era yo! Una parte amarga de una tierra de la que tuve que distanciarme sin razón y motivo (o quizás fue esa parte desagradable de mi tierra la que me hizo distanciarme, la que me causo en mi cuerpo ese rumor de “mala hierba renacida” que ahora sentía invadir cada milésima de mi sangre).

 

Durante mucho tiempo tuve envidia de todas aquellas personas que podían presumir de ser de un sitio o de otro, que colgaban orgullosos en sus balcones una bandera cuando ganaba su selección de futbol o que simplemente la ponían en días señalados como era costumbre en su país. ¡Yo nunca pude hacerlo! Escapé como un prófugo, como un delincuente cuyo único delito había sido, ser amigo del amigo de un hombre que en el fondo,… no se portó bien con los suyos (tener que escapar por eso de tu mundo, de donde naciste, de donde creciste y vivir para siempre alejado de tus calles, de tu gente, de tu pasado,… es algo más duro que lo que muchos piensan. ¡No deberían ser condenados los niños por delitos políticos de los amigos de sus padres! Pero entonces yo era demasiado pequeño para entenderlo y me limitaba a esconderme en el fondo de un camión de estiércol para pasar a escondidas hacia el puerto y de allí, hacia un nuevo mundo, una nueva vida. ¡Ese sería mi futuro mas tarde! Estar hasta el cuello de mierda por no tener patria, ni bandera, ni pasado).

 

Mis padres huyeron, yo simplemente fui arrastrado contra mi voluntad (no dejaron heridas en mi cuerpo de ese forcejeo pero en mi alma, las llagas jamás cicatrizaron del todo. Siempre hubo una herida purulenta que me recordaba una y mil veces, lo ajeno que es un niño en un mundo de adultos). ¿Qué sabía yo de la vida si apenas tenía siete años? Durante mucho tiempo consideré que mis padres eran el enemigo pues había sido por su culpa, que había tenido que renunciar a todo (crecer con ese rencor, con esa ira tan adentro de uno, no fue fácil. Lo peor de todo es que jamás se lo perdoné y a mis dieciséis años, los abandoné por sus “delitos antiguos” y me fui sólo a vivir bajo un cielo estrellado. Cualquier vida, incluso la de indigente, era mejor que vivir con unos seres que me habían amargado la infancia por sus influencias o ideas políticas. No podía vivir con aquellos personajes que habían sido cómplices de mi desilusión inicial del mundo. Si lo habían pagado por sus delitos en su tierra ahora purgarían sus pecados, que los tenían y muy gordos a sus espaldas, por el daño en mi infligido al alejarme de mi universo).

 

Ser indigente no fue fácil pero con un poco de suerte, aprendí que volver estaba en mis manos y a mis veinticinco años de vida, cogí el camino de vuelta a mi hogar, a mi verdadera morada, donde provine y me críe hasta que todo cambió.

 

Nunca hubiera pensado que se podía cambiar tanto un mundo en tan sólo dieciocho años. Todo lo que vi a mí alrededor era tan familiar como desconocido. Había un mundo mejor donde nací y había crecido,… pero yo ya no era capaz de verlo. Mis ojos ya no eran de niño sino de un adulto que había renegado hasta de sus padres por volver a una tierra que ya no existía.

 

La lucha que nunca tuvo fin en mi interior aquel día, acabó con mi alma. Caí al suelo, arrepentido, malherido, emborrachado de verdad. El aire se escapó por última vez de mis labios y mi cuerpo, yació para siempre, en aquella tierra regada por agua salada durante muchas primaveras. ¡Por fin algo había matado a la mala hierba! Aunque, tener por seguro, que nunca fue el agua con sabor a mar.

domingo, 3 de marzo de 2013

REUNIÓN DE LAS MUJERES DE SETENTA PARA ARRIBA

 

Jamás me hubiera creído si me lo hubieran contado, que una reunión de solo mujeres de edades de setenta para arriba, serían tan divertida como desconcertante.

 

Se celebraba el cumpleaños de una de ellas y las pastas de pastelería, el mosto y un poquito de cava, corría por la mesa entre las cuales estaban sentadas de toda condición y cuna. Lo bueno es que el destino, o quizás el lugar de residencia, les había llevado a ser compañeras de charlas en las que se hablaba de todo, algunas veces muy efusivamente, pero siempre sin restricciones y con el amparo absoluto de ser todas mujeres vividas, sufridas y en cierto modo supervivientes.

 

Aquel día, no se porque, fue a tratar el asunto de la noche de bodas. Al ser de edades avanzadas todas contaban sus experiencias como algo anecdótico, porque en aquella época, todas llegaron “vírgenes” al matrimonio.

 

Empezó Carmen (no es su verdadero nombre pero,… mejor así. Con nombres comunes, nadie se siente nombrado en lo que se contó en petit comité con la confianza de la edad y las canas) diciendo que a ella le daba mucho apuro y que encima su pareja, no le podía desabrochar la camisa porque se puso muy nervioso (ahora se reía como una descosida al recordarlo pero reconoce que aquella noche,… estaba hecha un manojo de nervios pues era la primera vez que iba a ver a un hombre desnudo y que iba a probar,… los placeres de la carne).

 

Luego Conchi dijo que para ella fue más complicada la noche de bodas pues si madre había muerto hacia menos de dos meses y se tuvo que casar de negro. A parte, como todos sus hermanitos estaban a solas y ella era la nueva mama a la fuerza, no dejaban que su pareja estuviera con ella. Decidieron, entre muertos de miedo, alejarse tanto de la familia como del pueblo para que nadie supiera que iba a perder la virginidad. Se fueron a un hotel en la ciudad con tan mala suerte, que en la recepción del hotel, se encontraron con otra pareja del pueblo que también se habían casado el mismo día y que habían tenido la misma idea de no encontrarse con nadie esa noche “tan traumática” para las mujeres de aquella época. Cuando se encontraron en la recepción de aquel, y pese a que ella estaban casadas, tanto Conchi como Encarna, se pusieron rojas de vergüenza.

 

Pero la mala experiencia de Conchi no acababa ahí. Resulta que mientras ella se acicalaba en el cuarto de baño del hotel, su marido se despelotó y se puso como su madre lo trajo al mundo, encima de la cama. La pobre, al ver todo aquello ahí tieso (palabra textuales) le dijo a tu pareja: O te tapas por lo menos con la sábana o yo no salgo (a mi me dio una ataque de risa cuando explicaba eso con todo el desparpajo de la edad y del momento vivido en forma de recuerdo. Mientras no podía parar de reír me vino a la cabeza un chiste parecido de una novia a la que la noche de bodas. ¿Qué no lo sabéis? Es muy malo pero os lo cuento:

 

Carmen y Paco se casaron, pero como no les alcanzaba el dinero, se quedaron a pasar la Luna De Miel en casa de los padres de Paco. Por la mañana, Juanito, el hermanito de Paco, baja a tomar su desayuno. Cuando está a punto de salir de casa rumbo a la escuela, le pregunta a su mamá si Paco y Carmen ya se levantaron. Ella dice que no.
Juanito le dice: - '¿Quieres saber lo que yo creo?'
Su madre le dice: - '¡Eso no te importa! ¡Anda a la Escuela!'
Horas después, Juanito regresa de la escuela, y le vuelve a preguntar

a su madre: - '¿Ya bajaron Carmen y Paco?'
La mamá responde, 'No'
Juanito le dice: - '¿Quieres saber lo que yo pienso?'
La madre le vuelve a decir: - 'Eso no te importa. ¡¡¡Termina de almorzar y haz los deberes!!!'
Largo rato después, pregunta nuevamente: '¿Ya bajaron Carmen y Paco?'
Su mamá le dice, 'No'
Juanito vuelve a preguntar: - '¿Quieres saber lo que yo creo?'
Esta vez la madre, cansada, le dice: - 'Esta bien, dime qué piensas'.
Juanito responde: - 'Bueno, anoche Paco vino a mi habitación y me pidió vaselina. Y yo creo que en la oscuridad le di el pegamento de mis avioncitos'.)

 

En fin, se animó a explicar su experiencia María, que parecía la mas modosita de las tres y dijo que ella, le daba tanto miedo la noche de bodas, que como les dieron unos sobres con dinero la familia y los amigos, que se lo pasaron contando toda la noche. Muchas, ante esa explicación le dijeron que bueno, que aquella noche de bodas no había dejado la virginidad pero que al día siguiente si o al otro. Ella dijo que no se acordaba pues y todas se echaron a reír por la tontería,…

 

Manuela, cansada de que todas repitieran una y otra vez lo de la virginidad, dijo que todas fueron “vírgenes” al matrimonio porque era lo que tocaba pero que vamos, que impolutas, impolutas ninguna porque antes de la noche de bodas, el novio ha tenido que tocar a la novia. Todas se pusieron rojas como tomates y ahí salí yo al quite de mi Manuela y le dije: Vamos, que antes de comprar la fruta, hay que palparla para que no estuviera pasada,… ¿No Manuela? Todas se pusieron a reír pues el símil que había buscado era muy claro y a la vez gracioso.

 

En esos momentos, Conchi retomó la palabra diciendo que la que verdaderamente lo había pasado mal en la noche de bodas, era su hermana. Su cuñado, Julián, el mas alto del pueblo (por si alguien no sabía quien era esa era una identificación muy aclaradora), era el mozo mas caliente del pueblo y se casó con su hermana Angustias (a la pobre, pensé yo para mis adentros, ya le pusieron el nombre para empezar la vida de casada angustiada,… Si, una chorrada como otra cualquiera, pero también había tomado un poco de mosto y creo que en aquel momento,… ya me había subido a la cabeza). En la noche de bodas, la pobre Angustias no es que no se diera cuenta de nada sino que todo fue tan bruto y tan rápido, que no sabía si estaba casada con un hombre o con un troglodita. Según le contó a su hermana, le arrancó la ropa y… ¡¡¡YA PODEIS IMAGINAR!!! Un visto y no visto de manual con algo de agresividad de por medio (sinceramente a mi me dio por reír y se me cayeron los goterones de los ojos como al resto de las asistentes porque decía Conchi que cuando le preguntó a su hermana si dolía o no, ella le decía que es que no se había enterado de nada y las otras bromeaban,… tan caliente, tan caliente, tan caliente, que no llegó ni a meter gol).

 

Otras más modestas, se reían y no decían nada pues todas sabían que el cuento de que su primer hijo había sido sietemesino pesando casi cuatro quilos y medio, no se lo creía nadie y que eso significaba, que mocita, mocita, mocita no se había llegado al altar y sí con un bombo, como mínimo, de dos meses.

 

Otras, ya mal aconsejadas por su madre y familia, tampoco hablaron pues su calvario había sido otro. Su familia era pudiente y ella se fue a enamorar del mozo de cuadras cosa que no toleró ni su padre, ni su madre (pese a que el padre tenía el mando de todo, el modelo matriarcal, dominaba en aquella familia). La hija se quedó embarazada y la ocultaron para que nadie lo supieran haciendo pasar, a la que fue una hija, como hija de la madre, ósea que era la hermana menor de la mujer en vez de su hija. Pero en este mundo, el dinero y el poder, no lo es todo y ella, esa mujer en concreto, se quedó embarazada por segunda vez teniéndose que casar al fin con el mozo de cuadras, vestida de marrón y de madrugada pero pudiendo así al fin, estar con la persona que amaba.

 

La noche fue transcurriendo muy animada y a las doce de la noche, cual cenicientas solitarias que se recogen ellas misma sus zapatos perdidos pues los hombres, ya fallecieron hace algunos años, se marcharon a su casa con una sonrisa en la cara y con una velada vivida de una manera diferente a la que cada noche les tenía destinada, desde había ya algún tiempo, la soledad de la viudedad. Quizás algunas se fueron escandalizadas por lo que se habló, otras un tanto sorprendidas y pero sobretodo, todas, se fueron con alegría en el rostro y con eso me quedo yo de ese día… ver a mujeres de más de medio siglo, con sus caras sonrientes y sus risas contagiosas inundando una noche de marzo.

SANGRE HORCHATADA (escrito)


 

Me enamoré,… lo reconozco. Cometí el mismo error que todas aquellas pánfilas de las que me había burlado una y mil veces (yo que siempre había odiado a esas niñas cursis que se callaban y aguantaban la respiración cuando pasaba por su lado ese chico que les hacía temblar hasta las fotos de la carpeta, me encontraba a mi edad, aguantando la respiración y deseando que ÉL pasara por mi lado para escuchar hasta el golpeteo hipnótico de sus pisadas al caminar).

 

¿De quién me enamoré? Pues de alguien que en aquel momento me trasmitió una ternura y una complicidad buscada durante mucho tiempo sin ser consciente de ello.

 

Lo conocí en el trabajo pero no era un compañero (siempre había tenido claro que ni con los clientes de una empresa, pese a lo excitante que eso podía llegar a generar en alguna mete calenturienta, ni con los jefes por muy apasionante que le pareciera a más de una montárselo con un superior, ni con un compañero de empresa por mucho morbo que diera hacerlo en el lavabo de la empresa o en el vestuario de los tíos en la ducha,… eso no iba conmigo).

 

Instalaron un nuevo sistema informático y él,… era uno de ellos. Un chico sencillo, con un cuerpo normal, sin mucho pelo (pero no calvito aunque me hubiera dado igual que lo estuviera porque en aquel momento, hablaban los sentimientos del corazón y la frialdad de la mirada). Era agradable, simpático y muy dulce. Sus ojos eran de un color gris perla hipnóticos y su labios,… pufff, me hacían estremecer de la cabeza a los pies.

 

¿Cómo me fijé en él y no en otro? Pues muy sencillo. Con toda la instalación y todo el cableado nuevo pues yo me despisté tropezando sin querer, con un grupo de cables. El me cogió en plan película moña por la cintura y… ¡Me cautivo! (Si,… ya se lo que estáis pensando,… ¡¡¡EL PROTECTOR!!! Ese hombre que ves como un héroe solo por haberte salvado una vez de una caída menos dolorosa que una real. ¡Pues si! No os voy a engañar,… el titulo de héroe en mi mente lo tuvo durante mucho tiempo e incluso ahora, pese a todo,… lo sigue siendo para mi. ¿Qué soy tonta? Pues si porque el amor, nos guste o no, atonta y mucho).

 

Desde aquel momento quedamos varias veces para tomar un café o una copa después del trabajo (y cuando digo café y digo copa es sólo eso, tomar algo en un pub, en un bar o en una terraza y no ese concepto moderno que utilizan lo de “tomar un café” como sinónimo de verte con otra persona y si consigues que tenga un rato tonto,… pasártela por la piedra. ¡Un café es sólo un café! Le guste a uno a dos o ninguno. ¡Esa soy yo!).

 

Pronto le presenté a un par de amigas del trabajo. Yo quedaba con él y me contó que había vivido durante muchos años con una chica pero que al final, todo se quedó en agua de borrajas. Que lo había pasado muy mal y que ahora sólo buscaba divertirse (en aquel momento lo consideré tan tierno y como si fuera un osito de peluche que necesitara consuelo. ¡Fui una estúpida! Pero en mi defensa diré que yo estaba enamorada (si, una defensa pobre pero más real que cualquier otra)).

 

Seguimos saliendo varios meses sin que pasara nada hasta que un día, me invitó a su casa porque preparaba unos mojitos geniales. Yo le dije que llevaba la menta fresca. Cuando llegué a su casa todo era normal para un piso de soltero: pocos muebles, poca decoración, poco ambiente hogareño,… condones en el baño, encima de la mesita de noche, en el recibidor (esos si que me llamaron la atención pero sólo éramos amigos y punto). Como yo predije, tomamos copas, charlamos, vimos una peli y las cuatro de la mañana cada cual para su casa.

 

Al día siguiente me sentí muy bien, como si no quisiera forzar nada o es lo que mi mente se decía medio dormida todavía. No me había tirado ninguna indirecta ni nada pero,… que me invitara a su piso significaba que estaba interesado por mí. Cuando llegué a la empresa y fui al baño, mi realidad idílica, recibió un duro mazado. Estaba dentro cuando escuché una conversación entre dos compañeras. Una de ellas tenía novio y le decía a la otra que estaba con otro chico de la oficina. A mí nunca me han gustado los cotilleos pero,… merecía la pena escuchar ya que no sabían que yo estaba allí. La chica con novio decía que llevaba montándoselo con ÉL, mi ÉL, desde la primera semana que entró por aquí. Que no era muy guapo, que no era un tío con mucho brío en la vida, sino más bien soso y paradito en todo, pero que en la cama era una máquina, y que ella para lo que le quería, ya le bastaba.

 

¡No pude salir del baño! Noté el tintineo en el suelo de los pedazos de mi corazón roto.

 

Había quedado con él después del trabajo y le pregunté si estaba saliendo con alguien. Abiertamente me dijo que no pero que estaba enrollado con alguien, que sólo era sexual y que es lo que necesitaba en ese momento. ¡Sólo sexo! Segundo jarro de agua fría el que cayó sobre mi cuerpo aquel día.

 

Desde entonces, pese a que le amaba, poco podía hacer yo en su vida. El buscaba sexo, sin compromiso y ya está. Su vida le gustaba así y por lo visto,… siempre había sido así.

 

En fin,… aún le veo por la empresa y sigo sintiendo algo por él pero cuando alguien que no tiene nada sólo prefiere lo mínimo, es que su sangre no vibrará jamás por ti como vibra la tuya por él. ¿Una dura lección aprendida? ¡Claro que si! Pero al fin yo la he aprendido y sólo deciros que si encontráis a alguien así, con la sangre horchatada, corráis en sentido contrario. Si recibís el flechazo ya será tarde pero si no,… aún podréis huir de un dolor tan duro como la mayor puñalada jamás recibida. ¡Sólo es un consejo! Lo demás,… ya sabréis como es.

viernes, 1 de marzo de 2013

MENSAJES EN LA MUERTE (escrito)


Los cadáveres en las calles eran un mensaje pero no recuerdo muy bien de que. Buscaba en mi mente, el primer muerto visto, nacido para enviar un mensaje. ¡No lo encontré! Había tantos muertos recientes que la vista me nublaba, que encontrar el primer mensaje en mi mente era bastante complicado. Me pregunté a mi mismo cuando había empezado todo pero ni tan solo tuve respuesta de mi (era patético lo mucho que empezaba a ignorarme. ¿Cuándo empecé a ignorarme? No lo recuerdo muy bien. Me levanté una mañana, supongo, me miré al espejo y ya no me gustaba. Creo que ese sería el primer síntoma pero no estoy yo para recordar mis inicios en rechazar mi propio yo. Supongo que luego vino la distancia que empezó por dejarme de mirarme en el espejo (sino me veía, era más fácil soportarme). Pero claro, no puedes pasar toda la vida sin mirarte en el espejo y un día, mirando un aparador me vi reflejado y me di asco. Bueno,… lo supongo. Más o menos es así como acaban todas las relaciones. ¿No? Primero uno no quiere ver a su pareja y duerme en el sofá, en el cuarto de invitados o en cualquier otra cama (si es acompañado mucho mejor pero sólo el rato justo de un polvo, dos si el día es bueno, tres si el día es estupendo, cuatro si es francamente excepcional,… a cinco no he llegado jamás. Supongo que al final me acabaré encontrando una que me haga llegar a cinco y que me deje vivo pero ahora mismo,… no estoy por la labor de buscar a una diosa sexual. Me conformo vagamente con aquellas que me encuentra atractivo por ser alto y vestir bien (y luego dicen que los hombres somos los simples). Después cada uno a sus cosas. No es que sea un autista emocional pero las cosas claras,… ¡Me gusta dormir solo!). Supongo que después de aquella visión de mi, empecé a querer abandonarme a mi mismo cosa un tanto difícil ya que cuesta mucho desprenderse de lo que eres en realidad. Poco a poco supongo que vino todo lo demás hasta llegar al punto de ignorarme tanto que ya no sabía cuando era lógico escucharme y cuando no. ¡Eso era horrible! A veces hablaba y como me ignoraba, no era capaz de retomar una charla mía propia. Los demás, aquellos pelotas a los que también convencía con mi lírica pero que no me gustaban como compañeros de cama al ser hombres, lo encontraban algo extraordinariamente excéntrico. ¡Que tristes! Alabar a alguien solo por el dinero o por el puesto que ocupa su padre,… ¡Así es la vida! (me decía pero como no me escuchaba,… no lo sabía a ciencia cierta). En fin, que al final de los finales no se ni lo que digo pero sigo aquí, ignorándome de forma patética y sin saber el porque de muchas cosas).

 

¿Qué mensaje querían trasmitir aquellos que mataban? ¿Miedo? ¿Angustia? ¿Poder? No lo sabían supongo que ellos porque de ser miedo, no a todos nos asunta las mismas cosas. A mí, por ejemplo, los cadáveres no me asustan. Supongo que el primero me llamó la atención y que el mensaje que me trasmitió fue alto y claro,… pero como no lo recuerdo. A mi me asustan las mujeres sin personalidad, esas que cogen un libro y dicen que no se lo acaban porque no les llega. ¡Madre mía! Si no llegas al final de algo,… ¿Cómo puedes saber si ha conseguido cautivarte? ¡Esas mujeres si que dan miedo! Pero no el pavor que daba un Freddy o un Jason sino el pavor de la incultura que es el peor miedo del mundo para mí.

 

Si era angustia lo que deseaban comunicar… tampoco un cadáver me daba a mi esa sensación de no poder respirar y necesitar que el aire invada tu cuerpo por entero. A mi, esa sensación tan mala, me ocurrió una vez en un tren lleno de pasajeros. Todos sentados y yo de pie. Pasó una mujer con un olor tremendamente fuerte a perfume y se puso de pie al lado mío. ¡Dios! Se que el olor a sudor es horrible pero el olor a perfume en exceso es francamente horrible. En ese momento, no se si por autodefensa de mi cuerpo, mi nariz empezó a cerrarse y no me acordaba como respirar por la boca. Empezó a faltarme el aire y todo lo que había a mi alrededor empezó a oscurecerse. ¡Creí que me moría! Por suerte ella, se bajó en una estación y el aire de la puerta abierta, me condujo poco a poco, de nuevo, al mundo de respirar.

 

Si era poder lo que deseaban difundir… tampoco un cadáver me lo trasmitía. Para mi el poder siempre lo había tenido la masa, no ese tipo verde que se rompía la camisa, sino aquellos que alzan la voz, un palo, una piedra y siguen a un primero que no tiene ni idea de porque alzó la voz, el palo o la piedra. ¡¡¡ESOS TIENEN EL PODER!!! Los locos que actúan por inercia sin cuestionarse en ningún momento el porque de ese impulso. ¡Ojo con ellos! Son peor que los cadáveres que dejan para dar un mensaje.

 

De nuevo el sonido lejano de otra explosión inundó aquel precioso día de marzo. Había mas cadáveres recientes intentando trasmitir algo pero no sabía el qué, y me asusté de ser un ignorante ignorado, y me fui a casa a meditar sobre ello.

UN NUEVO RETO. UN NUEVO PROYECTO. UNOS NUEVOS MIEDOS


No se si os a pasado a alguno de vosotros pero cuando todas las puertas se cierran a tu alrededor y no ves esa ventana de la que todos hablan al ver cerradas las aberturas, uno empieza a estar harto de depender de los otros y empieza a pensar en un nuevo reto para uno mismo.

 

Primero siempre llega la euforia y creemos que seremos capaces de cualquier cosa que nos propongamos. Este momento llega con un “subidon” moral, de ego, de autoestima que se disipa tan pronto como llego. ¿Por qué? Porque lo primero que tiene que tener uno claro cuando se plantea un nuevo reto, es tener muy claro en lo que es bueno y en lo que no. De ahí nace la segunda fase o lo que yo denomino,... un nuevo proyecto.

 

El proyecto siempre es ambicioso pero más definido que el reto. Ya sabemos cual es nuestro mal y cual nuestra virtud. Empezamos a orientarnos, a recabar información, a ponernos manos a la obra ya sea un proyecto a corto o largo plazo. Cuando conseguimos algo, por poco que sea, nos sentimos con una fuerza renovada que nos quitaron todos aquellos entrevistadores que miraban y no veían nuestro potencial sino que la cola del paro era muy larga, y como la mujer del chiste que busca lo mejor, de tanto buscar, se queda con NADA.

 

Más cuanto todo parece ir en marcha corta y a buen paso, nos asaltan los primeros miedos: ¿Seré capaz? ¿Podré con lo que me he propuesto? ¿Serviré? ¿Lo conseguiré? ¿Y si me faltan las fuerzas? Y así hasta un número indefinido de preguntas que nos van asustando y nos hacen querer cerrar esa semi-obertura que hemos hecho en un pequeño quicio de una puerta para labrar nuestro nuevo destino.

 

En mi caso, no se si en el vuestro, el peor critico que tengo es mi YO interno. Soy muy dura conmigo misma porque me gusta el trabajo bien hecho y cuando uno mismo es su propio critico, puede acabar muy mal parado porque lo conoce todo y todo lo sabe. ¡¡¡ESO ES LO PEOR!!!

 

Al final, a veces contra nuestra voluntad, llega una voz cariñosa, siempre una voz amiga que nos acaba diciendo: “¡No seas tan dura! ¡No te pongas trabas antes de volar! Tu puedes, eso lo se yo y lo sabemos todos los que te queremos. Si has llegado hasta aquí tu sola, no temas porque ya nada podrá detenerte. Y no te preocupes, que yo seguiré a tu lado por si los miedos vuelven a nublar tu mente”. Entonces, sólo entonces, vuelves a la carga con mas fuerza que la primera vez y poco a poco, sin prisa pero sin pausa, sigues labrando ese nuevo futuro. ¡Confías en ti! Y tú sabes que no te vas a defraudar.

 

MORALEJA: “Quien tiene una amigo tiene un tesoro”, o eso dicen pero yo iría un poco mas allá: No hay tesoro, ni botín, ni fuerza mas enérgica que las palabras de ánimo de un amigo de verdad. ¿Por qué? Porque te conoce como tu mismo con la virtud de que jamás te hará daño pues tus fallos, para él, no existen cuando de tu bien se trata. ¡Eso es la amistad! Al menos la que verdaderamente importa.

 

 

¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS Y CADA UNO DE MIS AMIGOS!!!

miércoles, 27 de febrero de 2013

IMAGINATE EL FIN DE UNA GRAN CIUDAD


 

Durante el pasado año muchos hablaron del fin de mundo pero ahora, vamos a hacer un ejercicio de imaginarnos una ciudad grande, la que más os guste o la que más rabia os de y conseguir visualmente ver su fin.

 

Visualiza tu ciudad. Imagina todo su color, su esplendor. Imagina una zona concreta (una plaza, una fuente, una zona muy transitada,…). Imagina las personas caminado, fotografiando, hablando por móvil,… Imagina los ruidos comunes como los cláxones de los coches, las emisoras de las radios de alguna tienda de ropa de moda, el tintineo de una campanilla o de un cascabel de algún perro de compañía,… Imagina las flores, la tierra, los árboles plantados estratégicamente,… Imagina el reloj, o el agua, o la brisa que ese día corría cuando visitaste ese lugar,… Imagina la vida que hervía en cada esquina, los besos furtivos de algunos, las miradas cómplices de dos desconocidos, el roce certero de una mano al rozar otra mano ajena,… Imagina el sol, sus rayos, las nubes si las hubiera. Imagínate ese lugar en toda su magnificencia.

 

Ahora bórrale mentalmente todo, la esencia, el perfume, la existencia humana y animal. Súmelo en la destrucción, en ver cada rincón como jamás lo imaginaste completamente diferente, destruido como si ese FIN hubiera llegado de veras. No hay sonido, no hay vida, no hay nada.

 

Cuando visité Roma me encantó estar observando desde Plaza de España el paisaje romano. Ahora la visualizo en mi mente y me imagino la Fontana Barcaccia sin agua, con la parte derecha totalmente destrozada por ese “algo” que siempre llega cuando es el fin. El circulo que rodeaba la fontana formando un lugar para reposar para los transeúntes y caminantes, como pequeños trozos aleatorios despezados, erosionados, casi sin forma definida en los trozos que quedan en píe. La escalera en mi mente, la veo completamente destrozada, como si no hubiera existido nunca y en su lugar, piedras semi rectangulares, fueran adornado acá y allá mal colocadas, un ascenso que antes era verdaderamente bello ahora parece el camino del propio infierno en la tierra. No existe el obelisco y toda su grandeza sino la mitad en pie y la otra mitad en el suelo hecha pedazos. No hay vegetación, ni palmera, ni arbustos,… la desolación lo aniquiló todo. Donde las casa viejas pero tremendamente hermosas decoraban los lados de la gran escalera, quedan retazos en el suelo de lo que fue. La campana yo no esta, la cruz murió en el suelo, las cúpulas se mantienen mitad y mitad. Pero lo peor, lo mas horrible de todo es la desolación, el vacío, el tremendo silencio que se ha vuelto ensordecedor por momentos. ¡¡¡¡ABRO LOS OJOS ASUSTADA!!! Imaginar un fin no es agradable y verlo, aunque sea mentalmente, resulta francamente desagradable.

 

Pese a todo, el verdadero trabajo y el buen trabajo conseguido en una creación como esta (os paso enlace para que lo veáis: http://www.youtube.com/watch?v=EpqPOQ4hbDk) merece un gran reconocimiento sobretodo porque hay que ser muy fuertes para visualizar el fin y hacerlo realidad. ¡Bravo!

 
MORALEJA: Viktor Emil Frankl dijo: La muerte como final de tiempo que se vive sólo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado a vivir”.

martes, 26 de febrero de 2013

VERANO EN FAMILIA (relato)


Había acabado los exámenes y necesitaba desconectar de todo un poco. Ninguna de mis amigas podía venirse conmigo a ningún sitio así que cogí la mochila, me subí al primer tren que salía y me fui a la aventura.

 

El tren paró en Almería después de dieciséis horas de viaje. Salí de la estación un poco como perdida y me tiré a la carretera sin mirar. Una moto frenó y su rueda me dio en la pierna un golpecito. Se bajó el motorista y creía que me iba a decir de todo pero sólo me preguntó si estaba bien. Le dije que sí estaba bien. Él no se lo creía y me invitó a tomar algo. Acepté y nos tomamos unas claras en un bar cercano. Me dijo que se llamaba Fran y que vivía en Fiñana un pueblecito cercano. Me preguntó que dónde pasaría la noche y le dije que no tenía nada preparado, que iba un poco a la aventura. Fran me dijo que si quería, él me invitaba a pasar unos días en su pueblo, en su casa. Me lo miré un poco desconfiada. Me dio una ojeada de refilón y me dijo que si quisiera algo malo no me iba a invitar a un lugar dónde lo conocían todos y cada uno de los habitantes. Me reí con la respuesta y le dije que si,… que aceptaba su oferta.

 

Me monté en la moto con él y nos dirigimos a su pueblo raudos, veloces y sin paradas.

 

Fiñana era un pueblo pequeño pero acogedor (yo estaba acostumbrada a la gran ciudad). Parecían que estaban de fiesta.

 

Paramos en una casa grande en lo que parecía el final del pueblo. Nos bajamos de la moto y entramos en ella. No había nadie. Me la enseñó de arriba abajo y me enseñó lo que sería mi habitación. Había una cama grande de matrimonio con una preciosa colcha blanca. Una gran ventana en la cabecera llenaba la luz de color. Era una habitación preciosa.


Fran me dijo que por la noche había un baile en el pueblo. Eran las cuatro de la tarde y le dije que me gustaría darme una ducha y dormir un poco. Me dijo que prepararía algo para comer mientras me duchaba. Cogí la ropa y me metí a darme una ducha relajante con agua fresquita. Me desnudé y noté como si los ojos de Fran me estuvieran mirando fijamente. Me recogí el pelo con una pinza y me acaricié la nuca. Escuché un suspiro profundo en la puerta.

 

Me metí en la ducha y dejé que el agua se deslizara por mi cuerpo. El jabón que tenía era de coco y chocolate. Era una cura por la presión sufrida, una sensación de relajación total. Me olvidé de que Fran podría seguir observándome desde la puerta.

 

Me empezaba a secar el cuerpo cuando la puerta se abrió de golpe. Se me cayó la toalla al suelo del susto. Un hombre que no era Fran me miraba desde la puerta. Me repasó de arriba abajo. Me lo quedé mirando con cara de pocos amigos y me pidió perdón. Se fue y cerró la puerta tras de él.

 

Me puse un vestido blanco ligero, vaporoso, fino. La ropa interior también era blanca.

 

Salí y me fui a la cocina que es donde estaba Fran y el hombre que me había asaltado visualmente en el baño. Me lo presentó y era Ramón, su hermano. Me dio dos besos y los tres nos sentamos en la mesa a comer. Luego me retiré a la habitación para dormir un poco. Me quité el vestido y me tumbé sólo con las braguitas sobre la cama.

 

Cuando me desperté ya era de noche. Me puse el vestido blanco y me dejé el sujetador sin querer.

 

Llamé a voces a Fran y a Ramón pero no estaban ninguno de los dos. El pueblo no era muy grande y decidí dar un paseo por él. Seguí el ritmo de la música y me planté en el baile. Había un grupo de chicos que cantaban por sevillanas. Me puse a bailar en plan corro con las chicas. Me quedé mirando a uno de los chicos que cantaban. Tenía una mirada penetrante y no paraba de mirarme fijamente. Su mirada ardía y eso me excitaba mucho.

 

La tercera sevillana que cantaban por inercia fui a parar de un tropezón a su lado. Me lo quedé mirando fijamente cuando me cogió del brazo para que no cayera al suelo. Oí la voz de Fran a lo lejos y se iba acercando muy rápido. Cuando llegó a donde estaba yo me presentó a su hermano, que era el cantante de sevillanas de mirada ardiente. Se llamaba Manuel y era el pequeño de los hermanos.

 

Nos sentamos los cuatro juntos a tomar algo. Eran tres hermanos que se llevaban genial. Estaban de broma y cachondeo todo el rato. Cuando sonaron las tres de la mañana en el campanario de la iglesia y después de unas cuantas claras, me sentía un poco mareada. Le dije a Fran que si nos podíamos ir y sus hermanos empezaron a bromear con él. Nos fuimos los cuatro para la casa de Fran. Los hermanos quería seguir la juerga pero yo estaba rendida. Les deseé ‘Buenas noches’ y me fui a dormir. Me quité el vestido y me tumbé con braguitas en la cama.

 

Pasó un rato cuando escuché que la puerta de la habitación se abría. No sabía quien era pero sentí unas manos acariciar mis piernas en la oscuridad. Yo estaba bocabajo tumbada y mi cuerpo se estremecía por entero entre las manos de unos de los hermanos. Las manos del desconocido subieron sigilosamente por mi espalda y otras diferentes alcanzaron mis piernas. ¡Habían dos de los hermanos en el cuarto junto a mi! La sensación de estar con dos hombres semidesnuda en una habitación era una fantasía erótica que siempre había tenido y deseado. Me dejé llevar por sus caricias. Las manos de la espalda se abrieron paso y los dedos empezaron a deslizarse por mis labios. Las de las piernas subieron hasta la espalda y unas nuevas manos volvieron a mis piernas. ¡Los tres hermanos estaba ahí para mi! Noté que las manos que estaban en mis labios me ayudaban a sentarme en la cama. Noté su boca acercarse a mis pezones erectos mientras las otras dos bocas estaban en mi espalda una por la nuca dándome unos mordiscos suaves y sugerentes. La otra estaba cerca de mi trasero mordisqueando y acariciando los cachetes de mi trasero. Yo no podía contener mis gemidos. Deseaba ser poseída y envestida por aquellos tres hombres ardientes, calientes, fogosos. Me tumbaron en la cama y me quitaron las braguitas blancas con cuidado. Noté como ellos se desprendían de lo único que llevaban que eran los slips los tres a la vez. Una boca me besaba y otra estaba lamiéndome, mordisqueando mis pechos. Uno de ellos se adentró en mi sexo. Yo di un grito de placer. Sus embestidas eran potentes, firmes, duras. Su sexo era grande y pese a que me dolió un poco la primera embestida, la segunda, la tercera,… poco a poco el dolor fue disminuyendo y la pasión y el deseo fue creciendo. Era un hombre muy hábil y tenía un gran aguante. Yo no podía contener mis orgasmos que se encadenaban uno con otro entre gemidos y susurros. Unas manos me ayudaron a incorporarme un poco sin que el sexo de mi amante nocturno saliera ni un milímetro de mi sexo. Estaba escarranchada sobre su sexo y sentí el sexo de otro de ellos adentrarse con firmeza en mi trasero. Notaba las embestidas de los dos y los labios del tercero besarme la boca. Encontré el sexo del tercero y con mi mano lo acaricie para escucharles gemir a los tres junto a mi. Fue algo salvaje y no podía dejar de gritar de placer mientras me derramaba una y otra vez de deseo.

 

Se derramaron dentro de mi primero el que estaba dentro de mi trasero y después el que estaba dentro de mi sexo. Creí morir de excitación cuando sentí el calor de sus esencias derramadas dentro de mí.

 

Se apartaron de mi para dejar paso a su hermano que aún no se había adentrado en mi. Sentí el miembro palpitantemente firme del tercero penetrar mi sexo con fuerza, con dureza, con pasión. ¡Creí morir de placer! Se movía de forma salvaje, de deseo contenido, de pasión insatisfecha. Me envestía fuerte, mas fuerte que los otros dos por la tensión contenida esperando su turno. Eso me excitó mucho y cuando sentí que se derramaba conmigo y me abrazo,… gemí como una loba en celo muerta de deseo.

 

Me quedé recostada en la cama y uno de ellos se recostó frente a mi. Empezó a besarme la boca. Noté otro cuerpo desnudo a mi espalda. Giré mi cabeza y besé su boca ardiente, húmeda, cálida. Abrí mis piernas y note como a la vez me penetraban por delante y por detrás. Yo era el centro de un sándwich de deseo ilimitado. Sentía sus embestidas salvajes y no paraba de pedirle que no pararan, que siguieran más, más, más, y más, y más, y más, y más,… Sentí su leche derramarse por mis nalgas, por mi sexo, por mis piernas. ¡¡¡Fue algo salvajemente fuerte!!!

 

El tercero me ayudó a salir de en medio del sándwich y empezó a besarme con deseo. Yo quería morir de deseo en aquella boca que me besaba con tantas ansias. De pié me abrí de piernas y se adentró en mi sexo ardiente. Sentía su enorme miembro penetrarme de forma magistral. Sentí otro cuerpo ardiente a mi espalda y otro pene me penetró el trasero fogoso. Yo creí desfallecer entre gemidos. No se como nos caímos los tres sobre la cama sin dejar las embestidas. A mi boca se acercó la tercera boca pero yo deseaba saborear su sexo. Me acerqué a su sexo y empecé a chuparlo de forma brutal. Sentía los gemidos de los tres mientras me penetraban a la vez la boca, el sexo, el trasero. Me embestía y yo no paraba de derramarme de placer y conteniendo mi mandíbula para no morder de deseo el pene que saboreaba mi lengua, mis labios, mi boca. Empujaban con más fuerza y cada vez más, y más, y más, y más, y más, y más, y más, y más, y más, y más, y más, y más rápido. Sentía el calor de su esencia desbordarse en mi boca, en mi sexo, en mi trasero. Caímos los cuatro sobre la cama y nos quedamos dormidos piernas entre piernas, manos entre manos, cuerpo entre cuerpo. ¡Fue una noche mágica que se repitió muchas más veces a lo largo de ese verano!