“Lo tiene todo por eso no
aprecia nada”. No sé si es una frase que alguien célebre
dijo alguna vez pero sin lugar a dudas es una gran verdad: cuanto más tiene uno
menos valora lo que se le da.
Quizás sea fácil para esas
personas que incurren en la dicha de poseerlo todo, el despreciar a otras más
humildes que en su infinidad humana son capaces de trasmitir todo a cambio de
nada.
Mas cuando alguien muestra ese sentimiento tan bello de estar agradecido por la cosa más sencilla, se podría decir que es como ver amanecer en plena noche. Además, algo sencillo no cuestan tanto. Un abrazo, una llamada, un mensaje, una postal, un e-mail,… son cosas que están en la manos de todos y no nos cuestan nada sólo el acto de dar el paso simplemente.
¿Cómo puede ser que cada
vez haya más personas que no sepan la fuerza que tiene una llamada? El
descolgar el teléfono y escuchar al otro lado a un amigo, para simplemente
decirle: “¡Eh amigo! No estás sólo”. Da igual que conozcas la casuística que le
rodea o no. ¿Hace falta a alguien subido a un puente para tenderle una mano? ¿Y
si ese día no hay nadie para ayudarle a bajar? ¿Por qué tenemos que esperar
siempre al final, cuando quizás no haya vuelta de hoja? El ser humano es así:
egoísta, torpe, insensible,… y con el pasar de los años incluso vamos a peor.
Y es que, sin lugar a
dudas, el homo sapiens ha
evolucionado sobre sus demás congéneres primates. Pero a la hora de la verdad,
seguimos siendo demasiado orgullosos, excesivamente inmodestos, potencialmente
vanidosa, y en definitiva, sin lugar a dudas, más capullos que ayer pero seguro
que menos que mañana para darnos cuentas que la soledad es el peor mal que
puede afectarnos a todos por igual en un momento determinado y que su cura es
tan fácil como mostrar al prójimo, que pase lo que pase, alguien sabe que
existe.
MORALEJA: Jaime
Luciano Balmes, (1810-1848) filósofo y sacerdote español, dijo: “Los hombres grandes son sencillos, los mediocres ampulosos”.
Mas yo deseo añadir otra célebre frase para cumplimentar la primera como broche
final al escrito de hoy, con una de Thomas Carlyle, (1795-1881) fue un
historiador, crítico social y ensayista británico, que decía así: “Un gran hombre demuestras su grandeza por el modo en que trata
a los que son o tienen menos que él”.
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