martes, 29 de enero de 2013

HISTORIAS DE UN INGRESO HOSPITALARIO

 

Cuando uno entra en Urgencias de un Hospital no es por gusto. Normalmente un familiar, un allegado, un amigo, alguien lo suficientemente importante para nosotros, está pasando un momento malo y lo peor de todo es que no sabemos porque le viene. Los médicos empiezan a mirar, empiezan a valorar unas posibilidades u otras hasta que por desgracia pero por su bien,… lo ingresan.

 

Todos sabemos lo mal que se pasa hasta que el diagnóstico llega y por fin, cuando todo queda en un tratamiento de un par de meses o tres,… nos sentimos hasta aliviados.

 

Cuando el tiempo pasa, la medicación ha hecho efecto o ya se ha dejado, es cuando podemos pensar en todo lo que hemos pasado desde la entrada en urgencias hasta la salida o el alta del hospital.

 

Entramos en el hospital a eso de las 18h. Vemos las camillas, las sillas de ruedas y pensamos,… ¡Cuando me va a tocar a mí! De golpe y porrazo, una mujer que apenas lleva una hora, que dice que se ha caído en mitad de la calle y que tiene una brecha sin sutura, se levanta de la silla de ruedas y dice que está harta de esperar (tal y como está la sanidad y la reducción de personal, yo me pregunto si esa señora de verdad se ha caído en la calle o se ha tirado porque no es normal que sólo lleves una hora, ya estés dentro, que es también toda una aventura viendo la cantidad de personas que van a urgencias como si fueran a pasar la tarde cosa no tan agradable para los que verdaderamente la visitamos de pascuas a ramos y siempre porque es la única alternativa que perece vislumbrar en nuestro horizonte). Las enfermeras, ATS y demás, intentan que tome asiento en la silla de ruedas con una voluntad dulce pero firme. La señora se sienta y se duerme (cuando recibe un golpe en la cabeza dicen que eso no es bueno). Una enfermera que la ve pasa y llama al médico que la despierta con el consecuente enfado de la señora. “¡Que la lleven a rayo!” dice el médico un tanto preocupado (uno piensa para sus adentros,… ¿No habrá un cuarto acolchado en psiquiatría para ella? Yo creo que estaría mucho mejor allí. Lo piensas pero te callas. En ese momento de lucidez que te da el dolor has sido malo hasta con el pensamiento. ¡Quizás yo tampoco debería estar aquí! Acabo pensando cuando el dolor se intensifica y estoy a punto de gritar).

 

Pasamos a un box y al lado una mujer mayor (otra diferente a la anterior) muy nerviosa con problemas respiratorios. El médico le dice que le den un diurético y la mujer se enfada porque tendrá que levantarse toda la noche a orinar. “¡No señora! Tiene que llamar al timbre porque está reteniendo mucho líquido y tenemos que controla lo que elimina” le responde el especialista. La señora que no le parece una buena idea, acaba cediendo y los hijos (todos varones) no quieren pasar la noche en un sofá muy duro del box. Acaban dejándola sola y la mujer, ya no sé si para joder o porque es mas corta que las mangas de un chaleco, se dedica a pasarse toda la noche gritando a grito pelao SEÑORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, en plan Gracita Morales pero sin puñetera gracia, para llamar a las enfermeras que pasan por la puerta. Al señora molesto se une,… ¡¡¡QUE ME MEOOOOOOOOOOOOOO!!! Convirtiendo uno de los box de urgencias más en un mercadillo que en un lugar de reposo y descanso como rezan en la mayoría de carteles que rodean todos los rincones visibles de este lugar sanitario. Al final una enfermera se presenta y le explica que no se puede gritar y que tiene que presionar el botón. Le traen la cuña, hace dos gotas de pipi y la dejan allí otra vez esperando que se duerma (si no se duerme le atizo con mi cuña, pienso yo de nuevo en un ataque de despertar molesto tras el medicamento suministrado a mi persona). Cuando parece que la calma reina y que será posible dormirse media hora larga, los gritos del SEÑORA vuelve a invadir el box pero ahora la mujer no se mea,… ¡SE CAGAAAAAAAAAAAAAAAAAA! (no se si me molesto por la forma de decirlo o por la forma de seguir llamando a las enfermeras a grito pelao pese a que ya le han explicado el mecanismo del dichoso botoncito. Señora (me da por pensar) o aprieta el botón la próxima vez o me voy a dedicar a clavarle todas esas agujas de sacar sangre en plan acupuntura por todo el cuerpo,… ¡Y yo no sé de acupuntura!

 

Por fin hay una cama libre y subimos a planta. Allí, otra mujer mayor, está con problemas respiratorios también. Es una señora inquieta y muy nerviosa de unos noventa y tanto años. Empiezo a suponer que podré descansar un poco pero no es así. La mujer se quita la medicación porque dice que hace mucho ruido pese a que la mascarilla la tiene en la cara y no en el oído. Luego, cuando le traen la comida, si quiere quitar la “nubolización” y las enfermeras le dicen que hasta que no acabe, no puede comer (con una paciencia y una dulzura que cuesta creer que estén sufriendo recortes en su trabajo. Me da por pensar,… ¡Esto es profesionalidad y lo demás son tonterías!). Cuando se acaba el tratamiento, la mujer ya no quier comer (¡Para eso tanto molestar a las enfermeras! Yo la cogía y le hacía tragar hasta el plato de plástico pero tomo aire e intento dormir). La hija se va, nos desea buenas noches. Mientras nosotros esperamos un poco más, la señora de noventa y tanto años, dice que está harta de estar allí. La cortina está corrida porque están aseando al paciente de al lado cuando, por un casual, oímos ruidos de la barandilla metálica. ¡¡¡DIOS!!! ¡PERO QUE HACE SEÑORA! Corre un familiar mío a rescatar a la señora que no se podía mover y que ya tenía medio cuerpo fuera de la barandilla apunto de estrellarse contra el suelo. Avisamos corriendo a las enfermeras (esto sí es una urgencia y no el comer o no comer de antes). Las chicas le dicen que se tiene que quedar ahí y llaman a la hija que aún no había salido del recinto sanitario pues estaba hablando con un ATS conocido. La mujer vuelve y le dice a las enfermeras que su madre toma una medicación para los nervios que SE HA OLVIDADO COMENTARLE AL DOCTOR. ¿Qué hacen las enfermeras? Pues tener que aguantar a aquel manojo de nervios toda la noche pues ellas no pueden suministrar un fármaco sin que lo haya recetado un médico. Pues toda la noche la abuela FUGITIVA venga a intentar salirse de la cama y las enfermeras cada dos por tres, barrándole el paso en muchos casos in extremis para que no acabara estrellándose contra el suelo. Por fin pasa un médico y le da algo que la consigue dormir. ¿Y esto es para que yo mejore o para que acabe tirándome desesperada por la ventana de un piso cero?

 

En fin, que todo aquel que piense que el que está en urgencias es por gusto ya le digo yo que no. Pero si encima le da por pensar que el que acaba ingresado lo hace por cobrar de la seguridad social y pasar unos días de vacaciones ya les digo yo que para nada, mi concepto de las vacaciones, incluye señoras mayores que no saben ni lo que quiere y que se pasan toda la noche o practicando el escapismo o haciendo oposiciones para pregonera de su pueblo.

 

MORALEJA: Según nuestros amigos de Wiki el sector salud o la sanidad (del lat. sanĭtas, -ātis) es el conjunto de bienes y servicios encaminados a preservar y proteger la salud de las personas. Yo ampliaría, con su permiso, la definición diciendo lo siguiente: Eso siempre el vecino de cortina, box o cuarto lo permite sino acabas jodido, mucho mas jodido de lo que entraste. La sanidad no es para todos pero no por falta de recursos materiales, que también, sino por la falta de recursos de conciencia humana. Pero en fin, como a las personas mayores se les tiene que perdonar todo, dejemos esta definición como algo entre tú y yo. ¡Mejor así! Todos tenemos que llegar a viejos. ¡Ojala lo hagamos con la cabeza sana!

lunes, 28 de enero de 2013

EL OTOÑO DE UNA VIDA

 

En la vida de todo ser humano hay cuatro etapas muy importantes y lo bonito, lo realmente bello, es disfrutar de cada una con la sobriedad y la experiencia que nos van otorgando los años.

 

Es simple entrar en la vida de alguien en la primavera de su vida. En esa época el colegio, el instituto, un trabajo, una copa tomada en una discoteca,… hace que las personas se conozcan con facilidad. Pero en esta etapa tan pronto como sales tan pronto puedes salir de esa vida. Todo pasa muy deprisa y como en la primavera, todo florece y se marchita con la misma rapidez.

 

Es sencillo también entrar en la vida de alguien en el verano de su vida. Aquí hay cosas que pueden estar por definir y las personas que se adentrar pasan un grado elevado de selección (la experiencia de los veintiséis  no es la misma que la de los veinticinco). Las personas que pasan por tu vida o se quedan, son gentes con gran corazón, con las que vivirás momentos verdaderamente ardientes (no pasionales sino intensos). Serán personas que te aporten sabiduría y que intentarán mostrarte un camino que, aunque siempre tuviste ante ti, nunca lo miraste con la intensidad que dan otros ojos que no son los tuyos.

 

No es fácil entrar en el otoño de la vida de alguien. En esa etapa de su vida ya todo está definido a su alrededor: su casa, su pareja, sus hijos, sus nietos,… su mundo. Es muy complicado que alguien con su mundo ordenado y bien clasificado, te deje entrar en su espacio. Pero si tienes la tremenda suerte de que esto te suceda, lo que vives junto a esa persona se convierte en toda una gran experiencia.

 

Quizás, y sólo quizás, tú te encuentres en verano de tu etapa vital y ella, con la fuerza que dan los años, haya empezado a pisar hace un par de décadas, por ese otoño precioso y sereno.

 

Te sientas a su lado y cuando confía en ti, cosa que no se consigue ni en uno, ni en dos, ni en tres días, empiezas a gozar con lo que ha vivido percibiéndolo y disfrutándolo cada día, con sus propios ojos. Te sientes tan afortunado de poder compartir esos momentos con ella que no te das cuenta de que el tiempo pasa, que las hojas caen y que el invierno, frío y desgarrador, llamará a su puerta cuando menos te lo esperes.

 

No piensas en su invierno. Mas un día una llamada a tu móvil te inquieta. Han dejado un mensaje muy corto: ella está ingresada. Corres a coger tu coche como si no pidiera ser real. Apenas llevamos diez años disfrutando la una de la otra.

 

Mientras te encaras con ese y con el otro por su lenta conducción te das cuenta que una década para ti no es lo mismo que una década para ella.

 

Aprestas el claxon por decimocuarta vez y un trayecto que tardabas quince minutos en realizar se convierte en casi un siglo de lentitud cuando alguien importante se aproxima inexorablemente hacia su última etapa.

 

Cuando por fin llegas ya es tarde. Un mar de lágrimas te recibe y no necesitas preguntar nada pues por desgracia, ya sabes la respuesta.

 

Luego, te piden que digas unas palabras en su último adiós. ‘¿Qué podría decir de ella?’ Te preguntas cuando aún no puedes creerte lo que esta pasando. Las personas pasan a tu lado y te dan la mano para apoyarte en tu dolor. Ahí te das cuenta de lo que puedes decir porque en el fondo de tu corazón, sabes que eso es lo que sientes en realidad.

 

Te plantas ante un montón de personas que la querían y con la voz casi encogida, empiezas a contar lo siguiente:

 

“Tuve la suerte de vivir junto a ella unos años escasos. Eso no significa que la quisiera menos o que no la conociera tan bien como muchos de ustedes. ¡Eso no sería cierto!

Ella me dio un motivo para levantarme por la mañana.

Mucha gente que la conocía, que me conocía también a mí y que nos vieron juntas en algún paseo, siempre nos decían lo mismo: ¡Has tenido suerte! La miraban a ella a los ojos pero yo sabía que la afortunada era yo por haber encontrado a una mujer con un corazón tan inmenso como el suyo.

Viví a su lado diez maravillosos años,… ¡Me faltó tiempo!

Ahora que aun no me creo que se haya ido no se como afrontaré despertarme mañana y no poder verla. ¡Se acabó mi motivo para levantarme! ¡Se acabó mi razón para arreglarme! ¡Se acabaron nuestras charlas en el patio! ¡Se acabaron las risas! ¡Se acabó la complicidad! ¡Se acabaron los besos de despedida! Sólo nos queda el último adiós.

Se que en este momento mis palabras no son de consuelo porque mi dolor, aquí dentro en mi corazón tampoco lo tiene.

No llevaba sus apellidos, ni su sangre, ni era una amistad de toda la vida. Pero más de una vez me sentí su hija y hoy, aquí, me siento huérfana de madre, de una segunda de la que escasamente pude disfrutar muy poco.

Duele decirte adiós. Duele pensarte en pasado. Duele no verte mañana. Pero el bálsamo que me queda y al que me aferro con toda mi alma, es que mientras viva yo tu recuerdo seguirá vivo conmigo. No dejaré que tu luz se apague en mí hasta que yo me vaya a tu lado y pueda volverte a estrechar entre mis brazos otra vez.

 

Descansa en paz segunda madre. Siempre te echare de menos.”

sábado, 26 de enero de 2013

CUATROCIENTOS EUROS NO DAN NI PARA PAN NI PARA CIRCO



Vivimos en un mundo en que es mejor desviar la atención de uno mismo cuando todos los dedos nos apuntan.

 

En la vida escolar (de la edad del pavo hasta los dieciocho) se hace inventando un rumor sobre alguien cercano del que se conozca algo sucio u oculto que los demás no sepan.

 

En la vida laboral funciona más o menos como en la escolar (no siempre funciona siempre pero mientras unos piensas que es un bulo y otros empiezan a creer el rumor, se despistan y no piensan en ti).

 

En la vida política si eres culpable de que tu partido se haya apropiado de dinero negro que haya distribuido en sobre con grandes cuantías de dinero, cuando del dinero que tenía que salir a la luz o retornar al país de origen, se iba a penar sólo con un 10% y resulta que no salen los números ni sumando ni restando, ofreces una prórroga de seis meses mas de los cuatrocientos euros y claro, si de los casi seis millones ya que hay de parados sin recursos los reciben un poco mas de la mitad de ellos, como dice el refrán, las penas con PAN son menos.

 

En la antigua Roma ya se hacía esta práctica montando grandes espectáculos: luchas de fieras, carreras de cuadrigas, representaciones, combates de gladiadores (aquí el fútbol es uno de ellos y las peleas entre dos de los grades equipos de la liga, aunque no estén en el campo),… Durante este divertimento, se repartía comida de forma gratuita para controlar a la masa social. ¿No es esta medida tomada por el gobierno un tipo de control de la muchedumbre? ¿Se hubiera prorrogado los cuatrocientos euros de no haber salido a la luz la posible contabilidad en B que se gestionaba dentro del partido que gobierna en este momento en España? ¿Si no se hubiera equivocado Montoro con las cifras haciendo visible la incorrecta recaudación del dinero devuelto o sacado a la luz, se hubiera aplicado esta mísera medida que es escasamente irrisoria?

 

En fin, no se si con esos cuatrocientos euros durante seis meses para pan pero está claro que los niños de estas familias, sin circo, se van a tener que quedar (aunque poco le importa al que no tiene ver reír a un payaso si luego el frío congelará una noche más, su cama en un lugar que no es su casa por culpa de unas crisis que ni crearon y que por desgracia están sufriendo).

 

MORALEJA: Friedrich Nietzsche decía: “Le gusta al frio monstruo entrar en calor al sol de las conciencias limpias”. Si ellos son felices así que no olviden, que la masa no se controla con miguitas de pan sino con GRANDE ACTOS QUE CAMBIEN DE UNA VEZ POR TODAS EL RUMBO SIN SENTIDO DE UN PAÍS QUE NO VE EL FIN DEL UN LARGO TÚNEL, OSCURO, NEGRO, FRÍO Y COMPLETAMENTE DESOLADOR.

viernes, 25 de enero de 2013

“BAR DE LA PERDIZ PERDIDA” (escrito)



Los pies se sabían aquel camino de memoria. Uno tras otros, sobre una acera estrecha de la parte mas olvidada del mundo terrenal, torpemente acicalada a causa del tiempo hasta la puerta de aquel bar dónde era uno más de la familia.

Llegaba a la puerta que abría con una ilusión que se perdió hace algunos años. Junta aquella estúpida ley redactada para gente que nunca había tenido voz propia, perdía el poder de disfrutar de uno de los placeres más dolientes de este mundo: el derecho a matarme poco a poco. Aquel humo, aquel perfume a alquitrán desgastado, el rumor que se oía cuando se encendía la cerilla y se empezaba a quemar la punta de una muerte lenta dulce, amarga, libre,… Con aquella legislación el médico también me sentenció a mi a vivir sin mi apacible veneno que me lapidaba según él y que yo sentía que me daba media vida.

Al entrar a mi bar ya no había aquel aroma a puro barato, a tabaco gastado, a chasquido intranquilo de uno de los compañeros de la mesa de cartas que volvía a perder y aplastaba de forma incontrolada la colilla contra el cenicero de cristal. ¡Todo eso ya no existía!

Me sentaba en mi taburete de costumbre y Anastasio se acercaba con mi café sólo que bautizaba delante de mi con aquel arte antiguo en el que el chorrito no era sólo una forma de decir,… te bendigo con el mejor mal que hace que el alma se eleve y tiemble el espíritu. Yo internamente gritaba “anamen” para no resultar religiosamente incoherente con lo que me habían enseñado durante tanto tiempo de dictadura, de educancia en ese Dios tan gratuito que nos tenían impuesto por activa y por pasiva a los que habían arrojado a sus brazos mas de un compatriota que había luchado por una patria desgastada que ya no tenía ni nombre propio.

Lo sorbía con esa tranquilidad que de los años esperando en la barra a mis compañeros de gesta. A ellos también los años les habían marcado durante mucho tiempo pero aquel lugar olvidado nos dejaba ser nosotros y ‘cagarnos en los muertos de más de uno si nos salía de los cojones’ como decía siempre Juan. Y es que lo que habíamos conseguido con ese tiempo que se nos había regalado según más de un inculto, nos permitía ser más nosotros que otros que seguían reprimiéndose hasta la hora de ir a cagar. ¡Nosotros si que habíamos pasado momento duros! Ahora sólo se vivía con una ignorancia tan grande que daba hasta pena escuchar a ese generación que ya no era X, ni Y, sino que era una generación que no tenía ni letra que encajara con tanta incultura de un pasado demasiado reciente. Algunos, los que tenían papas que podían pagar las multas, se llenaban la boca con palabras que ni entendía, con gritos a gentuza que no se merecía vivir en este país, eso si,… sin ir nunca sólo. ¡Qué lástima! No cojas a unos cuantos capullos más a los que has convencido o que te han convencido y en vez de vestirte con ropas de camuflaje, alístate para ser soldado y coge un rifle en una situación de guerra. A mi me gustaría verte en esa situación niñato sin tus papis para protegerte ni tus compinches sin cabeza.

Miré el reloj y era más tarde que de costumbre. Bebí otro sorbo de mi café y miré a la puerta con impaciencia. ¿Dónde se habrán metido Julio, Jorge y Juan?

Por fin aparecieron Juan y Julio por la puerta con las caras desencajadas y cabizbajos:

– ¿Qué pasa? ¿Por qué no ha venido Jorge? – pregunté un tanto impaciente por empezar nuestra partida de cartas.

Se sentaron a mi lado y esperaron a que les sirvieran el café.

– Jorge a muerto esta mañana de fallo al corazón – me dijo Julio mientras acercaba la taza de café solo a su boca.

– Hoy si que no regresará como aquel día que fuimos a cazar y se pasó tres horas buscando la perdiz que creyó haber matado – dijo Juan con cara desencajada mientras sorbía su café.

– No hay que estar tristes – dije con el corazón encogido. – ¿Cuándo es el funeral?

– Mañana, 20N. – dijeron los dos a la vez

– Bueno, al final alguien que valió la pena recordar, será enterrado con los honores que se merece en un día como ese – dije con una alegría compartida que sentí que también invadía a mis compañeros.

– Anastasio,…¡Tráenos cuatro copas de coñac y llénalas! – gritó Julio desde la otra punta de la barra.

– ¿No querrás decir tres? – respondió Anastasio algo confuso.

– No amigo, no. ¡Son cuatro! Hoy vamos a beber por última vez los cuatro y hay que hacerlo todos a la vez.

Sirvió las copas que alzamos a la vez gritando los tres: ¡POR JORGE! Al unísono.

jueves, 24 de enero de 2013

SENSUALIDAD Y BELLEZA DOBLE ARMA MORTAL PARA UNA EMPRESA



El mundo empresarial, por suerte o por desgracia, sigue dominado por el género masculino. Los altos cargos son hombres y el poder, nos guste a las féminas o no, es su carta de presentación por donde quiera que vayan.

 

Todos sabemos que el poder suele ser fuerza, dominio, energía, capacidad, empuje, mando,… Pero incluso los seres masculinos influyentes no dejan de ser hombres con sus necesidades, con sus deseos ocultos, con sus fantasías por realizar, con sus ansias de dominar, de poseer, de satisfacer todo lo que se les antoje cuando ellos deseen. ¿Es raro pues que una empresa ofrezca un anuncio a treintañeras guapas dispuestas a todo para robar información a directivos de grandes empresas?

 

Los incentivos por estos trabajos serán de 5.000 a 20.000 dólares dependiendo del tiempo que tarden en conseguirla y el valor de la misma. ¿Qué diferenciara a estas chicas de putas de lujo? Si están dispuestas a todos y sin olvidar que lo que busca todo hombre con poder es apagar su sed interna después de lo que exige un puesto de alto nivel empresarial,… ¿No es sexo lo que van a proporcionar a cambio de información? ¿Vale una mujer sólo 5.000 dólares? O peor aún,… ¿Todo se paga con dinero en una época de crisis incluso el valor de los principios?

 

En fin, que a más de uno me gustaría que mirara un poco más a su alrededor, que pensara en sus hijas, en sus hermanas, en su madre, en las mujeres que le importan de su alrededor y pusiera el mismo un precio a su cuerpo. Me gustaría que luego lo multiplicara por infinito y luego lo elevara a la enésima potencia. A partir de ahí,… empezaremos hablar de lo que vale una mujer, no de lo que vale su cuerpo y aún así,… ¡Me quedo corta!

 

MORALEJA: Hombres de Manhattan en Nueva York,… ¡Cuidado con esas vampiresas de treinta y tantos guapas y dispuesta a todo! La información, mejor o peor, la podrán conseguir con su baja o inexistente moralidad pero lo peor es que les pueden destrozar un imperio, sólo, por 5.000 dólares. ¿Cuál es la apuesta segura? Yo no soy hombre un hombre poderoso pero seguro con todo su potencial para crear imperios de la nada y dirigir grandes empresas, no les costará encontrar la solución a un enigma tan obvio. ¿No sabe cual? Yo creo que si.

miércoles, 23 de enero de 2013

TRES GAVIOTAS,… ¿DÓNDE IRÁN?

 

Cuando veía los reportajes de las dos sobre animales me gustaba los que eran de aves. Hoy, al estar en una planta de un edificio alto por circunstancias familiares, me he encontrado gratamente con un espécimen volador que normalmente se ve en las costas: tres gaviotas.

 

Por un momento he pensado que nuestras amigas se habían perdido ya que la costa más cercana se encontraba a una distancia medianamente larga (treinta kilómetros aproximadamente). Pero luego recordé, que hasta ellas que viven allí arriba, no son ajenas del sufrimiento que sufren sus compañeras impresas en banderas y logos aquí en la tierra, y que una vez más, el mundo animal, en su inmensa y profunda sabiduría, nos quería dar una lección más de inteligencia diciéndonos sin decir nada: ¡No veis que la unión es la única salida! ¡Abrid los ojos tercos humanos! Que no se trata de ser más que nadie ni menos. Se trata de aunaros y ayudaros. Mas mis amiguitas plumíferas, pese al sufrimiento que sufren las suyas como bandera de políticas torpemente ineptas, no son conscientes de que la unión, aquí en la tierra, es mas difícil que en el cielo, simplemente, porque no hay un día, un solo día que veamos a uno de los nuestros sufrir por algo tan simple como un nuevo engaño.

 

Hoy, el ministro Montoro, intentando desviar la atención una vez más de lo que ahora nos importa a todos los españoles que es saber quien cobró esas cantidades que el señor Bárcenas distribuyó en sobres con dinero negro o en B, no por el morbo de saber, no por el cotilleo, sino para que sean destituidos para siempre de la política y inhabilitados de por vida, ha anunciado que con la ley de amnistía fiscal han vuelto a España 40.000 millones de euros pero al decir cual había sido lo recaudado con ese 10% que decía dicha ley, una vez más ha desaparecido dinero (por suerte, Bárcenas lleva desde 2009 fuera del partido así que él, … ya no lo podrán culpar). De los 4.000 millones de euros que debería haberse recaudado, resulta que sólo hay 1.200 millones. ¿Hacemos cálculos juntos? Una resta simple: 4.000 – 1.200 = 2.800 millones de euros que han desaparecido por que sí, porque a España les basta y le sobra para remontar una política dantesca con los fondos de las pensiones de los jubilados. O peor aún, como defraudar se esta convirtiendo en un arte horriblemente detestable para las que no sabemos apreciar algo tan bajo y ruin, no sólo se perdona una gran parte de capital o los que se llevaron el dinero fuera o lo tenían escondido vete tu a saber donde que encima, en vez de penarles con un 10% como se acordó se les pena con un 3% a los pobres indigentes del fraude. Mientras, seguimos con el show de cuantos españoles más se quedan sin sanidad, cuantos más sin casas, cuantos más sin empleo, cuantos funcionarios verán reducido aún mas su derechos, etc. ¿Por qué? Porque aquí somos tan chulos, tan chulos, pero tan chulos, que hacemos lo que nos da la real gana y a quien no le guste, simplemente, que no se queje que encima les decimos QUE SE JODAN  porque si, porque nosotros lo valemos y punto.

 

¿Veis amigas gaviotas que nosotros nunca nos podremos unir como vosotras? Ellas me miraron a los ojos sorprendidas de que supiera hablar en su idioma pero yo me pregunto,… mi idioma es más simple y los más simples ni siquiera lo entienden. ¿Por qué no puedo yo hablar en “gavioto”? Otros no hablan con propiedad, otros censuran palabras (RESCATE entre ellas), otros insultan y se van de rositas, otros privatizan y se van de la política porque su empresa es la que llevara la gestión de lo privatizado,… Con todo esto y mucho más que sabemos, prefiero aprender “gavioto” que seguir hablando en un lenguaje, que ya no tiene fuerza ni en los acentos de las palabras.

 

MORALEJA: Si sólo puedes decir eso, en referencia a Barcenas y a la lista de Hacienda que según la amnistía fiscal podría beneficiarle diciendo simplemente que él no está. ¿Qué es lo que callas ministro Montoro?

martes, 22 de enero de 2013

EN UN HOTEL CONTIGO (relato)


 

Era un día normal. Empezaba un nuevo mes. Me levanté con la sensación de que tenía que tomarme el día para mi pero,… ¿Dónde iría? Cogí un tren y me fui a Barcelona sin saber muy bien a donde.

 

Me bajé en una estación cualquiera (no recuerdo en cual). Salí de la estación y busqué un sitio donde tomar un zumo de naranja natural. Me senté dentro pese a que en la terraza de la cafetería se estaba bien. Dentro había cuatro mujeres juntas con unos niños armando mucho ruido de acá para allá y un hombre sentado sólo tomando un café.

 

Me trajeron el zumo y se me perdió la mirada por la ventana mientras vertía un sobre de azúcar en él. En el reflejo de la ventana pude ver mejor a aquel hombre. Era recto, con estilo, con algo que te atraía a mirarle pero no directamente. Mientras lo miraba en el reflejo me dí cuenta de que su mirada estaba fija en un punto. Quise averiguar que estaba mirando tan fijamente desde hacía un rato pero no fue posible examinarlo sólo con el reflejo. Busqué ese punto partiendo de su mirada pero, al mirarle, me crucé la mirada con él y me puse muy nerviosa. Estuvimos durante un rato mirándonos fijamente. No podía apartar la mirada de sus ojos. Me excitaba ver a alguien tan directo, tan claro con lo que mirada, con la postura, con la claridad de sus ojos. ¡¡¡Me sentía muy atraída por aquel hombre misterioso!!!

 

Los niños seguían haciendo ruido pero ya no me molestaban. Aquel hombre sacó su cartera y apuntó algo en un papel. Se iba a levantar para marcharse,… ¡¡¡NO TE VAYAS!!! Supliqué mentalmente. Al pasar por mi lado se paró un instante y me dejó una tarjeta rozando mi mano. Su piel contra mi piel me estimuló mucho.

 

Cogí lo que había dejado bajo mi mano y era una tarjeta diciéndome,… ¡¡¡SIGUEME!!! No ponía nada más y eso me provocó mucho más aún a seguirle.

 

Estaba en la puerta esperándome y empezamos a caminar los dos juntos hasta un taxi. Subimos sin decir nada. Los dos mirábamos al frente. De vez en cuando sentía su mirada clavarse en mí. ¡Eso me avivaba y me ponía nerviosa! Plácidamente alterada seguía a su lado, esperando saber dónde iríamos.

 

El taxi se paró en un hotel apartado. Entramos los dos y nos dirigimos hacia los ascensores. ¡Estaba muy excitada! Jamás había hecho nada igual y eso que aún,…no había pasado nada.

 

Nos paramos en la tercera planta y nos dirigimos a una habitación. Abrió la puerta y me dejó pasar primero. Cuando entró yo seguía de espaldas. Cerró la puerta y me agarró fuertemente por la espalda,… Su boca ardía cuando sus labios se posaron en mi cuello. Empezó a pasear un desfile interminable de pequeños y sabrosos besos por toda mi nuca. ¡¡¡Eso me excitaba mucho!!! Mi sexo pronto empezó a humedecerse rápidamente pues sin saberlo había dado con mi talón de Aquiles erógeno.

 

Sus dientes empezaron a mordisquear mi cuello y sus labios se dedicaron a succionar mi nuca,… Grité fuertemente. ¡¡¡DIOS!!! Como podía una persona a la que no conocía de nada, al que yo no conocía de nada darme tanto placer en un INSTANTE.

 

Mientras su boca seguía dedicándome besos deliciosos y mordiscos sugerentemente excitantes, sus manos aferraron mis caderas. Apretó mi trasero contra su sexo. Era grande y estaba tremendamente duro, fuerte, sabroso. Quería darme la vuelta, poder tocar su piel, poder dejar al descubierto su torso, pero no me dejó. Me empezó a desabrochar la blusa y sus manos pasaron de mis caderas a mi sujetador. Apartó las copas magistralmente con sus pulgares para pellizcar mis pezones con sus dedos. Mi excitación iba en aumento. Mi sexo era un volcán ardiente de flujos sexuales que se lubricaba cada vez más con sus caricias. Deseaba sentirle dentro.

 

Por fin me dejó darme la vuelta. Me besó en la boca y empezó a saborear mi lengua. Sus besos tenían sabor a prohibido y sus labios estaban llenos de pecado. Mis manos alcanzaron los botones de su blusa. Sus pecho era un templo de fuerza dónde quería perderme. Baje mis labios a sus pezones y los saboreé, los lamí, los mordisqueé. Me gustaban sus gemidos. Deseaba que me desear tanto como él había conseguido que yo le deseara a él.

 

Bajé sus pantalones. Su descomunal sexo sentía la tremenda presión del su boxer. Deslicé mi boca mordisqueando su pene por encima de la tela. El gritaba de placer. Me cogió enérgicamente por los brazos y me levantó de golpe. Eso me puso a mil. Me recostó suavemente sobre la cama y me despojo de mi pantalón y de mi braguita mojada por el deseo creciente. Me penetró lenta y suavemente. ¡DIOS! Era increíble sentir su inmensa verga adentrándose en mi ardiente sexo. Cuando empezó a envestirme cada vez un poquito más, y más, y más, y más fuerte no pude contener derramarme una y otra, y otra, y otra vez. Seguía dándome placer con sus cada vez mas fuertes y duras envestidas. Yo gemía, gritaba, le pedía que no parara, que siguiera, que quería más, más, más,… Mi cuerpo empezó al convulsionar de placer. ¡¡¡ERA EL NIRVANA DE LOS ORGASMOS!!! Gritaba mientras mi cuerpo, toda mi epidermis se erizaba con aquel tremendo éxtasis de goce.

 

Su cuerpo se alejó un poco para dejarme mi espacio. Me quedé casi sin sentido tumbada en la cama. No se cuando se puso detrás de mi cuerpo. Me abrazaba, me besaba, apartaba mi cabello de la cara. Su sexo seguía erecto pero no buscaba apagar la llama en mí. ¡Me encantó sentirle tan cerca! Me gustó verle volcado en mí. Los besos, las caricias siguieron. Su boca era un manantial inagotable de besos. Su lengua era un veneno que me mataba de placer y me arrastraba a sus labios una y otra vez. Su tremendo pene estaba rozando con mi trasero y se adentró entre mis nalgas con una embestida rápida y certera. ¡¡¡DIOS!!! Sentí un escalofrío doloroso recorrer todo mi cuerpo. Él se dio cuenta y no se movió. Mientras sus manos no dejaban de acariciarme, sus labios no paraban de besarme la cara, el cuello, mi boca. Cuando me relajé un poco empezó a moverse lentamente entrando y saliendo de mi culo. Era un placer indescriptible y sus gemidos, los míos se confundían entre las sábanas. Se movía magistralmente precipitándose conmigo al placer extremo. Le pedía que no parara, que siguiera, que me hiciera suya,… mmmmmmmmmmmm. Su leche se derramó dentro de mi. Cuando sentí el calor de su esencia no pude contener más mi deseo y me derramé en un orgasmo que me dejó casi sin respiración.

 

Sentí como sus manos me abrazaban. Sus labios se posaron en los míos y por fin me dijo su nombre. Fue una locura pero a veces en la vida,… hay locuras memorables.