Es bonito cuando se acaba una festividad importante para nosotros, el pueblo, y los que hemos formado parte de esa gran celebración (fiestas locales, de comunidad, de país, Carnaval, Las Fallas, la Semana Santa , etc) de forma activa o pasiva, sentir que el año que viene tiene que ser mejor, más especial, increíblemente mas bella. Pero como siempre la realidad supera con creces la ficción y lo que para nosotros era pasar un tiempo entre amigos, preparando “ninots”, arreglando vestidos, intentado hacer de este momento algo único, para otros simplemente es otra cortina de humo, otro hoyo de tierra donde el avestruz quiere volver a esconder su torpe cabeza una vez mas para afrontar la realidad.
Se que es duro, después de tanto trabajo, de tantas horas empleadas, ver salpicada una gran celebración con gritos, pancartas, abucheos, palabras malsonantes y demás. Pero hay que reconocer, que mas duro que fastidiar una fiesta que pasa sólo una vez al año, es tener que vivir cada día tragando y volviendo a tragar una injusticia tras otra. ¡Esto parece no tener fin! Mas recortes, mas sanciones, mas medidas de reajuste y lo que alguien se gastó porque la casa era grande, porque el dinero parecía sobrar, eso nadie lo tiene en cuenta. Lo pagado,… pagado está y cuesta mucho entender que no se pidan a los que invirtieron en proyectos que eran casi faraónicos en lugares, pueblos, villas en los que los habitantes necesitaban otras cosas antes que esas, que enmienden los errores.
“Errar es humano. Perdonar divino”. ¡Es una bonita frase! Pero cuando el hambre llama a tu puerta, cuando te han echado de una casa que tienes que seguir pagando, cuando no tienes para dar ni de comer a tus hijos, no existe perdón que valga, no hay palabras que consuelen, no merece la pena ni petardos, ni gaitas, ni tambores, ni procesiones, ni nada,… Lo que importa es dar soluciones y darlas lo antes posible. El pueblo esta cansado de ser el que aguanta todo el peso de esta CRISIS que parece no tener fin nunca.
Con las elecciones se esperaba que algo se solucionara pero sólo son palabras que vienen y van sin dar una solución clara al problemas, empeorando la situaciones de aquellos que están intentado contra viento y marea, poder conseguir algo digno paras si y para los suyos.
Si hay que gritar a alguien porque no TENEMOS LA FIESTA EN PAZ no es a aquellos que en su vida cuotidiana, sólo intenta ser felices con una celebración pagana o religiosa. Pero tampoco podemos sentirnos heridos si aquellos que vociferan delante de nosotros no lo hacen en el sitio correcto. Quizás no les han dejado otra manera de hacerlo que interferir en algo tan bello como en una celebración popular anual. Tampoco son los que gritan el enemigo porque sinceramente,… no hay enemigo visible sino LADRONES que no tienen castigo y siguen paseando por calles y avenidas sin haber pagado por esos delitos cometidos y por aquellos que se siguen cometiendo.
No juzguemos a los que luchan por sus derechos. No juzguemos a los que celebran un día especial desde hace años por tradición. No juzguemos a nadie porque no nos pertenece ese cargo que parece ser digno e ilustre. Dejemos a los profesionales pero juzguen bien. ¡No puede ser que existan dos leyes (una para los vivos y otra para los bobos)! Ley sólo es una y será mejor que empiece a ajusticiarse bien porque tanto va el cántaro a la fuente,… ¡¡¡QUE AL FINAL SE ACABA ROMPIENDO!!!
MORALEJA: Un hombre en Andalucía, sin casa, sin trabajo, sin nada, entró en un supermercado el otro día con sus hijos que llevaban sin comer tres días. Cargó el carrito con lo necesario sin coger ningún privilegio (lentejas, aceite, pan,…). Cuando tuvo el carrito lleno se fue al de seguridad y le dijo que iba a salir por ahí con todo aquello y que le daba igual lo que le hiciera porque es que ya no podía caer más bajo y lo que más le dolía es que sus hijos llevaban tres días sin probar bocado. El de seguridad le dijo que no se preocupara pero que tenía que llamar al encargado para tomarle los datos y para registrar la salida de esos productos. El hombre salió por la puerta con comida para sus hijos. ¡Eso es el hambre! Esto ha pasado en un primer mundo donde hay muchos que comen todos los días tres comidas mientras que otros no tienen ni para pan. ¡Esto es nuestro país! Un país sin nada para el hambriento y con mucho para el que lleva los bolsillos llenos. Yo me quedo con lo mejor de esto: esos niños, pudieron por la valentía de un padre desesperado, llevarse algo caliente al estómago.
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