SILENCIO
PROFUNDO
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Tras las ventas
cerradas,
tras aquellas
cortinas
hechas de miseria,
olor a pólvora
y sangre
libertaria,
reina en los
labios
de los ausente
perennes tras
desastre.
Atrás quedó la
amargura,
la pugna terciaria
de hermanos
contra primos
sobre una tierra bañada
por el sudor de
los hambrientos,
por la ausencia de
una gloria
que jamás llegaría
a tiempo.
Las tinieblas
sigue ahí,
junto a todos
aquellos
que tratan de
rescatar
a sus muertos de
las sombras.
Las madres
huérfanas de primogénitos
luchan desde su
ignorancia, recordando,
no dejando que
nada ni nadie acabe
cayendo en el
temido y cómodo olvido.
Volver no es una
alternativa.
No hay ni una
razón para regresar.
El final llegó,
pero no la tortura,
ni el baño de esa
realidad incomoda
viviendo entre
estos barrotes ceñidos
a nuestras
fronteras obligatoriamente impuestos.
No hay dios ni
amo,
no hay siervo ni
dueño,
no hay ni voz ni
grito,
sólo silencio,
imperativo,
profundo,
insoportable.
Mas nadie dice
nada… ¡No pueden!
La libertad nunca
fue mejor fingida.
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