martes, 17 de febrero de 2015

DE LOS SUEÑOS MAS CALLADOS A LA GRAN PANTALLA





El pasado viernes Christian y Anastasia, arrasaron con su historia de amor en la gran pantalla llegando a alcanzar en un solo fin de semana 1.049.796 espectadores y con un total 7,3 millones de euros recaudados en taquilla. ¡Las sombras están de moda! Eso es un hecho. Pero que pesa más en esta historia conocida millones de fans en todo el mundo. ¿La historia de amor? ¿El erotismo? ¿Las sombras de cada uno de nosotros que no somos capaces de compartir con nadie?

Muchas féminas han soñado encontrar al famoso Grey desde que la novela vio la luz. Un hombre con poder, atractivo, adinerado, vestido de traje. Siento decirles que hay muchos hombres con poder, medianamente atractivos, adinerados y que encima, les siente bien el traje. Pero Grey, lo que se dice Grey, no sé si eran. ¿Por qué? Muy sencillo. Con la ropa puesta, ante las miradas irrespetuosas del resto de seres humanos comedidos y bien infamados de una virtud virtuosa, no queda nada bien mostrarse así, con todo lo oscuro que posee uno por muy atractivo o muy de moda que esté el ser un tanto “perverso”.

¿Si no tuviera esa dosis de erotismo, sería igual interesante? Bueno, muchos dirán que sí ya que son una gran parte de personas que comparte en hecho de que en la trilogía de 50 SOMBRAS, se ha mostrado una parte muy mínima del Bondage, casi incompleta por no decir del todo incorrecta.

Otra gran mayoría dirá que sí pero se engañan a si mismas. Lo interesante es que ellas leían algo diferente a lo que no estaban acostumbradas, se lo comentaban a ellos así, como curiosidad sexual de un libro. Sin embargo, nos guste o no reconocerlo, muchas por no decir todas, se han ruborizado, lubricado, por dentro y por fuera, anhelando ser Anastasia, llevadas al límite y más allá.

Pero, nos guste o no, el sexo vende. Desde que salió todo el boom de las sombras, desde artilugios sexuales se han creado para poder llevar las fantasías a la realidad aunque no fuera con Christian sino con Julio, con Juan, con Pepe, con Carlos,… Sentirse atada, ser mermada del don de la vista para que los sentidos cobren esa sensación nueva que sólo lo que está a flor de piel provoca, incluso el depender de otra persona con más fuerza en apariencia, nos ponía como muy “receptivas” para poder realizar un sueño callado aunque fuera de manera vulgar y sencilla.

Sin embargo algo faltaba en nuestra fantasía, y no me refiero a una Anastasia o a un Sr. Grey, sino un hombre que fuera capaz de aceptar nuestra parte más negra y llevarnos hasta el filo del borde del abismo para provocar en nuestro cuerpos un subidón infinito de adrenalina jamás imaginado.

Muchos pueden imitar e intentar ser un “HOMBRE A LO GREY” pero sólo aquellos que conocen la verdad, la verdad sobretodo, son capaces de provocarnos hasta el punto de perder el control como nunca antes hubiéramos imaginado y eso no con dinero, sino con cualidades algo increíbles y sencillas: el poder de la inteligencia, el don del verbo, la fuerza de ser algo más que un signo de fuego.

MORALEJA: Sigmund Freud dijo: “Llamamos perversa a una práctica sexual cuando se ha renunciado a la meta de la reproducción y se persigue la ganancia del placer como meta autónoma”.

“SECRETARIAS” MENOS UNO BAJO CERO





El titulo de mujer nos lo ganamos al nacer. No somos conscientes al cien por cien, hasta pasados algunos años. Es algo que somos, que poseemos, que nos pertenece pese a todo y ante todo.

Sin embargo hay “mujeres” que no lo han descubierto aún, pese a los cuarenta y tanto más que cumplidos. Y lo peor no es que no sean conscientes de ello sino que si lo fueran, ignorarían el valor que el título de mujer tiene y que, sin lugar a duda, es mucho más valioso que cualquiera que por cargo laboral se nos pudiera otorgar.

Bien pensado, si nuestras “hermanas” sufragistas se alzaran de sus tumbas, no irían contra los hombres, aunque aún no tengamos los mismos derechos que ellos, sino contra estas “mujeres” que han parecido olvidar que son.

¿Cómo se puede distinguir a las “secretarias” bajo cero? ¡Muy fácil! No tienen opinión ni a la hora de comer y piden lo que su “jefe” se pide, por si las moscas confunden lo que pueden comer o no. ¿Que piden sopa de cebolla? Pues aunque no es muy correcto que el aliento de una mujer apeste toda la tarde, de cabeza a por la sopa que se van. ¿Que pide solomillo al roquefort? Pues aunque sean unas acérrimas defensoras de los animales y se hayan proclamado por activa y por pasiva vegetarianas, se lo comen a dos carrillos. ¿Qué se piden un yogurt natural de postre? Pues aunque estén siempre diciendo que ellas no toman ningún producto que no venga de la soja, se lo comen aunque le de alergia la lactosa.

¿Esto lo hacen por no tener criterio? ¿Por cortas de miras? ¿Por estúpidas integrales? ¿Por mentalidad mínima en reserva? ¿O porque la cabeza no les da para más? Después de un amplio estudio sobre el asunto, creo que ciertamente están muy perdidas en la vida, tanto que ni siquiera tienen criterio a la hora de elegir un plato de un menú por sí solas. A las que le dicen cuatro a elegir, se aturullan de tal manera, que no pueden procesar tanta información y obviamente, si te pides lo mismo que el que está frente a ti comiendo, poco puedes equivocarte en si te gusta o no. Con responder incluso lo que él dice, hasta no tienes que pensar la respuesta y la vida es mucho más sencilla.

Eso sí, como el “jefe” le traigan un postre y resulta que no es lo que él esperaba y solicita cambiarlo por otro, ellas se quedan como en estado de shock. ¿Se comen lo que pidieron? ¿Estará bueno? El proceso dura hasta que el camarero llega con los cafés y al ver que se les acumulan las cosas, cogen, fingen un leve mareo, se van al baño y cuando salen, esperan sanamente que todo haya desaparecido: el postre, el café, el camarero y lo más importante,…  hasta la cuenta porque no son tontas. ¡No! Son cortas y eso en tiempo de crisis, lo de la fuga en busca de la caballerosidad del prójimo, funciona hasta con el más listo.

Estar de cara al público es lo que tiene, que ves pasar a infinidad de personas que ciertamente han perdido el norte, sobretodo en el sexo femenino.

MORALEJA: Emilia Pardo Bazán, (1851-1921) novelista, periodista, ensayista y crítica literaria española introductora del naturalismo en España, dijo: "La educación de la mujer no puede llamarse tal educación sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión". ¿Es eso lo que busca un hombre al buscar una secretaria? ¿Obediencia? ¿Pasividad? ¿Sumisión? No son cualidades ni para un buen profesional indistintamente cual sea su sexo.

domingo, 15 de febrero de 2015

HOY VIENES A MÍ (poema)



HOY VIENES A MÍ

Te veo aún lejos,
mirando apresuradamente
un reloj que pareció
detener sus manillas.
¡No llega nunca la hora!
El teléfono suena
vertiginosamente inconsciente.
‘Ojala se cayera de una
vez por fin de la mesa’.

Papeles, más papeles y de nuevo
más que apartar a un lado…
‘¡Hoy no os toca a vosotros!
Hoy mi día es para ella’.

La hora llegó y hasta los vehículos,
el asfalto, los conductores han
confabulado hoy en contra tuya.
‘¡Dios! Que insoportablemente
largo se está haciendo este día’.

¿Aparcar? Un absurdo inconveniente.
¿Que el ascensor este disponible? Una quimera.
¿Llegar a casa y encontrar
las llaves a la primera? Un imposible.
‘Maldigo todo lo que me
prohíbe llegar antes de ti’.

Por fin, la luz de tu mirada
lo inunda todo ante mis ojos.
Tu dulce voz me envuelve,
tu beso primero me trasporta
al mundo que anida en tu boca.
‘Mi vida… ¡Tú eres todo lo que anhelo!’

Y la alegría por fin de nuevo
llena en nuestro universo para dos.

domingo, 8 de febrero de 2015

UN PATÉTICO VIVIDOR DE POCO (poema)



UN PATÉTICO VIVIDOR DE POCO

¡Qué corazón tan soluble!
Ayer, cuando las lágrimas
inundaban tus ojos,
era el nombre de otra
el pronunciando
en tus lamentos.

La bipolaridad de su ser
te había llevado a un punto
final sin retorno donde
ya no había nuevos besos,
donde no existían abrazos,
donde volvías a estar a solas,
con aquella a la que llamabas esposa.

En las sombras te escuchaba y ahí
deseaba permanecer por siempre.

Cuando se te pasó la amargura,
ese dolor inconmensurable
tras la “considerable perdida”,
tus ganas volvieron a animarse.
La victima daba igual,
más siempre va bien tirar
de alguien cercano.
¡Me tocó a mí! Y no quise.

De nuevo las lastimeras palabras,
el dolor fingido, las lágrimas incrédulas.
¡Ya no te servía! La verdad había salido.
No era cariño, ni amor, ni siquiera respeto.
Un patético vividor de poco, sólo eso.


SOY UNA CHICA ALMODÓVAR





¡Tenía que ser él! No podía ser otro sino él.

Cuando Antonio Banderas fue premiado con el primer Goya de este año, yo no pensé en el malagueño galardonado sino en un manchego del que su carrera fue de la mano en sus inicios. Pensé en Pedro.

Hoy, cuando se ha entregado el Goya de Honor en la Gala del cine español, Almodóvar ha salido al escenario con el galardón para que pasara de sus manos a las de Antonio como estaba “escrito”.

Antonio, con su discurso ha estado magistral. Largo, pesado, como si de un hombre mayor se tratara, con unas gafas tremendamente horribles y mal colocadas quizás para parecer aún más viejo.

Desde que Banderas se desenmascaró como el primer galardonado de los Goyas que se concedía este año, fue “criticado”, por así decirlo, por su juventud ante un premio a toda una trayectoria profesional. Había actores y actrices mucho más maduros a los que se consideró, por el aprecio que muchos tenemos a todos los que nos han brindado año tras año con sus actuaciones, antes que Antonio en nuestra mente, en nuestro escritos. Esto no significa que el malagueño no se mereciera recibir ese reconocimiento por parte de la academia y sus compañeros de profesión. La larga trayectoria de Banderas dentro del cine, tanto español como extranjero, hace ya años que le han valido no sólo el Goya Honorífico de la academia sino uno especial creado para un abanderado como él que ha llevado tanto su talento, como su nacionalidad bien alto por todo el mundo.

Pero esto no quita que por edad, hubiera otros actores y actrices que deberían haberlo recibido antes que Antonio.

Sin embargo, como dice el dicho, Es de bien nacido ser agradecido y por eso agradecer desde aquí a Banderas todo lo que nos ha hecho disfrutar con su infinidad de personajes caracterizados en el cine.

De la Gala volver a insistir en la realización. Pese a que las cámaras han estado más atinadas que en la anterior entrega, está claro que NO ESTÁN PREPARADOS PARA EL DIRECTO. No sé cual es el problema pero hay planos, sobretodo en momentos concretos, que deberían abstenerse al igual que no sé cuantos cambios de cámara durante un minuto o dos de discurso. ¡SABEMOS QUE TENÉIS CÁMARAS! ¡SABEMOS QUE SABÉIS UTILIZARLAS! Pero por el amor de Dios, una cosa es tener y otra MAREAR que es lo que han conseguido. ¡¡¡QUE MAREO!!!

Lo mejor de estos GOYAS ha sido los premios al humor de la mano de los actores de OCHO APELLIDOS VASCOS con nombres propios como Karra Elejalde, Carmen Machi y Dani Rovira.

El momento más emotivo, aparte del siempre doloroso in memoriam que nos recuerda a todos aquellos que nos dejaron del Séptimo Arte, el recuerdo de la querida Amparo Baró en el discurso de Carmen Machi.

La mejor Película y la más premiada con diez Goyas, LA ISLA MÍNIMA, una apuesta importante del cine andaluz.

Un film no debe verse sólo por los premios que se les concede. Si sólo se visionáramos aquellas que ha sido galardonadas nos perderíamos grandes historias hechas con mucho esfuerzo, con mucho talento y tesón.

MORALEJA: El séptimo arte es uno de los que más nos ilusiona en la vida. Como fin de este escrito de hoy, yo tengo una ilusión muy grande dentro de esta categoría que compartir hoy con todos vosotros: ¡Soy una aprendiz de escritora! Estoy perfilando mi voz propia a través de este blog cada día un poco más. Sin embargo, en mi día a día, ya hay varios proyectos de guiones que están tirando adelante, por desgracia fuera de este país. Anhelo, deseo, espero que un día pueda estar nominada entre ellos y compartir, quizás en la distancia por la falta de recursos, el mirar desde la pantalla y decir… ahí está mi nombre, y no hace falta que sea en letra de oro, pero sí con la fuerza que mis ancestros dejaron en mí con mis apellidos. La ilusión es inmensa. El deseo más grande aún. El anhelo de ver esa ilusión cumplida, la fuerza que día a día, me invita una vez más a seguir creciendo como escritora. ¡Disfrutad de la vida! Pues pese a todo lo que se diga, es muy bella.





sábado, 7 de febrero de 2015

LA MUERTE DE UNA MADRE





La muerte de un ser querido es algo que no se puede explicar con palabras. Se te para el mundo. Intentas asimilar mentalmente la noticia, pero no puedes.

Mas la muerte de una madre, es como si te arrancaran directamente de las entrañas esa unión vital con esa persona que te dio la vida. La unión que os hacía únicos a ella y a ti, se cercena sin aviso. Pocos sobreviven mentalmente a esa extirpación involuntaria de la unión madre e hijo, madre e hija. Los que al final se sobreponen, siempre les falta algo en todo lo que hacen, en todo lo que viven, en todo lo que llevan hacia delante. Es como vivir sin corazón pero sabiendo que algo que te mantiene con vida, sigue latiendo por dentro.

Sin embargo, hoy no hablaré de los que consiguen sobreponerse a esta dura perdida, sino de dos personas que… no lo consiguieron.

Una de ellas, la más recordada quizás por mí por el cariño especial que sentía tanto por la madre como por el hijo fue la muerte de Lola Flores y su hijo Antonio Flores.

El 16 de mayo del 1995 moría Lola Flores en su residencia de "El Lerele" en Madrid a los 72 años a causa de un cáncer de mama contra el que lucha desde que se lo diagnosticaron en 1972. Su hijo Antonio se rompió la mano contra el ataúd de su madre de rabia por la noticia. ¡No podía con su perdida!

El 31 de mayo de 1995 moría Antonio Flores en Madrid, tan sólo quince días después de la muerte de su madre. Fue hallado muerto en la casa familiar de “El Lerele” en Madrid, debido a una sobredosis de barbitúricos y alcohol. Tenía 33 años.

La noticia, aunque lo que más fue comentado fue los problemas que había tenido el compositor y cantante con las drogas, dejaba entrever en cada línea la verdad de todo: una herida sangrante que no podía curarse jamás pues su madre,.. había fallecido.

Ahora a la hija de Whitney Houston, Bobbi Kristina, se encuentra en esa terrible situación.

Whitney fue hallada en la bañera de su hotel en vísperas de la entrega de los premios Grammy, en febrero de 2012 a la edad de 39 años. La autopsia reveló que la cocaína había intervenido en la muerte por ahogamiento de la cantante.

El sábado de la semana pasada, Bobbi Kristina Brown de 21 años, fue hospitalizada tras haber sido hallada boca abajo en su bañera. Desde entonces, se encuentra en coma inducido y con respiración asistida.

La policía ha abierto una investigación después de que se hallasen drogas en la vivienda de la chica. Según su entorno, en los últimos tiempos Bobbi Kristina se mostraba sumamente obsesionada con la muerte de su madre, hace ahora tres años.

Los médicos se han mostrado pesimistas sobre que la chica puede recuperarse. Amigos y familiares están acudiendo al hospital donde está ingresada para despedirse de ella.

La fortaleza del ser humano es inmensa. Mas de nada sirve cuando sobre amor materno filial hablamos. ¡Una madre lo es todo para un hijo! Y viceversa.

MORALEJA: Rafael Pombo, (1833–1912) escritor, poeta, fabulista, traductor, intelectual y diplomático colombiano, dijo: “Madre... voy a seguirte... ve tú delante que dándome el ejemplo, lo haré al instante”. Algunos por desgracia, las acompañan incluso hasta el final de sus vidas.

Dedicó este escrito a todas las madres y sobretodo a todos los hijos e hijas que tienen el valor de seguir adelante incluso tras perder a su madre.

jueves, 5 de febrero de 2015

EL RETO (relato)





Sonia era una chica menuda. Medía un metro cincuenta y cuatro. Pesaba noventa y dos kilos. Cuando llegó a mí, buscaba ponerse en forma para el día de su boda. Faltaba un año y medio. Ella deseaba estar guapa, preciosa y desfilar como siempre había anhelado, como se merecía, como toda una princesa.

Yo era entrenador personal en un gimnasio. Ella venía a conseguir tonificación en su cuerpo pero antes… debía perder peso, mucho peso.

Sonia parecía una persona extrovertida a la que el exceso de peso que había cogido, la hacía estar muy acomplejada. Sin embargo poco a poco, con las clases, con las rutinas, ella iba consiguiendo lo que anhelaba conseguir.

Un día, Pablo, uno los chicos que venía cada día a entrenarse con un grupo de amigos, empezó a reírse al ver a Sonia corriendo en la cinta de andar. Yo estaba ayudando en musculación a otro chico. Cuando me acerqué a las bicicletas le escuché decir claramente: “¿Queréis ver a una albóndiga en movimiento? Sólo tenéis que mirar al frente”. Sus compañeros se reían. Sonia, de espaldas a ellos, no se percato de nada. Pero a mí me entró tal rabia que le cogí por banda y le dije: “Recuerda que tenemos derecho de admisión gilipollas. La próxima vez que te rías de una persona no te dejo entrar de por vida. ¿Estamos?”.

Los días fueron pasando. Dos quilos, diez, veinte, treinta y así iba ella siguiendo con su rutina sin perder ni un solo día.

La cambiaron de trabajo cuando llevaba siete meses en GYM. De venir a media tarde, tuvo que venir a última hora, antes de cerrar. A veces nos quedábamos solos y hablábamos durante un rato. Era una gran mujer, con la cabeza tremendamente bien amueblada. Tanto podías hablar de cine, como de política, como de comida, de arte,… de lo que fuera.

Faltaban tres meses para casarse. Ella llegó, como siempre, y se puso a calentar. Como siempre hablábamos a última hora, no me acerqué a ella hasta sin saber como ni por qué no, perdió el pie en la cinta y se cayó. Corrí a ayudarla y tenía los ojos llenos de lágrimas. Me la llevé a una sala donde hacíamos curas de primeros auxilios un tanto reservada. Le pregunté donde le dolía. No dijo nada. Le pregunté que le pasaba. No dijo nada. Al final, como si intentara sacarla de un shock le grité: “¡QUIERES DESPERTAR DE UNA VEZ!”.

Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas. Por fin rompió a llorar. La abracé para consolarla como un acto instintivo. Estuvimos un buen rato así. Cuando por fin pudo hablar, me dijo que había ido a su nuevo piso a llevar unos regalos. Cuando abrió la puerta escuchó como unos sollozos. Fue buscando los sollozos y cuando entró en su habitación se dio cuenta de que no eran lamentos, sino gemidos. Su novio se estaba tirando a otra en su cama.

No sabía como consolar a una mujer que había sido engañada por la persona en la que más confiaba. No sé que me impulsó pero acerqué mi boca a la suya y la besé. Ella me miró un poco extrañada. Luego me devolvió el beso. Levantó mi camiseta de deporte y empezó a lamerme el torso. Se deslizaba dulce y apasionadamente. Me alcanzó los pezones succionándolos de tal manera que no pude contener mis gemidos. Sus dientes los mordisquearon. El placer era sublime. Levanté su camiseta. Saqué sus pechos por encima del sujetador. Me vertí sobre ellos dedicando las mismas caricias que ella me había brindado a mí. Bajó mi pantalón y yo el suyo. Se dio media vuelta. La giré hacia a mí y la miré a los ojos: “No te escondas. No ahora. Deja que te mire”. En ese momento, se arrodilló ante mí, bajó mi boxer y empezó a lamer mi sexo. No dejaba de mirarme fijamente, sin apenas ruborizarse. Aquello me encantó. Verla tan entregada, tan sumisa, tan dispuesta, tan mujer ante mí. La levanté del suelo, arranqué sus braguitas, y la penetré. Sentí como algo en su interior se revolucionaba hasta tal punto que me bañó el sexo con su primer orgasmo. Necesitaba sentirse mujer y yo, torpemente, anhelando hacer que se sintiera mejor, lo había conseguido. Seguí haciéndole el amor, besándole la boca, mordisqueando sus pechos, frente a frente, como los hombres de verdad.

Notaba como estaba agradecida con cada gemido, con cada derrame, con cada lubrico acometer de su sexo y el mío.

No pude contenerme más y me vertí dentro de ella. Ella me aferró con fuerza para que no me apartara, para que ni una gota se perdiera.

“Nunca me había hecho el amor mirándome a los ojos” dijo con los ojos llorosos.

“Nunca habías estado con un hombre, Sonia. No te merecía. No le des más vueltas”.

Desde aquel día Sonia ya no vino nunca más al Gym. Pensé que yo había frustado su reto de alcanzar estar bella, de sentirse bien con ella misma. Lamenté que dejara de venir.

Varios meses después, en una cena con amigos, la vi con unas amigas. Me acerqué, la saludé.

“¿Por qué has dejado el Gym?” le pregunté un tanto apenado.

“Lo conseguí con creces. No sólo salí de allí siendo bella sino sintiéndome por primera vez en la vida, una mujer”.

Me sonrió. Aquello me bastó para comprender que a veces hace falta algo más que esfuerzo, tesón, coraje y persistencia. Las cosas más valiosas de esta vida se consiguen con el corazón.