Hace algunos años, quizás más de los que me
gustaría reconocer, la etiqueta sólo era homo o hetero. Con el tiempo se amplio
en una tercera y el sufijo bi tomo un nuevo significado.
Ahora las sombras han cambiado esas
etiquetas por dos nuevas denominaciones: dominante y sumisa. Todo aquel que no
entre en este tipo de nueva forma de clasificación, simplemente, está fuera de
honda.
Sin embargo, yo no deseo estar en ninguna de
ellas y me cuesta entender, aunque obviamente lo respeto, a todo aquel que se
limita de esa manera tanto el goce. Sí, he dicho bien: limitar tanto su goce.
La sumisión o la dominación no es sólo una
forma de “vida” para algunos. Sino que se trata de encasillar, de poner en
“cuatro paredes” el placer y el goce de uno mismo o de otro.
Una sumisa jamás podrá estar en una posición
elevada, es decir, que jamás se podrá poner encima y sentir vibrar al otro bajo
su cuerpo.
Por ese mismo motivo el dominante jamás
ocupará una posición inferior a su “rango” y por lo tanto, no bajará a deleitar
a la sumisa con placeres linguos que, por otra parte, sí disfrutará (si eso es
gozar por completo, sinceramente yo no lo entiendo. Un rol, un día determinado,
por la satisfacción de sentirse poseída o dominada, vale. Pero siempre, cada
día, en todo y ante todo, no lo comprendo. Si lo piensas fríamente, si estás en
esa posición de inferioridad obediente jamás podrás decirle no cuando él quiera
satisfacer sus ganas. Ni cuando tengas el período, ni cuando estés enfadada, ni
cuando estés triste, ni dolida, ni agotada,… ni siquiera cuando haya fallecido
un ser querido y la pena de tu alma sea superior a las ganas de complacerle.
¡Nunca podrás decir NO! ¿Y eso se considera goce? ¿Y eso es disfrute? ¿En serio
eso es placer?).
Quizás por eso yo sea una rebelde, una mujer
no que no quiera someterse sino que no va a doblegarse, no por ver en el goce
del otro el suyo propio. ¿Por qué he de quedarme a medias cuando tengo tanto
que dar? ¿Por qué tengo que elegir estar arriba o abajo cuando me encanta las
dos posturas por igual? ¿Por qué cara o cruz? ¿Por qué no todo por entero?
No soy rebelde por estar en contra de nadie.
Soy rebelde porque, pese a que suene a letra de una canción del pasado, el
mundo me ha hecho así.
MORALEJA: Henrik Johan Ibsen,
(1828-1906) dramaturgo noruego, dijo: “Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la
felicidad en esta vida”.
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