Existen personitas, seres diminutos que hace que la vida tenga otro color, en los que aún reside la ternura, la inocencia, el amor puro, la alegría,… los niños son esas personitas.
Son capaces de hablar con la nada, de imaginarse que son hadas, príncipes, superhéroes capaces de volar, princesas que consiguen con su zapato perdido encontrar a un doncel de brillante armadura que las haga ser felices para siempre, o espadas mágicas que te permiten acabar con el mal que siempre es un niño del cole que te quita el juguete en el colegio.
Ellos no ven la maldad en nadie porque en el fondo, su bondad hace que aflore en los demás esa bondad.
Son especiales porque nos permite a aquellos que la infancia nos abandono hace tiempo, a ser un poco niños cuando nos entregamos a sus juegos y fantasías.
Pero el tiempo pasa, pasa demasiado deprisa a veces y cuando nos queramos dar cuenta, empezarán a maquillarse, a no querer jugar con sus muñecas, a afeitarse, a hablar a escondidas por el móvil, a no contarnos nada,… El crecer es bello pero implica que se acaban los juegos y empieza la lucha por estar en sus vidas sin parecer un incordio.
Mas cuando la gente, los padres y las madres que aún poseen un poco de esa ingenuidad que tienen sus hijos,… ¿Porqué quieren despertar de un bonito sueño? ¿Porqué los padres no permiten a sus hijos soñar con los ojos abierto? ¿Por qué se convierten en asesinos de sueños?
Cuando uno es niño cree que con un trapo agarrado al cuello será capaz de volar, que con una varita mágica podrá hacer realidad sus sueños, que escribiendo una carta a conseguirá viajar con su padre a conocer a algunos de sus personajes favoritos, aquellos que salen en la tele en las películas,… Pero hay padres que quieren que sus hijos crezcan demasiado rápido y, directa o indirectamente, les hacen participes de sus miedos, de sus fobias, de sus miserias personales. ¡Son niños! No se pueden y no se deben asesinar sus sueños por muy rocambolescos que sean. Si quieren volar hay que estar preparados para poder poner una almohada para que la caída sea más suave. Si quieren ser princesas hay que dejarlas de se ponga trajes o que utilicen un mantel para poder recrear un precioso vestido de su propia creación. Si quieren enviar una carta para participar en la posibilidad de ir a cualquier lugar para conocer a sus animalitos de dibujos preferidos, hay que saber poner el sello a esa carta y no esconderla.
En la vida hay pocos momentos que no dejaran en todo caso compartir a su lado. Hay que ser padres, poner normas, marcar pautas de conducta, de crecimiento, horarios de comidas, horas de dormir,… Pero a la hora de soñar no hay que ponerles límites. Son niños pero no son tontos y mejor que sueñen ahora que estamos a tiempo de evitar con un almohada un pequeño golpe que dejen de soñar o quieran volar utilizando algo mas que su imaginación.
Nuestros miedos no tienen que ser los suyos. Sus sueños sí que tienen que ser los nuestros. Ser niño es increíble. Dejemos que sean niños todo el tiempo que ellos quieran.
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