Una
mujer soñando puede ser una pizca extraño o algo tremendamente perverso. Nadie
puede meterse en la mente de nadie o al menos intentarlo pero hoy os cantaré mi
maldad soñada porque me ha parecido un sueño francamente… bueno.
Conoces
a alguien, un semáforo ámbar tirando a rojo que bien podría ejercer de maestro
sin carrera de maestro. Las risas, los momentos de revelación de lo oculto que
nace entre los dos merece la pena ser ocultado, callado y sobretodo, vivido.
Un
día cualquiera, no importa cual, sales de fiesta con tus amigas (en realidad no
son tus amigas son las amigas de una amiga y estáis celebrando una despedida de
soltera). La cena ha sido genial y el animador os lleva a una discoteca
cualquiera en la que él hará casi de protector de indeseables y demás. Empezáis
a bailar porque las chicas sois así, de forma provocativa, sensual, disfrutando
de la protección que da un animador de casi dos metros de altura. Pero siempre
hay chicos, semáforos en ámbar en potencia que aún no saben que lo son. Una
apuesta en el otro lado de la barra hace un grupito numeroso de hombres (diez o
doce,… es difícil saber quien pertenece al grupo y quien no). Ya han decido su
misión y es poder acercarse a una de ellas, una en concreto que ha sido elegida
al azar entre las menos sexys del grupito de solteras, y tres de ellos probarán
suerte. La apuesta en sencilla: llevarse a la chica y hacerla disfrutar de lo
que es una noche de pasión, de un aquí te pillo aquí te mato de manual.
El
primero se decide a atacar. Se acerca con la valentía que le da el creerse un
ser superior por un atractivo que sólo existe en su mente. Camisa negra,
pantalón tejano desgastado y un perfume demasiado fuerte que echaría para atrás
hasta la mujer mas insensible nasalmente hablando. Pese a lo fuerte que se
cree, a lo decidido de su paso, no va a atacar de frente sino por la espalda.
Se va aproximando poco a poco pero sin miedo, hasta que se coloca detrás de la
chica en cuestión. Una canción sonando a todo volumen, su pelvis acercándose al
trasero de la chica. Sólo tiene una oportunidad y lo sabe pero vive confiando
en su mundo donde el ser superior sólo es él. Se lanza rápido a coger su
cintura y ella, medio riéndose de él, se escapa con un giro maestro. Se ha
puesto al lado del protector de dos metros y claro,… él, el más atractivo de
todos según su mente, ha perdido la apuesta.
Dejan
pasar media hora de prudencia y la chica de la apuesta, se escapa al baño con
dos amigas. El segundo, el más inteligente de todos según su cerebro, se dirige
a los aseos. Espera en la puerta con una copa en la mano. Su táctica, pese a su
inteligencia, será dar pena. La chica sale del baño, el pone el pie para frenar
la puerta y se vierte su copa encima de una camiseta blanca y un tejano negro.
Ella se siente culpable porque sinceramente cree que le ha manchado al abrir la
puerta. Entran en el baño de minusválidos y el se quita la camisa. Ella la
frota bajo el grifo del agua y el intenta meterle mano. ¡No cuela! Ella le tira
la camisa limpia y se escapa por segunda vez. Él, pese a su inteligencia
suprema en su cerebro, pierda la apuesta.
Dejan
pasar media hora más y el tercero decide atacar de frente, en la pista, sin
miedo. Según sus amigos no es nada atractivo y no es él más inteligente del
grupo. Viste de forma sencilla con pantalón tejano azul y una camisa blanca con
rallas azules. Se acerca a la chica y se presenta frontalmente. Se acerca su
oído, le susurra algo y ella se ríe. ¡Esto
promete! Piensa el tercero de la
apuesta mientras entre risas la chica y él se dirigen al baño de minusválidos
juntos. Entran, cierran la puerta,… pasa media hora. Salen los dos algo
agitados y el lleva algo en la mano. Al pasar delante de sus amigos le da al
que tiene el dinero de la apuesta, al que hace aquella noche de banca, algo y
él,… le da el sobre. ¡Ha ganado la apuesta! Salen los dos, juntos y se marchan.
Los
amigos se quedan sorprendidos de que el menos diestro de los tres haya ganado
la apuesta.
En
un par de días quedan todos para comer en un restaurante a medio día. Al
preguntarle como había conseguido que a la chica respondió:
-
Fue sencillo.
Era una mujer y después de que la atacarais con el cuerpo y con la mente sólo
había una manera de llegar hasta ella: con sinceridad. Le dije que había una puesta
y que consistía en pasar la noche con ella. Lo peor de la apuesta, para
cobrarla, era que tenía que darme su ropa interior para demostrar que lo había
conseguido acercarme lo suficientemente a ella. Nos fuimos al baño, me dio su
ropa interior, estuvimos charlando y rato haciéndoos creer algo que no era, y
salimos. Pasamos toda la noche juntos y vosotros tenías vuestra prueba de que
había llegado muy cerca de ella. Así de sencillo.
Los
amigos se enfadaron pero el que hacía de banca leyó lo que habían firmado para
cobrar la apuesta: tras conseguir a la chica, habrá que pasar la noche con ella
y traer para cobrar, la ropa interior de esta. ¡Todo era legal! No había hecho
nada de lo que no hubieran apostado sólo que había demostrando que el hombre
mas sexy del mundo según su mente y el hombre mas inteligente del mundo según
su cerebro, no había llegado a la conclusión de que LA SINCERIDAD es la única
manera de llegar mas allá.
MORALEJA: ¿No os preguntáis cual de ellos era yo? Ya os dije
que la mente de una mujer es perversa con una pizca de maldad, una brizna de
malévola inteligencia y una chispa de superioridad soñada. Así que os dejaré
con la duda de si era ella, el hombre “sexy”, el hombre “inteligente” o el
hombre semáforo ámbar tirando a rojo que consiguió a la chica. Eso me lo guardo
para mí. ¡Para eso tengo una mente de mujer!