lunes, 5 de noviembre de 2012

LAS PRINCESAS SIN REINO



Las princesas son mujeres delicadas. No suelen ser hijas de que heredaron un reino por llevar un apellido u otro. No son tampoco aquellas que nacieron para llevar un titulo a cuestas porque ser princesa,… no es un diploma que se cuelga en la pared.

 

Una princesa es aquella que cuando está lejos de su tierra, puede morir lentamente de nostalgia.

 

Todo empezaría con un malestar sencillo. Poco a poco la melancolía se iría apoderando de su cuerpo. Sus lágrimas sería escondidas al principio y sus ojos parecería cada vez mas brillantes sin que nadie pensara que era el reflejo de la ausencia la que se muestra en su mirada.

 

Luego llegarían los suspiros que serían confundidos con un principio de asma casi imperceptible. Nadie se daría cuenta de cuando la falta de aire en sus pulmones empezaba a no empatizar con su cuerpo, con su sangre, con su vida que empieza a flaquear por momentos.

 

La desgana la invade pero todos pueden pensar que sufre mal de amor en un afán continuo de justificar cada paso, cada malestar con algo mas sencillo de que se encuentra frente a alguien con una delicadeza suprema, con una voluntad infinita de no existir sino es con su reino, ese reino que no conoce y que no para de extrañar una, y otra, y otra vez.

 

Al final su cuerpo cae al suelo sin conciencia. Lo suben a una ambulancia y primero es la tensión baja, después falta de azúcar, después… cualquier cosa pequeña que pueda tratarse con una pastilla, o con otra, o con otra. Mejor ocultar los síntomas con fármacos que anulan la esencia de la verdad.

 

Cuando llega volver al día a día todo sigue igual. Poco a poco la princesa vuelve a enfermar y vuelve a caerse y la vuelve a medicar. Hasta que por fin muere pues ya no hay pastilla que la pueda curar.

 

MORALEJA: En el mundo etéreo, donde ya no existe el cuerpo, ni la insensibilidad humana, ni la falta de escuchar al pobre que calla su mal visible, el alma de la princesa vuela hasta ese reino que extrañaba sin saberlo. Empieza a respirar, a correr por los bosques, a vibrar con el rumor del río, a reír por fin con el corazón lleno de alegría. La princesa está contenta, la princesa esta viva y en la muerte,… encontró la salida.

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