ENTRADA Nº: 900
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Hubo una vez un país donde había dos mundos muy
definidos. Era como vivir en un mundo bicolor, pero no blanco y negro, sino
rojo y azul. El blanco y negro ya lo había sido en una etapa anterior a esta.
Cuarenta años viviendo en un mundo en blanco y negro. Imaginad lo felices que
libertad y que felicidad más grande hubo cuando empezaron a inundar los colores
en la vida de personas grises. ¡Fue alucinante! Se había acabado el
racionamiento, la censura, el silencio. Y había llegado una nueva vida para
todos.
El azul y el rojo ilumino nuestro cielo y
subsistimos durante años y años y años con una “ilusión” casi perfecta. Comíamos
bien, bebíamos bien, vivíamos bien. El fútbol era gratis y los toros también.
La televisión creció y creció. Había canales para todos los públicos y todo
completamente a nuestro alcance. Fue una gran época en la que todo fue
“confianza ciega” pues aquello que nos llegó vino envuelto en algo que
denominaron “poder para el pueblo”. Como
votábamos, como los elegíamos en las urnas, como se turnaban incluso en turnos
de mandato.
Todos sabíamos que nadie se hace rico de forma
legal. Así que todos los que gobernaban y luego, tras cuatro años (como mínimo)
se marchaban cobrando una pensión de por vida por tan sólo cuatro años de
“trabajo”, no se iban orgullosos sino con los bolsillos atestados de dinero de
los ciudadanos, con millones y millones de pesetas (hoy de euros) de los que,
se suponía, que tenían el poder: se quedaron con la fortuna del pueblo.
Mientras hubo pasta, “café para todos”, hicimos
la vista gorda. Pero llego un agujero en el que estuvo implicado hasta el más
“pintado” de rojo y azul, hasta el más “coronado” y los que les bebían los
vientos bajo su manto protector.
Nos revelamos (no nos queda otra manera de
hacerlo). No teníamos, nada, nos habían quitado hasta los servicios sanitarios,
hasta la educación gratuita de calidad. No teníamos ni para comer. Estábamos
peor que cuando el mundo era en blanco y negro pues en ese periodo de cuatro
décadas, todos al menos, teníamos lo mínimo. Pero ahora no. ¡¡¡NADA!!! No había
nada.
Los casos de corrupción florecieron como setas
en un bosque muy fructífero. Empezaron a florecer otras fuerzas políticas de
otros colores: naranjas, verdes, moradas,… Se abrió un mundo multicolor que,
sin lugar a dudas, no ofrecía lo que le pueblo necesitaba: honestidad, respeto,
sinceridad y lo más importante… ¡¡¡QUE DEVOLVIERAN LO ROBADO!!!
Entramos en una pugna por quien tendría el
poder. Hubo unas primeras votaciones y unas segundas. A punto de abocar a todo
un país a unas terceras elecciones… ¿Sabéis que pasó? Los rojos CEDIERON ante
el poder de los azules. Se bajaron sus pantalones de carcamales inseguros (en
principio por el bien de los ciudadanos) y TIRARON LA TOALLA pese a que en las
últimas elecciones habían recibido 5,4 millones de votos por sus ideales los
tiraban por la borda para dejar “GOBERNAR” a sus opositores. ¿Por qué? Pues por
el bien de los ciudadanos. ¡¡¡QUE BUENOS SON!!! Y nosotros DUDANDO de sus
intenciones. ¡¡¡QUE MALOS SOMOS!!! ¡¡¡QUE MAL PENSADOS!!! Todo por nosotros. Es
decir, tras los casos de corrupción de unos y de otros, todo lo hacen por
nosotros y no por guardar las espaldas de los que esperan ser juzgados ni los que
van a ser imputados. Lo hacen… ¡¡¡POR EL PUEBLO!!!
Alguien dijo alguna vez. No perdáis nunca la
vista de las dos manos de una persona y menos de las de un mago. Mientras os
distrae con sus trucos en la DERECHA, lo que oculta está en su mano IZQUIERDA.
Así que tras una HUMILLACIÓN más que publica de
bajada de los pantalones de los ROJOS, sin lugar a dudas hay una gran, gran,
gran TRAMA para ocultar MALDADES MAYORES.
Aunque solo estoy narrando una fábula
inventada. ¿Verdad? Cualquier parecido con la realidad es sólo… pura cortesía
literaria que he tomado para decorar este pequeño “cuento”.
MORALEJA: Todo buena historia,
necesita de una buena moraleja como broche final: Gregorio Marañón, médico y
escritor español (1887-1960) dijo:
“Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear,
saber gozar y sufrir
y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir”.
¡¡¡Bienvenidos
a un país que se murió por no dejar de descansar!!!