viernes, 11 de julio de 2014

LOS NOVIOS DE LA MUERTE, LOS TORTURADORES DE IRAQ





Da gusto ver que las cosas han cambiado. Los medios digitales y las grabaciones, han conseguido que actos como la tortura no queden impunes.

Hoy, 10 de julio de 2014, un legionario ha sido detenido en su domicilio de Ronda en Málaga, por su posible relación con el maltrato infligido a unos presos en 2004 en Iraq que han aparecido en una grabación. El Juzgado Togado Militar sigue con la investigación para esclarecer los hechos.

Todo seguirá su curso tras la detención pues, tras una guerra, siempre queda una parte amarga que todo el mundo trata de esclarecer por poder paliar unas heridas no visibles escarmentadas contra una sociedad.

Sin embargo, en cuestión de esclarecer los hechos y poder poner bálsamos sobre el dolor, España no se distingue por su curación social. Más bien, aboga por el silencio, por seguir callando, pese a que la Guerra Civil Española hace ya mucho que acabó. ¿Por qué no se pueden hablar de nuestros muertos o desaparecidos en el periodo más negro de la historia de España? No sé si nunca sabremos esas respuestas. Lo que sí está claro, es que cuando algo se ha intentado remover en eses sentido, todo han sido trabas y problemas a todos los niveles imaginados. ¿Qué ocultan las fosas comunes sin lugar marcado? ¿Qué no desean que sepamos?

Por ejemplo, el juez Balsatar Garzón dijo adiós a la carrera judicial al ser condenado a 11 años de inhabilitación por sus formas, según los jueces del Tribunal Supremo, nada correctas, en algunos casos de corrupción. El Supremo pone fin así a la trayectoria del juez español más reconocido a nivel internacional, cuyo triple encausamiento ha sido descalificado por juristas de todo el mundo. Es también el punto final a sus 31 años de carrera judicial, 22 de ellos en la Audiencia Nacional, durante los que desarticuló el entramado de ETA y su entorno, combatió otras formas de terrorismo, desmanteló multitud de redes de narcotráfico y blanqueo de capitales, ordenó la detención del general Pinochet y persiguió los crímenes contra la humanidad de dictaduras latinoamericanas.

Pero Garzón no fue apartado sólo de los juzgados por sus actos calificados de “ilegales” sino porque trataba, acosar todos los crímenes contra la humanidad de dictaduras incluida la sufrida en España durante cuarenta años. ¡Eso le costó su cargo!

Me alegra tanto que se intente impartir justicia por unos maltratos causado a prisioneros hace tan sólo una década, que me resulta francamente horrible que casi cuarenta años después de la muerte de Franco, aún no podamos buscar libremente a los nuestros y enterrarlos como se merecen. ¿Qué pasó? ¿Que tratan de que siga enterrado? ¿Por qué? Deseo que alguna vez estas preguntas, obtengan las respuestas que merecen. Hasta entonces, seguiremos luchado por buscar los restos de aquellos que jamás aparecieron.

MORALEJA: James Baldwin, (1924–1987) escritor estadounidense afroamericano, dijo: “La guerra terminaría si los muertos pudiesen regresar”. Con esta máxima, llevamos dos reyes y muchos años, esperando acabar con la guerra en nuestro país. ¡Ya es hora de que alguien nos proporcione su fin!

miércoles, 9 de julio de 2014

LA VIDA NO ES UN PAÑUELO





Hay momentos en los que uno debe de tomar las cosas de frente y hacer las preguntas más adecuadas para preguntarse que está pasando verdaderamente tras “algo” de lo que sólo conocemos una parte. Las hipótesis son suposiciones hechas a partir de unos datos que sirve de base para iniciar una investigación o una argumentación. De eso es de lo que hablaré hoy y de cómo la vida no es más que un cúmulo de casualidades.

En el año 2001, el 26 de octubre, perdí a una de las personas más importantes de mi vida: hermano mayor de mi madre, que a los 44 años de edad, tras un derrame cerebral, nos dejaba abandonados y solos. ¡Fue un duro golpe!

Mi tío era como un padre para mí. En su cartera siempre llevaba una foto de cuando yo era pequeña y me tenía mucho cariño (no sólo a mí, sino a todos sus sobrinos, amigos, ahijados,… ¡¡¡ERA UN GRAN HOMBRE!!! Tras su muerte, la plaza de donde él había vivido los últimos años, fue nombrada con su nombre en su memoria. ¡Así de especial era para todos!). En aquella época, mi tío, hizo todo lo posible para poder estar en nuestra boda (mi hermana se casaba en febrero y yo en junio de 2002). Por aquel entonces, tanto las fechas como por la distancia (vivía en un pueblecito de Marbella en Málaga) le obligó a sacrificar sus vacaciones en pos de poder disfrutar, tanto en febrero como en junio, de unos días para ver casarse a dos de sus sobrinas. ¡No llegó! Cinco meses antes de que se casara mi hermana y nueve antes de que me casara yo, nos abandonó para siempre un viernes amargo que recordaré toda mi vida.

Supongo que no hace falta que explique el dolor que alguien siente cuando recibe una llamada de este estilo. Tu mente se bloquea, tu corazón parece pararse por un instante, y no eres capaz de pensar (al menos si tenías un sentimiento especial por esa persona que se va sin previo aviso en una edad temprana). No estaba mi responsable en la empresa, y al ser viernes, yo cogí, llamé a mi novio, ahora mi esposo, y hicimos todos los preparativos para ir a dar el último adiós a mi tío teniendo que salir a medio día de la empresa (no regresé por la tarde).

Éramos personas sencillas y humildes (ahora también). El vehículo era el único medio de transporte del que disponíamos para poder llegar desde donde vivíamos (mas de mil kilómetros de distancia), hasta donde sería enterrado. Íbamos dos coches: mi cuñado y mis hermanas en un coche y yo en otro con mi pareja y mi prima. Si un viaje largo ya es un palo en coche, imaginad si como es para tener que asistir al entierro de alguien con el dolor y la pena que uno lleva encima cuando alguien se marcha. ¡Es horrible! Francamente una tortura que no se le desea ni al peor de tus enemigos.

Después del entierro, yo no tuve fuerzas de nada más. Cogí mis cosas y retrocedí a mi casa, en cuanto su cuerpo descansó en el cementerio. Ya no podía hacer nada más. Llegamos el domingo tarde. Me fui a la cama y al día siguiente, me fui a trabajar. Vestía de luto (lo hice por respeto durante cuatro meses). Todo el mundo me dio las condolencias por mi perdida. Todos menos uno, que en vez de darme el pésame, me recordó que yo no tenía derecho a abandonar mi puesto de trabajo por la muerte de un familiar de tercer grado de consanguinidad (que se equivocaba, pues por un familiar de tercer grado te dan un día de permiso). ¡Yo no pude replicar! Me pareció tan duro que alguien pudiera, delante de una persona afectada física y moralmente, retraerle una cosa así, era más que surrealista para mí. Yo sólo había faltado medio día y obviamente, mi causa era más que justificada. ¿Quién era esa persona sin escrúpulos ni corazón? El gerente de la empresa en la que yo trabajaba en 2001, el responsable que debería haber estado en su puesto aquel vienes o que debería haber tenido el móvil encendido para informarme de todo eso en vez de tirármelo a la cara, tres días más tarde (yo trabajaba de lunes a viernes por aquel entonces y llevaba tres años de reconocida de cumplimiento de mis labores en el trabajo. ¡Ni una queja por parte nunca de nadie! Es más, entre como auxiliar administrativa y por méritos propios, llegué a oficial de segunda en administración).

Ahora, un asunto no tan parecido pero sí con toques muy familiares para mí, luego os diré porque, me han hecho recordar aquella experiencia detestablemente dura de mi vida.

Ayer fue enterrado Alfredo di Stéfano, presidente de honor del Real Madrid y gran jugador de fútbol.

Alfredo Stéfano di Stéfano Laulhé, de 88 años de edad y nacido en Buenos Aires, era un exfutbolista y exentrenador argentino, nacionalizado español, y jugador histórico de los clubes River Plate, Millonarios y Real Madrid, siendo desde el año 2000 presidente de honor de este último.

En mayo de 2013, pese a que la Saeta Rubia, como era conocido Alfredo, siempre habría brillado por méritos propios, el anuncio de su enlace con su secretaria cincuenta años menor que él, hizo que ocupara momentáneamente, la prensa del corazón. Pese a que sus hijos estaban en contra, el justificaba su pronto encale porque estaba enamorado y llevaba ocho años viudo. Sus palabras textuales fueron: "Tengo 86 años, pero el corazón joven".

Tras el anuncio de su enlace, el diario El Mundo Deportivo, se hacía eco de unas horripilantes declaraciones por parte de la prometida de Alfredo. Gina González, afirmaba que denunciaba, públicamente, que este estaba 'secuestrado' por su familia, por sus hijos. "Su libertad está siendo arrebatada", aseguraba Gina González a través de un comunicado. "Alfredo necesita ayuda, no le dejan hablar por teléfono", asegura su joven prometida en este periódico de mayo de 2013.

En referencia al patrimonio que poseía (por lo que cualquier hijo pensaría que se produce un enlace con tanta diferencia de edad), en febrero de 2012 La Saeta Rubia decidió donar al Real Madrid, del cual era presidente honorífico, 659 objetos personales de incalculable valor para que fueran expuestos al público. Según las declaraciones que hizo Di Stéfano: "Tuve ofertas ajenas al Madrid para hacer un Museo con todos estos objetos, pero las rechacé y esperé a que volviese el actual presidente, Florentino Pérez, para donar a la entidad todos estos recuerdos".

En mayo de 2013, días antes del anuncio de su enlace, el Extraconfidencial.com publica el siguiente titular: Lucha por el patrimonio de Alfredo Di Stéfano: no posee ninguna propiedad en España y su única sociedad, ADS Awards, cerró el 2011 con un beneficio de tan sólo 62.295 euros (Según el Registro de la Propiedad nº 2 de Valencia "no aparecen titularidades vigentes a su favor en todo el territorio nacional").

Hay una frase de una película (recuerdo la frase pero no la película) que decía así: “Nos dan la independencia porque no tenemos nada de valor”. Quizás esa merma de libertades por parte de sus hijos contra su padre, no es por el temor que comenta un error, sino, simplemente, un acto de egoísmo supremo sobre un capital sin definir que obviamente desean para ellos tras su fallecimiento (ahora ya un hecho) sin oportunidad alguna de dejarle “ser feliz” como el deseaba serlo. Tras su muerte, todo llantos y, por otro lado, cierto alivio para algunas personas cercanas al circulo de Alfredo.

¿Recordáis lo que os conté antes? ¿Recordáis a aquel hombre cruel que os comentaba que había tenido a mal que hubiera ido a enterrar a mi tío? Bien, ahora una pregunta ¿Sabéis qué es Seis grados de separación? Se le llama “Seis grados de separación” a la hipótesis que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios (conectando a ambas personas con sólo seis enlaces), algo que se ve representado en la popular frase «el mundo es un pañuelo». La teoría fue inicialmente propuesta en 1930 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy en un cuento llamado Chains.

Aquel año en el que mi tío falleció, también conocí a una de las hijas de Alfredo di Stéfano. Era y es, la mujer, la esposa del gerente de la empresa en la que yo trabajaba cuando falleció mi tío. No diré el nombre de él. ¡Para qué! Ni tampoco cual de las hijas de Alfredo es. Pero según el refrán “Dime con quién andas, y te diré quién eres”. Es obvio que los hijos NUNCA buscan la felicidad de sus padre si hay dinero de por medio. Es más, ni siquiera buscan que viva medianamente bien. Si la mujer de treinta y seis años con la que quería casarse Alfredo, iba o no tras su dinero, sólo a él debería haberle importado. ¡¡¡ERA SU PATRIMONIO!!! No el de sus hijos. Ahora, que su reloj vital se detuvo, duele ver que poco amor recibió toda su vida de aquellos que llevaban su misma sangre.

MORALEJA: Enrique Jardiel Poncela, (1901-1952) escritor español, dijo: “Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre”.

Descansa en paz Alfredo que con lo que has vivido nada más que gloria te debe esperar allí en los cielos.

UNA FIESTA MÁS (relato)





No creáis que todas las despedidas de soltera son divertidas. ¡Para nada! A veces es más una obligación que un deseo de pasarlo bien. Eso nos pasó a Azucena y a mí con la despedida de Mónica. Formábamos parte de su equipo de trabajo y ella, nos consideraba como “sus hermanas del trabajo”. Azucena y yo odiábamos a Mónica. Era la hermana del jefe, una niñata engreída, consentida, estúpida que no servía ni para pisa papeles. Pero obviamente, a parte de cobrar más que nosotras, teníamos que arreglar todos los desastres que organizaba en el trabajo que eran para despedirla cada cinco minutos. ¡ERA IDIOTA! Y ni siquiera era capaz de ver la repulsión que causaba tanto en Azu como en mí. ¿Sabéis como nos invitó a la despedida? Vino y nos dijo: “¡Chicaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaass! ¡¡¡QUE ME CASO!!! Oye, estoy hay que celebrarlo a lo grande. ¿Vale? Le diré a mi madre que llame a una de esos lugares para que monten una SUPER PARTY. ¿Qué os parece? ¡¡¡NOS LO VAMOS A PASAR GENIAL!!! Eso si chicas, no os preocupéis por nada. ¡¡¡LO PAGA TODO MI HERMANO!!!”.

“¡Será bruja!” Pensamos nosotras dos a la vez y nos miramos como si nos hubiéramos leído el pensamiento. Sonreímos por el flash que nos ha había dado mental y ella no se dio ni cuenta.

Así que ya nos tenéis a nosotras dos, tres meses más tarde, en una fiesta con aparente mucho glamour pero con gente igual de “avispada” que Mónica, entre ellas, su madre. ¡Dios! ¡Que agobio! Por suerte la fiesta se celebraba en un Hotel donde se habían montado un par de despedidas más y había una discoteca medio en condiciones. Cuando corrió el vino, el cava, la sangría, y demás licores, y la fiesta empezó a hervir por el alcohol, Azu y yo nos escabullimos sin ser vistas a la discoteca. Al entrar nos topamos con dos chicos, que al igual que nosotras, se habían escapado de la fiesta de soltero de su compañero de trabajo (que era un “jefecillo” alma gemela con nuestra niñata engreída). Empezamos a hablar, a despotricar de ambos, a reír, a bailar. Se llaman Pablo y Santi, altos, uno rubio y otro moreno (en un momento de efervescencia, ambas habíamos dicho que podrían pasar por los Modern Talking versión 3.0. A ellos no le hizo mucha gracia pero a nosotras nos entro una tontería con la ocurrencia, la mar de agradable).

Pasaron las horas sin apenas darnos cuenta. A Santi se le ocurrió una locura: “¿Nos largamos en una de las limusinas?” Tanto ellos con su “amigo” como nosotras con nuestra “amiga” habíamos venido en varias limusinas. Nos pareció muy buena idea ya que estaban alquiladas para devolvernos a casa durante toda la noche sin importar la hora, ni si llevaran una persona, dos o tres.

Nos fuimos en una de las limusinas blanca que habían alquilado para la despedida de Mónica. El chofer nos preguntó que donde nos llevaba y Pablo dijo: “Deseamos un viaje largo. ¿Puede ser?” Puso un tonillo pedante y el chofer lo tomó como el “responsable” que los había alquilado, es decir, por el hermano de Mónica. “Claro que sí señor. Todo el coche y todo lo contratado, está a su disposición” respondió educadamente el conductor.

Nos subimos los cuatro. Nada mas arrancar Pablo le pidió al chofer que cerrara la parte que conectaba delante y detrás y que no dejara de conducir. El chofer, sin decir nada, cerró el cristal de separación.

Santi preparó unos cóctels de creación propia y lo que había empezado como una fiesta más, estaba siendo una gran noche.

Entonces nos propusieron un juego: ¿Harías todo lo que haríamos? Empezaban ellos en plan de coña tocándose la nariz. Nosotros teníamos que hacer lo mismo y ampliar con un nuevo gesto. Quien se negara a hacer algo,… perdía pagando prenda. Nosotras nos acariciamos el pecho por encima de la blusa. Ellos nos miraron con los ojos como platos, pero a la hora de tocarse, les dio reparo. Se quitaron las camisas. Ellos se pusieron con el culo en pompas y uno le dio un azote al otro y viceversa. Nosotras lo hicimos y ampliamos, metiendo la cabeza entre los pechos de ambas, por turnos, y moviendo un poco las cabezas. ¡¡¡Aquello les dio también corte!!! Les costó los zapatos y calcetines (doble prenda por no hacer dos de seguidas). La próxima que hiciéramos, ellos tendrían que repetirla sí o sí, hiciéramos lo que hiciéramos. Ellos, se pellizcaron los pezones el uno al otro. Nosotros lo repetimos y ampliamos con un apasionante beso lésbico, derritiendo todo el hielo de la limusina de lo caliente que fue. Cuando les miramos no podían ni moverse de la impresión. Las risas habían cesado y era todo lujuria lo que había ya en sus miradas. Se quitaron los pantalones, la camisa y la corbata y se abalanzaron salvajemente sobre nosotras. Nos quitaron la ropa rápidamente. Los habíamos calentando a más no poder. Pero les pedimos una cosa antes de seguir:

“Como no habéis hecho nada de lo que hemos hecho, pedimos una cosa: las dos queremos estar con los dos” aquello los hizo enloquecer aún más de deseo.

Me monté encima de Santi, que tenía su miembro descomunal, y Azu hizo lo propio con Pablo. Empezamos a movernos como amazonas, sobre ellos, sintiendo como iban creciendo más y más sus vergas en nuestros sexo. Ellos gemían y nos miraban a las dos deseosos de probar más y más.

Hubo un momento, en el que Azu y yo, otra vez instintivamente, nos paramos a la vez y empezamos a comernos los pecho (yo a ella y luego ella a mí, aún con sus miembros dentro de nosotras). ¡Dios! No paraban de gritar mientras nos veían gozar la una de la otra. Empezaron a moverse ellos, para hacernos gozar más con sus embestidas. ¡Fue algo increíble! Sentir los labios en tus pechos, mientras su sexo te atravesaba por dentro una y otra vez, nos encantó a ambas. Pudimos ver como se derramaban para nosotras en nuestro interior. Les dejamos reposar un poco, y mientras la limusina seguía en marcha, Azu y yo, nos arrodillamos una enfrente de la otra. Dejamos deslizar nuestros dedos ella dentro de mí y yo dentro de su sexo. Ellos tenían que mirarnos y reponerse para poseer a la otra. Nosotras disfrutábamos de ser observadas, de ser admiradas y del placer que nos estábamos dando con nuestros dedos deslizándose una y otra vez, por nuestros respectivos clítoris. Gemíamos, nos derramábamos una en la mano de la otra, pero no parábamos. ¡Deseábamos más! Estaba claro de que no teníamos límite alguno. Las dos éramos diestras en el arte de la masturbación femenina. Sabíamos cuando acelerar, cuando apretar, cuando dar más fuerte, cuando juguetear, y aquello, nos hizo estar más de media hora larga, jadeando lujuriosamente una y otra vez, cada vez que encadenábamos un orgasmo tras otro, tras otro, tras otro, tras otro.

Los chicos se reestablecieron y nosotras, les facilitamos lo que deseábamos. Arrodilladas, nos tumbamos, reclinadas hacia delante, dejando nuestros traseros duros y firmes, para ser asaltados de forma lasciva. Ellos se pusieron detrás de nosotras, esta vez Pablo conmigo y Santi con Azu, y nos acometieron con sus sexos de un golpe. Las dos gritamos de goce a la vez. Luego, se recrearon haciendo sentir sus sexos entrar y salir muy lentamente de nuestros culos, para hacernos disfrutar plenamente de cada centímetro de su virilidad renacida. ¡Fue increíble! Llegaron unos azotes fortuitos y gozosos, mientras las embestidas, subían progresivamente tanto de fuerza, como de ritmo. El ritmo seguía acelerándose, y nosotras, no podíamos ni queríamos controlar nuestro placer. Gemíamos, jadeábamos, gritábamos, nos corríamos una y otra vez con ganas siempre de más. ¡Era impresionante! Ellos esparcieron su leche dentro de nosotras de nuevo y nos quedamos los cuatro, casi sin fuerzas, tumbados en el suelo de la limusina unos mezclados con los otros. Pasado el tiempo, pedimos que nos llevaran de nuevo a la fiesta y nos dimos los teléfonos con una nueva petición: la próxima vez donde podamos ser más de cuatro. Se miraron cómplicemente uno como otro, y sin pensarlo dijeron: “Sólo deseamos que ese día llegue muy pronto”.  

lunes, 7 de julio de 2014

DÍA DE FIESTA





Es la una de la mañana y no tengo sueño. Hoy empieza un día de fiesta local y tengo que aprovecharlo. El calor de julio no me deja conciliar en sueño. Me levantó, salgo al pequeño balcón de mi casa y contemplo la noche. Corre aire y se está fresco (si no me tomaran por loca esta noche dormiría aquí, me digo para mis adentros).

Pasan los minutos sin darme cuenta. La calle está tranquila y desierta. En un reloj lejano marcan las dos de la mañana. Nadie, salvo yo, lo ha escuchado. Es como si hubiera llegado el fin de mundo y ya no quedara nadie, absolutamente nadie. No se oye ni un pájaro, ni se ve un insecto revolotear bajo la luz de las farolas, ni el murciélago que va en su busca. No se escucha nada. ¿Me habré quedado sorda? ¿Soñé el repicar de las dos? ¿O es esto el silencio absoluto? Lejos de asustarme, me recreo en esta ausencia de ruido. Reconforta esta paz sublime que ofrece la madrugada. Nunca me había sentido tan bien en mi vida.

El aire empieza de nuevo a mover las hojas de los árboles. Poco a poco, su rumor de vaivén, vuelve a contaminar la atmosfera del silencio con sus ruiditos. Los coches, cuatro contados, han empezado a pasar. ¡Hay gente dentro! No es el fin del mundo. El autobús de la línea nueve hace una parada justo debajo de mi balcón. Alguien baja. No lo veo. Tampoco hago por buscarlo con la mirada.

Un chico joven baja por la avenida. Son las dos y media de la mañana. No parece tener más de dieciséis. Su pantalón corto y su camisa de tirantes no le hace tener frío. No huye pese a lo oscuro de la noche y sus cuatro sonidos contados. Su caminar es lento, como el de cualquiera un día normal a cualquier hora del día. Se me hace extraño verlo tan decidido y sin preocupaciones a las dos largas de la mañana. Quizás si lo viera caminar así a las dos de la tarde hasta me pasaría inadvertido. Sin embargo, a esta hora, me crea controversia.

¿Controversia? ¡Que palabra! Quizás si alguien se percatara de mí, de una mujer en pijama de verano, también con camiseta de tirantes y pantalón mucho más corto que el del chico, asomada a un balcón a las dos largas de la mañana, también yo fuera tomada como una controversia de otro. Me río pero nadie me ve sonreír por la ocurrencia lógica.

Me gustaría subir a la azotea. ¿Por qué no lo hago? Tendría que ser fantástico tumbarse allí arriba en el suelo y mira el cielo sobre ti. Podría esperar a que pasara una estrella fugaz o mil y pedir millones de deseos que me daría igual que nunca se hicieran realidad.

Son las tres de la mañana y de nuevo, el silencio ensordecedor, lo inunda todo. Quizás sea hora de que vaya a la cama, pero no tengo sueño. Me tumbaré, esperaré sin más a que llegue el día y quizás, de cansancio, mis propios ojos se cierren para que sueñe o simplemente descanse.

¡Buenas noches a todos! Digo en mi mente pero nadie lo oye. ¡Lógico! Todos descansan ya desde hace horas. Sólo los locos de corazón inquieto, vivimos de madrugada refugiados en nuestros pensamientos.

MORALEJA: Brassaï (seudónimo de Gyula Halász 1899-1984) fotógrafo húngaro conocido por sus trabajos sobre París, dijo: “La noche sugiere, no enseña. La noche nos encuentra y nos sorprende por su extrañeza; ella libera en nosotros las fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón”.

ME PROHIBIERON A TI (poema)



ME PROHIBIERON A TI

Toque tu cuerpo y me queme las manos.
¡Nunca supe mirar las advertencias!

Aliviar las llagas pululantes de mis dedos,
sufrir con el dolor de las heridas,
vendarlas y curarlas a diario,
sí que me harán aprender la lección
(o eso es lo que me digo, para engañarme).

¡Tú no podías estar prohibido!
El riesgo merecía la pena.
Acercarse, sentir la mente
arder por algo más intenso
que el propio deseo,
me hizo sentirme viva
(jamás sabrás cuanto).

¡Odié conocerte!
Deseo que lo sepas.

Ni premeditado, ni destinado tampoco
(mi vida era muy simple para incluirte.
Desechaba que hay personas
que se cruzan con otras sin
existir motivo alguno.
Desconocía que serías
mi motivo certero
para perder la razón.

Al final, lo desconocía todo,
excepto que estabas vetado para mí.
¡Me excitaba sentirte así!
La censura de tu cuerpo
me calcinaba desde adentro.
Fue inevitable acabar quemándose.

¡Me duelen las manos!
Agujeré cada llaga para eliminar
lo inoculado en cada una de ellas.
¡De nada sirvió!
El veneno había calado hondo
y solo la sangre podía aliviar,
un poco, aquel tormento.

La vi brotar. ¡Me recordó a ti!
(Extraña forma de verte
tan unido a mi sufrir).

Pasaron los días.
Las heridas no se calmaron aún.
Las sigo atando, curando a diario.
‘¿Aprendí la lección?’ Me pregunto.
Quizás yo sí. Mas mis manos…
nunca tuvieron cabeza.

domingo, 6 de julio de 2014

PRIMER DÍA DE PLAYA



¡Que bonito es el primer día de playa! El agua, el sol, la arena, la gente,… ¡Todo es perfecto! Hasta que pasan los primeros dos minutos y tienes que colocar la sombrilla en la arena. Mira que compré el cacharro ese en los chinos, que no se como se llama, pero que lo incas en la arena y se supone, que como se ahonda más, como que la sombrilla no se va a caer. ¡Claro! Pues la primera en la frente pero la tranquilidad de un día de sol, de la brisa marina, todo lo puede. Es como si un estado Zen con olor a salitre te hiciera mantener el sosiego y la calma pese a todo lo que ocurre a tu alrededor.

Turno para ir a la playa pues, después de poner la sombrilla que se ha caído cuatro veces pero que a la quinta se ha quedado más o menos decente, no se pueden dejar las cosas solas. Si vais dos mientras uno se baña el otro vigila, porque aunque sólo sean unas chanclas, una toalla, una botella de agua de dos litros y la ropa que tenías encima del bikini, hay un ladrón que siempre se lo lleva todo, hasta la sombrilla pese a lo enterrada que lo hayas dejado y en un tiempo record. Vamos, que como te descuides y te recrees un poco en el chico ese que acaba de pasar con un cuerpazo de aquellos que te sale un ole de tus adentros, y cuando te giras no llevas ni el bikini puesto que se lo ha llevado el ladrón (a ver, que yo entiendo que los ladrones son unos incomprendidos. Con tantas alarmas puestas en la ciudad, o te vas a robar a la playa y con una destreza digna de un mago que con un abracadabra te quite hasta el mal pensamiento o pasa más hambre que el perro de un ciego. Señores de las alarmas, no las conecten estas vacaciones, nada, así dos o tres al azar, para que nos dejen tranquilos los ladrones en la playa. ¿No se dan cuenta que nosotros no nos podemos poner el sensor en ningún sitio del nuestro cuerpo (bueno, de poder podemos pero los agujeros donde meter cosas con electricidad, no sá yo si se llama protección, sadomasoquismo, o deportes de alto riesgo por lo peculiar de las zonas donde empotrar el aparatito en cuestión)?).

Después toca tumbarse en la arena. ¡La arena! Que bonita es la arena. La puedes moldear a tu antojo (ahora me hago una almohada, ahora me la quito de los pies y monto un pequeño montículo como reposa pies, que hago dos agujeros en la arena para no chafarme las peras,… y todo es paz y tranquilidad). Hasta que el niño de dos sombrillas a la derecha ha descubierto que la pala, incluso llena de arena, la puede subir por encima de su cabeza. ¡Hay señor! Entonces la arena se esparce por todo tu cuerpo desde tus ojos hasta,… donde la espalda pierde el nombre como si le hubieran dado una entrada VIP sin avisarte para disfrutar contigo desde dentro. ¡No quieres enfadarte! Te la quitas así, como puedes, y sigues tomando esos rayitos de sol que tanto bien hacen en el cuerpo y la mente.

Sigue el sol, la tranquilidad, la paz, y … ¡¡¡LAS LLAMADAS DE MÓVIL!!! ¡Por el amor de Dios! ¿Saben donde se pierde más gente? ¡En la playa! Sí. Todo el mundo dice: “Paco,… ¿donde estás? No dijiste que me esperabas en la caseta de la Cruz Roja. ¡Aaaaaaaaahhh! ¿Qué hay más? Pa donde voy”. En dirección abajo o arriba (que esto también es la coña marinera pues lo que para unos es subir para otros es bajar y se acaban pasado como diez llamadas más tarde sin encontrarse). Eso sin contar el sonido indiscutible del Wassap. A ver,… ¿Quién carajo se va a la playa para no meterse en el agua y estar dale que te pego al móvil? No me digan que no son ganas de fastidiar al personal. Sino con los jueguecitos que tu te acabas preguntado: “¡Que infancia más mala ha tenido que tener esta chica! Con cuarenta y tanto y sigue jugando con las maquinitas”. Porque si no es por una infancia traumática o por un problema de hormonas o de falta ellas, a mí no me cuadra que una mujer hecha y derecha esté todo el día dale que te pego a un juego. ¡Vamos! Que yo porque no conozco a ninguna de ellas cara a cara, pero que si la conociera les diría: “¡Que! ¿Jugando a salvar caramelitos?” (Le cogería el móvil y tirándoselo a lo más hondo de la playa le diría) “Vamos monina, ahora salva a los caramelitos si es que tienes lo que hay que tener”.

Y cuando por fin metes los pies en el agua y te da por nadar mar adentro, un poco, porque yo no sé si a todos le pasan lo mismo pero yo es no tocar el fondo del mar con los pies y venírseme a la cabeza la película TIBURÓN. Sé que sonará un poco a cobarde pero yo miro a la gente que hay en el agua y me quedo justo antes de donde está el penúltimo. ¿Por qué? ¡Coña! Porque siempre se irá el tiburón por el que tenga más cerca, vamos, digo yo. Y mientras el otro grita,… pues a mi me da tiempo de escapar.

Otra cosa que me impresiona de la playa año tras año, es la moda de baño. ¡Que bikinis! ¡Que bañadores! Se nota que las mujeres tenemos estilo. Eso sí, cuando te da por mirar a un hombre,… ¡¡¡APAGA Y VAMONOS!!! Los hay con bermudas hasta los tobillos, con bermudas por debajo de las rodillas, con bermudas por encima de las rodillas, con bermudas a medio muslo tirando a alto (como si se le hubieran quedado cortas) y las peores, pero que las peores, las más horribles, espantosas, y horrorosas del mundo mundial son las que dejan de ser bermudas para parecerse mas a un slip de la casa marcapaquetón de serie que dejan más bien muy poco a la imaginación y sí ganas de volverse lesbiana para no acabar un día tomando algo con ellos por si te pegan algo (lo de ser hortera no está comprobado científicamente que no se pegue).

Y después de un día en la playa lleno de serenidad y calma, tras darte el último chapuzón, irte a las duchas de la playa a quitarte toda la arena que te tiró aquel niño mamón con la pala, de ir al parking y pese a que los coches estuvieran a punto de atropellarte como si salir de un parking de una playa fuera como escapar de una ola gigante que está a punto de arrasarlos y tienen que huir a ciento veinte por hora como mínimo, volver a casa, quitarte el bikini y comprobar que el recuerdo del primer día de playa lo tendrás durante todo el verano, porque pese a las duchas, pese a los baños, pese a alcohol, el agua oxigenada, la crema exfoliante, pese a frotarte el cuerpo con el nanas, seguirás viendo arena y más arena y más arena y más arena en tu casa como si esta formara parte ya de tu ADN o la produjeras sin saber como ni porque no. Y es que la playa te cala tan y tan hondo que obviamente, su rumor de verano,… te acabará jodiendo (con perdón) hasta que llegue el invierno.

MORALEJA: Jacques Cousteau dijo: "Muchas personas atacan al mar, yo le hago el amor". Así que otro trauma que evitar la próxima vez que vaya al mar: la espuma.

sábado, 5 de julio de 2014

LOS MÍSEROS MISERABLES





Si te gusta el teatro, se te gustan las exposiciones de fotos, de cuadros, si te gusta la cultura y el arte, poco puede hacer las palabras “amateur” para que vayas a verlos a donde haga falta (si es cerca de casa o sale la amiga de una amiga, la excusa es perfecta para salir y disfrutar de otra manera).

Hoy le tocó el turno al teatro y la obra era,… ¡¡¡LOS MISERABLES!!! (Para quien no conozca la obra, cuenta la historia de Jean Valjean, ex convicto que se convierte en el alcalde de una aldea en Francia. Tras ser expuesto, Valjean acepta tomar el cuidado de Cosette, la hija ilegítima de la agonizante Fantine, pero, como un fugitivo, debe a la vez evitar ser capturado por el inspector de policía Javert. La historia cubre 17 años y se establece en un contexto de inestabilidad política, con la película culminando en la Rebelión de junio de Francia.

La obra ha estado muy bien: voces en directo (grandes voces, todo hay que decirlo), un escenario simple en tres niveles que han hecho honor a cada parte (calle, fabrica, casa, convento,…) que ha hecho falta, actores con grandes dotes de interpretación a los que, al final de la misma, he visto con los ojos húmedos de la emoción, algo de risas y mucha, mucha, mucha música. “Si todo parece pintar tan bien, ¿Por qué hablas de míseros miserables?” Bien, todo TODO no estaba bien. Había una parte que francamente ha sido algo molesta. Hablo de que se han excedido con el humo en toda la obra (que ha durado desde las 21h hasta las 00h con descanso de media parte). Otro de los grandes errores era las tres primeras filas. Estaban, prácticamente, debajo del escenario. Si mirabas a los actores de frente, le veías, literalmente, los pies. Es más, en varias escenas que la gente corría de arriba abajo, el movimiento de escenario, provocaba mas temor que emoción llegan a asustar pensado que todo aquello se cayera sobre nosotros (sobre todo a los de la primerísima fila que por desgracia es donde me ha tocado sentarme a mí). ¿Qué estoy exagerando? ¿Qué legalmente eso no es posible? Mirad, para sentarnos hemos tenido que bajar un par de escalones de quince centímetros por diez por diez de profundidad que casi, pero casi sin el casi, nos ha hecho descender para poder sentarnos (como si nos hubieran colocado directamente, en el sótano del teatro, un sótano no muy profundo pero denigrante pues todos pagamos lo mismo por la entrada y los mejores puesto parecían estar “reservados”). El calor era sofocante y todos estábamos abanicándonos como podíamos (pese a que había dos grandes máquinas de aire acondicionado que eran encendidas y apagadas,… aún no sabemos muy bien porque).

Cuando ha llegado el final, y todo el mundo se ha levantado para aplaudir la maravillosa representación de los representantes, nosotros no nos hemos podido levantar pues si lo hacíamos, corríamos el riesgo de ser cabeceados con las reverencias hechas por los propios actores agradeciendo los aplausos (así de cerca estábamos).

¿Merece la pena ir a ver obras amateur? ¡Sí! Sin lugar a duda. ¿Se puede estar en peligro viendo un drama? ¡Sí! Sin querer o por una mala gestión del espacio por parte de los propietarios del teatro (a veces es mejor evitar una fila y salvar así, un riesgo elevado de que alguien sufra daños si algo saliera mal (que un actor tropezara y cayera, que un artículo saliera rodando por el escenario hasta estamparse en la cara de alguien o lo peor de todo, que el escenario cediera y todas las piernas que estaban justamente debajo de este durante la representación, quedaran inutilizadas para siempre dejando a los espectadores que sólo buscaban pasárselo bien, empotrados en una silla de ruedas de por vida).

MORALEJA: Apiano, (95 d. C. – c. 165 d. C.) historiador romano, dijo: "La imprudencia suele preceder a la calamidad".