domingo, 14 de junio de 2015

PITANDO QUE PITARÁS: ¿VANDALISMO O LIBERTAD DE EXPRESIÓN?




Hasta hace tan sólo unos momentos, España ha estado jugando contra Bielorrusia el segundo partido de clasificación para la Eurocopa de 2016 en Francia.

El primer partido de la selección española fue contra Costa Rica en el Reino de León. Lejos de pensar que tras las innumerables protestas que hubo en el Nou Camp con la pitada al himno nacional por parte de algunos seguidores de las gradas y que este acto fuera considerado un ataque de violencia contra los símbolos de España, ahora, con el cambio de un jugador de la selección, esas pitadas sólo son pitidos y poco más. ¿Qué está pasando? ¿Eran sólo formas de expresarse en los dos casos? ¿O en los dos casos podría considerarse ataque violento contra los símbolos nacionales del país?

Lo que está claro, que si pronto corrieron para que antes de que empezara el encuentro, por parte del estado quedara bien claro, su disconformidad con aquellos que estuvieron de espectadores en la final de la Copa del Rey ahora, cuando es un jugador, Gerard Piqué para ser más exactos, el que recibe ese tipo de acto contra su persona, aquí no ha pasado nada. ¡No me lo puedo creer!

Me hace mucha gracia pues si lo pensamos fríamente, lo único que hizo Gerard es ser como es: divertido, travieso, sincero. Su delito, por así decirlo, para conseguir el tremendo abucheo fue el dar las gracias sin más ni más, a todos los que hicieron posible que el Barcelona, equipo en donde juega en la liga española, consiguiera el triplete. Lo malo, a la vista de muchos locos, que no amantes del fútbol, fue darle las gracias a Kevin Roldán. ¿Quién es Kevin Roldán? Es un artista colombiano, famoso por su participación en la polémica fiesta de cumpleaños del crack portugués, Cristiano Ronaldo. Lejos de enfadarse, Peter Roldán, padre del artista, que aprovechó los micrófonos de RAC1 (emisora catalana) para agradecer a Piqué su gesto: "Hemos recibido las palabras con calma y tranquilidad; especialmente para mi hijo son una bendición de que todavía se le reconoce como artista. Son cosas fortuitas que pasan y son una bendición".

Sin embargo, esa mirada sucia, ese mal pensar lo vieron como una afrenta al Real Madrid. Si así fuera, cosa que pongo en duda, sin lugar a dudas no sería contra el club en cuestión sino contra ese personaje que lejos de ayudar a su equipo, es capaz de irse de fiesta tras una derrota (4 a 0 ante el Atlético de Madrid) más que bochornosa sin que le afectara lo más mínimo pues… a él, como jugador, se le debe consentir todo y más. ¿En serio? ¿Un niñato que cobra más de lo que vale, hace perder a su equipo por no tener la cabeza donde debería tenerla y lejos de ponerle los puntos sobre las íes, se arremete contra un jugador que no sólo dio el callo fuera y dentro del campo con su equipo, el Barcelona, sino incluso con la selección de su país? ¡Manda narices! Abucheando a personas válidas, símbolo, sin lugar a dudas, de una selección más que admirable por un tipejo de otro país que no merece ni la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad que tiene por cómo se comporta fuera y dentro del terreno de juego. ¿Eso es ser de la Roja? ¿Ser tan imbécil como para no diferenciar a un futbolista válido de uno que es pura fachada y poco más?

En fin, está claro que al menos, lo que esto ha dejado claro, es que muchos prefieren a los extranjeros hasta en la selección, que Cardenal tiene cabeza que el astro en cuestión y que por una vez, yo como seguidora de la Roja, estoy de acuerdo con lo que dijo Del Bosque: "Pitar a un jugador de la selección es pitar a la selección".

Lo dicho señores, como dice el refrán: “O todos moros o todos cristianos” que con tanto cambiaros de chaqueta, al final, se os ven los colores a kilómetros de distancia.

MORALEJA: Epicteto de Frigia, (55-135) filósofo grecolatino, dijo: “Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado”.

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