miércoles, 24 de septiembre de 2014

DOBLETE (relato)



Dicen que no hay dos gotas de agua iguales. Yo no estaría tan segura de esa afirmación.

En enero empecé a trabajar como recepcionista en una empresa en la capital catalana. Yo era nueva en una ciudad muy grande, llena de gente, mucha gente y en la que te podías sentir completamente muy solo.

En el bar de enfrente de la empresa, había un chico muy simpático que desde el primer día que nos vimos, me alegraba la mañana con un café con leche como a mí me gustaba (con un toque de canela) y una sonrisa en los labios.

A los días que lo había conocido nada más empezar, lo vi trabajando en un quiosco de periódicos. Me acerqué a saludarle y le dije: “¿Haciendo doblete?” Me miró como si no me conociera y como si hubiera dicho una estupidez. Iba a salir corriendo cuando me dijo confuso: “¡Sí! Creo que sí”. Siempre pensé que lo había hecho por cortesía porque no sabía ni quien era.

A la mañana siguiente no le comenté nada. Tomé mi café con su doble sonrisa extra y me fui a trabajar. Por la tarde volví al quiosco para comprar el periódico y doble sonrisa extra todos lo días.

Poco a poco fui sintiendo algo por aquel chico. Yo no le dije nada. Desde aquella confusión la primera vez en el quiosco, me sentía un tanto insegura conmigo misma.

Empezaron las fiestas de la Mercè 2014 y como sabía que yo no era de allí, un día me puso un programa de las fiestas sobre mi mesa. Le agradecí el gesto pero que no tenía con quien ir porque no conocía aún a nadie en la ciudad como para ir por ahí. Él se ofreció a llevarme a un acto que se celebraba por la mañana-mediodía con un toque de rubor en sus mejillas. Aquel acto reflejo de timidez me dio el empuje que necesitaba para aceptar su ofrecimiento.

Por la tarde, cuando fui al buscar el periódico, otra vez me propuso acompañarme a un acto de la Mercè que se celebraba por la tarde-noche. Pensé: “Estaba tan cortado que esta mañana no se ha atrevido a pedirme ir por la mañana a un sitio y por la tarde a otro”. Sonreí y le dije que sí. El rubor volvió a aparecer nuevamente en sus mejillas.

Fue el domingo. Por la mañana fuimos a la playa para ver el voley playa por parejas, masculino y femenino, que enfrentaba equipos de Cataluña, la República Checa, Francia, Cuba y Uruguay. Al venir de un pueblo de montaña me encantó ver jugar en la arena a aquellas personas.

Cuando acabó el torneo y se entregaron los trofeos, me dijo que quería enseñarme como se sacaba, como se recepcionaba y como se remataba en el voley. Yo jamás había sentido el tacto de un golpe de aquella pelota en mi piel. Al primer golpe, mis manos se pusieron coloradas. Me dolía mucho y las lágrimas se precipitaban a salir sin más miramientos de mis ojos. El cogió y me acercó las manos a la orilla del mar. Las metió de seguida bajo el agua fría que las olas traían hasta la orilla. No paraba de pedirme perdón. Cuando una gota resbaló por mi mejilla, sentí como le dolía hasta a él ver mi dolor. Me besó las manos como para curarlas. Yo me acerqué a su boca para besarle pero… apareció de nuevo mi inseguridad y cuando estaba a penas unos centímetros de sus labios, me frené. Él me miró a los ojos, luego a los labios y acabó con su boca yo no pude hace con la mía. Su beso era cálido, tierno, dulce, lleno de mucha pasión dosificada lentamente, sin prisa alguna. No sé cuanto tiempo estuvimos besándonos pero se que fue mucho tiempo. Ya no me importaba el dolor de mis manos. ¡Se me había pasado de golpe! Aquel largo y profundo beso me dejó con muchas ganas de más, con tremenda ansiedad de saborear algo más que su boca.

Volvimos al coche. Sus dedos no dejaban de deslizarse por mis manos, por mi pierna. ¡Le deseaba! Y ahora estaba segura que él también a mí. Mientras conducía, me acerqué a su cuello y lo besé poco a poco. Con cada contacto de mi boca su bello se erizaba de puro placer. Saqué mi lengua sólo un poco, para ir sellando cada caricia no sólo con mis labios sino con mi lengua. Aquel acto casi reflejo, arrancó de su cuerpo los primeros gemidos de placer. Seguí bajando mi boca, mientras el intentaba no salirse de la carretera. Besé su nuez y empecé a abrir su camisa poco a poco, botón tras botón. Su pecho se aparecía ante mí como la más deseosa de las apariciones jamás deseada. Mis labios se estrellaron contra sus pezones. Él no podía contener la mirada más en la carretera. Apartó el coche a un lateral, entre medio de unos arbustos cercanos a una carretera que no conocía. Me dejó que fuera disfrutando poco a poco de todo su cuerpo. Su manos empezaron a acariciar mi nuca mientras yo seguía dedicándole más que mordisquitos sensuales de goce a su torso. Empecé a derretirme de delicia. Ahora era él el que intentaba arrancar de mis labios todo gemido contenido hasta la fecha. Desabroché el cinturón de su pantalón, bajé su bragueta y allí me espera su sexo, duro, firme, delicioso. Bajé mi cabeza y lo empecé a lamer lentamente, repasando el glande con parsimonia. Mi lengua parecía bicéfala pues mi boca se movía con tanta destreza que parecía que tuviera dos lenguas muy juguetonas ansiosas, calientes, francamente traviesas. Su mano derecha alcazo mi pantalón y diestramente, se coló por mi entrepierna que hervía con una lubricación más que explosiva. Sus dedos pronto se adentraron en mi sexo mientras yo seguía comiéndome su sexo con tranquilidad absoluta, saboreando todo sin prisa. Me hizo alcanzar con un leve gesto de muñeca mi primer orgasmo. ¡Estaba ardiendo de pasión! Tras el primero llegó el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto,… Pero no se quedó con esos solamente. Sus dedos alcanzaron como si guiados por este hubieran sido, mi clítoris de tal manera que el sexto, séptimo, octavo, noveno, décimo,… llegaron encadenados con espasmos de todo mi cuerpo al unísono.

Aceleré el ritmo de mi boca. Succione su verga con una destreza que se derramó en mi boca casi a la vez que yo llegaba a uno de mis orgasmos. La seguí lamiendo pues no deseaba dejar ni una gota. Él se estremecía con cada nuevo lametón. Me dejó en mi casa y le dije: “¡Hasta luego!”

Me duché y me tumbé un rato a descansar. Llegó la noche y nos fuimos, directamente, a La Porta de l’Infern (La puerta del infierno). Era por donde, después de unos fuegos artificiales, se abrían unas puertas para dejar pasar a todas las collas de Correfocs que se concentraban para la Mercè (de mayores) y las comparsas que acompañaban a las collas. Nunca había estado en una celebración del fuego como aquella. La gente se ponía bajo las llamas sin miedo y bailaban junto con las personas que iban vestidas de diablos. Era bello y genuino al cien por cien. No se como, unos niños que nada tenían que ver con el acto, encendieron unos fuegos artificiales que salieron descontrolados para las personas que asistíamos al acto. La gente, al ver aquello, corrió un tanto espantada. Me empujaron y estuvo a punto de caer si él no me hubiera cogido fuertemente. “¡Vamos!” me dijo mientras me ayudaba a ponerme en posición vertical. Corrimos hacia una calle, estrecha, solitaria y vacía. Llevábamos un rato corriendo con el miedo a que la gente se descontrolara aún más y saliera corriendo sin control. Intentábamos recuperar el aliento y el pulso. Yo estaba contra la pared y él estaba frente a mí protegiéndole. Miré su boca y esta vez no tuve miedo. Me acerqué a sus labios y le besé con tanta pasión como por la mañana en la playa. Nuestros cuerpos ya no tenían secretos y allí, en mitad de la calle, el levantó mi falda y me penetró con más fuerza que la primera vez. Sentía su acelerar ansioso mientras su boca seguía devorando la mía con prisa. ¡Me excitaba verle tan ardiente de nuevo! Como si nada hubiera pasado aquella mañana, como si fuera la primera vez que estaba así conmigo. De nuevo un orgasmo tras otro, asaltaron mis labios. Los intentaba contener pues estábamos en una calle, al aire libre, donde en cualquier momento nos podrían pillar in fraganti. Pero tras el séptimo orgasmo no podía contenerme más y me dejé llevar por completo. Sentía sus embestidas y con cada una, yo deseaba más que no parara, que siguiera, que no dejara de adentrarse y salir de mí con fiereza animal. En ese instante en el que yo le pedía más y más y más, noté como su esencia me llenaba por dentro de un calor renovado que emanaba de él sin control alguno. Nos besamos.

Me cogió de la mano y salimos de aquel callejón pasado un rato. Cuando volvimos a la calle principal, como si de una visión se tratara, otro chico exactamente igual que él, se acercaba a nosotros directo. Al llegar a nuestra altura ambos dijeron a la vez. “Ya veo que conoces a mi hermano gemelo”. No tuve valor para contestar ni a uno ni a otro que más que lo que pensaban ambos.

No hay dos gotas iguales pero puedes estar con dos hombres exactamente idénticos y no reconocer quien es quien. Yo aquel día lo comprobé y no sería el último, pero eso ya os lo contaré otro día.

lunes, 22 de septiembre de 2014

MIRANDO AL CIELO





Cuando uno mira al cielo, su cuello se suele torcer entre unos treinta y cuarenta y cinco grados aproximadamente para observar. Esta postura produce que la sangre no llegue con la misma fluidez al cerebro como si tuviera el cuello en una postura, podríamos llamar, normal. La no circulación correcta de riego sanguíneo puede causar desde mareo hasta perdida reducida de la visión.

¿Por qué me ha dado hoy por pensar en las cervicales y las consecuencias de una posición no adecuada de estas? Una vez más, en la red, se han colgados nuevos videos sobre avistamientos de OVNIS (Objetos Voladores No Identificados).

Desde hace mucho, mucho tiempo, toda esta clase de videos están siendo estudiadas por unos, mitificadas por otros, fantaseadas por un núcleo de personas importante y abucheadas por otros que no paran de decir que son montajes.

En el firmamento hay millones de estrellas, constelaciones, galaxias, cometas,… ¿Por qué cuesta tanto verificar un video de un OVNI? ¿Qué se oculta tras ellos en verdad? ¿La verdad está ahí fuera como decían en la serie Expediente X?

Obviamente algo hay y seguro que ellos, sean los que sean, tratan de ocultárselo a la población para que no cunda el pánico. Si es vida inteligente o no, sólo hace falta mirar lo que nos rodea y con que posean un poquito más de coeficiente intelectual que nuestro políticos, ya son hasta mas inteligentes que la media.

Mientras esto no se resuelve, cinematográficamente, nos podemos hacer una idea de lo que está sobre nuestras cabezas. Podemos pensar que esos seres son como en la película SEÑALES. Si fueran así seríamos afortunados al saber que el agua acaba con ellos y con su afán de aniquilar la tierra y a sus habitantes, es decir, a nosotros. Si los alienígenas son como INDEPENDENCE DAY, sólo nos hace falta tener un buen equipo, evidentemente de EEUU y esperar que todo quede solucionado antes del día 4 de julio (sólo espero que si nos atacan lo hagan el 3 de julio para no darles mucho margen). Si se parecen a los de MEN IN BLACK pues depende de si nos toca una diva peligrosa con muchos tentáculos o los divertidos compañeros de trabajo de nuestros héroes de negro. Si son los de MARS ATACK espero que el presidente del país líder en ese momento, sea capaz de enfrentarse sin miedo pese a lo gracioso de sus caras. Y sobretodo no deseo que nunca sean con KAN y KODOS de Los Simpson pues la esclavización de la raza humana, ya es un echo y mejor que sean los que llevan el látigo los de aquí que otros con la piel verde y tentáculos. Aunque si hay un Alienígena que a mí me da verdadero pavor que nos invada, el o los suyos, ese es Alf. ¿Que estoy exagerando? A mí me encantan los animales y los gatos me parecen muy dulces. Recordar que Alf, cuando tenía hambre, siempre intentaba comerse al gato. ¿Entendéis mi miedo ahora? ¡No me gustaría quedarme sin ningún lindo gatito!

MORALEJA: Sigmund Freud dijo: “La más clara prueba de que existe vida inteligente en otros planetas, es que todavía no han venido a visitarnos”.

sábado, 20 de septiembre de 2014

LA GRAN SOPHIA





Cuando se habla de glamour, de estilo, de feminidad a flor de piel todos piensan en la sensacional Marilyn Monroe, en la adorable Audrey Hepburn, en la cariñosa Grace Kelly. Sin embargo para mí, una de las diosas del estilo y del glamour por excelencia es la espectacular Sophia Loren que hoy, 20 de septiembre de 2014, cumple sus ochenta maravillosos años.

Sophia Loren, nombre artístico de Sofia Villani Scicolone nació en Roma tal día como hoy del 1934.

Hija de la maestra de piano Romilda Villani y el ingeniero Riccardo Scicolone, Sophia Loren nació en la Clínica Reina Margarita de Roma, pero creció en Pozzuoli, cerca de Nápoles,  durante la Segunda Guerra Mundial, con su madre y su hermana Anna María. Se cuenta que Sophia y su familia tuvieron que trasladarse a Nápoles para instalarse en casa de su abuela y poder subsistir, pues su padre se desentendió de ellas y las condiciones de vida en Roma eran muy malas debido a la guerra. Montaron una taberna, frecuentada por militares norteamericanos, donde la madre tocaba el piano.

Sophia comenzó su carrera de actriz a comienzos de los años 1950. Actuó en pequeños papeles en películas italianas y de figurante (como en la película Quo Vadis que fue rodada en Roma).

Su gran belleza la hizo que participara en varios concursos de belleza en los cuales ganó varios premios. También trabajó como modelo en fotonovelas semanales.

En septiembre también pero un 17 de 1957, contrajo matrimonio por primera vez con Carlo Ponti, productor de películas junto al que tuvo dos hijos y con el que se volvió a casar de nuevo, tras una pequeña desavenencia, en 1966.

Su consagración profesional llegó en 1954 cuando conoció a Vittorio De Sica y al gran Marcello Mastroianni.

En la segunda mitad de los años 1950, Sophia ya era popular en Hollywood al haber representado personajes principales femeninos en trabajos con Frank Sinatra y Cary Grant. La actriz firmó un contrato por cinco películas con los Estudios Paramount. Entre sus trabajos de esta época están: Deseo bajo los olmos (Desire Under the Elms, con Anthony Perkins), Orgullo y pasión (con Cary Grant y Frank Sinatra), Houseboat (nuevamente con Cary Grant) y Heller in Pink Tights (El pistolero de Cheyenne, 1960), junto a Anthony Quinn y bajo la dirección de George Cukor.

Sophia Loren, gran belleza italiana donde las haya incluso con sus recién cumplidos 80 años, ha sido la ganadora de unos 50 premios internacionales, entre ellos dos premios Óscar (uno de ellos honorífico) y un premio BAFTA; así mismo fue candidata varias veces a los Globos de Oro.
La Gran SOPHIA es una de las actrices más destacadas de la segunda mitad del siglo XX y considerada como una de las grandes estrellas del cine. En 1999, el American Film Institute la declaró como una de las intérpretes más importantes de todos los tiempos y una de las últimas leyendas supervivientes del cine clásico de Hollywood. ¿Entendéis ya porque yo la prefiero a ella entre todas las grandes?

Si pudiera tener un deseo mío para su cumple sería poderle decir frente a frente, con todo el respeto del mundo, las siguientes palabras: “Dolce Sophia, mi sento molto privilegiato di essere in grado di conoscere e di avere la fortuna di dire che desiderava più donne nel mondo si ha come riferimento per il loro coraggio, la loro determinazione, la loro professionalità ed incantevole carisma. So che può sembrare pretenzioso o sfacciato entrambi, ma la mia speranza è che un giorno, può diventare una donna completa come sei. Grazie per essere un modello di ruolo nella mia vita!” (Dulce Sophia, me siento muy privilegiada por poder conocerla y tener la suerte de decirle que ojala más mujeres en el mundo la tuvieran a usted como referencia por su valor, por su determinación, por su profesionalidad y su encantador carisma. Se que puede sonar un tanto pretencioso o descarado pero mi deseo es que algún día, pueda ser llegar a ser una mujer tan completa como lo es usted. ¡Gracias por ser un modelo a seguir en mi vida!).

Buon ottantesimo compleanno bella Sophia! Per fare loro molti, molti di più.

MORALEJA: Nada mejor que su propias palabras, sus propias frases, para un día como hoy. ¡Feliz cumpleaños Sophia!

* Esta vida da pocas explicaciones. Por eso necesitamos algo a lo que agarrarnos por encima de nosotros. Hay que creer en Dios para levantarse cada mañana.

* El perfume, como la seda, el vino y las flores, es uno de los lujos necesarios de la vida. Su aroma es como un buen vino, que necesita oxigenarse antes de alcanzar el punto de perfección.

* Los errores son parte de la cuota que se paga por una vida plena.

* La belleza es cómo te sientes por dentro. Y se refleja en tus ojos. No es algo físico.

* El sex appeal es 50% lo que tienes  y 50% lo que los demás creen que tienes.

* Los buenos modales manifiestan valores profundos, como la comprensión, la mutua tolerancia e incluso esa pizca de paciencia y sentido del humor sin los cuales nada funciona.

* Hay una fuente de la juventud: es tu mente, tu talento, la creatividad te llevará a tu vida y las vidas de sus seres queridos. Cuando se aprende a aprovechar esta fuente, que realmente se han derrotado edad.

* El sexo es como lavarse la cara, algo que haces porque tienes que hacerlo. El sexo sin amor es absolutamente ridículo. El sexo sigue amor, nunca lo precede.

* Si no han llorado, tus ojos no pueden ser bellos.

UN VIAJE LEÍDO Y FIELMENTE VIVIDO





Hay personas en la vida que sin saber cómo ni por qué no, pueden llegar a rozarte el alma por entero. No hace falta conocerlas, saber de donde vienen, a donde van, en que trabajan,… Ni siquiera hace falta conocer sus nombres cuando el sentimiento expresado en un folio de ordenador es tan inmensamente especial.

Cuando alguien comparte un viaje tan visceral como puede ser una visita a un orfanato de Guinea Ecuatorial, cualquier emoción vivida y sentida desde la distancia, por muy intensa que sea, se queda eclipsada por la vivencia en primera persona. Atrás quedaron los lujos (eso sólo lo sabe el que los posee). Se acabó de pensar en la gasolina, en el móvil y su sonido. Se acabó el reloj, los horarios, las prisas no pues esas siempre van unidas a cada uno de nosotros (parece que tengamos prisa por llegar al final sin saber que en la línea de llegada, es la parca con su guadaña la que nos espera). Se acabaron los jefes, las reuniones, los folios y más folios llenos de palabras que siempre acaban en el mismo lugar: una caja de archivo definitivo.

Mirar a la verdad de frente, no sólo nos hace darnos cuenta de la suerte que tenemos en esta vida.

La perdida de los padres suele ser un duro golpe. No tener padres, ser huérfano es doloroso. Imaginad por un momento, por muy malos que sean tus padres, el tener que haber crecido sin ellos. ¿Duele? ¿Verdad? Pues hay miles de niños en muchos lugares del planeta que no sólo tiene el estigma de estar solos y desamparados en esta vida, si no que viven en lugares donde no tener a nadie que vele por ellos, implica que sean carne de esclavos (porque, pese a estar en pleno siglo XXI la explotación infantil, los aprisionados, el futuro sin futuro,…).

Cuando uno deja de mirarse el ombligo y habla más allá del yo profundamente tan egocéntrico, suele encontrar más de lo que iba buscando. Finalmente, tras un duro, largo y agotador viaje, cuando uno ya no siente ni las piernas hay un sentimiento que prevalece sobretodos ellos: ¡No deseo volver! ¡Deseo quedarme aquí! ¡No me voy sin ellos!

No todos gozamos de esa sensibilidad. No todos poseemos la facultad de aprender de los errores y reconocer que nos hemos equivocado. No todos volvemos con la lección aprendida y con el corazón destrozado pues una parte de él mismo, ya late en aquella tierra, junto aquellos niños, y que jamás estaremos completos hasta que volvamos a estar juntos de nuevo y para siempre.

Hay viajes que uno tiene que hacer, en un momento de su vida, más tarde o más temprano, y que, obviamente, no están en ningún catálogo de los Viajes programados. ¿Da miedo? Vivir para morir sí que da miedo. El resto es sólo las excusas del vago, del que no es capaz de prescindir, durante unos días, de las comodidades a las que está acostumbrado.

Estar solo es muy duro. Pero la peor soledad imaginada es la del niño que se queda sin padres y debe de seguir, adelante, sólo y desamparado.

MORALEJA: Pablo Neruda, dijo: “Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, ¡qué soledad errante hasta tu compañía!”.

viernes, 19 de septiembre de 2014

LA COSA AHORA VA DE HUEVOS





Siempre se ha dicho que el hambre agudiza el ingenio. Si el mayor motivo para delinquir con un robo es el hambre, sin duda los hay que les dan mucha vueltas a nuevas formas de cómo robar.

Desconozco si las formas de robar van por zonas geográficas pero yo os contaré la evolución de algunas de ellas que se han dado en los últimos tres años.

Hubo una época que se decía que se debía temer al hombre del gas natural pues pululaba uno que no pertenecía a ninguna compañía. Entraba en las casas, normalmente en las de personas mayores, para hacerles una supuesta revisión de la caldera. Cuando salía, decía que le tenían que pagar la visita y los incrédulos “clientes” abrían sus carteras confiados de su palabra de profesional del gas.

Tras este engaño, unas mujeres, se decía que rumanas, iban casa por casa para vender perfumes. Si les abrías la puerta y cuando te acercaban una muestra para que la olieras, resultaba que era cloroformo. Cuando caían al suelo, entraban y te roban todo lo que tenían de valor en el hogar.

Tiempo después los coches fueron los atacados. Alguien ponía una hoja de papel grande en la luna trasera. Normalmente una persona se mete en el coche sin mirar hacía atrás. Los conductores de estos coches, encendían el motor y cuando miraban atrás, salían del coche dejando las llaves en el contacto y eran entonces cuando les robaban los coches.

La última, sin duda, de los ladrones, vuelve en pos de robar coches. Transitas una carretera secundaría, de esas con muchas curvas y que no se puede ir a más de 50km/h. Tiran un huevo a tu luna delantera. Intentas limpiarlo con el limpia pero resulta que todo queda sin visión alguna. Tienes que parar el coche y es entonces cuando roban todo lo que tengas incluido el coche.

En fin, que los ladrones son personas que si tienen o no cultura poco importa. Lo que sí poseen es una mente privilegiada para esquivar problemas inventando rápidas y resolutivas formas nuevas de mitigar su hambre a base del arte del robo.

MORALEJA: Alguien dijo una vez: “Ladrones roban millones, y son grandes señorones.”

miércoles, 17 de septiembre de 2014

SUICIDO ENTRE COCODRILOS





Desde que vi LA MALA EDUCACIÓN recuerdo una escena en particular en la que Enrique Goded recortaba sucesos de un periódico para encontrar de nuevo la inspiración. Hubo un suceso en particular que le impactos mucho y mientras lo leía, podía ver su historia. Palabras textuales decía lo siguiente: “Una mujer se tira a un estanque de cocodrilos en un Zoo a la hora de mayor afluencia. ‘Cuando le atacó el primer cocodrilo, la mujer se abrazó a él’ dicen los presentes. Los cocodrilos engulleron el cuerpo de la mujer, que no se quejaba, en pocos minutos”.

Luego, a medida que avanzaba la película, el propio Enrique se sintió como aquella mujer, en medio de los cocodrilos, sin abrir la boca, sin quejarse y francamente devorada por entero por su entorno a medida que este avanzaba.

Hace unos días, la historia que pensé que sólo podía existir en las películas por la fiereza del acto en sí, se hizo realidad. Una mujer tailandesa se suicidó al lanzarse a la zona de cocodrilos en un zoológico en Tailandia. La depresión, según dicen, acabó con aquel cruel y duro desenlace.

¡Que forma más dura de morir! Lanzarse y acabar con su sufrimiento entre las dentelladas de más de mil cocodrilos. Por mucho que los cuidadores intentaron apartarlos, ellos cumplieron la misión a la que aquella alma desesperada les había encomendado su cuerpo entero para dejar de sufrir.

¡La realidad siempre, siempre, SIEMPRE, supera la ficción! Y por desgracia hasta los actos más duros de la vida, cobran vida para horrorizarnos.

Cuesta de creer que alguien esté tan desesperado como para llegar al fin de su sufrimiento por la vía rápida. Pero la mente, el dolor y el sufrimiento, alcanza cotas tan insospechadas dentro de nuestro ser que es imposible ponerse en el lugar de la mujer o en el lugar de los cocodrilos.

Tarde o temprano la vida acaba y a veces, casi siempre la mayoría, antes de tiempo.

MORALEJA: Antonio Machado dijo: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”.

martes, 16 de septiembre de 2014

QUINCE AÑOS MÁS (relato)





No sabes porque en la vida hay hombres que te marcan desde muy pequeña y no puedes llegar a olvidarlos nunca jamás.

Cuando conocía a Baltasar, yo tendría unos cinco años y él unos veinte. Yo corría por donde tenía mi tío todas las plantas (era patrón de una empresa de jardinería). Tropecé y me caí de bruces contra el suelo. Recuerdo que no lloré pese a que tenía las dos rodillas sangrando. Me había dicho muchas veces que no corriera por entre los árboles nuevos que esperaban en sus macetas, a ser trasplantados. Baltasar apareció y me dijo: “¡Peque! ¿Enséñame esas rodillas?” Yo no lo había visto antes. Me asusté un poco. Entonces él me dijo: “¿Sabes como me llamo? ¡Baltasar!”  Yo empecé a reír. “¡Te llamas como un rey mago!” dije y el me respondió: “Así no te olvidarás nunca de mi nombre”.

Le enseñé las rodillas. Cogió una botella de agua y sacó un pañuelo de su bolsillo. Me curó y me dijo, con una voz muy dulce, no había sido nada. Desde aquel momento yo vi a Baltasar como un héroe, mi héroe.

Pasó el tiempo hasta que volvimos a estar a solas. Fue en la noche de fin de año de 1999. Yo acababa de cumplir 15 años y él tenía 30. Ya no lo veía como mi héroe pese a que él seguía viéndome como una niña, una niña pequeña a la que no había que hacer caso y a la que había que regalar muñecas. De echo esa noche fue la que anunció que en tres meses se casaría. Aquello me llenó de tanta rabia que mientras todos le felicitaban, yo corrí para perderle de vista. Él me siguió y me dijo que tenía un regalo para mí. Me alargó un regalo y era una preciosa muñeca de porcelana.

-         Para ti siempre seré una niña. ¿Verdad?
-         Eres mucho más que una niña para mí. Eres mi pequeña.

Se marchó después de besar mi frente. Aquel día me di cuenta que por mucho que yo había empezado a verle como un hombre, el nunca me vería a mí como una mujer.

El tiempo pasó.

Mi tío sufrió un grave accidente de tráfico. Pese a que yo hacía años que no iba por la empresa, me llamó para que me hiciera cargo de todo pues no podía fiarse de nadie más a nivel administrativo. Me dio las llaves y al día siguiente, a las seis de la mañana, me fui para empezar a familiarizarme con los papeles. A las siete llegó Baltasar al que no había visto desde su boda. Cuando entró en el despacho, primero se quedó un tanto perplejo. Luego me sonrío y me dijo: “¿Te apetece un café?”. Asentí con la cabeza.

Delante de la maquina del café me preguntó como estaba mi tío. Le respondí que mucho mejor de lo que pensaban los médicos. Hablamos de esto, de aquello, trabajo, estudios, pareja, vida. Él se había divorciado hacía dos años y, pese a que lo había pasado mal, ahora era un hombre tremendamente atractivo con sus cuarenta y cinco años bien puestos. Su pelo oscuro había enmarcado unas deliciosas canas que lo hacían arrebatadoramente mucho más interesante. Sus ojos castaño claro, seguían traspasándome pero ahora con una intensidad que como mujer, el nunca sabría. Su boca que describía siempre una sonrisa escondida, me hacía temblar por entero. Nos llevábamos quince años. Era el amigo de mi tío, su socio. Pero también era un hombre al que yo deseaba desde que había cumplido los quince y que jamás me vería como yo deseaba que me viera.

Cuando me levanté para volver al despacho me preguntó:

-         ¿Tú no tienes novio?
-         No, no tengo novio.
-         ¿Por qué no? Eres preciosa peque. – aquel calificativo empezaba a molestarme.
-         Una vez me marcó un hombre que nunca me verá con una mujer. Desde entonces lo comparo con todos y ninguno es él. ¡Deseo un imposible! Supongo que serán cosas de la edad.

Se quedó perplejo, con los ojos abiertos como platos. No pudo articular palabra y yo, le dejé allí a solas con sus pensamientos fueran los que fueran. Me dirigí al despacho y antes de que pudiera atravesar la puerta, lo tenía frente a mí, arrinconándome contra la misma, a apenas unos centímetros escasos de mi boca. Me miraba, me clavaba la mirada y yo no podía dejar de mirarle. Mi corazón galopaba aceleradamente. Deseaba tanto que su boca se estrellara con la mía. Cuando iba a rendirme en el juego de miradas fortuito, sus labios se posaron en los míos. Me cogió la nuca con una mano y con la otra, rodeando mi cintura, me acercó a él.

Mis manos lo abrazaron contra mi pecho. Pude sentir como su corazón latía mucho más rápido y fuerte que él mío. Se apartó y le besé yo a él. Suavemente me fue quitando la blusa mientras yo desabrochaba su camisa. Su cinturón cayó al suelo y tras él, sus pantalones, sus boxer, dejándole indefenso y desnudo ante mi mirada. Se sentó en una silla y desabrochó mi falda. Me quitó el sujetador y luego las braguitas. Mordisqueaba mis pechos mientras su muslo, presionaban dulcemente mi entrepierna hasta rozar mi pubis. Me acerqué y me puse a horcajadas sobre él. Sentí como su sexo se adentraba en el mío. Me dejó que yo marcara el ritmo y se quedó a mi merced para que hiciera lo de deseara con él. Sentía sus manos acariciar mi espalda mientras su boca, no dejaba de besar mi cuello, mis pechos, mi vientre,… Era un deseo hecho realidad. Me sentía más mujer que nunca. Notaba su deseo adentrándose en mí y saliendo de mí con un movimiento lento pero preciso de mis caderas. Escucharle gemir me hacía hervir más por dentro. Nos devorábamos, pese a la larga espera, con una parsimonia que hacía que cada roce, nos hiciera tocar el cielo con las yemas de los dedos. No pude contenerme más y se lo susurré al oído. Ese pequeño gesto liberó su fuerza bruta adentrándose en mí a través de su inmensa esencia de hombre mientras yo, me fundía junto a él, en un orgasmo jamás imaginado.

Tras aquel encuentro la vida fue muy distinta. La diferencia de edad seguía presente pero por fin, aquel hombre que parecía indiferente y aquella mujer que siempre le estuvo esperando, se habían encontrado en un mismo punto de lo más gozoso y pensaban disfrutar de esa instintiva coincidencia, todo los que le fuera posible.