miércoles, 17 de febrero de 2016

CIEN METROS EN CINCO HORAS



 

Martes, 16 de febrero de 2016

 

No, no es una exageración ni mucho menos. Hay días que se van complicando de tal manera el día que cien metros lisos, que normalmente los harías en diez segundos o menos (si eres profesional, claro está), se convierte en un suplicio en que la hora de la comida, es TODO UN REMASO DE PAZ incluso con comida recalentada y demás.

 

¿Que no puede ser así? ¡Os cuento! Te levantas, vas al médico pues tienes que tramitar algún documento médico de tu padre, de tu madre, de tu esposa pues ella no puede. Al tener jornada partida y trabajar fuera, sino lo haces a primera hora, no podrás hacerlo en todo el día. Llegas al centro médico y como no… ¡No hay donde aparcar! Te preguntas como puede ser si hace apenas cinco minutos que ha abierto en centro sanitario, haya ya una cola que parece infinita. Te toca esperar tu turno para que te den un papel, para que te atiendan en un mostrador u otro (si, después de muchas cabalas, hacer dos colas es mejor que una desorganizada. Eso si, como la evolución va hacia delante, un nuevo avance serán tres colas,… ¡Patético!).

 

Te atiende, por suerte un hombre que más o menos sabe de que va. Tras veinticinco minutos de espera en la cola, de nuevo a la carretera. Si hay mucho tráfico normalmente a primera hora, imaginad si vas con media hora de retraso. Es como si todos los conductores lo supieran y también los semáforos incluso los guardias de circulación que a esa hora todos te paran a ti para dejar pasar a los estudiantes.

 

No sé como llegas a la empresa con sólo cinco minutos de retraso (y eso que siempre llego con diez minutos de antelación pues no me gusta que me llamen la atención por algo que está en mi mano evitar). Y como Murphy es un cabrón que aparece cuando menos te lo esperas, el responsable de la empresa, el que paga los sueldos y nunca te ha visto llegar antes desde hace ya más de diez años, hoy te pilla en recepción y te echa un vistazo de aquellos que uno entiende muy bien: “¡Te he visto! Y sé que llegas tarde”.

 

Así que el día no empieza con buen pie. Además, como estamos en plena campaña de gripe, falta LA MITAD de la plantilla. En Comercial la mitad. En Administración sólo uno pero otro, como comercial necesita ayuda, se va con ellos. En Almacén faltan como diez. En Productos dos más. Y claro, eso no tiene que verse de cara a la galería y por lo tanto, vas atendiendo las llamadas como buenamente puedes. Mas es obvio que alguno tiene que esperar. Sin embargo como no está acostumbrado a ello, se enfada, grita, te falta el respeto y al final, te dice lo que necesita. Te dan ganas de mandarlo a la mierda y sin embargo, te pones a hacerlo con rapidez pues entra otra llamada y otra y otra y otra.

 

Para colmo, hay una chiquita nueva a la que no han enseñado bien (porque no hay tiempo, porque no hay gente, porque algunas no tienen ni PUÑETERA IDEA del trabajo que desempeñan desde hace quince años). La chiquita, a la que le han dado cuatro nociones básicas (muy básicas, pero que muy, muy básicas pues algunas y algunos no da para más) te empieza a remitir un sinfín de e-mails que son, sin lugar a dudas, para su propio departamento. Pacientemente devuelves uno, dos, tres… treinta y cinco. Pero después de una hora y media te da por llamar a la persona que tendría que haberle enseñado un poquito mejor y le dices: “¡Por favor! Pierde diez minutos con ella pues no puedo estar toda la mañana devolviéndoos los e-mails”. A lo que la avispada del otro lado responde… “Ya le he dicho que me pregunte lo que no sepa”. Respiras, te tomas unos segundo para no decirle lo que pasa en aquellos momentos por tu mente. “Ya pero la chica, te habrá preguntado y no le has respondido porque hablabas por el teléfono y me está pasando TODO lo que es para vuestro departamento. Te pido que le dediques diez minutos”. Tampoco lo ha entendido a la segunda, pues ella es así, y te responde un “¡Vale!” que tú sabes muy bien lo que significa: “Por uno oído me entra y por otro me sale”.

 

Así que en un despacho de cuatro personas, hay una, tú. Estás cogiendo el teléfono, atendiendo el zetafax, respondiendo a los e-mails y devolviendo los erróneos que siguen llegando, soportando de todo y más por un puesto de trabajo que te gustaba hasta que comprendiste que nadie es imprescindible cuando murió un compañero por cáncer y a la mañana siguiente, ya había otro en su puesto.

 

Llega la hora de comer, pero tú no has acabado. Te tomas treinta minutos para cerrar temas por no dejar las cosas a medias. ¡Eso jamás te ha gustado! Mas cuando vas a calentarte la comida, tras poner la copia de seguridad que siempre te toca a ti poner a mediodía a la que tienes que dedicar un tiempo para poner sobretodo cerrando ordenadores que OTROS siempre se dejan abiertos, no te encuentras con nadie. El jefe JAMÁS ve esos momentos en los que has invertido 45 o 55 minutos a favor de la empresa de más y sin remuneración extra ninguna. Sólo estará cuando llegues tarde, aunque sólo sea un minuto, para lanzarte esa mirada absurda que te hace sentir hasta culpable.

 

En fin… todos hacemos cien metros en cinco horas, pues pese a los baches, los gatos que se cruzan simbólicamente en tu camino, las rocas, las espinas, las serpientes y demás, el ser humano es capaz de todo por alcanzar su meta, aunque muchas veces te dé ganas de darte media vuelta y mandarlo todo al carajo.

 

MORALEJA: Alfred Victor de Vigny (1797-1863), escritor francés, dijo: “Las personas fuertes crean sus acontecimientos; las débiles sufren lo que les impone el destino”.

martes, 16 de febrero de 2016

LUIS & PAULA (podcast)


 

Lunes, 15 de febrero de 2016

 

 

Que alguien te ofrezca una oportunidad actualmente es un imposible. Si no eres una enchufada, hija de…, prima de…, o sobrina de…, a no ser que te vendas a cualquier precio y por hacer cualquier cosa, NADIE, ABSOLUTAMENTE NADIE te brinda una oportunidad.

 

Sin embargo a mí me ha pasado y sin tener más que un blog, éste, y con una sola ilusión, poder mostrar mi talento.

 

Luís me ha brindado en su página web (http://luisbermejo.com/) la oportunidad de mostrarme tal y como soy, sin cortapisas, ni guiones, libre, absolutamente libre de cadenas, de convencionalismo y de lo más importante, libre de censuras previa de palabras o temas.

 

¿Será la última colaboración que hagamos? ¡No lo sé! Eso está ahora en sus manos y en las vuestras pues sólo con vuestra colaboración, vuestras opiniones y sobretodo, con vuestras dudas, seremos capaces de seguir con este proyecto que a mí, sin lugar a dudas, me ha resultado una experiencia infinitamente increíble.

 

Si es cierto que hubo un tiempo en el que un intento de colaboración en una radio local se truncó un poco por mi situación pasada. La muerte de un familiar unida a que no me dejaron realizarme enteramente nunca en libertad, se limitó a pocos programas. Me sentí francamente decepcionada conmigo misma pero Luís, me ha hecho recobrar la ilusión de ese ayer en una época de mi vida que me siento totalmente encaminada que no es fácil de decir tan solo cuando hace unos días, me sentía más perdida que un pulpo en un garaje.

 

Así que después de cinco años, si hay alguno que al leer mis entradas, deseara escuchar mi voz por el motivo que sea, a partir de ahora, vais a poder hacerlo a través de este podcast: http://luisbermejo.com/blog/paula-y-luis/ .

 

¡Gracias Luís de nuevo! Estamos en manos de nuestros lectores y ahora, oyentes.

 

MORALEJA: Václav Havel (1936-2011), escritor, dramaturgo y político checo, dijo: “Esperanza no es lo mismo que optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”.

 

lunes, 15 de febrero de 2016

UN ACTO DE VERDADERO AMOR




Domingo, 14 de febrero de 2016

 

¡Día de San Valentín!

 

Pero… ¿Quién era San Valentín? Se dice que era un médico romano que se hizo sacerdote y al que el emperador Claudio "El Gótico" ordenó decapitar en el año 270.


En aquel tiempo, en el año 270 antes de Cristo, el emperador Claudio II prohibió casarse a los jóvenes, porque a su juicio los solteros sin hijos eran mejores soldados. Según cuenta la leyenda, el sacerdote Valentín consideró injusto el decreto y desafió al emperador. Lo hizo casando en secreto a parejas jóvenes.

 

Tras los años todo se ha dilatado y ahora se considera una festividad más que comercial con postales, con bombones, con miles de corazones artificiales en todo los escaparates de panaderías, papelerías, tiendas de ropa, perfumerías,…

 

Pero… ¿Sabemos que es el amor? ¿Sabríamos diferenciar que es un acto de verdadero amor?

 

A mí la definición del amor que más me gusta es la de la canción de Azúcar Moreno que dice así:

 

Tarda tiempo por llegar

Viene oculto en su disfraz
Y te puede sorprender
Cuando menos tú lo crees
Es enigma a descifrar
Argumento accidental
Que se cuela en el sabor
De tu boca y tu razón.


Y sin saber
Te atraviesa de revés
Y te pone a alucinar
Es un sorbo de coñac
Con veneno de emoción
Que te sube al corazón
Que golpea donde es
Y disfruta al poseer.


El amor, que se para en una esquina
Nos asalta y nos derriba
Cuando atrapa nos domina
Y en el alma se amotina
Nos eleva tan violento
Que tocamos firmamento
Y vivimos en un sueño.


El amor, el que no se falsifica
El que siempre está optimista
De que venga cada día.


El amor, dulce esencia de la vida
Esa llama infinita
Que nos lleva hasta la cima.


Déjate llevar cuando llegue a ti
Déjalo quedar cuando venga a ti
Déjate llevar cuando llegue a ti
Déjalo quedar cuando venga a ti.


Cuando viene por ahí
Es difícil eludir
El se mete entre tu piel
Con esa ansiedad de sed
El te inspira lo mejor
Te encierra en su callejón
Donde no hay más que abordar
En su viaje para amar.


Y sin saber
Te atraviesa de revés
Y te pone a alucinar
En un sorbo de coñac
Con veneno de emoción
Que te sube al corazón
Que golpea donde es
Y disfruta al poseer.


El amor, que se para en una esquina
Nos asalta y nos derriba
Cuando atrapa nos domina
Y en el alma se amotina
Nos eleva tan violento
Que tocamos firmamento
Y vivimos en un sueño.


El amor, el que no se falsifica
El que siempre está optimista
De que venga cada día.


El amor, que se para en una esquina
Nos asalta y nos derriba
Cuando atrapa nos domina
Y en el alma se amotina
Nos eleva tan violento
Que tocamos firmamento
Y vivimos en un sueño.


El amor, el que no se falsifica
El que siempre está optimista
De que venga cada día.

 

 

Déjate llevar cuando llegue a ti
Déjalo quedar cuando venga a ti
Déjate llevar cuando llegue a ti
Déjalo quedar cuando venga a ti.

 


El amor, que se para en una esquina
Nos asalta y nos derriba
Cuando atrapa nos domina
Y en el alma se amotina
Nos eleva tan violento
Que tocamos firmamento
Y vivimos en un sueño…

 

 


 

 

Sin embargo… ¿Qué es un acto de verdadero amor? El verdadero amor es desinteresado e incondicional, no conoce fronteras, y no es crítico; el amor incondicional sólo se da, y no se pide nada a cambio. El amor es ingenuo, cariñoso, tierno y muy estimulante. Así que un acto de verdadero amor, nunca debe ser condicionado, ni juzgado, ni pervertido. Debe ser impetuoso, desmedido, impulsivo, nacido desde el latido más profundo del corazón.

 

No es fácil encontrar actos de amor verdadero pero hasta en el acto más simple de perdón y cariño mutuo, de caricia simple, de charla entre dos amigos, de un abrazo entregado con toda la pureza del corazón, puede hallarse un resquicio de él entre tantos corazones de cartón pintado y flechas de cartulina.

 

MORALEJA: George Sand, escritora francesa (1804-1876), dijo: “Te amo para amarte y no para ser amado, puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz”.

 

¡¡¡FELIZ DÍA PARA TODOS!!!

domingo, 14 de febrero de 2016

DE VUELTA A LOS ORÍGENES




13 de febrero de 2016

 

Hola a todos,

 

¡He vuelto! Estuve durante mucho tiempo perdida y es que tener que tirar la toalla con el viejo blog fue un duro golpe para mí. ¡No quería! Pero tuve que hacerlo pues para una aprendiz de escritora como yo que trata de ganarse la vida en este medio, que poco regala más allá de vuestro aprecio, conseguir algo de ingresos era necesario por no decir más que vital.

 

Sin embargo para volver me hacia falta una mano amiga, un mentor, un maestro, un guía. Y lo encontré. Bueno mejor dicho,… ¡ÉL ME ENCONTRÓ A MÍ!

 

Con el cambio de blog él se puso en contacto conmigo vía e-mail algo que no había hecho nadie, absolutamente nadie, hasta la fecha. Pero yo estaba tan y tan asqueada con esa decisión casi tomada contra mi propia voluntad que tardé cinco meses largos en abrir ese correo.

 

Cuando por fin lo abrí, un hombre desde muchos kilómetros de distancia me decía que por qué había tomado esa decisión drástica de cerrar mi blog ya que era asiduo a él (de lectura diaria cosa que me halagó muy gratamente pues una lanza sus palabras a este inmenso océano lleno de talento a raudales cual mensajes en botellas vacías que normalmente se pierde en las orillas de más de una playa perdida sin que nadie consiga leerlos nunca).

 

Respondí a su correo inmensamente agradecida por sus palabras. Lo que yo no sabía es que él también poseía una página (http://luisbermejo.com/) llena no sólo de gran talento sino también de su propia voz a través de podcast de inmensa calidad que traspasaron, por el poder de su fuerza y la intensidad de su voz, los kilómetros que nos separaban de una forma cercana y amiga.

 

Pero no sólo es escritor, locutor, blogger y un ser humano excepcional, sino que también tenía un gran talento en cuestiones informáticas ya que Luís es Consultor SEO (https://applenosol.com/).

 

Gratuitamente, cosa que pocas personas harían por no decir NINGUNA, me asesoró y me instruyó como poder hacer que mi mundo volviera a ser uno (el de mis blogs que era el que principalmente, tenía mi mente dividida y me había costado un bloqueo mental importante).

 

Sin embargo eso no acabó ahí. Él mismo ha hecho posible que esto sea un hecho y por eso hoy vuelvo, gracias a él y a su ayuda desinteresada, a ser la blogger de CON UNA SONRISA…  (http://sonrrise.blogspot.com.es/).

 

Más lejos de los que podáis pensar que tras esa ayuda su labor humanitaria para conmigo ya está cumplida, Luís ha hecho mucho más por mí que nadie a nivel profesional. Me ha dado un nombre (hasta ahora no tenía), una oportunidad para darme a conocer a través de sus podcast (http://luisbermejo.com/blog/ojala-pudiera-probar/) y a tener la fuerza de mostrarme, incluso con mi propia voz (http://luisbermejo.com/blog/un-mediodia-cualquiera156-un-mediodia-cualquiera/).

 

Desde aquí dar las gracias a Luís por todo su apoyo, colaboración y el cariño que ha puesto en todo lo que hemos hecho juntos hasta la fecha. Tenemos un futuro profesional en el que vamos a dar que hablar pero espero que de forma instructiva, creativa y con arte, que es lo que verdaderamente nos gusta a ambos (entre otras cosas).

 

Así que estoy de nuevo. ¡He vuelto! Y me llamo… PAULA J.

 

MORALEJA: Luís, lejos hoy de dedicar esta moraleja a una frase concreta que alguien ilustre dijo, te la dedico a ti, un ser humano completo, amable, cariñoso, directo, que no tira la toalla pese a los contratiempos y que es capaz de entregarse por entero no sólo a un buen proyecto sino a una persona que simplemente, vagaba perdida y sin nadie que la guiara. ¡Gracias por tenderme la mano (no me la sueltes nunca)! Gracias por ayudarme a ser yo misma cada día un poco más.

 

¡¡¡GRACIAS LUÍS

BERMEJO JÍMENEZ!!!


 

 

 

 

 

 

miércoles, 10 de febrero de 2016

SUEÑOS (relato)



 

Mi dulce Gregor,

 

¡Aún no me creo que por fin hayas quedado para vernos! Cada vez que quedábamos tras aquel día que nos conocimos, todo se complicó de una manera o de otra. Tantas llamadas, tantos mensajes, tantas ganas siempre contenidas. Creí que al final nunca nos veríamos jamás. Pero te presentaste de sorpresa en mi ciudad, como una estrella fugaz a la que sólo se puede contemplar durante un instante. ¡Que placer más inmenso!

 

Poder verte, estar frente a ti, tomando un café fue una visión más que mágica.

 

Aquella noche soñé contigo, conmigo, con los dos. Toda la felicidad del mundo cabe en un instante y el vivido a tu lado, esa esencia que creaste para ti y para mi, duró todo el día y toda la noche.

 

El sueño fue intenso, como la cercanía de tu cuerpo con aquellos dos abrazos que no deseaban que acabaran jamás. Ese día, el del sueño, quedábamos en tu ciudad. Yo bajé con el tren y tú me esperabas en la estación. Al verte fui yo la que de dio el abrazo sin pensarlo. No quería separarme de tu lado.

 

Nos costó separarnos y ya salimos de la estación cuando no quedaban nadie en ella. Caminamos durante un buen rato. Deseaba cogerte la mano. Deseaba sentir tus dedos entre los míos. Pero como una tonta no hice nada. Caminamos y hablamos durante un buen rato. Nos reímos cómplices como siempre. Era como si el tiempo no hubiera pasado y la cercanía hubiera existido siempre entre ambos.

 

Llegamos a un lugar apartado. Parecía como un hotel oculto del que sólo se veía el nombre.

 

-         Me debes un masaje. ¿Entramos? – me dijiste con esa preciosa sonrisa socarrona que tienes.

-         Si, claro. Pero no traje el aceite de masaje. – respondí.

-         Tranquila, seguro que aquí tienen.

 

Me cogiste por la cintura y me arrimaste a tu cuerpo. Me encantó.

 

-         No tengas miedo. No voy a hacerte nada.

 

Sonreí y te respondí:

 

-         ¡Qué lástima!

 

Sonreíste tú también y estuvimos a punto de besarnos cuando alguien corrió unas cortinas tras la puerta y nos interrumpió.

 

Nos llevaron a una habitación preciosa. Una cama deliciosa y una luz tenue invitaban a la intimidad. Pediste algo al hombre que nos condujo hasta allí. Él se marchó y por fin, corriste hacia mi boca y nos besamos por primera vez. ¡Que delicia! Mis labios ardían con los tuyos. Tu lengua y mi lengua jugaban de forma impetuosamente delirante.

 

Unos golpes en la puerta nos sacó sobre nuestro desenfrenado, entregado y más que deseado y esperado beso. Era de nuevo el hombre con el aceite. Cerraste la puerta y me sonreíste de forma maliciosamente tierna:

 

-         ¿Me desnudo?

-         No pretenderás que te lo dé con la ropa puesta… ¿No?

-         ¡Qué graciosa! – respondiste mientras mentalmente me llamabas cabrona a tu manera. – Me refiero si me desnudo entero.

 

Tragué con dificultad. Deseaba tanto tenerte así que no supe que decir. No se porque mi cabeza se ladeo diciendo no y te fuiste al baño a desnudarte. ¡Que gilipuertas fui!

 

Al rato saliste completamente desnudo con la toallita de bidet tapando tu sexo para no incomodarme. Me resultó extremadamente morboso y excitante. Te sentaste en la cama y me dijiste mirándome fijamente.

 

-         ¿Tú no te vas a quitar nada?

 

Te sonreí y me iba a dirigir al baño para ponerme un poco más cómoda para darte el masaje y me dijiste:

 

-         No, no. Aquí, delante de mí.

 

Aquella propuesta tuya para mirarme mientras me desnudaba me resultó apasionante.

 

-         Ok, lo haré. Deseo que me mires fijamente sin perderte detalle alguno. Eso sí, pongo una condición: no puedes empalmarte.

-         ¿Cómo? – dijiste con tu sonrisa traviesa dibujada en tu boca.

-         Bueno, que yo no puedo ver tu erección ni mientras me desnudo ni mientras te doy el masaje. ¿Trato hecho?

-         ¡Trato hecho!

 

Me quité los zapatos, las medias. Me despojé de mi camisa para quedarme ante ti con un top de tirantes negro con sujetador a juego. Me di la vuelta para dejar mi parte trasera bien visible mientras bajaba mis pantalones de vestir también negros, dejando mi culote azabache sugerente y sensual a tu vista, provocándote por si solo.

 

-         Me lo estás poniendo muy difícil. ¡Eres mala! – me respondiste con los ojos inflamados de deseo.

 

Me di la vuelta para dirigirme hacía a ti. No vi ni un centímetro erecto de tu sexo asomar tras aquella minúscula toalla que te cubría.

 

-         ¿No te quitas nada más?

-         ¿Para darte el masaje? No, así estoy bien Gregor.

-         ¿Seguro? Por mi no lo hagas. No voy a tocarte. Sólo me tocarás tú a mí.

-         ¿Crees que no voy a conseguir que te me tires encima inflamado de deseo? – te dije un poco de forma chulesca.

-         ¡Soy un caballero! No lo haré.

-         ¿Seguro?

-         ¿Quieres que lo hagamos más interesante?

-         ¿Cómo de interesante? – dije temiendo y deseando escuchar tu propuesta.

-         El primero que no pueda contenerse, pierde.

-         ¿Y que gana el otro?

-         ¡Sorpresa!

-         Interesante. ¡Trato hecho!

 

Me fui para ti para ponerme a un lado. Te pusiste de espaldas sin quitar aquella pequeña toalla de tus partes. Verte desnudo por completo por detrás me alteró mucho. Tuve que centrarme mucho en el aceite, en su olor, en su tacto. Pero de nuevo perdí la razón cuando empecé a untártelo por la espalda. Notaba el calor de tu piel, la firmeza de tu cuerpo, la fragancia de tu piel mezclándose con el del aceite. ¡Me encantaba! Mi cuerpo empezó a quemarse por dentro. Sólo me podía decir… “¡No puedo perder! ¡No puedo perder! ¡No puedo perder!”.

 

Tú ni te estremecías ni nada. Estabas ahí, tan sereno como siempre. Te odié un poco por no conmoverte lo más mínimo con el roce de mis dedos sobre tu piel. Yo no podía aguantar más y tu tan fresco, tan entero. ¡Te odie! Poco y durante un instante pero te odie.

 

Una idea maliciosa se apoderó de mi mente.

 

-         Gregor, me voy a poner de otra manera para darte el masaje mejor.

-         Como desees.

 

Me escarranché sobre tu trasero como si montara a caballo. Aquello sí que no te dejó indiferente. Mientras deslizaba mis manos por toda tu espalda, todo tu ser, al sentir el calor de mi sexo en tu culo, empezó a tensarse. Me excitó mucho verte tan receptivo. Mi mente y mi cuerpo perdía el control de manera más desenfrenada aún. ¡Te deseaba! ¡Te deseaba mucho! Ya no podía contenerme más. Llevaba demasiado tiempo conteniendo mi deseo por ti, incluso antes de conocernos. Con cada mensaje, con cada llamada, con cada e-mail, habían hecho crecer en mí unas ansias tremendas por poder estar contigo a solas, por entregarme sin reservas, sin miramientos, hasta quebrantar mi firmeza por entero.

 

Salté de un golpe de encima de ti y me fui al baño.

 

-         ¿Todo bien? – dijiste un poco preocupado.

-         Si, Gregor, todo bien.

 

Aunque no era cierto. Había perdido el control. Necesitaba poner un poco de agua helada en mi nuca para no perder la apuesta. Necesitaba mitigar con el hielo líquido del grifo esa lava hirviendo que me prendía en cuerpo por entero de la cabeza a los pies. Mientras me humedecía cara, nuca, manos, rostro tratando de recobrar la compostura, abriste de golpe la puerta del baño, con aquella insulsa toalla mini tapando aún tu sexo.

 

-         ¡Perdiste!

-         Tú tienes la culpa. ¿Cuál es mi penitencia?

-         Tranquila, ahora sólo vengo que cobrarme mi victoria.

 

Te viniste ante mí. Me cogiste por las nalgas con ambas manos, dejando caer por fin la toallita, subiéndome sobre el mármol del lavamanos de forma impetuosa. Tu sexo estaba duro, muy duro, descomunalmente erecto. Me bajaste impúdicamente el top y el sujetador de golpe, arrojando a mis pechos al aire. Tu boca se posó impulsivamente sobre ellos para devorarlos a conciencia. ¡Cuánto había deseado aquel momento! Sentía tu boca succionar, absorber, poseer mis senos como nadie lo había hecho jamás en la vida. No podía contener mis gemidos que avivaban más y más tus ganas de mí. Tu mano se deslizó por dentro de mis braguitas. Estaba encharcado mi sexo. Aquello te encantó. Levantaste tu boca para besarme mientras tus dedos se adentraban en mí. Me sacudí por entera alcanzado mi primer orgasmo junto a ti. Al sentir como mi sexo pleno de espasmos delirante presionaban tus dedos, arrancaste mis bragas para meter tu sexo en mis adentros. ¡Diooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooos! Que placer. Sentir tu verga dentro de mí, tus envestidas suaves, me arrancaron mi segundo, mi tercer orgasmo casi de inmediato. ¡¡¡TE DESEABA!!! Quería más y más y tú seguías duro para mí, entregado, deseoso, lascivo como jamás había visto a un hombre.

 

Subiste el ritmo de tus envestidas. Aquel movimiento acertado me volvía loca de placer, de deseo.

-         No pares Gregor, no.

Mi forma de suplicarte más y más, te encantó. Seguiste cada vez más y más fuerte. Me derramé otra y otra y otra vez mientras no parabas de envestirme. Estabas muy excitado, cada vez más. Tu sexo estaba tan y tan duro. Tu sudor me hacía hervir más por ti. Tus gemidos hacían que los míos se incrementaran. Estábamos poseídos por la parte más salvaje de nuestro ser. Suspirábamos ansiosamente. Nos movíamos descontroladamente como dos fieras enceladas. Un grito exaltado conjunto inundó aquel baño mientras tu leche bañaba mis adentros y yo volvía a alcanzar un último orgasmo. Nos fundimos en un abrazo enorme, extasiados ambos.

 

Fue entonces cuando me desperté Gregor, con mi sexo ardiendo y sin ti. Sólo deseo que alguna vez podamos llegar a estar de esa manera. Sería un placer para mí más que querido.

 

Besos, mil besos y gracias por venir.

 

Tuya,

 

 

PAULA J.

DESPERTÉ DE UN SUEÑO AMARGO (poema)


DESPERTÉ DE UN SUEÑO AMARGO
 
Aquella sábana se había
apoderado de mí.
Me asfixiaba el cuerpo,
se arropaba sobre mi ser
como una culebra mortal
buscando mi traspaso
a la otra vida tras
su última caricia.
 
¡Deseaba escapar!
Luché, me revolví
de derecha izquierda,
del derecho del revés.
Me faltaba el aire.
Notaba mi latido disminuir.
 
“¡Este es el fin!”
Me dije mientras
perdí la razón,
mientras la vida me
abandonaba por fin.
 
Ya no había aire,
ni mundo, ni existencia.
Ya no quedaba ni rencor,
 ni dolor, ni envidia.
Ya no existía ni el amor,
ni la rabia, ni la ira.
¡No quedaba nada!
¿Es esto la otra vida?
 
Un golpe certero en el pecho,
una descarga maestra
en el medio, justo en el centro,
y todo volvió a cobrar sentido.
 
Extraño es el vivir.
Pero no sufra por ello,…
tras el largo camino,
la nada es peor
que la vida misma.
 
¡Despierta! No hay nada
tras un sueño amargo.