lunes, 11 de noviembre de 2013

“ADORABLES VECINOS”


 

Todos hemos disfrutado en mayor o menor manera, con alguna serie como Aquí no hay quien viva o La que se avecina. Estas dos series en concreto hablaban, en clave de humor, de los problemas que comportaba vivir en una comunidad de tarados (desde el respeto por los actores y los papeles que han desempeñado).

 

Cuando pasamos a una comunidad de verdad, los tarados son de carne y hueso y por desgracia para nada son actores. Empezando por la zona mas baja de la vivienda, el parking comunitario, hasta la azotea que es la zona mas arriba de un piso, todo puede a llegar a ser un infierno con personas que tenderían que actuar como tales pero no es así.

 

Un par de ejemplos en primera persona:

 

·        En el ascensor de mi comunidad, por ejemplo, hay un letrero bien grande de PROHIBIDO FUMAR y ni mi vecino de por frente, ni su suegro que vive en el quinto se dan por enterados. Actúan como su les perteneciera la finca entera por tener dos pisos padre e hija.

 

·        No me digan como ni porque, mi vecina de enfrente deja siempre que viene su hijo las deportivas en el descansillo que compartimos ambas. Pero no sólo eso, si llueve los paraguas, si es medio día la basura y da asco, más que asco ver como tienes a veces que invitar a personas a tu piso y tener que ser la visión de calcetines y zapatos sucios, o paraguas mojados, o basura (ya se lo que están pensado, que vivo en una comunidad donde hay personas que son de otras etnias, o que son pisos de protección oficial, o que viven inmigrantes que parecen que son los que tiene la fama. ¡Pues no señores no! Aquí viven gente de aquí, de toda la vida. Eso si, que supongo que el apellido GUARRO o SUCIO lo tienen que tener hasta incrustado en las venas).

 

·        Hace pocos días hicieron obras. Bueno, pues cuando vuelvo a mi casa no puedo entrar por mi puerta pues habían colocado azulejos allí delante, como si mi puerta no existiera (es tan verídico como desesperante). Durante ese periodo, y sabiendo los problemas de suciedad, ruido que ocasiona una reforma tanto del baño como de la cocina, la señora de la casa, con todo su santo “coño” (con perdón), dejaba la puerta abierta de par en par. Tenía dolor de oído un día y le pedí que cerrara la puerta por mi salud. Se enfrentó a mi diciendo que lo mismo se oía con la puerta abierta que cerrada y que jamás se esperaba ese comportamiento de mí (¿Se lo pueden imaginar? Llamo al timbre y no me escucha. La puerta estaba abierta y la llamo por su nombre. Tenía dolor de oído, otitis fue el diagnóstico médico, y por decirle que cierre la puerta me dice que soy una mala vecina. ¿Perdón? ¿Yo soy la mala vecina? ¡Estoy con dolor de oído! ¿Sabéis lo que es ese dolor? Te molesta hasta el sonido de tu propia respiración y es una molestia francamente insoportable. Pues en vez de entenderme encima me recriminaba que le hubiera pedido, por mi salud, que cerrara la puerta de su vivienda que NO TENÍA PORQUE ESTAR ABIERTA ensuciando tanto toda la escalera comunitaria, como a mi dentro de mi casa que estaba frente por frente de la suya).

 

·        Sabéis que la gente normalmente mete en el coche el parking para evitar posibles rozaduras y demás de la calle. Pues en nuestro parking el problema viene con los propios coches de los lados y de atrás. Nuestros coches sólo tiene rozaduras por la puerta del acompañante que es la que el otro coche, el que aparca al lado, no tiene miramientos y abre golpeando una, dos y hasta tres veces al día sin importar quien es el dueño del vehículo de al lado. Cuando lo comentamos a la compañía de nuestro seguro nos dijeron que les facilitáramos las matrículas que ellos se encargaban de tramitar los partes pertinentes. ¿Creéis que tenemos que ir por la vida teniendo que ir de “chivatos” o de “denunciantes” porque las personas no sepan comportarse como está mandado? ¿Por qué parece que vivamos entres salvajes si hemos evolucionado? ¿Deberían volver a las cuevas muchos de nuestros vecinos por el bien de la convivencia vecinal?

 

·        En las fiestas de la ciudad, muchos compran petardos. Pues volvemos un día caluroso de verano y abrimos, obviamente, las ventanas para que corriera un poco el aire. Bien, pues ese mismo día, al novio de la vecina del cuarto, le dio por encender petardos y tirarlos por el balcón de su casa. Se me prendió un poco la cortina de mi habitación. Le llamé la atención y le dije que pararan. Tardaron sólo media hora en volver a tirarme mas petardos pese a estar avisados. Llamamos a la policía y entonces, dejaron de tirarlos y su novio se fue a escape de la casa. ¿Hay que poner en conocimiento del orden público un caso que se podía haber solucionado con un poco de sentido común? ¿Es qué tenemos que acostumbrarnos a llevar grabadoras y cámaras encima para demostrar las malas actuaciones constantes de los vecinos por si algún día no podemos más y tenemos que denunciarlos? ¿Por qué la palabra de unos tiene mas peso que la de otros? ¿Qué poderes ocultos tienen los que parecen ser los “reyes sin reino” de las comunidades?

 

Y así podría seguir hasta el juicio final. Los líos de faldas, si los hay entre unos y otros, a mi me la trae al fresco. Lo que encuentro grave por no decir lamentable, es que no sepamos vivir en comunidad, que protestemos tanto cuando somos los primeros que deberíamos callarnos por nuestros actos. A fin de cuentas todos somos humanos aunque por desgracia, eso, en más de un vecino, tendría que ser bien mirado y remirado por los científicos que buscan en la evolución un eslabón perdido. Estoy segura, que ese eslabón, viven en mi comunidad.

 
MORALEJA: Fernando Sánchez Dragó dijo: “El hombre es un animal no social, sino cordial, y la familia es la forma menos imperfecta de la cordialidad humana.”

domingo, 10 de noviembre de 2013

TRECE AÑOS DESPUÉS (escrito)



Domingo, 10 de noviembre de 2013

 

Querido amigo,

 

Tus noticias me han dejado helada. No se como llega la sangre ahora a mis dedos para escribir pues mi cuerpo está francamente congelado con la noticia.

 

Supongo que en los tiempos que corren hasta deberíamos estar acostumbrados a recibir esta clase de noticias. Pero yo creo que ha sido una injusticia más que injusta (ya ves, hasta redundo en lo que escribo pues mi mente se ha quedado bloqueada con tu carta).

 

¡No es justo! Y no lo digo por decir (ya sabes que yo no soy de esas que dicen lo que no siente o que te ponen buena cara por delante y te clavan el puñal por la espalda. Yo lo digo todo de frente, duela a que duela, y siempre con la verdad por bandera aunque aquellos que viven en mundos de mentiras no me sepan entender). Eras una pieza clave en ese trabajo. ¿Se han vuelto locos? ¿De qué van? ¿De reyes de lo absurdo? ¿De bufones de lo ridículos?

 

Jamás entendí su manera de escoger a las personas a dedo, sin importar todo lo que llevaban laboralmente a cuestas de responsabilidad adquirida o delegada por falta de criterios lógicos a la hora de determinar quien era el que mandaba. Ahora me ha quedado más que claro, con tu despido, que no tienen ni puta idea de que hace cada cual y porque. ¡Ya se lo encontraran! Cuando de aquí unos días se vean desbordados de un trabajo que desconocía, de una firma, la tuya, que no pueden falsificar aunque les pese y de una certeza de que metieron la pata hasta al fondo y encima chapotearon sobre la mierda que tenían debajo llegándoles esta hasta la cintura ya, se acordarán de ti, de tu nombre y de su mala forma de seleccionar a los mejores para derivarlos a una cola del paro, que aunque digan lo que digan, es cada vez más larga y dura de superar.

 

Se que después de tanto tiempo trabajando se te hará duro volver a poner todo en orden y empezar de nuevo con la búsqueda de trabajo. ¡Tranquilo! No está siendo fácil para nadie en este momento encajar en un sistema laboral que da francamente mucho asco. Sólo te digo que tengas paciencia, que no te desesperes, que todo llegará tarde o temprano. Nosotros tenemos tablas ellos sólo viven de sobornos (tanto unos como otros que todos entran ahora en el mismo saco). Para ellos el futuro es sólo acabar en una empresa de tercera en comparación a las que hay en el resto del mundo o, si mucho tocan las narices, acabar prejubilados por ser ex de algo y ganar un sueldazo sin tener que jugar ni a los ciegos (nace con una estrella en el culo que le petara no te preocupes).

 

Ahora lo importante es que no pierdas el norte, que no te comas mucho la cabeza ni le des demasiadas vueltas a las cosas. ¡Todo pasa por algún motivo! Quizás ahora no lo entiendas, te frustres, te sientas atado de pies y manos cuando siempre has ido libre y vital por el mundo. ¡TÚ vales mucho! Y no porque yo te lo diga o porque te lo diga cualquiera sino porque,… ¡¡¡ERES ÚNICO!!!

 

Me gustaría acabar esta carta con una frase de alguien más inteligente que yo, Honoré de Balzac, que siempre me hace que pensar:

 

“No existe gran talento sin gran voluntad.”

 

Muchos ánimos y no dejes jamás que cosas así no te dejen ver que cada día sale el sol.

 

Tu amiga que te manda un abrazo sincero,

 

SPICA

HÉROES DE PAJA


 

* El pasado turbio del policía héroe (Enlace web: http://www.elmundo.es/madrid/2013/11/08/527c28bb63fd3de9048b4581.html).

 

La palabra héroe es francamente bella. Una se imagina a alguien a quien sin saber ni tu nombre, ni lo que eres, ni de donde vas, ni de donde vienes, te rescata para salvar tu vida.

 

La palabra paja, en referencia al trigo, es la parte seca, más endeble, la que sirve para poco después de sacar la simiente. En resumen, la parte que se desecha de lo que vale realmente.

 

Si unimos HÉROE, una palabra tremendamente con fuerza no sólo visual, y la unimos a otra como DE PAJA francamente la dimensión de una heroicidad protagonizada por esta persona, francamente deja de tener valor, empieza a ser esa parte seca que hay que trillar y desechar lo antes posible pues no tiene ningún valor.

 

No existen palabras cuando una muerte llega. Es fulminante y desgarradora. Cuando junto a esa pérdida, aparecen colores pintados de esperanzas de personas que fueron salvadas por “superhombres”, pese a lo malo sucedido que fue INMENSO, hay un rayo de esperanza que nos hace no perder la fe. Eso nos hace pensar, durante un tiempo, que importamos como seres humanos, que otros como nosotros, vieron la importancia que tiene preservar una vida sin importar de quien se trataba. Pero cuando la verdad sale a la luz, cuando las máscaras se caen y se muestra el verdadero rostro tras la salvación y la investigación, el corazón se encoje de nuevo al ver que su acto fue mínimo para lo que realmente tendería que haber echo esa persona esa noche en concreto.

 

Salvar una vida es importante,… no le vayamos a quitar valor a eso. Salvar SÓLO una vida cuando se supone que se estaba trabajando (ilegalmente claro está por su cargo público que ejercía) para que nada de lo que ocurrió aquella noche de Halloween en una fiesta no es sólo un error, no es sólo una negligencia, no es sólo ser un mal policía,... Lo que es, realmente, no tiene nombre sino rostros cubiertos de lágrimas de todos los que aquella noche perdieron algo que valoraban mucho más que su propia vida: la de sus hijos.

 

No hay palabras para definir el dolor. No hay palabras que justifiquen la mentira. No hay palabras para que una persona con antecedentes obtuviera un puesto oficial como funcionario público al servicio de la ley y el orden. No hay palabras que nos hagan tener ni convicción, ni esperanza, ni futuro ante personas que actúan de esta manera y siguen sin recibir los que se merecen.

 

¿Justicia? ¿Existe? Yo creo que no y así ni futuro, ni pasado, ni presente. Cuando alguien se mofa tantas veces de la ley, no sólo a este nivel sino a todos los casos sin resolver de corrupción que implican hasta los llamados Sangre Azul, y sigue sin hacerse nada, a los que apenas tenemos ni fuerza para seguir, la rabia, la ira, el resentimiento y sobretodo, la desconfianza, empieza a llenarnos el corazón, el cuerpo y lo que es peor,… el alma. Si la ley no es defendida por los que poseen esa fuerza, quizás las palabras JUSTICIA PROPIA empiece a cobrar un sentido que yo por lo menos, no quiero llegar a tener que probar ni ver.

 

MORALEJA:  Sófocles, poeta trágico griego (495AC-406AC), dijo: Sólo el tiempo puede revelarnos al hombre justo; al perverso se le puede conocer en un solo día”.

viernes, 8 de noviembre de 2013

LA IMPORTANCIA DE UN SEGUNDO

 

Un segundo es la unidad de tiempo en el Sistema Internacional de Unidades, el Sistema Cegesimal de Unidades y el Sistema Técnico de Unidades (enlace web: http://es.wikipedia.org/wiki/Segundo).

 

Un segundo parece la unidad menos importante comparada con un minuto, comparada con una hora, comparada con un día, comparada con un mes, comparada con un año. Mas un segundo lo puede cambiar todo. En un segundo puedes perder la virginidad,… no hace falta más. En un segundo puedes ganar el premio gordo,… no hace falta mucho más. En un segundo puedes estar vivo y al siguiente, aunque no te guste, podrías estar completamente muerto. Un segundo es MUY IMPORTANTE aunque muchas personas no lo consideren así. En un segundo eres el vencedor y al siguiente,… el fracasado. En un segundo se gana una victoria o se pierde. En un segundo puedes salvar la vida de alguien con un simple gesto. Todo, por muy pequeño que sea, cabe en un diminuto segundo.

 

Siendo tan importante un segundo,… ¿Por qué teniendo tanto tiempo para decidir algo hace falta a esperar al tiempo de descuento? ¿Qué se demuestra al llegar al final de la cuenta atrás? ¿Soberbia? ¿Cobardía? ¿Demencia?

 

Ya no se trata de aquí o de allí. Ya no se trata de un país o de una elección. Ya no se trata de una treta política o una táctica de despistes. Cuando se juega a esperar al último segundo, uno corre el riesgo de no poder girar a tiempo si se va de frente y sin frenos.

 

Sabiendo todo esto, sabiendo que se corre un gran riesgo no sólo contra las personas sino contra la salud pública, hay políticos que les encanta este juego tan temerario del último segundo (tener algo y no saldar cuentas simplemente por quedar por encima,… ¿De qué? ¿De quien? Lo que importa es la gente, la población, pues ellos están en su cargo porque nosotros elegimos, porque nosotros votamos, porque hasta la fecha democracia significa el poder para el pueblo).

 

No se pude actuar como un kamikaze cuando hablamos de medicamentos, cuando hablamos de que un segundo puede variar el estar o no estar a tiempo. Dejemos los juegos, las triquiñuelas, los embustes, las travesuras para los niños pues ellos son a los únicos que se le puede justificar esta forma de juego por ser pequeños, jóvenes e inexpertos. Los mayores no debemos jugar a ser niños, ni hacer niñerías y sobretodo, no debemos de esperar al último segundo para demostrar nada de nada pues cuando se actúa sin conocimiento, se acaba perjudicando no sólo a una parte de la sociedad sino a todo el pueblo da igual de donde venga o donde vaya. Si hay para demostrar que somos adultos hagamos lo correcto sin dar más vueltas a las cosas. ¡Las personas somos personas! Y por desgracia, dependemos de esos cuatro millones y pico de euros de medicamentos que aún no han sido pagados a las farmacias de Cataluña.

 

MORALEJA: Groucho Marx dijo: "Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar: es realmente un idiota". Una gran frase para que aquel no ve poseyendo la facultad de la vista empiece a mirarse en el espejo y a ver lo que para todos los demás es más que obvio.

jueves, 7 de noviembre de 2013

LEY DEL HIELO (poema)


 
LEY DEL HIELO


Nadie se ha tomado

jamás la molestia.

Definirse de modo vulgar

y corriente era mucho más fácil.

Llegado el momento todo era

un cúmulo de cosas aprendidas

por mi parte,

un sinfín increíblemente

vacío de nada elevado al infinito.

Sabía de color pintarte la luna

o si preferías que te pintara el sol.

Aprendí todo lo que te rodeaba,

no por obligación,

no por dictamen divino,…

la amistad es eso.

Más cuando llegaba mi fecha,

mi día, ni siquiera

un felicidades me merecía.

¡Que triste!

¡Que colosal desconsuelo!

Daba igual que nombre

llevaras atado a tu cuerpo

(Juan, Fran, Julio, Andrés, Jorge).

Nunca había una cosa,

por pequeña que fuera,

una nota al margen

de cualquier calendario,

que te recordara

mi fecha de existencia.

Siempre esperando

una sorpresa que jamás existía.

Deseando abrir la puerta,

cualquiera de ellas, y fascinarme.

¡No llegaba nunca!

¡Nadie me conocía!

Nadie sabía ni mi color,

ni la marca de mi perfume,

ni el aroma de mi gel,

ni el champú elegido por mí.

Nadie recordaba

que prefería una luna

a cualquier sol ardiente.

Que la playa no era

un problema siempre

que no fuera enorme,

poblada, absurdamente de moda.

Que la montaña es el mejor lugar

donde escaparse cuando el día es amargo.

Que el silencio era considerable

aceptable si se conocía mi rostro confuso.

Que un simple gesto como recordar

mi nombre era más que suficiente.

 

Una ley de hielo inmerecida

para una persona entregada.

¡El dolor se quedaba corto!

Confusa, olvidada, desaparecida

sin existir jamás en tu mundo.

Una planta mustia olvidada

para siempre en un rincón cualquiera.

La respuesta adecuada

que utilizabas a tu antojo.

 

¡Ser nada! A eso me habías

condenado desde el primer día.

BATALLA GANADA (escrito)


 

JUEZ: Les informo que esto no es un juicio. Es sólo un careo y lo que yo sentencie tras escucharle a ambos no se podrá apelar bajo ningún concepto. ¿Les ha quedado claro a ambos?

 

ELLA  Y ÉL (Ambos a la vez): ¡Si señoría!

 

JUEZ: Como se suele decir,… las damas primero.

 

ELLA: Si señoría. Hace cosa de un mes me encontré al dueño del coche que aparca tras el coche de mi marido en el parking y le informé de los golpes repetidos que se habían ido causando en la parte trasera de este llegando a estar corroyéndose ya el metal del coche. Primero, y pese a estar su hijo mayor presente, actuó de forma indecorosa casi gritando de que no podía ser. Tras observar con la luz de su móvil los daños ocasionados y viendo que si podía ser así, a lo del parte amistoso que yo le propuse dijo que si. Pasaron dos semanas y, al no verle en el parking y encontrarme a su hijo, le recordé que le dijera a su padre que estaba esperando el parte que me había dicho que haría. El chico, su hijo, muy cortés me dijo que se lo recordaría. Dos semanas mas tarde de haber visto a su hijo, vuelvo a encontrármelo en el parking y le digo que aún su padre no me ha pasado el parte. Me dice, casi avergonzado, que eso es cosa de sus padres. Le pido el teléfono de él, me lo facilita sin ningún problema pero cuando le llamo al señor ya me recibe tras la línea telefónica con una actitud de gritos y desafió (cosa que no me agradó lo mas mínimo). Siendo ambos vecinos, le rogué encontrarnos en el parking y así lo hicimos. Tras varios movimientos de coche y después de intentar demostrar sin resultado que los golpes no eran causados por su parte, le enseñamos su retrovisor que justo tenía la pintura de nuestro coche incrustada y eso que decía que no podía ser. Después de decirle que no pasaba nada, que nosotros sabíamos que como se habían hecho esos golpes y que si no quería hacer el parte amistoso, hablaríamos con nuestra compañía para una denuncia dijo que si haría el parte pero no lo hizo. Y por eso estamos aquí.

 

JUEZ: ¿Cuál es su versión de los hechos?

 

ÉL: Ese coche no lo cojo yo sino mi mujer. No ha podido comparecer porque ha sido operada.

 

JUEZ: ¿Entonces ha delegado su responsabilidad de comparecencia y esclarecimiento en usted sea cual sea el resultado de la misma pese a que usted no estuviera durante los hechos acaecidos?

 

 

Él: Si señoría.

 

JUEZ: Perfecto. Siga por favor.

 

ÉL: He estado mirando su coche y el mío en todas las posiciones de las que podría ser capaz de ser aparcado y en ninguna de ellas coincide con los golpes que se refiere a espejo retrovisor del lado derecho de mi coche. Tenemos mucho cuidado cuando hay poco espacio y siempre salimos o entramos antes de poder rozar, no sólo su coche, sino cualquier vehículo. Lo que yo no quiero es que me tomen por tonto y por eso no quiero hacer el parte.

 

JUEZ: ¿Entonces porque le dijo que lo haría después de ver la primera vez que si podrían ser posibles esos golpes?

 

ÉL: Pues porque era tarde y yo lo único que deseaba es llegar a mi casa y no que me estuvieran increpando en el parking.

 

JUEZ: Entonces, sino entiendo mal, la primera vez dijo que si por decir algo. ¿Es verdad?

 

ÉL: Si señoría.

 

JUEZ: Pero luego, la segunda vez con mas datos y que fue idea suya la de verse en el parking para demostrar que los daños no se podían haber efectuando JAMÁS DE LOS JAMASES con su coche,… ¿Por qué accedió de nuevo?

 

ÉL: ¿Perdón?

 

JUEZ: Acaba de decir que si no hizo el parte era porque no querían que le tomaran por tonto pero entiendo que fuera la segunda vez que había comprobado ya con tiempo, de que los daños si que podían haber sido culpa de una mala apertura de la puerta en un espacio escaso para entrar en el vehículo en cuestión.

 

ÉL: No, lo que yo he dicho es que la primera vez dije que no porque no querían que me tomaran por tonto.

 

JUEZ: ¿Y entonces porque dijo que Sí haría el parte la segunda? ¿Para demostrar que lo era? Digo lo de tonto, claro está.

 

ÉL: No, es que yo,… Es mi mujer la que conduce.

 

JUEZ: Si, una mujer, su esposa, que no da la cara cuando se sabe que cualquier operación de una extremidad, en su caso la pierna, no es inconveniente para esclarecer unos hechos si se dispone de silla de ruedas y ambulancia que obviamente el juzgado a puesto a su servicio y las cuales ha rechazado.

 

ÉL: ¿Está convaleciente señoría?

 

JUEZ: Está en proceso de recuperación que ya nos hemos informado con el médico y en cuatro días le quitan el vendaje y podrá volver a andar sin ningún problema. Pese a eso, pese a poner los medios para que ella fuera la esclarecedora de los mismo, no se ha personado delegando en usted esa potestad. Eso lo ha dicho usted hace escasamente unos minutos. Si lo desea, puedo hacer que la taquígrafa le lea lo que ha dicho.

 

ÉL: No, no hace falta.

 

JUEZ: Pues prosiga.

 

ÉL: Si hago el parte del seguro, aunque sea amistoso, perderé la bonificación del mismo y veré incrementado su cuantía por realizar un parte.

 

JUEZ: ¿Eso es todo lo que le ha quedado por decir?

 

ÉL: Si señoría.

 

JUEZ: Viendo los daños de las fotografías facilitadas por la demandante tengo que decir que me parece vergonzoso que alguien proponga un parte amistoso y que esta persona no de la cara durante treinta largos días. Siendo vecinos, como bien han dicho ambos, aunque sólo fuera de parking, en ningún momento cabe la justificación de que no quería que le tomaran el pelo o le tomaran por tonto cuando ha demostrado que ha actuado con gran grado de desafiamiento no solo contra la demandante sino contra mi mismo. Ahora bien, ciñéndome a las pruebas, puedo asegurar que los daños ocasionados por el vehículo podrían tener alguna duda cuando se hizo un primer acercamiento y se dijo que si para escurrir el bulto. Cuando ha habido una llamada de aviso mediante su hijo dos semanas mas tarde y un segundo encuentro un mes mas tarde y se quedó en realizar el correspondiente parte, se está actuando con malicia y con falta de decoro al ver que la pruebas del golpe son coherente y corresponden a un daño causado por su esposa ya fuera al aparcar, abrir la puerta pero que claramente, era su vehículo el que había dado golpes repetidamente y no al contrario. Además, cuando su último alegato ha sido el de no querer realizar el parte para que no le suba el seguro del coche, queda demostrado que sabiendo su culpabilidad, habiendo buscado escurrir el bulto, como vulgarmente se suele decir, era porque sabía a ciencia cierta, que su mujer había causado los daños.

 

Fallo a favor de la demandante a la que se le arreglará el coche en un plazo no superior a siete días hábiles desde la fecha de hoy. Y como pequeño consejo de digo al demandado, que si en la vida uno no quiere que se le tome por tonto, que al menos busque mejores argumentos que el dinero de seguro como base de justificación ante un daño a terceros voluntaria o involuntariamente ocasionado. Además, “amigo”, si puede permitirse el seguro de esa compañía con la que tiene asegurado el vehículo en cuestión, creo que el dinero, por su parte, no es problema sino el hecho de que una mujer le llamara al orden y usted, aun no sée muy bien pues estamos en pleno siglo XXI y tanto mujeres y hombres tenemos los mismo derechos, le pusiera en su sitio. Sea un poco mas humilde de ahora en adelante y escuche bien antes de atacar. No actúe como un animal. ¡Sea un ser humano racional!

 

Se levanta la sesión.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

APRENDIZAJE ADQUIRIDO (relato)


 

La vida nos pone en tesituras un tanto especiales y peculiares. No sabes como ni porque, acabas adquiriendo un aprendizaje que nada tiene que ver con lo que te planteabas hacer en la vida. Hasta que un día, ese aprendizaje te ayuda a salvar una vida y a satisfacer todos los deseo de alguien al que no conoces de nada a la misma vez.

 

Por cosas de la vida empecé a trabajar en un CET (Centro Especial de Trabajo). Allí nos dieron varias clases sobre primeros auxilios, para tratar a las personas especiales que trabajaban con nosotros y sobretodo, a empatizar con el que se encuentra, por su enfermedad o por su entrono, en una situación de stress. Algunos días no fueron fáciles. La vida te enseña una cara que se esconde tras aquello que los profesionales llaman normalidad y piensas que a cualquiera, sano o no, le podía pasar lo mismo. Jamás olvidé aquellos tres años que pasé en el centro y la cantidad de personas con rasgos muy peculiares a las que había que tratar de una forma determinada sin que ellos o ellas no vieran como un ataque personal.

 

Varios años después, entré a trabajar con un hombre mayor que estaba empotrado en una cama. Yo no tenía experiencia en cuidar a gente adulta pero por las referencias que habían dado mis padres sobre mi responsabilidad, a su hijo le resultó suficiente para contratarme como la cuidadora de su padre. Aprendí a lavarle, a tomarle la presión, a curarle las llagas, a cambiarle el pañal,… no me molestaba nada. Era un trabajo más y en esa casa habían confiando en mí. Me extraño que solos vivieran el hombre y su padre (quizás no fuera tan extraño y sólo era un tanto raro para mi).

 

Me amoldé muy rápido a las dos personas que habitaban por turnos en aquella casa. El hombre que estaba despierto de nueve de la mañana a nueve de la noche y a su hijo que se iba de nueve y volvía a las nueve para hacerme el relevo. Yo no preguntaba nada. Le daba el parte de su padre y me iba. El tampoco me preguntaba nada. Escuchaba, me preguntaba si me falta algo para cocinar, para la higiene de su padre, para darle la medicación y yo le daba una lista con lo que faltaba y poco más. Cada día la misma rutina de lunes a viernes. Los sábados y los domingos, sólo me pedía que estuviera de nueve de la mañana a una de la tarde y luego podía irme.

 

Ya llevaba cerca de un año en la casa cuando el señor mayor, empezó a temblar. Le puse el termómetro y estaba a cuarenta de fiebre. No me lo pensé dos veces, llamé a la ambulancia y me fui con él a urgencias. Su hijo nunca me había dejado un teléfono de contacto para localizarme pero si tenía el mío por si había algún cambio los horarios, en las comidas o en el tratamiento a seguir. Me llevé conmigo todo lo que tenía de Jaime, que así se llamaba el señor que cuidaba, y toda la medicación que tomaba junto a un pequeño calendario que yo misma escribía por voluntad propia sobre como su estado día tras día, que comía, como tenía el azúcar, la tensión, la heridas. Llegamos a urgencias a las diez y media de la mañana. Había sufrido una reacción alérgica a un medicamento. Le dije al médico que no podía ser que no se le había cambiado la medicación. El médico me respondió que entonces sería algún excipiente de algún medicamento genérico el que le habría producido la reacción alérgica (eso si podía ser, si en la farmacia no tenían de un genérico de un laboratorio siempre nos daban de otro y nos decían que era igual. Pues resultaba que no). Me agradeció la pronta actuación y me quedé esperando hasta que se recuperara. El médico me dijo que por su estado de salud, que preferían tenerle en observación en un par de días. Le dije que cuando su hijo se pusiera en contacto conmigo, yo se lo haría saber y que mientras tanto, me gustaría estar con el señor. Me dijo que no había ningún problema. Cuando tuvo habitación me llamó y fui con él. Su hijo no llamó hasta las nueve y cinco minutos de la noche.

 

-         ¿Dónde está mi padre? ¿DÓNDE? – me gritaba de forma grosera desde el otro lado del teléfono.

-         Estamos en el hospital. Planta 8, puerta 818.

-         ¡NO TE MUEVAS DE AHÍ! – me chilló.

 

Al los veinte minutos llegó muy alterado y gritando que qué le había pasado a su padre. Intenté explicarle pero no me escuchaba. Después de muchos gritos, vinieron los de seguridad. Intentaron calmarle y él no paraba de repetir que no estaba nervioso entre gritos y mas gritos. ¡Que no le tocaran! ¡Que le dejaran! ¡Que quería ver a su padre! Vino el médico y yo,… decidí largarme de allí. No se que pasaría cuando me fui.

 

Salí del hospital y llovía. Me había dejado el bolso y mis cosas en su casa. Sólo tenía las llaves del piso y mi móvil. Decidí irme caminando. Eran unos veinte minutos a pie y la lluvia no era muy fuerte. Empecé a caminar sin saber muy bien que había pasado por la cabeza de aquel hijo. Según el médico había hecho bien pero,… ¿Qué se pensaba que le había hecho? ¡¡¡YO LE CUIDABA!!! No le había faltado nunca nada en casi un año. Caminaba dándole vueltas y más vueltas a la cabeza con todo lo que había ocurrido.

 

La lluvia era cada vez más fuerte. Ya estaba calada hasta los huesos cuando llegué por fin al piso. Abrí la puerta, cogí mi bolso y estaba planteándome si dejar allí las llaves y no volver más por aquella casa. ¡Me había trato muy mal! Yo no merecía aquel trato. Había salvado una vida. La puerta del piso se abrió de golpe. Era su hijo, Diego. Se quedó mirándome con la cara desencajada. Le dije que no se preocupara que ya me iba. Me dijo que no, que me esperara, que me llevaba él. Le dije que no me hacía falta. Que dejaba el trabajo. Cuando le fui a devolver las llaves en la mano me cogió de la muñeca y me pidió que me sentara. Yo estaba muy enfadada y me solté y dejé las llaves sobre la mesa para irme. Corrí hasta la puerta y el me cogió por detrás con mucha fuerza. Me dijo que me tranquilizara porque yo no paraba de forcejar y decir que me soltara. ¡NO QUERÍA SABER NADA!

 

-         ¡ESCUCHAMÉ JODER! ¿QUÉ TE CUESTA? – iba a responderle mucho cuando dejé de forcejear y le dije que tenía dos minutos. Él no confió en que me quedara y cerró la puerta con llave. Me quedé de pie junto a la puerta y le escuché.

 

Su madre había muerto hacía tres años. Su pareja y él se hicieron cargo de su padre pero, cuando tuvo la embolia que le dejó empotrado en una cama, ella trato de matarle para dejar de cuidar de él. Se divorciaron y lo había pasado muy mal hasta que yo entré en aquella casa. Al escuchar hospital todos los malos recuerdos le vinieron a la cabeza y de forma inconsciente,… había pagado conmigo algo que no merecía. Me pidió perdón una y otra vez. Le respondí que no se preocupara pero que tenía que irme. Me dijo que no me fuera, que me quedara hasta que dejara de llover y que pondría mi ropa en la secadora para que me fuera con todo seco. Me dijo que cogiera un pijama suyo y que podía cambiarme en su habitación. ¡Jamás había entrado en su habitación! Era cálida, con una chimenea a los pies que parecía hacer mucho que no se encendía. Las paredes pintadas en color marfil. La moqueta color roble oscurecido. Muebles de haya y una gran cama de uno cincuenta cubierta con un nórdico fino de color ocre a conjunto con un par de cojines. Me estaba desnudando, quitando todo cuando él entró de golpe en la habitación. Yo sólo llevaba puesta mis braguitas y me asusté mucho. Se giró de golpe y me pidió perdón. Me dijo que sólo había entrado a buscar la ropa. Se la di mientras él seguía de espaldas y yo aún asustada. Me puse la parte de arriba de un pijama de los suyos y me quedé allí esperando de pie ante la chimenea apagada. Vino al cabo de un rato con unos leños y una caja grande de cerillos. La encendió mientras yo le decía que no hacía falta que lo hiciera. Él no se había cambiado de ropa aún porque no estaba tan empapado como yo. Le dije que se cambiara y le alargué el pantalón. ¡Le hizo gracia! Se cambió en el cuarto de baño de su habitación y salió. Nos sentamos en la moqueta delante de la chimenea sin decir nada. Al cabo de un rato se levantó y yo alcancé a romper el silencio diciendo:

 

-         ¿No irás a buscar un par de copas y una botella de vino?

-         No,… yo soy mas original – respondió sonriendo.

 

Tardó como diez minutos largos en volver y trajo un par de tazas con alguna infusión caliente dentro. ¡No me lo esperaba! Eso si que era toda una sorpresa. Sonreí y me acercó una taza que empecé a beber a sorbitos.

 

Al cabo del rato seguía un tanto helada. El se dio cuenta.

 

-         ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? – me dijo un tanto preocupado.

-         Es que no me he quitado toda la ropa y sigo mojada.

-         ¿Qué está mojado?

-         Me da vergüenza decírtelo.

-         ¿Las braguitas? Anda ya, no seas tonta. Ya sé que no es por mi que se te han mojado - dijo entre risas - Dámelas y las meto en la secadora.

 

Me las quité con el de espaldas y se las dí. Cuando volvió una pregunta me vino a la mente:

 

-         ¿Por qué has dicho que sabías que no estaban mojadas por ti?

-         Por nada en especial. Supongo que para que te relajaras – sonreí agradecida.

-         Si se me permite opinar sobre un jefe por primera vez y sin que sirva de precedente, puedo asegurar de que no estás nada mal.

 

Empezó a partirse de risa como si hubiera contado un chiste la mar de divertido. Cuando vio que yo no me reía, se puso serio y me dijo:

 

-         ¿No me dirás que te va ese tipo de fantasías de hacértelo con tu jefe?

-         No, yo tengo otras mucho más ardientes – le dije mirándole fijamente, con una mirada profunda y sin que me temblara ni la voz. – Lo que digo es que si la tuviera, tu serías un candidato ideal para hacerla realidad.

-         ¿Y qué me harías? Si fuera tu jefe.

-         No se, quizás ponerme ante tu silla y tu mesa con una falda muy corta negra y una camisa con blanca con gran escote y con ropa interior negra. Suspiraría profundamente intentando llamar tu atención si mi cuerpo y mi disposición a estar dispuesta no te hubieran motivado lo suficiente. Y si eso no funcionara, me daría la vuelta y mostraría mi tremendo y delicioso trasero con la falda para llamar tu atención.

 

Su pantalón del pijama se abultó enseguida. Me cogió por la nuca un poco bruscamente y me besó fuerte y ardientemente. Yo no me negué al beso y se lo devolví introduciendo mi lengua en su boca buscando la suya. Me tumbó sobre la moqueta y empezó a desabrocharme su propio pijama. Mis pezones, entre el frió y la excitación, estaban completamente erectos, pidiendo ser mordisqueados, lamidos, pellizcados. Parecía que me estuviera leyendo la mente pues eso fue lo que hizo mezclando fuerza con suavidad. Ahora si que estaba muy húmeda y todo por sus lascivas caricias. Bajó la mano hasta mi sexo y empezó a acariciarme el clítoris mientras me chupaba los pechos. ¡Me encantó! No podía dejar de gemir de placer. Eso le excitaba aún más. Podía ver como su pantalón crecía y crecía más y más. Consiguió que llegara a mi primer orgasmo y se quitó el pantalón. Su miembro era descomunal y eso me excitaba mucho. Se puso encima de mí y me penetró muy poco a poco. Esa forma de metérmela me volvió loca. La repitió varias veces con un movimiento pélvico suave, firme, pero lento y preciso. Sabía controlar y eso me fascinaba. Le oía gemir y me excitaba del verle disfrutar mientras yo disfrutaba. Poco a poco fue acelerando el ritmo sin prisa. Seguía sintiendo su firma sexo dentro de mis humedades más lascivas. Deseaba que no parara cuando un orgasmo recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies. Cuando aún no me había repuesto el no paró y otro orgasmo más intenso me atravesó otra y luego otra y luego otra vez. El no llegaba aún y su aguante me ponía más cachonda. Seguía poseyéndome. ¡Deseaba que no hubiera fin! Me estaba convirtiendo en una adicta al sexo, al suyo en concreto. Cuando él por fin llegó al orgasmo y sentí su leche inundando mi sexo creía que iba a perder el conocimiento de placer extremamente intenso. Se tumbó a mi lado y me besó la boca. Aún no sabía si era un sueño o una locura pero puedo asegurar que jamás había disfrutado del sexo, ni siquiera en mis sueños más oscuros y lujuriosos, como aquel día junto a él sobre la moqueta de su habitación.