jueves, 7 de noviembre de 2013

LEY DEL HIELO (poema)


 
LEY DEL HIELO


Nadie se ha tomado

jamás la molestia.

Definirse de modo vulgar

y corriente era mucho más fácil.

Llegado el momento todo era

un cúmulo de cosas aprendidas

por mi parte,

un sinfín increíblemente

vacío de nada elevado al infinito.

Sabía de color pintarte la luna

o si preferías que te pintara el sol.

Aprendí todo lo que te rodeaba,

no por obligación,

no por dictamen divino,…

la amistad es eso.

Más cuando llegaba mi fecha,

mi día, ni siquiera

un felicidades me merecía.

¡Que triste!

¡Que colosal desconsuelo!

Daba igual que nombre

llevaras atado a tu cuerpo

(Juan, Fran, Julio, Andrés, Jorge).

Nunca había una cosa,

por pequeña que fuera,

una nota al margen

de cualquier calendario,

que te recordara

mi fecha de existencia.

Siempre esperando

una sorpresa que jamás existía.

Deseando abrir la puerta,

cualquiera de ellas, y fascinarme.

¡No llegaba nunca!

¡Nadie me conocía!

Nadie sabía ni mi color,

ni la marca de mi perfume,

ni el aroma de mi gel,

ni el champú elegido por mí.

Nadie recordaba

que prefería una luna

a cualquier sol ardiente.

Que la playa no era

un problema siempre

que no fuera enorme,

poblada, absurdamente de moda.

Que la montaña es el mejor lugar

donde escaparse cuando el día es amargo.

Que el silencio era considerable

aceptable si se conocía mi rostro confuso.

Que un simple gesto como recordar

mi nombre era más que suficiente.

 

Una ley de hielo inmerecida

para una persona entregada.

¡El dolor se quedaba corto!

Confusa, olvidada, desaparecida

sin existir jamás en tu mundo.

Una planta mustia olvidada

para siempre en un rincón cualquiera.

La respuesta adecuada

que utilizabas a tu antojo.

 

¡Ser nada! A eso me habías

condenado desde el primer día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario