martes, 14 de mayo de 2013

UNA DISCOTECA MUY ESPECIAL (relato)



 

Cada jueves cogíamos un grupo de amigos y nos íbamos a cenar, tomar unas copas y desconectar un poco. Algo inocente, que no hacía daño a nadie y que nos hacía tomarnos la semana con un poquito más de alegría.

 

Aquel primer jueves de junio alguien había hablado de una discoteca diferente, en la que se fusionaban varios estilos, con una zona chill out muy exótica, llena de asientos en forma de herradura, de cortinas trasparentes blancas que daban a esa zona en concreto, un ambiente muy original y mágico. Allí nos fuimos después de cenar para tomar la última copa.

 

Estábamos sentados en uno de los asientos. Todos hablaban del trabajo, de los niños, del último cotilleo y yo sólo quería alejarme de allí y vivir algo diferente. En ese mismo instante, a través de una de las telas, pude ver la pista de baile donde una rubia y una morena, bailaban de forma muy delicada, deslizándose una contra la otra no de forma lasciva pero si muy sensual. Me levanté del sofá blanco y entre las telas que colgaban, me fui acercando hacia la pista sin ser visto. Las dos danzaban de forma hipnótica y yo podía dejar de mirlas. Noté como mi sexo aumentaba con aquella situación.

 

Estaba relajado, excitado y con ganas de acercarme y formar parte de algunas de aquellos movimientos que parecían caricias lanzadas al aire. Cuando iba a tomar la decisión de acercarme fui descubierto por las dos. ¡No sabía que hacer! Me quedé paralizado esperando una reacción por su parte. Se quedaron paradas unos minutos y luego volvieron a bailar pero las caricias ya no iban al aire, sino que sus manos se deslizaban por los cuerpos de una y de otra. Sus ojos con cada movimiento, con cada roce de un cuerpo de mujer con otro, estaban fijos en mi, incitándome a acercarme a ellas y participar de lo que fuera que les estaba pasando tanto a una como otra por la mente.

 

Me acerqué hacia a ellas y enseguida me rodearon con sus cuerpos para empezar. Sentirme en medio de aquel bocata femenino de pasión, de lujuria, de deseo me hizo despertar al instante el lado más salvaje. ¡¡¡Ellas ya lo tenían a flor de piel!!! Me arrastraron poco a poco a su juego.

 

En la sala, había una zona que estaba más oscura, entre las sábanas que colgaban del techo de forma sensual. Ellas me cogieron y me llevaron hacia allí. Me dejaba llevar por aquella morena con la piel tostada y aquella rubia de marfil que llevaban unas minifaldas negras y unos ajustados tops con mangas de color blanco completamente trasparentes. La morena me besó apasionadamente en la boca. Me separó de ella y me dio un pequeño empujón que me hizo quedar sentado en el sofá apartado. Se subió sobre mí como si montara a caballo. Mientras la rubia me besaba en la boca y metía sus manos por dentro de mi camisa para acariciar mi estimulado pecho.

 

Las manos de la amazona de ébano desabrocharon mi pantalón dejando mi  pene erecto al descubierto. Con un movimiento de caderas magistral se introdujo mi sexo en el suyo con un grito de placer que me puso tan nervioso como excitado. Mientras la diosa de marfil me besaba mientras deslizaba una de sus manos por mi pecho y la otra la deslizaba entre sus piernas por dentro de su falda para darse placer mutuo. No me creía que allí, en aquel sitio público, dos perfectas desconocidas estuvieran haciendo realidad mi mayor fantasía realidad: estar con dos mujeres a la vez. Sentía cuatro manos, dos gemidos intensos, dos bocas devorándome cada centímetro de mi cuerpo,… Yo sólo disfrutaba, me dejaba llevar y para ellas sólo era un juguete sexual con el que se deleitaban a placer.

 

La morena se movía como una jinete profesional que sabía cuando debía apretar las piernas para contener al semental y cuando tenía que dejarlas ir para poder dejar que corriera en libertad por la llanura de su cuerpo. Su sexo era magistral y me apresaba el sexo como si en su bajo vientre tuviera una tercera mano que me promocionaba unas caricias húmedas soberbias. Sus uñas arañaron mi torso y un grito apasionantemente deseoso se coló por entre las telas.

 

Cuando la morena dejó mi sexo en libertad y la rubia lo apoderó con su sugerente boca. Los labios de la morena apresaron mi boca y sus manos se deslizaron dentro del sexo de su amiga. Gemíamos los tres a placer sin importarnos quien podía mirarnos, quien podía vernos,… ¡Todo aquello tenía un inmenso morbo! ¡TODO AQUELLO ME EXCITABA CADA VEZ MÁS! La lengua de una en mi boca, jugando con la mía. La otra lengua dedicando caricias placenteras a mi sexo firme. Su boca acompasada empezó a devorarlo entero, moviéndose acompasadamente, lamiéndolo una y otra, y otra, y otra vez hasta que estallé de deseo y mi esencia inundó toda su boca.

 

Fue increíble y raro a la vez. Me quedé medio traspuesto en el sofá y cuando me desperté,… me habían dejado sólo pero recatadamente todo estaba en su sitio, como si no hubiera pasado nada. Mis amigos se acercaron a mí y me preguntaron porque me había apartado. No dije nada. Me levanté y me fui con ellos para la puerta donde estaban mis amigas del trío mirándome cómplicemente. ¡¡¡NO HABÍA SIDO NINGÚN SUEÑO!!!

lunes, 13 de mayo de 2013

SER PERO NO ESTAR (escrito)



 

Cuesta mucho sentirse al cien por cien propio de un ser. Cuando el ser es de un mismo ya no se trata sólo de ser sino de estar o de estarse, sentirse bien el propio cuerpo. ¿Qué estoy desvariando? Puede ser, no digo yo no sea así. Hace mucho que desvarío. Lo empecé a hacer cuando tenía pocos años y en mis cartas a mis abuelos, desnuda mi poca y simple alma con todo el cariño de mí ser.

 

Poco a poco, mis desvaríos fueron a peor. La locura, quizás más ligada a mí de lo que hubiera imaginado, era una locura sana, llena de grandes momentos de lucidez acompañando las risas de aquellos que se trastornaban un poco al sentirme tan cerca y verme tan cuerda como para reírse conmigo y no de mí.

 

Era bueno sentirse aceptada, ser una más del grupo pero como todo,… a mi no me van las rutinas. Puedo conformarme, (si, si, he dicho conformarme) pues suele ser lo mas correcto según la situación vivida. Pero no me gusta ser parte de la masa, un burrito con los ojos tapados al que sólo le muestran un poco de lo que tiene delante y le dan de vez en cuando una estúpida zanahoria naranja para que siga el caminito ya no por devoción sino por hambruna pura y dura.

 

No me gusta ser parte de la masa, hacer lo que es correcto, lo que se me determina por edad, por sexo, por religión. ¿Soy por eso menos ser? ¿O es porque no se estar que me surgen tantas preguntas sin sentido?

 

No soy mala persona. Nunca creí en la maldad ni incluso cuando pude sentirla en mis propias carnes. Incluso entonces dudaba de que existiera en estado tan puro que a veces, el ser, deja de serlo para que toda la animalidad que existe en pos y dentro del ser humano, deje lo humano para ser completamente, una especie de animal con instintos primarios, con instintos básicos, con algo tan cruel como las ganas de martirizar y ver llorar por encima de todo, a aquel a que se le inflige el daño. Ni entonces, y de eso no hace tanto, creí en la maldad.

 

Pero cuando dejas de pensar en la maldad como opción a la bondad es cuando cobra vida en cuerpo de ser y no vive para otra cosa que para estar monitorizando todos tus movimientos. Te conviertes en un pelele que se mueve a un son concreto y sin saberlo, cuanto más niegas a ese pobre burrito, más burrito te conviertes poco a poco.

 

En fin, quizás sea locura, quizás un exceso de antibióticos o una combinación de fármacos y fiebre la que se ha apoderado hoy de mi cuerpo, de mis manos, de mis palabras para llenar un papel en blanco en algo más. Quizás no sea nada o quizás lo sea todo. La verdad es que poco importa ya. El folio ve su fin y yo no encuentro algo exótico con que finalizar esta diatriba absurda del ser pero no estar. Quizás sea ese el mejor final para una absurdidad, que el fin no aparezca, no como conclusión, no como frase célebre. Solo no aparecer sin mas y entonces me pregunto,… ¿Cómo sabrá el lector que a llegado al final? ¡Y eso que más da!

domingo, 12 de mayo de 2013

SOPORTADO, SOPORTANDO,… SOPORTARSE (escrito)



 

Soportado en la vida noches en vela por los hijos, por falta de dinero, por no poder llegar a final de mes. Arreglarse con unos zapatos más de dos inviernos y de tres. Acabar derrotada en una cama donde no llega el calor de ningún verano perpetuo. Caminar por la inercia. Ir de un sitio a otro como una rutina más que aprendida. Nunca ser uno. Ninguna vez escucharse. No pensarse. No sentirse. No existir. Llegar a ser una más del rebaño sin aspiraciones, sin deseos, sin pasiones, sin ganas de estar ni en tu propia piel. Hasta que aparece el otoño en tu vida y no quieres que llegue de nuevo el frío si saber si eres o sólo vives por que es lo oportuno para tu estado de eterna mártir.

 

 

Soportando días y días sin amor, sin cariño. Llegar a casa y no tener ganas de llegar. Ser la alternativa pragmática más adecuada en aquel momento. Ver pasar a todos con un recuerdo bonito en la memoria y disfrutando de ese presente con una mano cogida, con un beso al cruzar la calle o al llegar al semáforo en rojo de cualquier carretera y encontrar que en tu mente no hay nada de aquello para recordar. Se rompió el amor, el afecto, la dulzura,… o simplemente no existió nunca.

 

Soportarse al tomar una iniciativa sin marcha atrás. Dar un portazo por fin a una vida que no era vida, a un mundo que no era tu mundo sino aquel donde habías encajado perfectamente hasta difuminarte con el aire, con la tierra, con el mar, con los árboles, con los pájaros,… con el paisaje. Desear por fin ser deseada, encontrar el placer de sentirse plácidamente placentera, vislumbrar ante ti no la recta final de un camino cualquiera sino de tu propio camino. Ser parte de una decisión, ser consecuente hasta los últimos rescoldos que la mente pueda llegar a imaginar. No mirar atrás. No vivir asustada por la soledad. Mirarse al espejo y verse. Descubrirte un nuevo mirar, una nueva sonrisa, una nueva forma de encontrarte después de tanto y tanto tiempo siendo sólo una sombra. Llegar a una cama vacía y sentir una punzada en el pecho. Caer rendida y no poder dormirte. Tocar una y otra vez un lado de lecho que siempre estuvo frío para ti y que ahora más que nunca, sientes más helado y ausente que nunca. Empezar a recordar de verdad y no guiada por el desanimo. Acordarse de que si hubo besos perdidos en tu boca de la suya, y cariño y esa dulzura que creíste fingida durante mucho tiempo (el principio se suele olvidar cuando el presente en mucho más amargo y duro). Desear volver tras tus pasos y desandar el último tramo mal encarado. ¡No hay vuelta atrás! Quizás lo malo no era tan malo. Quizás fue un capricho mal encajado. Quizás ya sea demasiado tarde otra vez para retomar de nuevo lo recordado.

 

Soportarse y volver a sentirse nada sin nada, enormemente vacía en una sala inmensamente llena. Gritar, llorar,… no tener ni siquiera un apoyo aunque fuera uno absurdo y sin sentido.

 

Soportarse a solas y ser la única que ni te entiende.

 

Soportarse por no haber sido capaz de aclarar nada sino de romper con todo.

 

Soportarse,… y tener que ser fiel a las consecuencias jamás deseadas.

 

Soportarse,… condena de aquellos que no supieron alzar la voz a tiempo.

¡DESEAS VOLAR! (poema)


 
¡DESEAS VOLAR!

 

Me hablas de lucha,

me hablas de palabras,

me hablas de amor,

me hablas de poemas.

Tu boca se mueve,

crece y se fortalece.

Las palabras te dan alas.

¡Deseas volar!

 

Llegas cerca del sol sin quemarte.

¡No puedo seguir tus pasos!

Mi vuelo es torpe,… sólo

soy un pequeño gorrión.

Empiezo moviendo un ala,

luego la otra y me vuelvo a caer.

Tu vuelo diestro te llevó lejos de mí ya.

 

 

No te veo.

No te extraño.

No te siento.

 No te lloro.

Intento de nuevo el vuelo.

¡Quiero alejarme de ti!

¡Quiero ahuyentarme de tu recuerdo!

¡Quiero borrarte de mi cielo!

Deseo volar sola… en libertad.

 

viernes, 10 de mayo de 2013

CASTILLOS DE ARENA (poema)


 
CASTILLOS DE ARENA

 

Se destrozaron todos los castillos

que construí con mis manos al borde

de aquella playa inmensa que

rodeaba nuestro pequeño mundo.

 

Una ola solitaria, enorme,

 acabó con ellos al instante como

 el que araña la carne haciendo

 herida poniendo punto y final a

 la magia de un día cualquiera.

 

¿Rutina? Jamás lo fue.

 Tampoco fue costumbre pese

 a que se arraigara

a nuestros corazones

 con cariño,

con algo de amor,

con mucha ternura.

 

No fue tampoco

 la institucionalización

de un día, ni el verbo

 perdido sin

 nombre ni apellidos,

ni el decoro,

ni el pudor,

ni la coherencia.

 

¡Las cosas se acaban!

No hace falta el punto y final

 sólo una gota de sangre,

un no jamás aprendido,

un hasta siempre oculto en el silencio.

Se perdió mi mundo en el infinito mar.

 Se perdieron mis ganas,

 mis deseos ocultos, mis fuerzas

para evitar un final anunciado.

 


Se perdieron las formas,

los te quiero marchitos, los castillos

 llenos de recuerdos ficticios.

 

¡No hay mundo para princesas con muros de arena!

 

Si existen las tapias sólidas

 para las princesas caducas,

 aunque tengan fecha limitada,

tiempo imperfecto,

lugar oscuro o lugar perdido.

 

Ellas siempre estarán primero,

siempre por encima cavando

debajo de nosotros nuestra propia fosa,

 en nuestra propia playa.

 

Ya no quedan castillos de arena,…

sólo soledad y lágrimas sin gotas.

ES ELLA LA MUJER QUE COMPARTO CONTIGO (poema)


 
ES ELLA LA MUJER QUE COMPARTO CONTIGO

 

Es ella la mujer que comparto contigo,

la que crees ver en mis versos como

una prolongación inmensamente

distinta, tremendamente distante.

Por sus versos me deslizo contigo de la mano,

 aferrado a mi cintura como un niño miedoso.

Nos eleva su poesía hasta lo mas alto

que no puede ni nombrarse en una sola palabra.

Nos enredamos, nos desenredamos y al

 final siempre somos tres en el juego sin reglas.

 

No es capricho de muchacho sino

 muchacho caprichoso y pese a que en el fondo

 es ella la que nos guía somos nosotros

 los que nos sonrojamos, los que deslizamos las palabras,

 los que jugamos con los versos hasta llegar a un punto

 dónde olvidamos dónde empezaron tus

palabras y dónde acabaron las mías.

 

Es ella la mujer que comparto contigo

sin celos, sin envidia, sin nada insano.

Es su presencia ausente la que me acerca a ti y

 me aleja a medida que ella nos posee

o nos hace estallar de placer.

No hay un tú, un ella, un yo,…

siempre ha sido nosotros.

 

Siempre cercana, presente, como alguien

que no llevas sólo en el corazón, en el alma.

Traspasó las fronteras del cuerpo por el cuerpo,

 de las ganas por las ganas, del deseo por el deseo.

 Es farol que guía nuestras palabras,

nuestras manos, nuestras bocas

hasta dejarlas sedientas de más,

de llegar hasta el infinito,

de romper los muros,

de escalar las torres,

de que no haya fronteras para nada.

 


Es ella la que comparto contigo en el verso,…

 y sólo ahí puedo hacerte mío siempre junto a ella.

miércoles, 8 de mayo de 2013

LLUEVE (poema)


LLUEVE

 

Llueve.

Mi cuerpo empieza a arder

con cada fría pizca.

Un cascada sin fin de caricias heladas,

encienden mi alma,

aprieta hacia adentro mi ser,

deseando liberarme de la piel,

de la carne,

del músculo

para ser todo lujuria.

 

Llueve.

Huele a gota,

a rubor incoherente,

a profunda lascivia.

 

Llueve.

Dos cuerpos no son suficientes.

Uno,… para la pasión

desbocada es insuficiente.

 

Llueve.

Sucumbe la boca,

fallece la mano,

muere el latido.

 

Llueve.

Estalla el gemido,

se funden la sensualidad,

se eriza el capricho.

 

Llueve.

Atraviesa la gota,

la cueva cerradamente

abierta de par en par,

se adentra muy dentro hasta

oír el grito silenciado

de la ardorosa templanza.

 

¡Llueve!

Mi deseo no es saciado jamás.

 

¡Llueve!

Mi alma arde muriendo

poco a poco en tu piel.

 

¡Llueve!

Mi cuerpo yace agraviado

en un lecho sudorosamente vacío.