Duele leer noticias como esta. Nuestras propias sombras son
mucho más duras, pues la realidad así lo es.
La noticia viene de Suecia. Un joven trato de emular una de
las escenas de la película que está arrasando en las taquillas sobre la novela
Cincuenta Sombras de Grey. Ató a su pareja de veintiocho años, con medias de
nylon y preservativos. La golpeo como en la película. No fueron conscientes de
la gravedad que suponía imitar los juegos sexuales que se llevan a cabo hasta
que, después de golpear hasta ciento veintitrés veces a la joven, su pareja
comprobó que no respiraba.
Avisó a los servicios médicos, intentó reanimarla pero ya
era tarde. Ella había fallecido. Los daños cerebrales eran irreversibles y sus
vías respiratorias estaban obstruidas.
Los juegos sexuales no son la primera vez que se cobran una
vida. Por mucho es conocida la muerte del desaparecido actor estadounidense
David Carradine que murió en el hotel Park Nai Lert, de Tailandia, el 3 de
junio de 2009. Su muerte fue considerada por muchos una práctica sexual que se
había descontrolado por llegar al límite.
No es la única muerte de famosos que fue una consecuencia
de una de una práctica sexual extrema.
Iván Heyn, subsecretario de Comercio Exterior de Argentina
y miembro del grupo kirchnerista La Cámpora tenía 34 años cuando fue encontrado
sin vida en el hotel Radisson, de Montevideo, Uruguay, el 30 de diciembre de
2011. Heyn había sido encontrado en la tarde del martes 20 de diciembre,
ahorcado y desnudo en su habitación. Lo habían visto en una cena con la
delegación argentina en la noche anterior, también en el Spa del Radisson, el
hotel más tradicional que está frente a la Torre Ejecutiva, sede del gobierno
nacional.
La policía inspeccionó la habitación, revisó las
grabaciones de las cámaras de seguridad y desde el primer momento descartaron
la participación de otra persona, pero igualmente la justicia encomendó todas
las pericias necesarias, tanto del forense que analizó el cadáver como de la
policía técnica que trabajó con todos los elementos de la habitación. Hubo
inspección en su computador personal, en el teléfono móvil y en el repaso de
sus últimos movimientos y llamadas telefónicas.
Tras las investigaciones se determinó que su muerte había
sido un accidente, sin duda una práctica erótica conocida como asfixia por
autoerotismo llevada al límite, un juego sexual que sin lugar a dudas, tiene
consecuencias nefastas.
Michael Hutchence, que falleció el 22 de noviembre de
1997. Los investigadores hallaron el cadáver del cantante de la banda
australiana de rock INXS en el hotel Ritz-Carlton de Sydney. Preliminarmente,
personal de la oficina forense de Nueva Gales del Sur determinó que el artista
se había suicidado, pero posteriores análisis y el hecho de que Hutchence
estaba desnudo llevaron incluso a familiares a sostener que el también actor
pudo haber muerto por un accidente erótico.
Sin lugar a dudas, emular una escena de una película, nos
fascina a todos. Cuando éramos más jóvenes soñábamos con alguien que nos
rescatara de nuestra torre, de nuestra madrastra (o madre), que nos liberara de
la tiranía de nuestra brujahermanastras (o
hermanas de sangre). Cuando fuimos adolescentes, soñábamos con escaparnos de
casa y emular a nuestras heroínas. También anhelábamos que nos rescataran del
último piso de nuestro bloque, con un ramo de rosa al más puro estilo de Pretty
Woman (sin tomar consecuencia de lo duro que es aguatar a un sinfín de sapos,
ranas y ratas haciendo de prostituta hasta encontrar al rico que nos salvara,
que no se llamaba Grey, sino que tenía el nombre de Richard Gere en la vida
real).
Mas siempre, por muy mala que fuera la experiencia previa,
deseábamos formar parte de la fantasía que veíamos en la gran pantalla.
Hemos crecido. Nuestras fantasías ya son cosas de adultos.
Ya no nos conformamos con soñar. Esperamos cumplir todas y cada una de ellas,
aunque eso signifique llegar al límite. ¿Consecuencia? Por desgracia para esta
chica, la muerte. Pero no la culpa no es de ella, ni siquiera de su pareja.
Algo consensuada es culpa de dos personas. Sin embargo hay una cosa que hay que
tener en cuenta siempre: no todos los hombres, ni todas las mujeres, están
preparados para guiar o ser guiados.
Para llegar hasta al final con un juego sexual no sirve
cualquiera. Tiene que ser alguien diestro, que conozca nuestras limitaciones,
nuestros miedos, nuestras fobias, nuestros puntos débiles y que, obviamente, se
conozca mucho a sí mismo. Si damos con la persona adecuada, sin lugar a dudas
llegar al límite se convierte en una “droga” que podemos seguir tomando en
dosis adecuadas. Pero como todo, si utilizamos un narcótico muy adulterado o
muy contaminado por el amor, los sentimientos, o el cariño, sin lugar a dudas
podemos llegar incluso hasta perder la vida.
El sexo es bueno, nos motiva, nos da alas, nos inflama el
ego hasta cotas insospechadas. Mas no todos estamos preparados para el buen
sexo, ni de cabeza, ni de cuerpo, ni de mente.
MORALEJA: Woody Allen dijo: “¿Es sucio el sexo?
Solo cuando se hace bien”. Y en eso… estoy completamente de acuerdo.