martes, 23 de abril de 2013

NORMAS PARA JUGAR A SER ADULTO (poema)


NORMAS PARA JUGAR A SER ADULTO

 

I

 

Corre allá, muy lejos.

Cuenta hasta mil.

Cierra tus ojos.

Empieza a caminar con

tus manos extendidas.

Investiga con el tacto al vacío.

Indaga con el apetito que empieza

a arder donde en silencio te esperan.

Examina con las ganas de palpar

un cuerpo que tiembla al sentirte.

 

Busca con la boca ese beso perdido

que no encontraste hasta hoy.

Busca con las ansias de hartar tu sed.

Busca con el cuerpo,

con la mente,

con el rubor de sus mejillas,

con la ternura de su roce

que te hace perder el norte

entre ardientes oscuridades.

Busca y será tuya.

Encuentra y saciaras

más que las ganas,

más que el deseo.

 

II

 

Mi juego va mas allá.

No pienso apartar la mirada de ti,

siempre fijos mis ojos en los tuyos.

No pienso tocarte.

Me acercaré a tu boca sin besarte.

Tendrás que soportar mi aliento cálido.

Te deleitarás que aguantar tenerme a

milímetros escasos de tu pico sin besar.

Te espanto cuando me alejo

un poco más de cinco centímetros.

Te asusto cuando me acerco de golpe.

Sólo nos separa un leve

aire que no es ni vacío.

¿Quién se estrellará primero contra los labios?

 ¿Quién perderá por ganar un simple beso?

 

III

Dos cuerpos desnudos.

La blanca pluma pinta

el cuerpo ansiando aspiración.

Se eriza la piel. Tiemblan las manos.

Apetito es el tercero en discordia,

 araña el alma,

muerde el labio palpitante,

devoraba la esencia de la naturaleza

carnal de la delectación.

Carne ardiendo hasta al punto

exacto en que Deseo tiene nombre propio.

Fundirse, ser, disfrutar.

¡Locura de la cordura!

Sensualidad a flor de piel.

Goce del goce hasta la extenuación.

Tú y yo. ¡Solos los dos!

domingo, 21 de abril de 2013

ESCRACHES VS. COBRADORES DEL FRAC



 

Alguien te sigue y te molesta. Alguien está en la puerta de tu casa y te molesta. Vas a cenar, o a comprar, o dar un paseo y te molestan. ¡Siempre son los mismos! ¿Qué pasa? 

 

Se pueden llamar escraches o pueden llamar cobradores del frac. Los dos cumplen una función importante. Uno, los escraches, cumple una función social contra una deuda que  se han adquirido con el pueblo, ya sean ministros, alcaldes, etc., y que no se ha cumplido. Los otros, los cobradores del frac, cumplen una función empresarial contra una deuda que se ha adquirido con una persona jurídica o física y  el contrayente, no se ha hecho cargo de saldar lo subscrito.

 

Para muchos, cada vez más por desgracia, son un incordio. Pero las deudas adquiridas son deudas. Aceptarlas y pagarlas es la mejor solución para acabar con la situación incomoda que significa tener la suficiente inteligencia de no escurrir el bulto, cuando algo no se cumple (pero claro, esto sólo sirve para los que tiene dignidad, conciencia o simplemente, sentido del ridículo).

 

¿Los insultos? ¿Los desprecios? ¿Los golpes? Existen, no vamos a negarlo, pero no por parte de los que reclaman lo que se les adeuda sino por los deudores que, frente a la verdad día tras día tras día, se sienten faltos de herramientas para enfrentarse con la prueba constante de una mala gestión, un tanto incómoda dicho sea de paso, pero única y más real que la propia realidad vivida.

 

La solución suele ser fácil. El orgullo, la falta de sensibilidad, la chulería, hacen que lo sencillo se convierta en una lucha “televisiva” a veces que quiere hacer competencia directa con otros realitis que sinceramente, tienen más veteranía dentro de la caja tonta. Aquellos que intentan rivalizar con los “grandes hermanos” televisivos, se olvidan en sus charlas ante las cámaras, que aquello es un concurso y lo que ellos hacen y dicen, forma parte de una vida que empieza a ser no embarazosa sino preñada de falta de conocimiento y de falta de responsabilidad latente por un gobierno, estatal, municipal, comarcal, etc., que da realmente asco.

 

MORALEJA: Joan Manuel Serrat en su canción Sinceramente tuyo decía: NUNCA ES TRISTE LA VERDAD, LO QUE NO TIENE ES REMEDIO.

sábado, 20 de abril de 2013

CON RUEDAS, SIN FRENOS Y CUESTA ABAJO



 

Una silla de ruedas. Una mujer con movilidad reducida. Una farmacéutica sin sentido de empatía, con sentido nulo de lo obvio, con un tratamiento nada correcto, con unas maneras poco sociables. Y por último yo.

 

Hace ya un tiempo que la señora Dionisia (no se llama así pero creo que, en este caso, es mejor que los nombres sean sustituidos. Basta con nombrar el pecado y no al pecador) necesita en su día a día, una silla de ruedas para desplazarse. Su movilidad es reducida y su enfermedad degenerativa afecta principalmente a sus piernas. Pese a eso, su fuerza y valentía, la ayuda en su vida y mediante la silla de ruedas, el andador (que no siempre puede coger) y la voluntaria fortaleza, puede llevar una vida casi del todo normal.

 

Hace ya medio año, la silla de ruedas no frenaba del todo bien. Fue llevada a la farmacia donde se compró donde les prestaron una silla de cortesía para poder llevar esa vida corriente que os decía antes. Aquella vez fue una de las hijas de Dionisia quien llevo la silla.

 

Hace apenas varias semanas atrás (cuatro o cinco) la silla empezó a funcionar otra vez mal a nivel de frenos (su problema anterior había sido ese). El marido de Dionisia, Ramón, apretó los tornillos pensando que el problema estaba ahí (no se arregló el asunto pero se moderó un poco).

 

El asunto se empezó a poner peliagudo cuando dejó de frenar completamente estando los frenos absolutamente frenados. Había que colocar la silla apoyada siempre contra algo fuerte (tabique, coche, pared,…) o disponer de otra persona fuerte que aguantara la silla  para que no se desplazara y no siempre era posible. La hija, volvió a hablar con la farmacéutica, Elisa, y le dijo que cuando a mi me fuera bien, podía llevar la silla.

 

Hoy, 20 de abril, he llevado, acompañada de Dionisia, la silla a la farmacia. He entrado. No había nadie. Al poco tiempo Elisa ha aparecido. Me identifiqué. Me dijo que dejara la silla. Dionisia estaba sentada encima (recordar lo de la movilidad reducida). Al decirle que si me dejaba una silla de cortesía sí que se la podía dejar, me ha mirado con cara de pocos amigos, realmente enfadada por la petición y ha llamado a su “pareja” para que bajara una silla de alquiler que tienen varias a disposición allí en la farmacia. No me podía creer lo que estaba viendo. Había entrado con una mujer sentada en una silla de ruedas, ella, Elisa, ya sabía con antelación los problemas que tiene de enfermedad la mujer y los problemas que acarrea el no disponer de un “vehículo” de trasporte para poder moverla de aquí a allí y pese a todo eso, se enfada no se cabrea por pedirle una silla para poder llevármela. Entonces,… ¿Cómo se pensaba que me iba a llevar a Dionisia? ¿A la sillita de la reina a cuesta? Una mujer que vende artículos de ortopédicos a diario, que tiene que tener un poco de sentido común por bandera, empatía porque trabaja con personas que tienen enfermedades que requieren de su ayuda (aunque solo sea para la venta), me ve entrar por la puerta con una mujer sentada en la silla de ruedas y me dice,… ¡¡¡YA PUEDES DEJARMELA!!!

 

MORALEJA: Inconcebible hasta donde llega la estupidez humana, sobretodo, cuando esa estupidez, llega acompañada de enfado, irá sin sentido, falta de sentido común, falta de respeto por el prójimo sin importar quien sea ese prójimo.

 

LA HISTORIA CONTADA (poema)


LA HISTORIA CONTADA


I

 

Cuando todo empezó,

fue hermosamente bello.

Dos extraños unidos

por un destino común,

caminando uno al lado del otro,

sin esperar mucho,

sin desear nada, divirtiéndose

siendo ellos mismos.


Avanzaba el camino.

Las confidencias a media voz,

las charlas a altas hora de la mañana,

los sábados donde el trabajo

se confundía con vivir la vida,

con disfrutar del momento.

 

Poco a poco todo

se fue confundiendo.

¿Quién era ella?

 ¿Quién era él?

 ¿Dónde les llevaban las miradas?

 ¿Dónde aquellos roces

perdidos a plena luz del día?

 

Algo empezaba a arder

en una inmensa candela

de sentimientos encontrados.

 El cariño no era amor.

El abrazo no era deseo.

La caricia no era lujuria.

La mano no llegaba al borde

ni se precipitaba nunca al vacío.

 

Empezamos a llenar

los huecos de nuestra vida.

Tu formabas parte de mí.

Yo era un extensión de tu ser.

Creábamos un único individuo

divisible la mayor parte del día.

 

La existencia empezaba

a tener sentido para nosotros.

Sólo sobraban dos entes

en una ecuación que jamás

sería perfecta sin ellos,

que no tenía sentido

sino era a su lado.

 

II

 

El verbo soñar se quedó

pequeño para nosotros.

Necesitábamos conjugar unidos,

fusionando nuestras palabras,

jugando a la poseía,

luchando por ese querer sin querer.

 

El presente de indicativo

era irreprochablemente irreal.

El futuro imperfecto

no nos importaba.

El pretérito pluscuamperfecto

de nuestro ser,… nos confundía.

 

Se nos atragantaron

errar, satisfacer, elegir

a la hora de aglutinar

los más adecuadamente

posible nuestro mundo a cuatro.

 

Quisimos aislar nuestras

ideologías estigmatizadas para poder vivir

la vida subversiva del ayer.

Mas no hay mundo donde

el verbo desear se pueda acallar

después de prender la flama

que la hace estallar más allá del

abismo incoherente de la pasión.

 

III

 

Llegó el instante de luchar

por la coherencia.

Te mostré que sumar

sólo significaba restar.

La carencia de eso todo,

la amarga tramitación de esta

ecuación dispar de sentimientos,

tenía que acabar eliminando

 a dos factores muy importantes.

 

Yo era de letras.

No podía eliminar mi factor

ni deseaba que tu lo hicieras con el tuyo.

¿Dividir? No era práctico.

¿Multiplicar? Estábamos locos

sólo con pensar en ello.

 

La matemática emocional

no era nuestro fuerte.

La matemática distribucional

nos asustaba en lo más hondo.

La matemática distorsional

nos avergonzaba de forma visceral.

 

Ni vectores, ni iguales,

ni barras invertidas, ni aquellas

que parecían cruces,

ni los asteriscos conversos

era el subterfugio de nuestras vidas,…

Moríamos por un expediente lógico

 que nuestra razón ilógica

no nos permitía entender.

 

IV

 

Delirare”.

Tus labios, los míos,…

ya no hubo sensatez.

Desviados para siempre

de los surco rectos del amanecer.

Tus manos segaban mi silueta

desdibujada entre los lienzos.

No había boca, ni pezón, ni humedad oculta.

Rubor enfermizo me contagió

 hasta volverse fuego

acuoso en mi paño blanco.

 

Tus gemidos acallados

hicieron tambalear mi cordura.

No puedo evitarte amante

oscuro que vienes a mí.

Ángel del deseo,

deja de revolotear por mi cuerpo

y atiende a enmudecer mis ganas.

 

V

 

Busque tu sombra

noche tras noche.

Alcé mi sediento

apetito de hembra

 hasta convertirlo

en ardor sombrío.

Me caí en tu pecho.

Me disipé en tus labios.

Fui dejándome arrastrar

hasta los infiernos.

Me fui perdiendo

poco a poco

en lo mas profundo de tu pecho.

 

VI

 

En una mañana que el alba

no nos despertó en la misma cama,

algo oscuro empezó a nacer dentro de ti.

 

¡Odie en lo que te habías convertido!

El día en que la bandera de los celos

fue tu estandarte en tu buque pirata,

mi furia salvaje empezó

a crecer muy dentro de mi.

Quería aborrecerte por convertirme

en tu esclava de noche,

una persona sin vida,

sin presente,

sin pasado,

sin futuro.

 

Buscabas en mí lo que no podías darme

 obligándome a aceptar mentiras

con tal de saciar tu sed

de niño raramente consentido.

 

VII

 

Se rompió.

¡Ya no quedaba nada!

Vagamos a la deriva

durante meses, tu al timón,

yo en el calabozo más

profundo de tu océano de miedos.

Necesitaba salvarme,

necesitaba coger aire,

apretar mi corazón contra

el cielo que no podía ver,

despertar a la realidad

ásperamente atesorada.

 

VIII

 

Con heridas gravemente

hondas escapé, diciéndome

a mí misma que podría

sobrevivir a tu ausencia.

 

Hoy que la sangre baña de nuevo

el suelo que compartíamos a solas,

no dejo de gritar tu nombre.

 

Busco tu barco sin alma

en un mar de lágrimas

que dejaste tras de ti.

No hay bandera,

ni capitán que gobierne el navío,

ni algo parecido al amor,

ni algo semejante a los celos.

 

Un mundo sin ti,

una historia contada,

un universo de oscuridad.

 

Dejar el pasado hace daño.

Hallarse el presente me lastima.

Pensar en el futuro punza mi ser.

Vivir sin ti,… dolerá para siempre.

jueves, 18 de abril de 2013

DELIRIOS FEBRILES (poema)


DELIRIOS FEBRILES

 

Me quemaba,

ardía bien hondo,

tan adentro, que podía

 sentir como me mataba.

Mire a un lado y allí

estabas tú tan reposado,

 viendo morir mi cuerpo

entre las sombras.

Que amargo querer el tuyo,

que ni de la muerte

quieres salvarme,

que ni me lanzas

tu mano a la ayuda,

que ni viniste a buscarme

cuando estaba desnuda.

 

Se me carbonizaba la boca,

la frente, ese lugar dónde

 se esconde tu esencia pocas

veces cuando oniro no te mira.

 

Jugaba la guadaña en pecho,

con el latido de mi corazón.

Podía recordar el dolor ácido,

la angustia amarga,

el agotamiento duro de la lucha.

 

Da la última estocada,…

¡No quiero transigir más a los delirios!

Me punza el alma,

la esencia desgarrada no me deja vivir,

el rumor de la vida es un eco en mi mundo.

 

Pon punto final a mi pesadumbre.

¡Tu sabes muy bien como poner fin!

miércoles, 17 de abril de 2013

TU NOMBRE (poema)


TU NOMBRE


Amaneceres sin sol se ciernen

a mi como una segunda piel,

llevando mi cabeza a ese borde,

donde la cordura cree morirse.

 

Ningún consuelo quedará

ya para mi alma maltrecha,…

ningún desahogo, sólo la herida.

 

De nada sirven las palabras caducas;

poco valen ya las caricias olvidadas,

ni los besos inexistentes,

ni los labios relegados,

ni tu boca ausente.

 

Recodar es sólo aferrarse a ti,

a tu ser y seguir muriendo después

de muerto en cada uno de tus silencios.

 

Entre cielo, entre la tierra sólo yo,

soledad, delirio, angustia de saberte

e ignorante,… es lo que me queda.

 

Unirme entre locuras quimeras,

a la tuya la primera,

para una voluntad marcada a fuego,

por una alma que ni lloró de pena.