viernes, 26 de junio de 2015

VOLVER AL PASADO (relato)





Después de años de acabar liada con uno de los jefes, por eso de que la erótica del poder no iba conmigo, acabé con Fran, mi responsable en la empresa en la que trabajaba en la actualidad. No es que ya trabajara y me colgara de él. Nos conocimos mucho antes de trabajar juntos, en una exposición de arte. Lo que iba a ser un recorrido entre pinturas con unas amigas, se convirtió en un plantón para mí. Por suerte el pintor era amigo mío y me presentó a un grupo de personas muy aburridas del mundo del arte. Cuando escapaba al baño para deshacerme de aquellos muermos, golpeé sin querer a un hombre y le manché la camisa con la copa de vino tinto que el llevaba en la mano. Me excusé y él, tras sonreírme cortésmente, me dijo: “Ya que no voy a pedirte que me pagues la tintorería pues suena un poco a película de esas románticas, al menos invítame a una copa”. Le dije que sí pero fuera de allí. Fuimos hacía su coche y nos fuimos de allí.

Yo no conocía ningún pub por la zona y el me llevó a uno de lo más relajante. Era como un pequeño paraíso de música Chill Out, con un ambiente acogedor que invitaba a intimar.

Nos sentamos apartados de la barra. Esperamos al camarero y tras tener las copas, empezamos a hablar como si aquella no fuera la primera vez que nos veíamos. Era como si algo hubiera encajado y aunque no habláramos de cosas trascendentales, ese toma y daca de ingenio, ese exponer la versión de cada cual, era francamente excitante.

Tras la copa fuimos de cena. Después de cenar fuimos a tomar otra copa. Al final se nos hizo de día. Tenía muchas ganas de besarle pero me dijo… “Hoy no. Sería como esas historias de amor convencionales que todos luego envidian. Hoy no. Pero queda pendiente”.

Se fue tras dejarme en la puerta de mi casa y me quedé con un palmo de narices. Lo bueno es que aquel acto me hizo odiarle y desearle como jamás había deseado a nadie.

Al día siguiente apareció en la puerta de casa con un café en la mano para mí. “Que conste que este no es un acto romántico. Sólo que no te pedí el móvil y claro… necesitaba una excusa”. Cogí el vaso y me lo bebí de golpe como si fuera un chupito en vez de un café largo con leche. Le miré y a los ojos y le dije: “Estaba frío. Quizás mañana tengas más suerte. Hoy no vas a tener suerte”. Me di la vuelta y lo dejé como yo me había quedado el día anterior, con un palmo de narices.

Al día siguiente apreció de nuevo en la puerta, esta vez el café hirviendo. Me quemé un poco la lengua, aunque no podía parar de reírme. Aunque en la otra taza de café, él había traído hielo justo porque sabía que me iba a quemar. “Anda loca, chupa esto” me dijo acercándome un cubito con los dedos.

Desde aquel día nos fuimos viendo a diario. Pero nada de besos. Nada de sexo. Cada vez que surgía de manera sutil algo sexual, siempre me decía lo mismo: “Quiero que me desees mucho más que ahora. Quiero que me pidas, que me supliques entre gemidos desesperantes, que te posea, que no puedes aguantar, que te arde el cuerpo por entero, que necesites que me adentre en ti, que te haga mía”. Sólo escucharle decir aquellas palabras, me estremecía de la cabeza a los pies.

Pasó el tiempo, y justo cuando empezaba a desear tanto decirle aquellas palabras, entré a trabajar en la empresa en la que él era jefe. No fue por conocerle, ni por estar con él. Sino por cosas del destino pues él también se sorprendió, gratamente, de verme allí el primer día que entré a trabajar.

A medio día hice por hablar con él pero se acercó antes. “¿Comemos juntos?” No sabía que decir. Hasta que por fin dije: “¿Crees que es lo correcto?” Me miró, sonrío y dijo: “Soy divorciado, tú no tienes pareja. ¿Qué no es lo correcto?”. A lo que apostillé: “Soy tu administrativa, trabajo contigo. Eres mi jefe”. Siguió mirándome sonriendo: “¿Qué no es lo correcto?” En cierta tenía razón. Me levanté, cogí mi bolso y mientras salía camino de la puerta le dije en voz baja: “Aunque si nos encontramos con alguien le diré que fuiste tú el que me sedujiste”. Él me miró de reojo y me dijo: “Si tú dices eso, diré que guardas el cojín rodillero en tu cajón de los bolis”. Me tuve que poner a reír pues era… francamente más inteligente que yo.

Pasó el tiempo y llegó la cena de la empresa de verano, antes de las vacaciones. Montaban un catering en unas carpas de la zona y todos irían allí. Hicimos acto de presencia pero al poco rato me pidió que me escabullera. Le esperé en la puerta y nos fuimos a otras carpas. Nos pedimos una copa, empezamos a bailar (bueno, él se ponía delante de mí y simplemente, me observaba de forma muy lasciva. Me encantaba ir a bailar aunque el no lo hacía. Sabía que le gustaba que danzara provocándole. Le encantaba que le mirara y que los demás me mirarán de forma deseosa.
Aquel día, por suerte o por desgracia, teníamos a nuestro alrededor a varias personas de mi ayer. Paré de bailar en seco cuando me encontré de frente con la mirada clavada de Manel, mi primer jefe. Me sonrojé mucho más cuando al intentar esquivarla me cruce con la mirada de José Juan mi segundo jefe con los ojos desencajado. Y así me pasó con Diego, Alfredo y Christopher. ¿Pero que era aquello? ¿Quién era capaz de creerse aquella estúpida situación? Por un lado yo ya no era la que era. Había cambiado, había madurado y por supuesto, era toda una mujer. Ellos me habían conocido con mis años más novatos, con dieciocho, con veinte, con veinte cuatro. Eso ya había quedado atrás. Tenía treinta y siete y me sentía muy femenina, muy sensual, muy… mujer. Justo aquella noche, para poner más nervioso a Fran, llevaba un pantalón corto estilo short de vestir muy sensual blanco y una blusa color rosa palo de un solo tirante que lo hacía enloquecer de placer ya que no llevaba sujetador debajo (era su debilidad… tener los pechos libres para él o eso me decía). Además tampoco llevaba tanguita ni nada pues el pantalón se trasparentaba un poco, y en la primera fiesta, me había pedido que fuera al baño y que me lo quitara.

Le pedí que nos fuéramos de allí. Me preguntó por qué. Le dije la verdad. Me miró de forma lasciva: “No nos vamos a ir. Deseo que te deseen. Deseo que se vuelvan locos al verte moverte. Baila para mí como jamás lo has hecho antes. Intenta ponerme más cardíaco que nunca”. Lejos de contradecirle, le hice caso. Empezó a sonar una canción de lo más sensual tecno-dance y me dejé llevar como si sólo existiéramos él y yo. Me derretí en cada nota, dejando que mi cuerpo se contoneara de la forma más sensual y provocadora que jamás llegué a imaginar que fuera capaz. Cuando acabó la canción, me cogió de la mano y me dijo… “No mire atrás. ¡Sígueme!”.

Me llevó hasta un lugar muy oscuro que había entre las dos carpas, cerca de la cerca. Me arrinconó contra la cerca que nos separaba del exterior y por primera vez, me besó de forma arrebatadoramente ardiente. Estuve a punto de alcanzar el orgasmo con aquel beso. Su lengua era perfectamente lasciva, sabía como adentrarse en mi boca, como desear que la mía la acompañara a la suya.

No era consciente, pero todos mis antiguos jefes, nos habían seguido y estaban ahí, relativamente cerca, mirando como nos lubricábamos los labios deseando ir más allá.

Desee escapar pero él me miró y me negó con la cabeza el acto que aparecía sólo en mi mente. ¡Como le deseaba! En aquel momento le dije lo que quería escuchar: “Poséeme. Te necesito dentro de mí. No puedo soportarlo más”. En aquel momento, levantó mi blusa ajustada fucsia, dejando mis pechos al aire ante las miradas atónitas de aquellos del pasado que empezaba a formar un círculo, un corrillo lujurioso de lo más morboso. No pude contener mi mirada que iba de uno a otro a la entrepierna de cada uno de ellos, viendo como sus sexo se abultaban de manera más que deliciosa. Aquello me excitaba de una forma inconfesable.

Fran me puso frente a ellos con los pechos al descubierto tras quitarme la blusa. Ellos, al verme así frente a ellos, empezaron a tocarse por encima de la bragueta. Aquello me estimuló aún más. Fran metió su mano por una de las perneras de mi short y empezó a acariciar mi sexo. Estaba a un lado mirándome y mirándoles incitándoles a mirar sin perder ni un segundo del espectáculo carnal. Cuando sentí sus dedos adentrándose en mí, un orgasmo recorrió por primera vez todo mi cuerpo. Nuestro corrillo de cinco, ya no podía controlarse más, y sacaron sus vergas inflamadas de deseo. Verles masturbarse frente a mí mientras Fran me lo hacía, me exaltaba más y más de deseo. Me sentía la estrella de un espectáculo porno y me encantaba. Cuando más entregados estaban a mis gemidos, Fran ladeo me arrancó mi short y empezó a follarme allí, delante de ellos, de forma feroz, hambriento de mí. Me envestía una y otra vez brutalmente. Yo no paraba de gritarle que no parara, que siguiera, que le deseaba más y más fuerte. ¡Dios! Cuando me derramé por segunda vez, casi pierdo el aliento. Pero Fran seguí ahí, dándome más y más fuerte, con mi sexo cada vez más y más mojado. En un momento uno a uno, fuero corriéndose vertiendo su semen en mi cuerpo exaltado de vicio extremo. Fran también se vertió en mis adentro y con su leche ardiendo, me derramé por tercera vez.

Tras aquello, Fran me cubrió con su camisa y de forma disimulada, salimos de allí sin que nadie, salvo nuestros cinco espectadores de honor, se dieran cuenta de lo que había pasado.

No pude recuperar ni mi blusa ni mi short pero no me importó. Había tenido la experiencia más morbosa, apasionada, lúbrica y excitante de toda mi vida. Y lo mejor es que aquello sólo acababa de empezar. ¡Fran era deliciosamente perverso! Y deseaba complacerle en todo lo que pasara por la parte más oscura de su depravada mente.

martes, 23 de junio de 2015

ADITA: ATENTA QUE TE QUIEREN METER UN GOL POR TODA LA ESCUADRA




¿Quién ha comprado la casa de Pedralbes de la familia Urdangarin-Borbón? Lo que está claro es que la casa ya se ha vendido por 6,9 millones de euros. El comprador extranjero, no se sabe cuando tomará posesión de la misma. Pero la venta ya ha suscitado nuevos rumores. Se dice que para evitar el que ayuntamiento de Barcelona pueda hacerse con “parte de la misma” (ignorando el motivo en cuestión ya que se pretendía hacer en ella como una especie de centro cívico) a trabajadores de la finca, se les ha propuesto disfrutar un mes a gastos pagados por tal de evitar esta “apropiación” aun no sabemos muy bien de qué. ¿Qué está pasando en Barcelona? ¿Un ayuntamiento puede disponer de una casa vendida porque sí? ¿O hay asuntos de trasfondo a nivel de impuestos y demás que no conocemos de los que intenta librarse los vendedores o los compradores por la regla de “porque yo lo valgo”?

Adita, acabas de jurar el cargo y ya te la quieren colar. 

Lo que está claro es que uno de los trabajadores de la finca, tomará “posesión” de la casa el próximo mes de julio para disfrutar de toda ella, eso sí, sin ser el propietario. ¿Por qué? Porque habría que ser un verdadero estúpido para rechazar una propuesta como esa.

Ahora bien, si nada tiene que ver con el ayuntamiento, si nada tiene que ver con que el dueño disponga o no de la misma… ¿A qué proponer un lujo tan espléndido a los obreros? ¿Qué esconde realmente dicho “regalo” dado de forma tan altruista? ¿Qué ocultan? Y lo mejor de todo… ¿Por qué?

Mientras parte del dinero conseguido por la venta de la casa de Barcelona ya ha ido a los juzgados de Palma para hacer frente a la fianza, del comprador, el de verdad, sólo sabemos que es una familia de lo más normal, de Europa, que llevan tantos años viviendo en Barcelona que ya se siente de allí, nada pomposos (por eso se han comprado una sencilla casita de mil metros cuadrados) y que desean salvaguarda su privacidad. Es por este motivo que el responsable de la compra de la casa ha sido Miquel Terrasa Monasterio  abogado barcelonés, quien venderá posteriormente la vivienda al comprador real. ¿En serio que tras todo lo dicho algo tiene sentido? Hay un comprador, que no tomará posesión hasta no se sabe muy bien cuando, un obrero que pasará el mes de julio en la finca a gastos pagos, un abogado barcelonés que la ha comprado pero no para él, sino para el inquilino de verdad al que se la venderá a posteriori. Y todo esto, sin contar lo que  quieren esconder al ayuntamiento, y Anita principalmente al ser alcaldesa de Barcelona recién estrenada. De verdad de la buena, que si esto fuera el guión de una película de los Hermanos Marx no sería tan rebuscadamente rara.

Si es cosa de los ex duque de Palma esta historieta ya les vale, que no han salido de una que ya se mente en otra. Y si no es así, que alguien aclare todo esto porque me suena más a trapicheo callejero que a una forma más que enrevesada de salvaguardar la privacidad de alguien.

Sin embargo, por lo menos, la fianza de Palma ya está cubierta con una casa que en otra época más tranquila para la infanta, era su sueño hecho realidad en la ciudad condal.


MORALEJA: Ricardo Arjona, en una de sus canciones, lo decía muy claro: “Los ricos tienen dietas, los pobres hambre...y al final la mierda huele igual, sea de príncipe o sirvienta.”

domingo, 14 de junio de 2015

PITANDO QUE PITARÁS: ¿VANDALISMO O LIBERTAD DE EXPRESIÓN?




Hasta hace tan sólo unos momentos, España ha estado jugando contra Bielorrusia el segundo partido de clasificación para la Eurocopa de 2016 en Francia.

El primer partido de la selección española fue contra Costa Rica en el Reino de León. Lejos de pensar que tras las innumerables protestas que hubo en el Nou Camp con la pitada al himno nacional por parte de algunos seguidores de las gradas y que este acto fuera considerado un ataque de violencia contra los símbolos de España, ahora, con el cambio de un jugador de la selección, esas pitadas sólo son pitidos y poco más. ¿Qué está pasando? ¿Eran sólo formas de expresarse en los dos casos? ¿O en los dos casos podría considerarse ataque violento contra los símbolos nacionales del país?

Lo que está claro, que si pronto corrieron para que antes de que empezara el encuentro, por parte del estado quedara bien claro, su disconformidad con aquellos que estuvieron de espectadores en la final de la Copa del Rey ahora, cuando es un jugador, Gerard Piqué para ser más exactos, el que recibe ese tipo de acto contra su persona, aquí no ha pasado nada. ¡No me lo puedo creer!

Me hace mucha gracia pues si lo pensamos fríamente, lo único que hizo Gerard es ser como es: divertido, travieso, sincero. Su delito, por así decirlo, para conseguir el tremendo abucheo fue el dar las gracias sin más ni más, a todos los que hicieron posible que el Barcelona, equipo en donde juega en la liga española, consiguiera el triplete. Lo malo, a la vista de muchos locos, que no amantes del fútbol, fue darle las gracias a Kevin Roldán. ¿Quién es Kevin Roldán? Es un artista colombiano, famoso por su participación en la polémica fiesta de cumpleaños del crack portugués, Cristiano Ronaldo. Lejos de enfadarse, Peter Roldán, padre del artista, que aprovechó los micrófonos de RAC1 (emisora catalana) para agradecer a Piqué su gesto: "Hemos recibido las palabras con calma y tranquilidad; especialmente para mi hijo son una bendición de que todavía se le reconoce como artista. Son cosas fortuitas que pasan y son una bendición".

Sin embargo, esa mirada sucia, ese mal pensar lo vieron como una afrenta al Real Madrid. Si así fuera, cosa que pongo en duda, sin lugar a dudas no sería contra el club en cuestión sino contra ese personaje que lejos de ayudar a su equipo, es capaz de irse de fiesta tras una derrota (4 a 0 ante el Atlético de Madrid) más que bochornosa sin que le afectara lo más mínimo pues… a él, como jugador, se le debe consentir todo y más. ¿En serio? ¿Un niñato que cobra más de lo que vale, hace perder a su equipo por no tener la cabeza donde debería tenerla y lejos de ponerle los puntos sobre las íes, se arremete contra un jugador que no sólo dio el callo fuera y dentro del campo con su equipo, el Barcelona, sino incluso con la selección de su país? ¡Manda narices! Abucheando a personas válidas, símbolo, sin lugar a dudas, de una selección más que admirable por un tipejo de otro país que no merece ni la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad que tiene por cómo se comporta fuera y dentro del terreno de juego. ¿Eso es ser de la Roja? ¿Ser tan imbécil como para no diferenciar a un futbolista válido de uno que es pura fachada y poco más?

En fin, está claro que al menos, lo que esto ha dejado claro, es que muchos prefieren a los extranjeros hasta en la selección, que Cardenal tiene cabeza que el astro en cuestión y que por una vez, yo como seguidora de la Roja, estoy de acuerdo con lo que dijo Del Bosque: "Pitar a un jugador de la selección es pitar a la selección".

Lo dicho señores, como dice el refrán: “O todos moros o todos cristianos” que con tanto cambiaros de chaqueta, al final, se os ven los colores a kilómetros de distancia.

MORALEJA: Epicteto de Frigia, (55-135) filósofo grecolatino, dijo: “Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado”.

sábado, 13 de junio de 2015

LA CARTA QUE LLEGÓ TARDE, MUY TARDE




El arte epistolar, el de escribir cartas, es algo raro en este nuevo siglo. Coger un folio, un bolígrafo o pluma, y dejar impregnado en un papel un sentimiento, una súplica, una decisión, una petición, es algo ya que sólo se ve a nivel funcionarial en este país.

Sin embargo esta ha sido el modo en que la infanta Cristina le ha hecho saber a su hermano, que renunciaba al título de Duquesa de Palma.

En cuatro folios escritos por su puño y letra, la que fue nombrada duquesa en septiembre de 1997 tras su enlace con Iñaki Urdangarin, renuncia a su título, según ella, “evitando así cualquier polémica que por razón de ello pudiera plantearse en la Ciudad de Palma”.

En la carta escrita a Felipe VI, Cristina dice que no renunció antes pues las acusaciones por parte del Sindicato Manos Limpias eran infundadas.

¿Qué ha pasado realmente? ¿Ha renunciado o la han obligado a renunciar?

No es para nada ajeno a nosotros que la ascensión al título de Rey del príncipe Felipe fue un poco “raro”. Me refiero que en plena explosión del Caso Nóos donde incluso el nombre del propio Rey de España, don Juan Carlos I, estuvo “explícitamente” vinculado con algunos documentos de la trama en cuestión puso en entredicho no sólo a la corona, sino a toda la Casa Real.

Desde entonces, estigmatizado el nombre en un caso de corruptela en un país con una gran crisis económica, había que mover ficha con la única visión clara de que el pueblo, debía confiar de nuevo en la corona.

Don Juan Carlos, con su pose campechana, ya no convencía. Su mal actuar cuando el país se sumía en un caos a muchos niveles le fue cavando su propia “tumba” como regente. Su retiró campestre cuando se fue a Botswana a matar elefantes, fue el estoque que apuntillo la muerte del “toro”. Aquel acto le hizo perder todo ese infinito aprecio que suscitaban muchas personas del pueblo llano en él. Todos aquellos que tras la dictadura, vieron en el regente un cálido aire renovador lleno de libertad, diplomacia y cercanía, se sintieron engañados por un rey al que no le importaba, como pasaba en la edad media, que su pueblo pasara calamidades y hambruna.

La imputación de su yerno Iñaki en el Caso Nóos y su propia hija, la infanta Cristina, fue la entrega de las orejas y el rabo, a un pueblo que ya no confiaba en su rey, pues este le había demostrado cuando más les hacía falta tener un referente digno y leal, que no lo era.

Felipe, como Príncipe de Asturias, sucedió a su padre no sin el consecuente recelo que provocaba encumbrar al hijo de un “hombre indigno” al frente de un país que se cuestionaba en ese momento, si el estado laico no debería haberse convertido en un estado republicano.

Él, el nuevo rey, estaba obligado a alejarse lo más posible de aquello que su padre había permitido y de lo que se sentía más que orgulloso (de puertas para adentro, obviamente).

Las fiestas, las escapadas, las salidas de tono de su hija, de su yerno, de su nieto, sus cacerías y demás vilipendios, debían ser parte del pasado.

Antes de que se cumpliera un año de su regencia, Felipe VI debía demostrar al pueblo hasta donde era capaz de llegar por el bienestar de su país. Obligando a Cristina o tomando la decisión por su cuenta, el nuevo rey ha demostrado que la sangre no es más fuerte que su voluntad. El monarca, con esta determinación, coloca un pilar muy importante en su reinado capaz de soportar, de momento, algunas de las piedras de una monarquía arcaica que parecía no encajar en el nuevo siglo.

No obstante, es un parche como otro cualquiera. Al renunciar Cristina a su título de Duquesa de Palma sólo pierde algunos de sus derechos pero no todos pues no deja de ser, infanta de España. ¿Ha sido esta una decisión acertada? ¡No! Ha sido una decisión adecuada que hace que el nuevo Rey demuestre que contra las malas artes, los engaños, los robos con guante blanco, no hay título que proteja al infractor. Ahora bien, para ser verdaderamente coherentes con esta máxima, el honor de ser infanta de España también debería habérsele arrebatado. Sin embargo, no ha sido así.

Mucho es lo que aún se ha de escribir sobre esta familia real, la saliente y la entrante. Sólo deseo que mientras estén ahí, sepan dar gracias por todo lo que poseen, por todo lo que tienen de más. Sólo espero, de corazón, que sepan mostrarse más humildes, más humanos, más cercanos de lo que aparentan con aquellos que los “sustentan” en sus cargos.

Desde los altares no se ven los llantos, ni las penas, ni el dolor, ni la angustia, ni las desventuras, ni el hambre de la clase trabajadora. No es suficiente acercarse al pueblo cuando viste de luto. Hace falta más que posar en un momento trágico. Hace falta mucho más. Eso es lo que diferenciaría de verdad, a un rey de otro. No una decisión que su padre ya debería haber tomado por el bien de su pueblo.

MORALEJA: Alguien dijo una vez: “A veces tratamos de conseguir algo y fracasamos, entonces vemos al mundo muy grande y que no somos nada; pero si conseguimos lograr lo que anhelamos, el mundo nos parece pequeño y nos sentimos los reyes del mundo”.