miércoles, 17 de septiembre de 2014

SUICIDO ENTRE COCODRILOS





Desde que vi LA MALA EDUCACIÓN recuerdo una escena en particular en la que Enrique Goded recortaba sucesos de un periódico para encontrar de nuevo la inspiración. Hubo un suceso en particular que le impactos mucho y mientras lo leía, podía ver su historia. Palabras textuales decía lo siguiente: “Una mujer se tira a un estanque de cocodrilos en un Zoo a la hora de mayor afluencia. ‘Cuando le atacó el primer cocodrilo, la mujer se abrazó a él’ dicen los presentes. Los cocodrilos engulleron el cuerpo de la mujer, que no se quejaba, en pocos minutos”.

Luego, a medida que avanzaba la película, el propio Enrique se sintió como aquella mujer, en medio de los cocodrilos, sin abrir la boca, sin quejarse y francamente devorada por entero por su entorno a medida que este avanzaba.

Hace unos días, la historia que pensé que sólo podía existir en las películas por la fiereza del acto en sí, se hizo realidad. Una mujer tailandesa se suicidó al lanzarse a la zona de cocodrilos en un zoológico en Tailandia. La depresión, según dicen, acabó con aquel cruel y duro desenlace.

¡Que forma más dura de morir! Lanzarse y acabar con su sufrimiento entre las dentelladas de más de mil cocodrilos. Por mucho que los cuidadores intentaron apartarlos, ellos cumplieron la misión a la que aquella alma desesperada les había encomendado su cuerpo entero para dejar de sufrir.

¡La realidad siempre, siempre, SIEMPRE, supera la ficción! Y por desgracia hasta los actos más duros de la vida, cobran vida para horrorizarnos.

Cuesta de creer que alguien esté tan desesperado como para llegar al fin de su sufrimiento por la vía rápida. Pero la mente, el dolor y el sufrimiento, alcanza cotas tan insospechadas dentro de nuestro ser que es imposible ponerse en el lugar de la mujer o en el lugar de los cocodrilos.

Tarde o temprano la vida acaba y a veces, casi siempre la mayoría, antes de tiempo.

MORALEJA: Antonio Machado dijo: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”.

martes, 16 de septiembre de 2014

QUINCE AÑOS MÁS (relato)





No sabes porque en la vida hay hombres que te marcan desde muy pequeña y no puedes llegar a olvidarlos nunca jamás.

Cuando conocía a Baltasar, yo tendría unos cinco años y él unos veinte. Yo corría por donde tenía mi tío todas las plantas (era patrón de una empresa de jardinería). Tropecé y me caí de bruces contra el suelo. Recuerdo que no lloré pese a que tenía las dos rodillas sangrando. Me había dicho muchas veces que no corriera por entre los árboles nuevos que esperaban en sus macetas, a ser trasplantados. Baltasar apareció y me dijo: “¡Peque! ¿Enséñame esas rodillas?” Yo no lo había visto antes. Me asusté un poco. Entonces él me dijo: “¿Sabes como me llamo? ¡Baltasar!”  Yo empecé a reír. “¡Te llamas como un rey mago!” dije y el me respondió: “Así no te olvidarás nunca de mi nombre”.

Le enseñé las rodillas. Cogió una botella de agua y sacó un pañuelo de su bolsillo. Me curó y me dijo, con una voz muy dulce, no había sido nada. Desde aquel momento yo vi a Baltasar como un héroe, mi héroe.

Pasó el tiempo hasta que volvimos a estar a solas. Fue en la noche de fin de año de 1999. Yo acababa de cumplir 15 años y él tenía 30. Ya no lo veía como mi héroe pese a que él seguía viéndome como una niña, una niña pequeña a la que no había que hacer caso y a la que había que regalar muñecas. De echo esa noche fue la que anunció que en tres meses se casaría. Aquello me llenó de tanta rabia que mientras todos le felicitaban, yo corrí para perderle de vista. Él me siguió y me dijo que tenía un regalo para mí. Me alargó un regalo y era una preciosa muñeca de porcelana.

-         Para ti siempre seré una niña. ¿Verdad?
-         Eres mucho más que una niña para mí. Eres mi pequeña.

Se marchó después de besar mi frente. Aquel día me di cuenta que por mucho que yo había empezado a verle como un hombre, el nunca me vería a mí como una mujer.

El tiempo pasó.

Mi tío sufrió un grave accidente de tráfico. Pese a que yo hacía años que no iba por la empresa, me llamó para que me hiciera cargo de todo pues no podía fiarse de nadie más a nivel administrativo. Me dio las llaves y al día siguiente, a las seis de la mañana, me fui para empezar a familiarizarme con los papeles. A las siete llegó Baltasar al que no había visto desde su boda. Cuando entró en el despacho, primero se quedó un tanto perplejo. Luego me sonrío y me dijo: “¿Te apetece un café?”. Asentí con la cabeza.

Delante de la maquina del café me preguntó como estaba mi tío. Le respondí que mucho mejor de lo que pensaban los médicos. Hablamos de esto, de aquello, trabajo, estudios, pareja, vida. Él se había divorciado hacía dos años y, pese a que lo había pasado mal, ahora era un hombre tremendamente atractivo con sus cuarenta y cinco años bien puestos. Su pelo oscuro había enmarcado unas deliciosas canas que lo hacían arrebatadoramente mucho más interesante. Sus ojos castaño claro, seguían traspasándome pero ahora con una intensidad que como mujer, el nunca sabría. Su boca que describía siempre una sonrisa escondida, me hacía temblar por entero. Nos llevábamos quince años. Era el amigo de mi tío, su socio. Pero también era un hombre al que yo deseaba desde que había cumplido los quince y que jamás me vería como yo deseaba que me viera.

Cuando me levanté para volver al despacho me preguntó:

-         ¿Tú no tienes novio?
-         No, no tengo novio.
-         ¿Por qué no? Eres preciosa peque. – aquel calificativo empezaba a molestarme.
-         Una vez me marcó un hombre que nunca me verá con una mujer. Desde entonces lo comparo con todos y ninguno es él. ¡Deseo un imposible! Supongo que serán cosas de la edad.

Se quedó perplejo, con los ojos abiertos como platos. No pudo articular palabra y yo, le dejé allí a solas con sus pensamientos fueran los que fueran. Me dirigí al despacho y antes de que pudiera atravesar la puerta, lo tenía frente a mí, arrinconándome contra la misma, a apenas unos centímetros escasos de mi boca. Me miraba, me clavaba la mirada y yo no podía dejar de mirarle. Mi corazón galopaba aceleradamente. Deseaba tanto que su boca se estrellara con la mía. Cuando iba a rendirme en el juego de miradas fortuito, sus labios se posaron en los míos. Me cogió la nuca con una mano y con la otra, rodeando mi cintura, me acercó a él.

Mis manos lo abrazaron contra mi pecho. Pude sentir como su corazón latía mucho más rápido y fuerte que él mío. Se apartó y le besé yo a él. Suavemente me fue quitando la blusa mientras yo desabrochaba su camisa. Su cinturón cayó al suelo y tras él, sus pantalones, sus boxer, dejándole indefenso y desnudo ante mi mirada. Se sentó en una silla y desabrochó mi falda. Me quitó el sujetador y luego las braguitas. Mordisqueaba mis pechos mientras su muslo, presionaban dulcemente mi entrepierna hasta rozar mi pubis. Me acerqué y me puse a horcajadas sobre él. Sentí como su sexo se adentraba en el mío. Me dejó que yo marcara el ritmo y se quedó a mi merced para que hiciera lo de deseara con él. Sentía sus manos acariciar mi espalda mientras su boca, no dejaba de besar mi cuello, mis pechos, mi vientre,… Era un deseo hecho realidad. Me sentía más mujer que nunca. Notaba su deseo adentrándose en mí y saliendo de mí con un movimiento lento pero preciso de mis caderas. Escucharle gemir me hacía hervir más por dentro. Nos devorábamos, pese a la larga espera, con una parsimonia que hacía que cada roce, nos hiciera tocar el cielo con las yemas de los dedos. No pude contenerme más y se lo susurré al oído. Ese pequeño gesto liberó su fuerza bruta adentrándose en mí a través de su inmensa esencia de hombre mientras yo, me fundía junto a él, en un orgasmo jamás imaginado.

Tras aquel encuentro la vida fue muy distinta. La diferencia de edad seguía presente pero por fin, aquel hombre que parecía indiferente y aquella mujer que siempre le estuvo esperando, se habían encontrado en un mismo punto de lo más gozoso y pensaban disfrutar de esa instintiva coincidencia, todo los que le fuera posible.


lunes, 15 de septiembre de 2014

LOS JÓVENES TAMPOCO SE ESCAPAN





¡Madre mía! Será que ahora estoy más pendiente del comportamiento humano de la gente que me rodea y por eso, he acabado cogiendo cierta conciencia de que hay personas que tienen una forma algo rara, por no decir tremendamente extravagante, de comunicarse con el sexo opuesto.

Si ayer hacía hincapié en mis “colegas” de más de 46 y menos de 50, hoy son los de diecisiete a veintiuno como mucho, los que les toman de la mano el relevo. Es cierto, que como el comportamiento en manada (sí, he dicho manada y no es nada malo pues como no dejamos de ser animales, hay ciertos comportamientos que no nos son ajenos del todo) de los chicos jóvenes, es difícil diferenciar cuál de todos hace más el “animal”. Pero resulta, que no sé si por tanto “roce” al final ese comportamiento, al estar solos, también se manifiesta y puedes descubrir cosas como la que llevo varios días observando en varios especimenes que se han cruzado por mi lado así, como quien no quiere la cosa.

Antes de nada, un pequeño inciso. Se dice que el canto de un pájaro es sinónimo de alegría para muchos, incluso para muchos teóricos (casi nunca científicos) que han defendido a lo largo de los años que las aves pían por puro gusto, porque les divierte. Nada de eso. En realidad los auténticos expertos se debaten entre dos posibilidades: que lo hagan para atraer al sexo opuesto o para marcar su territorio. O más bien un poco de cada. Dicho esto, prosigo.

Si hace algunos años el señuelo para gustar a una joven por parte de un joven macho era el baile (en plan Ricky Martín moviendo las caderas como si no estuvieran unidas al cuerpo), en la versión 3.0 de la nueva forma de “cortejar” o de “llamar la atención” de las jovencitas, los movimientos han quedado en un segundo plano pasando a ser un canto animal, el de los pájaros, su forma de cautivar la atención de las féminas nuevas de la manada. Y no me estoy refiriendo al canto del cuco, o al de la cotorra, o al del gallo. ¡Que va! Sus gargantas entonan un sinfín de cantares animales que ni yo soy capaz de distinguir y eso que conozco más cantos que la media de la población pues procedo de una familia en que la caza ha estado siempre presente. Lo bueno es que esta nueva versión “recién estrenada” tiene, como todas las últimas versiones, sus pequeños grandes problemas. ¡A las mujeres no nos atraen mucho los pájaros! Bueno, a la gran mayoría. Somos más de ositos panda, de delfines, de ovejitas y siempre que sean de peluche nos conquistaréis con ellos desde los 15 hasta los cuarenta y muchos. ¡Somos simples! En ese aspecto (en el resto de ellos, los hombres son los que tienen la exclusiva de la simplitud de todo). Por eso cuando alguien oye silbar de esa manera TAN ELABORADA, como mucho, mirara hacia arriba, hacia el cielo o hacia las copas de los árboles de encima de sus cabezas, con la precaución de no ser bautizada con uno de los excrementos de los mismos que escucha (eso si los escucha que también es posible que ni los oigan).

En resumen, que si alguien te gusta no hace falta dárselas de Pavarotti de los pájaros y encima, desde la distancia. Échale huevos, acércate a ella y dile que te gusta. Al menos no te pasaras piándole sin que se entere de que existes por el resto de tus días.

MORALEJA: Hay un proverbio chino que dice así: “Un pájaro no canta porque tenga una respuesta. Canta porque tiene una canción”. Ser fieles a vuestro canto, jóvenes pájaros de juventud contagiados. Mas no olvidéis que la primavera pasa y en verano, hasta el canto es acallado por el cálido sol del atardecer.

domingo, 14 de septiembre de 2014

CUANDO LOS 50 ESTÁN A LA VUELTA DE LA ESQUINA



El paso del tiempo ha hecho que muchas cosas cambiaran a nuestro alrededor, evolucionando pese al inmovilismo al que parece que se nos ha sumido últimamente a mucho niveles.

Antes eran sólo las mujeres las que sufrían el denominado “cambio a la madurez” o menopausia mientras que los hombres, por ese grado extra añadido, podían sufrir, como mucho, la crisis de los cuarenta.

¡Las cosas han cambiado! La crisis de los cuarenta, a nivel masculino, a desaparecido para trasmutarse en una denominada “pitopausia” algo más rara que la que sufrimos las mujeres.

La menopausia, para nosotras, está asociada a calores repentinos o sofocos y fríos súbitos cuando nada tiene que ver con el ambiente que nos rodea. También la falta de la regla, la disminución de lubricación vaginal, las hormonas que suben y bajan mostrándonos el fin de una etapa, no son siempre agradables. Pero es una experiencia que va unida con el abandono de los hijos del hogar y que indudablemente va unida al denominado síndrome del nido vació que provoca en más mujeres que hasta ahora eran madres, una angustia añadida por la ausencia de sus hijos en el hogar conyugal.

Sin embargo, en los hombres que están a punto de cumplir los 47, 48 o 49, la denominada “pitopausia” les afecta también pero en un grado completamente distinto al de la mujer. Mientras las hembras añoran a sus pequeñuelos los machos, por el contrario, añoran esos momentos de júbilo, perversión y desenfreno que tenían cuando eran mucho más jóvenes. ¿Quiero decir con esto que los hombres no sientan la falta de los hijos en el hogar? Si bien no es bueno generalizar, está más que claro que pese a que esa sensación existe en menor o mayor grado en su interior, el hecho de seducir y retomar una edad más que pasada, es lo que emana a chorros por cada poro de su piel.

¿Es malo retomar una época pasada? ¡Para nada! Obviamente, la reafirmación de cada persona en su terreno es unipersonal e intransferible. Mas hay que tener en cuenta, que las personas a las que tratan de engañar, no son niñas o niñatas si no mujeres de veinti mucho o treinta y pocos que saben muy bien lo que quieren. Es en ese momento y no antes, cuando el demostrar lo que uno a conseguido en la vida, como si de un pavo real se tratara mostrando su pelaje en sus máximo esplendor para intentar seducir a esa hembra “nueva”, (como podrían denominarnos ellos ya que no debemos olvidar que jamás recuerdan un nombre aunque les venga la vida en ello) se aplica para poder llevarse el gato al agua (aunque tener una casa con piscina, jacuzzi o un puesto privilegiado dentro de la sociedad no convenciera a cuatro que todavía les falta un hervor para entrar dentro de la categoría de hembras). Si esto no funciona, hablar de lo disgustado que uno está con el sistema que organiza nuestro mundo, lo decepcionado con está con el ser humano, puede que consiga su propósito. Eso sí, justo después cuando parece ser que esta treta ha funcionado, surge un rasgo que no puede evitar un hombre ya pasado de vueltas y es, sin lugar a dudas, el fardar de las puertas que abre el conocerle. ¡Poco dura su farsa! Nadie que estuviera ciertamente enfadado con el sistema social, económico y político que nos ha tocado vivir, presumiría a boca llena de ser uno de ellos y sentirse orgulloso de sí mismo por ellos ya que en sí misma, una y otra afirmación, son contradictorias en sí mismas.

¡Pero en fin! Se trata de encontrar ese punto de excitación del ayer, ese morbillo inicial del que ahora ya sólo disfrutan en silencio metidos en la ducha imaginando a la secretaria de turno o a la camarera de donde han ido a comer mientras su mano les proporciona la única alegría que van a obtener tras el triste y arduo día de trabajo encerrados en el baño de sus maravillosas y grandes casas. Porque una cosa está clara: el arte del coqueteo, la destreza con las armas de seducción habidas y por haber, pese a los avances, pertenece de las mujeres les guste o no caballeros.

Claro que es posible que uno u dos consigan encandilar a alguien con esa retórica más bien pésima. Pero a la larga, el chasco tras ver que ella sólo buscaba algo que ustedes poseen más allá de su bragueta, les hará caer en un sopor más que profundo que el actual para hacerles ver que no se puede buscar más allá de lo que uno posee, no sin acierto, no sin talento, no sin porte y obviamente, no sin un discurso un tanto más elaborado del que suelen practicar en pubs, restaurantes y locales que ya no pegan con su forma ni su estilo de vida.

Para cruzar el río hay que mojarse el culo y no todos, y no por edad que yo considero que es un estado de ánimo más que de primaveras cumplidas, pueden soportar sentir tanta humedad sobre su cuerpo sin sufrir consecuencias más que lógicas.

Sin embargo, y por suerte, no todos los hombres son iguales al igual que no todas las mujeres somos iguales. El problema es que son tantos, y tantos, y tantos los que ves hacer el imbécil últimamente, incluso ocultando su verdadera edad diciendo que tienen hasta cinco, seis, siete o incluso hasta diez años menos de los que tienen si acordarse de que los surcos de la cara son como los anillos del tronco de un árbol, que resulta tristemente patético poder diferenciar trigo de la paja, nunca mejor dicho.

En la vida hay que saber estar y vivir el momento como se nos presente. Sólo siendo auténticos conseguiremos, tanto nosotras como ellos, lo que nos propongamos. ¡Eso sí! Dejaros de reinventaros pues obviamente, no se os da nada bien y quedáis como tristes maduros pochos más que como hombres sobradamente preparados.

MORALEJA: William Shakespeare dijo: “Malgasté mi tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mí”. ¡No lo pierdan más fingiendo! Sean ustedes mismos y a lo mejor, tiene un poco más de suerte… en la vida.

AGUA





Si preguntáramos ‘¿Qué es el agua?’  la gran mayoría diría que es fuente de vida. La lluvia riega los campos y hacen crecer el trigo, la cebada, la fruta, el arroz,… En el mar se pescan los peces que son fuente de alimentación muy sana y nutritiva.

¡Sin el agua no había vida! De echo el planeta tierra posee tres cuartas partes de agua. Es por eso que cuando se busca la posibilidad de vida en otros planetas, lo primero que buscan es si existe agua en el terreno explorado.

Otro dirían que forma parte de tres de los símbolos del zodiaco: piscis, cáncer y escorpio.

El agua es la segunda energía más densa, después de la tierra. Ante un estímulo aplicado en cualquier punto de la misma, el agua responde vibrando en toda su extensión. Es por ello, que en la astrología el agua representa lo vulnerable, lo inestable y lo fácil de influenciar. Su color es el azul y el temperamento asociado a este elemento es el flemático. El agua es fría y húmeda, pasiva y es el segundo elemento más yin, tras la tierra.

Los signos regidos por este elemento expresan su energía motora a través de las emociones. Éstos se caracterizan principalmente por su sentimentalismo y todo lo que circunda al mismo: pasiones, anhelos, frustraciones, placeres, temores y todo el mundo psíquico. Viven en un mundo carente de lo físico y mental, donde los estados de ánimo y la extrema subjetividad cobran un papel fundamental.

Muchos dirían que es uno de los cuatro elementos (Agua, Fuego, Tierra y Aire aunque sin olvidar que en la cultura China son cinco, agua, metal, tierra, fuego y madera que se unen en un pentalfa como símbolo de equilibrio).

El agua, como símbolo onírico, es decir, en los sueños, puede tener connotaciones muy buenas o completamente nefastas.

Si se sueña con aguas tranquilas significan, que vienen buenos tiempos y que está en paz con su espiritualidad. Indica serenidad, rejuvenecimiento y aceptación de uno mismo. Si están limpias y puras esperamos lograr el éxito y la aceptación de nuestros semejantes.

Si en el sueño el agua está revuelta o sucia, se aconseja cautela. Debería reconsiderar sus decisiones y no quedarse atrapado en sus emociones negativas. Es posible que deba encontrar tiempo para clarificar su mente y encontrar la paz interior.

Si en su sueño se encuentra inmerso en agua turbia, quiere decir, que está desbordado por una situación o por sus emociones. Si sueña, que hay una inundación, quiere decir que se enfrenta a luchas y emociones difíciles.

Soñar con el agua en cantidades manejables o en entornos controlados (un lago, una piscina, una bañera, un río que se puede cruzar sin problemas....) supone fertilidad y renovación.

Si sueña que está en un barco tranquilamente, significa, que se está tomando un descanso. Tal vez un año sabático. O quizás debería cogerse uno. Puede que su mente se lo esté pidiendo.

Si sueña que está caminando sobre las aguas, significa que logrará superar los problemas, que se le presenten.

Si sueña, que el agua está estancada y huele a podrido, significa que va a ser engañado y se va a pelear con alguien.

Si en su sueño ves que te está hundiendo en el agua, significa que va a ser ninguneado por un superior y de una forma humillante y prepotente.

Pero, si sueña que ve hervir el agua, es de buen augurio y le anuncia suerte en los juegos de azar y en el juego.

Un trago de agua fresca tras un día aciago y duro es como un bálsamo que te refresca por dentro y por fuera.

Es más, el agua es el principal componente del cuerpo humano, que posee 75% de agua al nacer y cerca del 65% en la edad adulta.

Mas todo lo explicado, pierde su sentido cuando hablamos del agua como excitación de los instintos primarios del ser humano. Sexualmente el mar es un lugar atractivo que invita a acto sexual. Al igual que la lluvia, que pese a su estado más que melancólico, a muchos le provoca instintos más que devoradores cuando se acerca la época llamada de lluvias. Los lagos son un lugar místico donde encontrar o yacer con un amor. Los oasis suelen ser ese punto intermedio entre el cálido ardor del sol que nos sosiega el cuerpo pero a la vez, nos invita a mitigar también su calor desde dentro invitándonos a derramarnos en brazos del deseo en mayúsculas.

Y es que todas las explicaciones del mundo, no da explicación a como algo tan simple, con connotaciones mas bien frías y distantes, pueda llegar a motivar tanto al ser humano a dejarse llevar a los infiernos sexuales si hay un lugar húmedamente cálido que lo trasporte.

MORALEJA: Loran Eisely dijo "Si hay magia en este planeta, está contenida en el agua."



jueves, 11 de septiembre de 2014

OCHO MESES DE VIDA





Mi abuela siempre decía que lo peor que le podía pasar en esta vida, era conocer la muerte de un hijo. ¡Era su mayor temor!

Su corazón no andaba bien de salud y todos dimos por supuesto que no tenía porque temer pasar por esa desgracia. ¡Nos equivocamos!

El 26 de octubre de 2001 falleció mi tío a los cuarenta y cuatro años de edad tras un derrame cerebral. Se levantó de la cama, se mareo, se cayó al suelo y ya no despertó. Fue un duro golpe para nuestra familia pero sobretodo, para aquella madre sufría su peor temor en vida: ver enterrar a su hijito querido.

Perder un hijo va contranatura o eso dicen todas las madres. Por la lógica de la edad, son los hijos los que tienen que enterrar a los padres y no viceversa. Mas cuando te dicen que tu hijo o tu hija va a morir,… ¿Qué harías en sus últimos ocho meses de vida?

Emma Whitfield, una mujer de 32 años que trabaja como camarera en el comedor de la escuela infantil de Hull (Inglaterra) cuando le dijeron que su hija le quedaban poco meses de vida, no se lo pensó dos veces y trazó un plan magistral: hacer que todos los deseos de la pequeña se hicieran realidad.

Dando la vuelta magistralmente a su futura pérdida, le dijo a su hija, Evie, de ocho años, le pidió que se imaginara que era una reina y que escribiese todo lo que haría si tuviera la suerte de estar en tan privilegiada situación. La niña lo hizo y entre sus deseos se incluían una visita a Disneyland, patinar sobre hielo, tener un perrito, y por supuesto, conocer a los One Direction. Diez meses después de que Emma supiera que su hija se moría de un tumor cerebral, se marchó con toda su lista de deseos cumplida. Su madre, que ha fundado una organización llamada ‘Evie’s Wishes’ para ayudar a niños que pasen por lo mismo que pasó su hija, dice que todos los recuerdos de esos últimos meses viendo y haciendo realidad sus deseos, son tan bellos que la están ayudando a sobrellevar el duro trance tras su pérdida.

Además, esto hace pensar que la fuerza de una sola persona, con amor, mucho amor, puede llegar a conseguir lo que se proponga y más cuando el regalo, el ver la sonrisa y la felicidad en la cara de su hija, no tenía precio.

Ojala todos aquellos que tanto tienen, económicamente claro, y que se han dedicado a robar a dos manos de las arcas del estado, valoraran más a las personas que el dinero. Mas es pedir peras a un olmo y más cuando, pese a ser muy conscientes de todo lo que está sufriendo el pueblo, siguen haciendo oídos sordos a su sufrimiento.

Evie cumplió sus deseos antes de morir gracias a su madre Emma. ¡Con eso me quedo! Todo lo demás, como no, ha dejado de tener sentido hace mucho tiempo.

La felicidad no se guarda en una billetera, ni en una maquina registradora, ni en una caja blindada, ni en un banco. La felicidad se disfruta, se vive y se ilumina en el rostro de todos los que aman.

El corazón recuerda para evitar el llanto y es así como la felicidad perdura pese a que el peor trago, la muerte de un hijo, haya hecho mella en una vida antes de tiempo.

MORALEJA: Una gran madre, Teresa de Calcuta, dijo: "Cuanto menos poseemos, más podemos dar. Parece imposible, pero no lo es. Esa es la lógica del amor".

miércoles, 10 de septiembre de 2014

LA CANCIÓN DEJÓ DE SONAR (poema)



LA CANCIÓN DEJÓ DE SONAR

Sonaba mi primera canción
el día que te conocí.
Hasta entonces desconocía
que era la música.
Por fin mi sueño
se tornaba real
y, junto a él,
las más bellas notas
se deslizaban entre nosotros
acompañados hasta el beso
final de nuestro inicio.

Un pasodoble fue testigo
de nuestros bailes de muchachos.
Me aferraste a tu cuerpo.
Desde entonces
fuimos sólo uno.
Aquella noche fue
eterna para nosotros,
cuajada de estrellas,
la más dulce, la más bella.

Pronto llegaron
los acordes nupciales
al borde de un pasillo
con flores guarnecido.
No nos habíamos
acostumbrado aún a ellos,
cuando una bella canción de cuna,
inundó nuestras vidas.
No sonó otra cosa para los dos
durante muchos años.

De pronto, un tango cruel
nubló nuestras vidas.
Me acercabas para alejarme.
Me alejabas para quererme.
Me amabas sólo si sentías perderme.
¡Nunca fui de tangos amor mío!

Tras aquello ya no tuvimos
nada musical entre ambos.
La coplas me susurraban
aquello que un día soñé tener.
A ti, eran otros cantares
los que te alegraban
las mañanas, las tardes,
… todas las noches.

Me harté de esperar
desde tu casa a mi casa,
pues ya no era la misma.
Me aburrí de esperar,
en la ventana,
ver amanecer el día
sobre una cama tan fría
que me helaba la vida.
Me cansé de esperar
una nueva canción
en nuestras vidas.

“¡Se acabó, mi amor, se acabo!
Ni una nota queda ya
de nuestra banda sonora”
escribí tras nuestra
partitura como despedida.
¡Aún sigue allí
la nota sin ser leída!
Mira qué poco te importó
hasta nuestra muda despedida.