lunes, 25 de agosto de 2014

MISMOS TRAJES CON DISTINTA MEDIDA



En el futbol, como ya comentaba el otro día y más en nuestro país, no todos son iguales y menos ante los ojos de la federación española de este deporte en cuestión.

Todos recordamos, pues una de las imágenes que más se proyectaron, en la temporada 2011-2012 cuando Mourinho se fue para el desaparecido y querido Tito Vilanova y le metió el dedo en el ojo ante la impertérrita mirada de uno de los que luego se llamó el hombre “inmutable”. Al entrenador del Real Madrid, por aquella acción, le cayó un partido de sanción que ni cumplió pues fue indultado por Villar.

El pasado 17 de agosto, en el partido de vuelta de la final de la Supercopa de España, los ánimos estaban a flor de piel y al entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone, pues se le fueron unas palmaditas en la nuca del cuarto árbitro. Tras aquello, fue expulsado y se colocó en la grada, tras el banquillo. Una vez se expulsa a un entrenador de un equipo, puede estar donde el público pero jamás cerca del banquillo para no confundir al arbitro. ¡Bueno! Eso es lo que dice la teoría, que de nuevo vamos con el mismo del dedito, que en el segundo partido de sanción que tenía que cumplir por mandar a la mierda a Paradas Romero en el partido de Copa del Rey que el Madrid jugó contra el Murcia en la temporada 2010-2011 se colocó, justamente, detrás del banquillo y NADIE LE DIJO NADA.

Pues bien, al pobre Simeone, de nada le han valido los alegatos que ha hecho y le han caído, ni más y ni menos, que OCHO PARTIDOS DE SANCIÓN. ¿Justo castigo? ¿Exagerado? Echemos un vistazo a las sanciones más duras hasta la fecha:

* Cortizo (Zaragoza) le cayeron la friolera de 24 partidos de sanción. El lateral fue castigado por una entrada que partió la tibia de Collar, del Atlético de Madrid, en un partido de la Liga de 1964.

* Ceballos (Racing) con 12 partidos de sanción. El portero fue sancionado con 12 encuentros al considerarse agresión a Prados García un leve toque por el que el colegiado se desplomó en el suelo.

* Mono Burgos (Mallorca) le sigue con 11 partidos de sanción. El actual segundo entrenador del Atlético de Madrid, por entonces en el Mallorca, propinó un puñetazo al extremo del Espanyol Manolo Serrano.

* Pepe (Real Madrid) le cayeron 10 partidos de sanción. El central sancionado con diez partidos por patear al jugador del Getafe Casquero.

* Stoichkov (Barcelona) fueron seis meses de sanción. Aunque después se le rebajó a dos meses, fue de seis la sanción inicial al búlgaro por pisar al árbitro Urizar Azpitarte durante un partido de la Supercopa de España entre el Barcelona y el Real Madrid.

* Migueli, Clos, Sarabia De Andrés, Maradona y Goikoetxea les tocaron tres meses de sanción. Ese fue el castigo tras los incidentes de la final de Copa de 1984 entre el Athletic y el Barcelona, durante la que protagonizaron una fuerte pelea.

Los árbitros no son los malos. ¡Eso lo sé muy bien! Normalmente están más expuesto que protegidos ante todos (jugadores, entrenadores, aficionados,…). Pero tampoco podemos obviar, que en cuestión de colores, tanto a ellos como a los de la FEF, se le ve de un milla de distancian los que llevan en el corazón (cuando como sancionan, de forma a veces un tanto desmesurada, en concordancia con el dolor causado por la derrota de su equipo).

En cuestiones de cara y cruz, al lanzar la moneda, está claro que sólo hay dos opciones. En cuestiones de saber como ser justo está claro que cuando el fútbol está de por medio, la cara o la cruz cae del mismo lado y siempre perjudica, como no, a los que no tienen tanto apoyo logístico en puestos estratégicos. ¡Una lástima!

MORALEJA: Hoy me quedo con una fase de un querido entrenador para mí. Manolo Preciado dijo una vez: “Ni antes no éramos la última mierda que cagó Pilatos, ni ahora somos la hostia”. ¡Una frase perfecta! No del gusto de todos y puedo admitirlo, pero más razón que un santo, como se suele decir. ¡Bravo!

SER CENSURADA: ¡SUBIDÓN DE EGO!





Tengo que reconocer, y creo que ya lo he hecho alguna que otra vez, que durante mi vida he intentando ser correcta en todos los aspectos de mi vida. Ser la mejor hija, la mejor compañera, la mejor amiga,… ser la mejor en todo. Pero no todo acababa ahí. Al intentar siempre ser la mejor también trataba de ser la más correcta con las formas, que no tuvieran que decir nada de mí. No beber, no fumar, no formar parte de escándalos, y pese a estar ahí, pasar más bien desapercibida. Tengo que mostrarme de acuerdo también, que para ser buena persona y correcta hay que ser constante. No puedes cometer NINGÚN FALLO pues tú eres la primera que no te lo permites. Sin embargo, para ser “mala”, para estar en boca de todos, sólo hace falta una acción (recordar el refrán: “Por una vez que maté un perro, mataperros me pusieron”).

Durante años, y debo de decir que han sido muchos, he seguido este lema. No estuvo mal y tengo que decir que muchas personas se aprovecharon de esa buena voluntad, de mi forma de ser tan afable, de esa persona que un día fui.

Obviamente, tras los palos y los años que no pasan en balde, al inaugurar mis treinta y siete hace apenas un mes, esa persona, YO, ya no soy la que era. Sé que uno no puede cambiar de la noche a la mañana, pero todo lo que había en mí que equivaldría a esa parte de que se abusaba, de la que se reían, a la que “maltrataban”, ha desaparecido.

¡No me he convertido en un monstruo! Eso que vaya por delante. No se trata de ser ni Campanilla ni la peor bruja jamás conocida en el mundo (que para mí sería la de la Sirenita que se llamaba Úrsula. ¡Que pulpo más mala era! Bueno, si era femenino tendría que ser pulpa pero eso me suena más a zumo de fruta con tropezones). La cuestión no es parecerse a uno de los personajes de cuentos que muchos conocen. En todo caso me he convertido en una Yo mejorada (aunque si tuviera que buscar un símil de quien soy, en cuento, sería una fusión de varios personajes, femeninos y masculinos por igual, que me hacen tener la parte de perversión y bondad justa y destinada para aquellos que verdaderamente se la merecen. A los otros,… sólo manzanas envenenadas y con doble dosis de realidad para que se miren de una vez al espejo, si tienen valor, y se den de bruces con la verdad cara a cara).

Ahora pensareis,… ¿Pero ha sido un cambio por cumplir un año más? ¡No! Francamente no ha sido eso. Hace tiempo conocí a una persona que me mostró la vida tal y como yo no era capaz de verla. Me costó mucho, pero que mucho hacerle caso, no lo voy a negar. Con el tiempo y con varias dosis de realidades extras, una se va haciendo, sin saberlo, un poco más dura. Sin embargo hay un momento en tu vida se precipita a esta conversión, por llamarla de alguna manera, hasta al borde del precipicio y de cabeza. En mi caso ha sido empezar a ser escritora y verme censurada por ello. Si, ya sé que escribía por aquí y que iba publicando “mis cosillas” de los que os hacía participe a todos por igual. Pero ahora que no tengo que esconderme, que mi nombre y mis apellidos salen en un periódico digital, e incluso mi rostro, la censura me ha enseñado que no hace falta ser tan correcta. Que hay un momento en la vida en que la incorrección es la forma más sublime de decir las cosas aunque duelan y sean molestas.

En fin, la vida es corta y hay que hacer que cada día cuente. ¡Por que cuente! Hoy y todos los días de mi vida.

MORALEJA: Alguien dijo una vez: “Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”.

domingo, 24 de agosto de 2014

“CULEÁNDO” QUE ES GERUNDIO





Hay esa moda de culear. ¡Como gusta! Ya sea en la pista de baile, encima de un escenario, o en una coreografía para hacer un flash moved, mover el culo y apretarlo para atrás contra alguien es que se está convirtiendo en una perversión que está al alcance de todos sin excepción alguna. Y es que esto de estrellarle a uno con el bullarenge en la cara de otro (o más abajo según se tercie) al compás de música y con meneos previos, es algo que ya existía, pero que ahora, con Miley y Niky, ha cobrando un nuevo sentido.

¿Dónde ha quedado el lenguaje de los abanicos? Sí ya, de una época muchísimo más que pasada pero… ¿Y esas miradas, esa sensualidad, ese golpe certero al abrirlo? Aquello era arte. Un arte rancio y caduco, no voy a negarlo, pero no me dirán que el baile de sambito del culo en pompa, mirando pa cuenca como diría Felipe el Hermoso (que fue el creador de esta expresión cuando… ), es algo artístico cuando su contenido parece más el de uno esos videoclips eróticos de altas horas de la madrugada.

Y es que las transgresiones, las cosas grotescas y sin gusto, los excesos y demás, son dignos de esa edad joven e inconsciente por la que pasamos y que en un momento u otro, a todos nos ha hecho perder un poco la cabeza. Pero una cosa es perder la cabeza y otra hasta dejarse algo para la noche de bodas, como dirían mis abuelas. Como las recuerdo: “Hija, tu mocita, tu mocita hasta que te cases”. Tú joven, inexperta, sin novio, sin ganas de tenerlo pues en aquel entonces aún creías en príncipes azules, la mirabas amorosamente y le decías: “Abuela, usted no se preocupe. Yo mocita hasta que me case”. Y ella te besa la cara de forma cariñosa.

Cuando los años pasan, a las abuelas hay que seguir queriéndolas y mucho, pues no dejan de ser algo tan importante en tus vidas como cuando te tuvieron en sus brazos la primera vez. Pero cuando te enteras que su afán de que llegaras mocita, vestida de blanco pura y virginal al altar, era para cumplir lo que ellas no fueron capaces de hacer, te dices: “¡Madre de Díos! ¿A ver si me estaré perdiendo algo yo con esto de esperar al matrimonio? Malo no tiene que ser, que hasta mis abuelas no pudieron estarse de probarlo”. Una de ellas fue al altar en estado del hijo que luego claro, saldría sietemesino con más de cuatro kilos y la otra ya la dejaron casarse cuando se quedó embarazada de segundas del mismo hombre cuando ya habían echo pasar a la primera hija, por hija de la madre de mi abuela, por hija de mi bisabuela. Y es que quien niegue que el sexo da gustito,… es un pedazo de mentiroso como una catedral de grande. Sea malo, o bueno, o intimista, el sexo forma parte de las cosas “dulces y agradables” de la vida.

¿A qué venía todo esto? ¡Ah sí! Que nuestra Niky Minaj, acaba de sacar su último video a la vista de todos y no ha dejado NADA, ABSOLUTAMENTE NADA a la imaginación. Es más,... ¿Recordáis el Wrecking Ball de Miley Cyrus que alcanzó millones de reproducciones en 24 horas? Pues Nicky con su Anaconda ha conseguido superarla con 19,6 millones de reproducciones en el día de hoy, 300.000 más que Miley. Y es que como dijo en gran Pepe Rubianes cuando hablaba de su abuelo el que se fue a Cuba que era amigo de Prim que estaba en el ejército y un día que había guerra, se queda en casa como el que no va a la oficina. Y claro, a los soldados, faltándole el visionario, pues… ya imaginareis como quedó. Así que van al bohío, donde se había quedado su abuela con la tremenda mulata, lo toman preso, juicio sumarísimo y lo fusilan. En el epitafio que consta en la lápida del abuelo dice: Ante aquel culo, quien iba a pensar en batallas (y en pequeño abajo pone “perdona Prim”). ¡¡¡QUE GRANDE ERAS PEPE!!! Imagínate si vieras ahora todo lo que está pasando ahora con estos, con los otros y con lo de más allá,… que monólogos te iban a salir amigo mío. Estos sí que iban a hacer temblar a todos sin excepción. Pero espero que desde ahí, de ese palco que tienes que tener en lo más alto del firmamento, te estés riendo a tus anchas y cagándote en esta pandilla de hijos de P… (es por si lo leen niños) que se están cargando todo sin excepción.

Pues eso, culo va, culo viene, que si Miley que si Minaj y nosotras pensando sólo en el de 50 sombras de Grey mientras los hombres se ponen, algo más que las botas, con esta forma de seducir con el culo en pompa. ¡En fin! ¡¡¡PARA GUSTOS COLORES!!!

MORALEJA: Hoy no se puede acabar de otra manera con una de las canciones más visionarias y a la vez de las más tiernas, comparado con el panorama actual, que hasta merece la pena no sólo ver el video, si no recordar hasta la letra. Esa canción no es otra que QUE TE LA PONGO (enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=vmAEThwpXbs ) de Garibaldi :

Garibaldi - Que te la pongo

Que te la pongo, que te la pongo
Que te la pongo, te la pongo ya
Que te la pongo, que te la pongo
Que te la pongo y no lo sentirás

Que te la pongo, que te la pongo
Que te la pongo, te la pongo ya
Que te la pongo, que te la pongo
Que te la pongo y no lo sentirás

Una chamaca me dijo que sufría de soledad

Yo que conozco el remedio le ofrecí mi talismán
Preguntó cómo se baila con mucha preocupación
Y yo le di su besito y la fiesta comenzó
Y yo le di su besito y la fiesta comenzó

CORO

Ven, que te de mi cintura, siente el calor tropical
Sube de aquí a la cabeza, ... como el champagne
El secreto está en el pasito, sí, te va a enamorar
Vas a perder el sentido, y mañana ...
Vas a perder el sentido, y mañana ...

CORO

Ella que tanto sufría con mi calor se curó
El efecto fue tanto que hasta el cura nos llamó
Ella que tanto sufría con mi calor se curó
El efecto fue tanto que hasta el cura nos llamó
El efecto fue tanto que hasta el cura nos llamó

sábado, 23 de agosto de 2014

NO A UNA LIGA DE FÚTBOL DE DOS EQUIPOS



Hay momentos que los adultos deberían ver más películas de dibujos animados y recordar la magia de la que forma parte toda la vida. ¿A qué me refiero? Bueno, después de acabar de ver al Atlético de Madrid alzarse con el título de la Supercopa ante el Real Madrid, me ha venido una película animada titulada Rompe Ralph. ¿De qué va Rompe Ralph? Bueno, Ralph es el “malo”, el villano de un video juegos llamado Repáralo, Félix Junior. Un día, casando de Félix siempre se llevaba los laureles tras que los jugadores salían de la sala de juegos y las medallas, sale del juego para conseguir el reconocimiento que no tiene en su propio juego. Ralph no regresa, no a tiempo de que las maquinas recreativas abran sus puertas y al encenderse el juego, al no existir la parte que rompía del juego, la parte “mala” por así decirlo, la reparación no se podía hacer. ¿Qué pasa? Que el dueño decide que el juego está roto y por lo tanto, decide que, si no puede arreglar, será desenchufado haciendo que tanto los que creían que Ralph no pintaba nada y alagaban siempre a Félix, se den cuenta de que no puede existir el juego sin el villano. Es por eso que cuando no veo alzarse ni al Madrid, ni al Barça con un nuevo titulo, en cierta manera, me alegra.

Llevamos años viendo una liga de futbol donde, como a la dirección del país en el que vivimos, es la dualidad la que reina. O blancos o azulgranas. O rojos o azules. No me molestas la monocromancia en el arte, mas en la vida todo suele ser un tanto “rutinario” que todo gire alrededor de sólo dos equipos de la primera división.

A parte de que considero que la maestría del balompié español no debería ser de pago y menos viendo la situación por la que pasa nuestro país. Además, antiguamente, cuando los partidos eran en abierto para poder llegar a todo la población SIN EXCEPCIONES, el vivir la emoción de algo tan simple en forma desde el sofá de tu propio salón, era una práctica que reunía no sólo a la familia sino también a los amigos. Además me parecen más que desagradable que todos, absolutamente todos los jugadores de primera división (con unos buenos sueldos y con unos esponsores detrás la mar de generosos a la hora de lucir coches, ropa de últimas marcas y demás) apoyen que SÓLO LOS QUE POSEEN EL DINERO SON LOS MEJORES SEGUIDORES QUE TIENEN al formar parte de la publicidad para dar soporte a este tipo de plataformas de pago. ¿Han olvidado cuando eran niños? ¿Han olvidado cuando las cartillas de sus padres no podían hacer frente a todos los gastos de una casa? ¿Han olvidado que es la humildad? ¿Han olvidado al pobre y a sus hijos?

Hace mucho años que el fútbol, sobretodo el de calidad como es el de nuestro país, ha sido corrompido desde las raíces. No es de extrañar entonces, que ni los propios jugadores apoyen a sus compañeros a la hora de un reparto equitativo televisivo ni en cantidad, ni en horarios, ni en forma, ni en estilo. ¡Todo les da igual! Pese a que jueguen luego con la misma camiseta de LA ROJA, a sus ojos, unos siempre serán más que otros y es por lo tanto que unos clubs se enriquecen con esas cuantiosas cifras televisivas de pago, incluso desprestigiando a los que hacen posible todo lo que rodea a los encuentros de una nueva temporada futbolística. ¡La liga no la forman dos jugadores! Aunque eso parezca. La liga la forman equipos que luchan, semana tras semana, por ser los mejores. Sin embargo, y ojala algún día mi deseo sea una realidad, debería pensar un poco más en el que nada tiene, en referencia al pueblo español y quizás también, si eso ya lo vieran como un GRAN IMPOSIBLE, no olvidar, sobretodo los jugadores, que todos forman parte de un grupo de personas que buscan disfrutar haciendo algo que les gusta a todos por igual, cobren cincuenta o cien, cobren veinte o treinta. ¡Pocos tienen esa suerte! La inmensa suerte de estar ahí, disfrutando de la alegría de patear un balón de reglamento, como cuando éramos pequeños, y disfrutar de ello además de ganarnos la vida.

¡La vida es corta señores! No dejen que nuestros hijos crezcan pensando que ser pobre significa no poder ser el mejor fan de un equipo por no poder pagar por ver un encuentro de fútbol.

MORALEJA: Elías Canetti, (1905-1994) escritor y pensador en lengua alemana y Premio Nobel de Literatura en 1981, dijo: "Son mis ilusiones infantiles las que todavía me hacen decir si percibo una fisura en la coraza de un hombre: no todo está perdido, hace falta poco para hacer palpitar a ese corazón detenido."


viernes, 22 de agosto de 2014

MI FINAL FELIZ (poema)



MI FINAL FELIZ

Abro este libro
que lleva mi nombre.
¡Está en blanco!
Mas las palabras
me hablan desde él
y puedo ver cada verbo,
cada espacio, cada tiempo.

Me leo en pequeño,
en un mundo
que ni recuerdo.
Puedo ver mi inocencia
escrita de frente conjugar
términos que ni conocía.
Sujetos, verbos, perífrasis,
encerrando aquello
que otros conocían
como sentimiento,
o al menos lo parecía.
Todo se cohibió.
Todo fue trascrito
a un capitulo
nada interesante.

Lo que fui era pura
fantasía onírica.
Lo que llegué a ser
el epílogo olvidado en un cajón.
Mi prologo nunca se escribió.
Por eso mi obra
está incompleta.
Por eso mi historia
no tiene un final feliz.

miércoles, 20 de agosto de 2014

PONERSE EN LA OTRA PIEL





* La joven violada en la Feria fue grabada con un teléfono móvil (Dos de los cinco detenidos pasan a disposición de la Fiscalía de Menores). Enlace web: http://www.elmundo.es/andalucia/2014/08/18/53f243e7e2704e562c8b4578.html

¡El hombre, como individuo, no tiene la culpa! Pues no se le puede llamar hombre al que es capaz de cumplir una aberración así con una mujer. Es la excepción de su especie, un macho sin valor alguno que cumple la función de paria de su manada. Esa cosa, ese ser con apariencia humana, con atributos masculinos es menos que nada y por eso, necesita la ayuda de los demás para agredir sexualmente, grabarlo y luego jactarse de ello. ¡No es nadie! Es la nada del vacío y por eso, necesita hacer daño para sentirse vivo.

Los CULPABLES, pues aquí la presunción me la como yo porque me duele hasta el alma cuando me pongo en la piel de la muchacha agredida, son cinco jóvenes, dos menores de edad, que violaron a una chica de 20 años cuando salió de trabajar en el recito ferial de Málaga. Los hijos de cien mil padres no teniendo suficiente con la brutal violación múltiple a la muchacha, grabaron su delito con el móvil.

¿Cuándo ocurrió? Todo esto ocurrió pasadas las siete de la mañana del domingo, cuando la joven se dirigía a su casa tras trabajar durante toda la madrugada en una de las casetas del recinto ferial. Era el final de la primera noche de la Feria de Málaga en el recinto ferial de Cortijo de Torres.

Según contó la víctima a la Policía Local, la chica se topó con los cinco en una de las despobladas avenidas del recinto, en la zona de las ya cerradas atracciones. Sus agresores la empujaron hasta una de los “cacharros” de feria llamada 'Búfalo Loco', y allí cometieron la agresión.

En la película MATADOR del gran director Pedro Almodóvar, Chus Lampreave, en forma de sátira, comenta lo siguiente a su hija que ha sido “violada”: “Lo peor no es que te violen. Lo peor es que se lo tienes que contar de pe a pa a todo el mundo”. Sin duda no se equivocaba. Por si haber sido vejada de tal manera no fuera suficiente, tienes que contárselo a la Policía, luego al abogado, luego al fiscal, luego a la sala donde preside un juez mientras los acusados están ahí, recordándote que quizás no hubiera sido tan mala idea que gritaras y te mataran pues lo que estás viviendo tras ser la victima es lo más horrible que te ha podido ocurrir en esta vida, después de lo ocurrido. Por si fuera poco, mirar a la cara de tu agresor y rememorarlo todo por desgracia, sin poder desconectar tu mente, ni adormecerla, ni medicarla, ni anestesiarla, cuando vuelves a verle cara a cara.

Una chica de veinte años, cansada tras un día largo de trabajo, forzada a traición por cinco VIOLADORES desalmados. Toda una vida destrozada. ¿Y encima les llaman presuntos? ¡Yo no puedo! Es algo que me supera. Es algo que me superará siempre.
¡Ánimos! No hay mal que dure cien años y esa es el único consuelo que te darán todos. Pero, cuando se apaguen las luces, sólo tú y yo y muchas como nosotras, sabemos lo que es ser torturadas por los malos recuerdos.

MORALEJA: Isaac Asimov, (1920-1992) escritor y bioquímico estadounidense, dijo: “La violencia es el último recurso del incompetente”.

UN AÑO MÁS O MENOS (relato)





Había pasado más o menos un año. Fue todo sin pensarlo o quizás pensándolo mucho pero con la cabeza bien clara de lo que podía llegar a ser y hasta donde éramos capaces de llegar tanto uno como otro a adentrarnos en camino que desconocíamos: ser infieles.

Él era todo un hombre. Simpático, dulce, encantador. Elegante de una forma que incluso cuando iba casual, con vaqueros y una camisa cualquiera, estaba francamente arrebatador.  Tenía ciertas rarezas que sin duda le hacían tan interesante como su cuerpo de hombre que había acabado de estrenar los cuarenta. Alto, ojos marrones, pintando algunas canas sobre un pelo oscuro que le hacían tremendamente atractivo a mis ojos (aunque había llegado con un pacto conmigo misma para no llegar a decírselo nunca,… o eso era lo que me proponía en un principio).

Habíamos trabajado juntos un periodo tan corto como el de tres meses escasos. Se trasladó por su bien y yo lo acepté sin más. En poco tiempo se había convertido en una persona a la que daba gusto escuchar hablar, con la que se podía conversar y con la que se podía bromear si que eso fuera considerado una insinuación en ninguno de los ámbitos jamás imaginados entre un hombre y una mujer.

El tiempo pasó y aunque nuestros trabajos, nuestras familias, nuestros compromisos no nos permitieron quedar de forma continuada, jamás perdimos el contacto.

Pasado los años por fin coincidimos en un mismo sitio. El estaba tan increíble como siempre pero sin duda los años de más le habían sentado francamente bien. Fue en aquel momento cuando me di cuenta de que era un hombre deseable y tuve que guardar la compostura para no peder las formas. El encuentro entre ambos fue lo esperado: buena compañía, una charla exquisita, el intento de una foto frustrado y poco más. De regreso a los coches, dos besos y un abrazo de despedida. Ambos nos alejamos cortésmente como lo habíamos hecho cuando trabajábamos juntos.

La vida siguió y no le di mucha importancia a lo que llegué a sentir al verle frente a mí en la mesa. En ese instante fue como si cien mil vatios de potencia hubieran atravesado mi cuerpo dejándolo prácticamente inservible. Aquel hombre, mi compañero, quizás una persona a la que podía llamar amigo sin miedo, me atraía de tal manera que me costaba controlar mis impulsos de hembra.

Un día mientras conversábamos por el móvil, una tontería sobre sus vaqueros me hizo enrojecer. Él hablaba con toda la claridad del mundo. ¿Estaba tan ciega yo como para no ser capaz de verlo? ¡No! No podía ser. Él era increíblemente sensual y yo no dejaba de ser la loca con una afición extraña por la música de gasolinera.

Lo dejé correr pues no podía ser cierto. Las cosas no se repiten y pese a que lo sabía, no me arriesgué. Él seguía siendo una persona francamente importante para mí y no deseaba estropear nada de lo que teníamos.

Mas, para nosotros, la oportunidad no se había esfumado. Sólo debíamos estar los dos receptivos en el momento preciso, en el instante adecuado, y así sucedió.

No quedamos o sí en vernos pero de forma que aún no parecía veraz ni para él ni para mí. Su mano rodeo mi nuca y su beso se estrelló en mi boca. Así fue todo de sencillo. Después de eso, la ropa cayó precipitadamente al suelo. Los instintos no nos hicieron dudar en ningún momento y ocurrió lo que tenía que ocurrir: goce, deseo, pasión, gemidos, ansias, delirios febriles,… El ardor que ambos sentíamos se consumió entre nuestros cuerpos sedientos de ganas. Al esfumarse todo quedó tal y como estaba. Un recuerdo dulce, un apetito saciado, una amistad no sacrificada.

Pasó el tiempo. Siguieron las llamadas como siempre, como antes. Los doce meses cayeron en el calendario como si nada. Una noche el recuerdo cobró vida en mi cuerpo inconsciente. Desde aquel instante tras despertarme sólo deseaba poder estar una vez más a su lado piel contra piel. Mi ganas por él fueron intensas y habían vuelto.

La otra vez, temerosa, casi dejé todo en sus manos. Esta vez no sería así.

Alquilé una habitación en un hotel. Mi voz distorsionada llamando a su empresa, no hizo sospechar nada. Una reunión de última hora concertada con su secretaria para un proyecto en el que necesitaba de su ayuda fue programada. El día sería el 19/08 y la hora, las 16h. La habitación tenía un salón adjunto. Una nota en recepción le indicó donde le esperaban. El botones le llevo a la habitación. Todas las cortinas estaban cerradas. Sobre la mesa del salón, un proyecto con una nota que decía:

“Disculpe que no esté ahí en estos momentos.
Vea el proyecto y no tardaré nada en volver.
Puede pedir lo que desee y cargarlo a la habitación”.

No pidió nada, era un profesional. Apagó las luces y encendió el proyector que empezó a hacer un ruido raro. Arrancó tarde y mal pero era lo que tenía que hacer. Cuando habían pasado apenas cinco minutos de la proyección todo se quedó a oscuras. Yo estaba en la habitación ya observándolo. Cuando todo se volvió negrura, le até las manos a la silla y le tapé la boca muy deprisa con una mordaza. No le dio tiempo a reaccionar. Podía sentir su nerviosismo. Notaba como los latidos de su corazón eran algo que no podía controlar. Me acerque susurrante a su oído y sólo le dije:

“No temas nada. Soy yo. Deseaba darte una sorpresa”.

El aspiró me olió y al instante supo quien era. Conocía muy bien mi perfume pese el paso del tiempo.

Le quité primero la mordaza y tras besar su boca con pasión un ‘mala’ salió de sus labios y se desdibujó con una sonrisa que no me hacía falta ver para conocer. Desaté sus manos pero le tapé los ojos y le dije que confiara en mí. Me dejó hacer ahora ya más tranquilo.

Descorrí las cortinas para poder verle. Él no podía ver nada. Eso sí que formaba parte de mi regalo. Besé de nuevo su boca. Mis labios fueron bajando poco a poco por su cuello. Le encanta sentir mi lengua recorrer su piel. Empecé a desabrocharle la camisa. Me introduje entre su pecho. Roce mi mejilla con su pezón izquierdo. Mi boca fue en busca del derecho hasta arrancarle su primer gemido tímido. Dejé caer su camisa al suelo mientras seguía deleitándome con sus pezones a boca llena.

Me arrodillé delante de la silla donde estabas sentado. Desabroché su cinturón y desabroche los botones de su pantalón. Lo abrí dejando ver sus boxer y besé su sexo por encima de estos. Su fuerza estaba tremendamente dura y expectante de todo lo que estaba sucediendo cerca de ella. Le despojé de toda la ropa que le quedaba, sin dejar de besar una y otra vez, cada pedazo de su piel que dejaba al descubierto. Sus ojos seguían si visión, cegados por una tela que hacía que sus otros sentidos apreciaran cada caricia intensas de manera aún más profunda.

Le ayudé a levantarse y le pedí que se pusiera de espaldas, contra la pared, con las manos abiertas, dándome la espalda. No me dijo que no. Hizo lo que le pedí ayudado por mí. Mi boca se posó dulcemente sobre su nuca, mientras mis manos no dejaban de acariciar su torso. Mis dedos jugueteaban con sus pezones que entre suaves roces y certeros pellizcos, hicieron incrementar aún más su deseo. Mis labios fueron bajando lentamente por su espalda, sin prisa, con calma, saboreando cada uno de sus gemidos. ¡Me excitaba verle disfrutar!

Llegué a sus nalgas y me arrodillé ante ellas. Estuve unos segundos haciendo que sólo sintiera mi aliento cálido sobre su trasero. La expectación hizo volverle loco de ganas. Saboree cada una de sus nalgas y me adentré con mi lengua deliciosamente a través de ellas hacía su ano. Lo lamí una y otra vez sin prisa, lenta y pausadamente, disfrutando de cada uno de sus cada vez más intensos gemidos. Por fin su boca consiguió decir algo: ‘Me vas a matar de placer’. Sonreí. Sabía que él era mucho hombre y que podría aguantar todo lo que había destinado para celebrar un año más o menos después, de nuestro primer encuentro.

Seguí con suavidad mordisqueando con delicadeza de nuevo sus nalgas. Mi lengua buscó esa zona entre medio de su sexo y su ano que le hizo volverse loco de gusto. Luego, sin que él dejara de tener las manos apoyadas contra la pared, conseguí alcanzar su sexo con destreza desde abajo mientras lo devorada como la cría recién nacida de cabritilla buscando la ubre de su madre tomándola con premura y delicadeza por igual. Chupé y chupé su sexo tan ansiosamente como dulcemente hasta que su ambrosia de derramó en mi boca un grito de placer incontenible inundó aquel salón. No me aparté de él y le bebí por entero. Deseaba saborear su delicioso néctar hasta la última gota.

Apenas podía sostenerse en pie tras el tremendo orgasmo sentido. Le acompañe a la cama, lo tumbé y le quité la venda de los ojos. Estaba exhausto. Me encantó mirarle a los ojos. Hacía un año que esperaba aquel instante.

Su cuerpo intentaba reponerse mientras sus dedos, jugaban con mi sujetador al despiste. Yo deseaba que descansara. No me importaba esperar. Todavía nos quedaba tiempo de “reunión” por delante. 

Pasó un rato cuando su cuerpo, se medio incorporó en la cama buscando mis pezones. Bajó mi sujetador y empezó a lamerlos amorosamente. Era una delicia poder sentir su lengua deslizarse con tanta destreza. Sus manos no dejaban de acariciarme. Mi boca no pudo contener los suspiros gozos. Me encantaba sentir sus labios sobre mi piel. Me liberó del sujetador y intento contener mis pechos entre sus deliciosa manos mientras se ponía sobre mí, como el jinete que monta a su traviesa e impetuosa yegua. Intenté zafarme. Él sabía que lo haría en plan juguetón. Me cogió por mis muñecas fuertemente con sus manos y las puso sobre mi cabeza. Bajó su boca que se estrelló de forma impaciente contra mis labios. Mientras me besaba, puso mis dos muñecas en una de sus manos y con la otra, ladeo mis braguitas. Se movió con tal destreza que apenas noté cuando se adentró en mí. Sí sentí como todo su sexo estaba completamente dentro de mí. Siguió con mis manos apresadas sobre mi cabeza haciendo que sus caderas controlaran todo el movimiento pélvico que me estaba llevando a no poder contener mis quejidos de goce por más tiempo. Me derramé por primera vez. Le gustó que tras el primer orgasmo no dejara de pedirle que no parara. Le encantaba que le suplicara con más y más ansias, que no dejara de moverse. No me hacía sufrir. Seguía con un ritmo constante dejando que su verga se adentrara y saliera de mí consiguiendo que mis orgasmos se enlazaran uno con otro sin remedio. Deseaba más y más. Él sonría. Le complacía verme gozar como toda una hembra salvaje sin medida ni mesura. Seguía derramándome una y otra y otra vez. Aceleró el ritmo y podía sentir sus golpeos acelerar mi deseo. Su pelvis roza sutilmente mi clítoris. Eso me hizo perder la razón. No podía contener mis gritos de placer que eran cada vez más y más intensos. Podía ver como me miraba enervado de ansias otra vez. Seguía embistiéndome cada vez más y más fuerte hasta que otro grito aún más intenso que el anterior pero por partida doble, resonó de nuevo en la habitación.

Quedó tumbado sobre mi cuerpo y yo bajo el suyo casi sin resuello. Por fin estaba de nuevo saciada de él y él saciado de mí. Podríamos esperar otro año a nuestro próximo encuentro aunque no creía que aguantáramos tanto sin vernos para gozar de nuevo piel con piel.