viernes, 4 de julio de 2014

LOS OLVIDADOS (poema)



LOS OLVIDADOS

‘¿Quién eres tú?’
Aquí estas, a mi lado,
llamándome amado
con tus manos.
¡No te recuerdo!
Tu aroma no me es familiar,
ni tampoco tu voz,
ni siquiera tu precioso
rostro angelical.
‘¿Qué me pasa?’
me digo, y en mi
rememorar primero
siempre el vacío
de lo que fue
que no se si he vivido.

‘¿No tuve pasado amor mío?’
Me miras y te alegras
que te llame amor.
Por un instante
siento que eres
como una canción
que no consigo memorar,
como un te quiero
que no recuerdo haber dicho,
como un abrazo
que ni sé si existió.

¡Es tan duro hacerse viejo!
No es un nacer a la inversa,
ni un volver a la inocencia,
ni un pecar de la niñez de nuevo.
Es morirse sin recuerdo,
caerse en la soledad de una casa
que en el ayer estuvo tan viva
con risas de niños por todos lados.

¡Ahora nadie llama ya a la puerta!
El teléfono no está desconectado,
pero jamás suena.
¡Somos los olvidados!
Aquellos que nadie recuerda,
los que se van sucumbiendo lentamente
cada día, a cada hora y poco más.

‘¿Quién eres tú?
¡No te recuerdo!’

‘Soy tu reflejo.
Duerme tranquilo esta noche.
Quizás mañana ya no siga aquí’.

jueves, 3 de julio de 2014

EL EFECTO DOMINÓ



El espectáculo de  dominó es sencillo y artístico: alguien coloca unas piezas en una determinada distancia formando formas, figuras, pequeños “juegos” para cuando una pieza, la primera, sea tirada, todo vaya con la inercia del primer toque, encadenándose una con otra hasta llegar al final.

El efecto domino no deja de ser una consecuencia de algo que pasó de una forma, y por su inercia, por lo errado del golpe, de la distancia, de la fuerza de todas las piezas cayendo a la vez, sigue su camino. Lo raro es que mientras lo vemos, pese a que no tienen ningún sentido, dejamos que ocurra, deseamos ver hasta donde llegará la dimensión del fallo y cuantas personas serán capaces de no darse cuenta de que nada es como debería que ser. A veces, el percatarse del error es cuestión de décimas de segundo. Otras de segundos. Cuando pasan más de medio minuto, habría que analizar si todos los integrantes poseen las facultades para actuar ante una situación de presión con la cabeza clara porque, visto lo visto, hay algo que no funciona del todo bien.

Para muestras un botón: Se produjo en el México-Eslovaquia del Mundial Sub-17 femenino. Todo empezó con dos tiros libres y después se desató la confusión total. La jugadora del equipo contrario, sacando de su propio campo, metió en su propia casta. Aquí no acaba la cosa. El otro equipo, al ver lo sucedido, sacan la pelota de la cancha del contrario y se van hacia su propia cancha para meterla. A esto se le llama efecto domino. No puedo decir que el acto en si, sea de estupidez o idiotez humana. ¡Todos erramos! Pero por lo cómico de las escena, y todos que hayas leído alguna vez a Mortadelo y Filemón sabréis de que estoy hablando, a mí me recordó a eso, a una escena cómica que, hasta la fecha, sólo había visto protagonizar a ellos dos. La que yo recuerdo, era en un partido de fútbol que se suponía que había una bomba dentro de un esférico. Mortadelo está haciendo de jugador, corre atravesando todo el campo de un lado al otro y mete un gol. Se le acerca uno y le dice… “¡Muy bien echo! ¡¡¡PERO ESA ERA NUESTRA PORTERÍAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!” Haciendo perder el encuentro a los suyos.

Siendo un poco mala, y permitírmelo pues al ver la escena por primera vez, me ha entrado tremendo ataque de risa, me imagino a la jugadora, la primera que comete el fallo, demostrando su valía y metiendo la canasta en vez de dos puntos desde abajo, haciendo un mate como los de la NBA (con rotura de cristales incluida de aquellos que luego salen como las diez mejores jugadas de la semana). La chica alucinada por su gran hazaña, sus compañeras con la boca abierta y mientras tanto, las del otro equipo, queriendo remontar marcando de tres en su propia canasta a dos segundos antes del fin del encuentro dando vencedores al equipo contrario con el que estaban empatado a puntos tras el mate (no es ser mala, lo prometo. Es culpa de esta mente tan imaginativa que a veces, me juega malas pasadas de las que sólo yo soy consciente).

En fin, que todos podemos tener un mal día, más en un mundial y sino que se lo pregunten a la Roja, y nadie esta exento de hacerla así o peor. Lo que pasa es que nosotros no tenemos una cámara que nos grabe todo el día para ir mostrando nuestros continuos desaciertos durante el día a día.

MORALEJA: Ramón Gómez de la Serna (1888–1963) prolífico escritor y periodista vanguardista español, generalmente adscrito a la Generación de 1914 o Novecentismo, e inventor del género literario conocido como greguería, dijo: “En la vida hay que ser un poco tonto porque sino lo son sólo los demás y no te dejan nada”.

miércoles, 2 de julio de 2014

VOLVER (relato)





Un divorcio siempre te hace perder un poco la confianza. Sobretodo si es tu pareja la que rompe la relación porque está con otra chica mucho más joven que tú. Esa sensación como si una losa te hubiera caído desde el cielo, oprimiendo hasta las ganas de vivir, se desploma sobre ti como una jarra de agua fría (con el tiempo, y os puedo asegurar que para mí fue mucho, mucho tiempo, pude volver a mirar a mi ex a la cara por mis hijos).

Había pasado ya un año de mi divorcio cuando Mónica, una gran amiga mía, viajó desde Guinea a España para que nos viéramos durante sus vacaciones. Nada más aterrizar en el aeropuerto, descolgó el móvil y me dijo: ‘¡Quiero verte a la voz de ya!’

Enseguida quedamos en un Frankfurt para merendar con nuestros hijos y ponernos al día de nuestras cosas. Mónica siempre fue un bálsamo de aire fresco para mí. Una mujer que había ido en busca de sus sueños hasta Guinea y lo había conseguido. Al escucharla, al oírla, una volvía a sentirse otra vez fuerte y joven pues destilaba energía por los cuatro costados.

Al día siguiente, como empezaban las rebajas, me propuso que nos fuéramos con un par de amigas y nosotras dos, de Shopping. No tenía con quien dejar a los niños y ella me dijo que no me preocupara de nada. Que llamaría a una canguro. Lo cierto es que nunca había dejado a mis hijos con un extraño pero necesitaba salir y divertirme en plan chicas. Llevaba años sin hacerlo y aunque fuera sólo de compras, era algo que me pedía el cuerpo y la mente.

A las nueves de la mañana ya estábamos desayunando en una cafetería Mónica, Encarna, Maika, Marta y yo. Hacía mucho que no las veía y fue una grata sorpresa.

Desayunamos entre risas, recuerdos de fiestas locas de cuando teníamos dieciséis, dieciocho, veinte,… Aquella sesión de “risoterapia” improvisada me vino la mar de bien.

Cogimos un coche y nos fuimos las cinco a un maxi centro comercial a “quemar” la tarjeta de crédito. Fue genial ir de acá para allá, mirando ropa, probando perfumes, curioseando bisutería y complementos.

Después de varias horas, nos sentamos a comer. De nuevo un nuevo curso acelerado de “alegría de vivir” que sin saber como ni porque no, era lo que necesitaba sin saberlo desde hacía mucho.

‘¡¡¡Tenemos que comprarnos ropa interior!!!’ soltó Mónica de golpe mientras tomábamos el café. Yo acababa de tomar el primer sorbito de mi cortado y de lo improvisado e impetuoso de la proposición, me atoré y todo. Le dije que si quería matarme con un cuchillo era mas rápido pues me puse morada del atragantamiento. Ella me dijo que desde cuando no me compraba algo sexy para seducir a un hombre. Francamente de eso hacía mucho. Apuré mi café y me alcé con un sonoro: ‘¡¡¡Pues vamos!!!’

Nos dirigimos a una de las tiendas de lencería con un toque tan picante como morboso: ligueros, corpiños, medias, braguitas abiertas por el medio, mini shorts con cremallera para no llevar ropa interior. ¡Madre mía! Jamás me había puesto nada de aquello ni siquiera lo había visto mas allá de las películas de Moulin Rouge o de Chicago. Todas empezamos a bromear, a mirarnos por debajo de las blusas de forma graciosa y divertida. La dependienta, una chica joven de no más de veintipocos años, nos miraba más que sorprendida que mujeres de cuarenta y tantos estuvieran interesadas en aquel tipo de productos. Eran las tres y poco de la tarde. No había mucha gente en el centro comercial y en aquella tienda,… sólo nosotras. En una de estas que yo me probé un conjunto irreverente, desvergonzado, prácticamente morboso en cada toque que lo remataba. Era como una especie de salto de cama en el que los pechos no estaban tapados sino completamente expuestos sin tela que los protegiera y unas braguitas que literalmente decían: ‘mírame los labios’. Salí de la cortinilla y sin ningún pudor, me puse delante de mis amigas y la dependienta de esta guisa, tapando mis pezones con mis dedos de forma inocente. Cuando me vieron, alucinaron.

-         ¡Así queremos verte! Sin miedo a mostrarte. – me dijeron las cuatro a la vez.

Mis ojos se humedecieron un poco por el recuerdo nefasto de la separación y justo en el momento que una lágrima se precipitaba vertiginosamente a mi mirada, mis ojos se posaron en la puerta de la tienda donde había más de diez chicos mirándome directamente con los ojos como platos. ¿Cuánto tiempo llevaban allí? Me quedé petrificada. No pude decirle a mis amigas que se dieran la vuelta, ni pude salir corriendo a refugiarme de ellos. No podía moverme. Podía observarles a todos a cada uno de ellos, con sus ojos inflamados tanto como los bultos que empezaban a marcarse en sus pantalones.

La primera que se dio cuenta de los espectadores fue la dependienta que acudió hacía a mi con un ‘¡Cuidado!’ en los labios y una bata en sus manos tapando así mi cuerpo. Mientras yo me dirigía a los probadores, mis amigas se dieron la vuelta. Cuando salí muerta ahora si de vergüenza, me dijeron: ‘¡Nos vamos a una fiesta!’. Yo pensaba que estaban de coña, pero pagamos lo que habíamos comprado de lencería, y nos fuimos de allí en una dirección que yo no conocía.

Entramos en lo que parecía un bar musical dejando las bolsas en el coche. Todo estaba muy oscuro pese a que a fuera, sólo eran las cinco de la tarde o poco más. La música era sensual, dulce, chill out para relajar los cuerpos y disfrutar del momento.

Había poca gente bailando pero mucha en el interior. Pidieron mojitos y mientras disfrutábamos del dulzor a menta, algo me sorprendió: ¡Todos estaban allí! Todos aquellos rostros masculinos sin nombre que me habían contemplado semi desnuda en la tienda estaban allí, juntos, como si pertenecieran a un mismo grupo o a una misma empresa. ¿Qué estaba pasando? ¡No entendía nada! Me puse muy nerviosa.

Me acerqué a Mónica y le dije que me iba a casa, que cogía un taxi. Me sentía avergonzada y tenía que escapar de allí.

-         No niña no. ¡Tú te quedas! Ya es hora de que disfrutes del momento. Ahí tienes doce hombres que se han puesto duros mirándote. Tu eliges con quien te vas, con quien te quedas, a quien te gustaría mostrar algo un poco más de tus encantos. ¡Se acabó de pensar en Pablo (mi ex)! Eres preciosa y ya es hora de que te líes la manta a la cabeza.

Podía haber protestado. Podía haberme ido. Mas cuando los vi mirándome con aquellos ojos inflamados de deseo, hasta yo me había excitado un poco.

Me solté el pelo y me lancé a la pista. Empecé a dejarme acariciar por la música lenta y pausadamente por sus ritmos cargados de sensualidad. Al poco tiempo, los tenía a los doce, rodeándome como si un corrillo se tratara, mirándome tan excitados como antes o más. Me fui acercando uno a uno, dirigida por la música, acompañados por sus movimientos. Ellos, como si hubieran escuchado a Mónica, me daban paso el uno a otro bailando cada uno un rato conmigo, dejándome elegir el elegido. ¡Era muy duro! Todos eran deliciosamente apetecibles. Unos por sus manos, otros por sus bocas, muchos por sus cuellos, todos por sus ojos inyectados de deseo. Poco a poco, como guiados aun no sé por que, nos fuimos acercando a un lugar que parecía un reservado para bailar resguardados por una tela, de las miradas de fuera. Entramos los doce, moviéndonos pausadamente nuestros cuerpos.

No sé como empezó pero uno de ellos, me besó, mientras otro se aferraba a mi cintura acariciando mis brazos. Por un momento, todas las manos querían desnudarme a la vez. Había en el centro del privado como una especie de mesa de tela y una vez no llevaba ropa encima, me tumbaron sobre ella para contemplarme todos un instante. ¡No tenía miedo! Mientras se quitaban sus ropas, me miraban con deseo. Se acercó uno y empezó a mordisquear mi pecho derecho. Otro hizo lo mismo con el izquierdo. Otro bajó a mi cintura, y empezó a besar y lamer mi ombligo. Alguien me chupaba los pies (dos más). Todo estaba impregnado de un deseo silencioso, de una lascivia infinita que lo cubría todo dejándome libre por fin de mis antiguos temores. Agradecida, me puse arrodillada sobre aquella mesa de tela y me incliné a lamer el miembro del que estaba frente a mí. Con mis manos alcancé uno con cada una, y mientras saboreaba el sexo de uno con mi lengua, con mis labios, proporcionaba caricias sexuales a dos más de ellos. Estaba casi a cuatro patas, pero todos esperaban que fuera yo la que diera los pasos para satisfacerlos a todos. Me alejé de mi chico central al que había deleitado con mi boca. Soltó el miembro de los otros dos y me di la vuelta, rozando mi trasero con su duro sexo, dándole así permiso para que me penetrara. Me introdujo su verga lentamente. Gozaba con aquella delicadeza lubrica que me estaba proporcionando. Otro hombre frente a mí diferente, y en plena posesión de mis interiores, me recliné y le dedique mis primeras caricias bucales con tiento, con calma, deseando oír sus gemidos. Alcancé dos miembros de otros dos hombres distintos con mis manos y empecé a masturbarles. Podía ver como el resto, se tocaba esperando ansiosamente su turno. Uno a uno fueron probando mi boca, luego mi sexo. Todos me volvieron loca con sus movimientos pausados, con su delicadeza, con esperar su turno a deleitarme desde dentro. Yo, no podía hacer otra cosa que derramarme una y otra vez para ellos que gozaban viéndome gozar. Ninguno de ellos se derramó dentro de mí. Cuando todos hubieron gozado de su momento, se acercaron a mí con sus miembros deseosos, y mientras yo me masturbaba para ellos, ellos hicieron lo mismo bañándome entera por el semen de sus miembros. ¡Fue increíble! Jamás en la vida había disfrutado como aquella vez. ¡Era hermosa! ¡Era deseada! Y toda aquella represión de doce meses angustiosos de dudas sobre mi feminidad, sobre mi sensualidad, sobre mi poder de hembra, se había disipado con cada uno de ellos.

¡Era mujer! ¡Era bella! ¡Era ardiente! ¡Era deseable! ¡ESTABA VIVA! E iba a disfrutar todo lo que no lo había hecho hasta entonces.

martes, 1 de julio de 2014

FUEGOS, LLUVIAS, PIEDRAS




Es extraño el tiempo en verano. El calor no llega como antes en plan abrasador dejando los cuerpos casi sin ganas algunas de moverse, deseando que lleguen las vacaciones para que la siesta les haga recuperar fuerzas y aprovechando las horas altas de la madrugada, para pasear junto a la orilla del mar dejando que las olas bañen sus pies, mojen sus piernas para refrescarles del sofocante ardor solar.

No hace tanto, un par de años atrás, en abril o llegado mayo, ya sufríamos un calor propio de los meses de julio y agosto.

Mañana va a empezar el mes de julio y hoy apenas he podido ver cuatro o cinco rayos de sol decorando un cielo enmarañado de nubes espesa.

Ayer, lluvias torrenciales arrasaron en cuestión de segundos, algunos lugares de España como las zonas del Maresme en Cataluña, arrastrando coches o dejándolos encastados en el lodo durante horas y haciendo sufrir a algunos ocupantes de los vehículos, que en ese momento fueron sorprendidos dentro de los mismo.

Mientras en el norte el agua nos deja con un susto en el corazón, el incendio de Cómpeta, en Málaga, se ha estabilizado. Son ya 200 las hectáreas que ha arrasado el fuego en este incendio.

Parece como si todo estuviera “atentando” contra la llegada del verano, llena de colores, de ropa fresca, de ganas de divertirse y de pasárselo bien ya sea en la playa, en la montaña, o en una fuente cercana.

Yo no voy a entrar si todo esto es consecuencia del cambio climático ni mucho menos. Hoy, me apetece, simplemente, pedir al cielo una tregua, que nos brinde días de color. Y pese a que no está en mi mano, pero si en mis palabras, alentar a todos aquellos pirómanos que están deseando incendiar nuevos bosques, que lo dejen este año, no por mí. ¡Quién soy yo para detener a unos enfermos! Sino por poder disfrutar de un verano tranquilo, sin más sobresaltos de lo habitual y disfrutando todos, absolutamente todos, de lo que es poder tener unos días de paz y de tranquilidad junto a los que nos quieren. ¿Es mucho pedir? Espero que no.

MORALEJA: Pearl S. Buck, (1892-1973) novelista estadounidense, dijo: “Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”.

domingo, 29 de junio de 2014

AÑO 1964





Cuando se llega a determinada edad, hay cosas que saturan tu mente de forma, a veces, un tanto trágica. Una de las edades que se considera como la mitad era los cincuenta, por lo del medio siglo vivido y por ser, el principio del fin. Son muy normales, por desgracia, LA CRISIS DE LA MITAD DE LA VIDA. Las preguntas se amontonan en nuestra mente a un ritmo vertiginoso que da hasta miedo (¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Qué he hecho con mi vida? ¿He vivido? ¿Qué significa vivir?...). Todos los que nacieron el año 1964 cumplirán este año esas cinco décadas tan temidas. Pero,… ¿Qué hay que hacer para superar esa crisis de la edad?

Bien es sabido que a los cincuenta cambia en un hombre cuando llega a esta edad. El cambio puede deberse a su aspectos exterior (la flacidez y a las arrugas ya son más visibles que en la plenitud de los cuarenta), en problemas laborales (obviamente, tal y como está el panorama laboral, posiblemente ya llevas trabajando tanto años en el mismo sitio que, o te tienen cogida la medida, o están buscando prejubilarte a los cincuenta y cinco para buscar a alguien más joven, simplemente, para pagarle menos), problemas interno ya sean de carácter anímico o que el cuerpo (que no deja de ser una máquina bien engrasada, te está pidiendo una puesta a punto con algún médico que nos son, para nada, santos de tu devoción). Llegados a cierta edad el temor a la vejez (algunos ya se sienten viejos) y a la muerte suele ser el peor lastre para nuestra mente, y de rebote, para nuestro cuerpo. ¡Ya no somos jóvenes!

¿Cual es la esperanza de vida en España? En 2012 rondaba sobre el 82,38 años, es decir, bajo mi punto de vida, que los temores por lo que ha de venir debería llegar sobre los ochenta y no a los cincuenta que para mí, y lo digo sinceramente, no dejan de ser los nuevos cuarenta. Vale que el cuerpo sufre cambios pero eso es normal. ¡Todo se cae chicos! Y eso lo sabemos las mujeres que a partir de los veinticinco, ya no nos miran al frente como antes sino más bien, observan nuestros maravillosos zapatos nuevos. ¿Por qué os creéis que nos compramos tantos? Precisamente por eso.

Bromas a parte, la edad no es más que un estado mental. Si dejemos que las ideas, los pensamientos sobre el fin, las habladurías de unos y otros en pos de la edad y las malas experiencias de nuestros abuelos o amigos influyan en nuestras vidas, vamos a perdernos muchas cosas a lo largo de esta treintena larga de años que nos queda por vivir. Vale que habrá achaques pero de nosotros depende de que sean sólo resfriados y poco cosa más, que otras dolencias francamente más graves. Si empiezo a pensar: que viejo estoy, que poco me queda, que ataúd voy a elegir para no dejarle el marrón del entierro a mis hijos, como que es mejor que acabemos ya con nuestro sufrimiento en vez de alargarlo más. Mas “rendirse” cuando queda TANTO POR VIVIR, tanto por descubrir, tanto por sentir y anhelar en nuestro cuerpo, es más de cobardes y no de mujeres y de HOMBRES que van a superar, con orgullo, ese medio siglo vivido.


MORALEJA: Ayrton Senna, (1960–1994) fue un destacado piloto de automovilismo de velocidad brasileño, considerado por muchos aficionados y expertos como el piloto más rápido de la historia de la Fórmula 1, dijo: “Todos los años hay un campeón, pero no siempre hay un gran campeón”.

¡¡¡FELICIDADES CINCUENTONES!!! Por otros cincuenta igual de intensos y sin miedos.

EL AMOR NO ES AMISTAD Y VICEVERSA



Si una relación de amor es complicada, una de amistad lo es el doble o el triple. ¡No es lo mismo el amor que la amistad! Y viceversa.

Aún recuerdo, con mucho cariño, las primeras palabras que me dijo mi mejor amigo cuando empezamos a salir juntos: “No me atraes sexualmente”. La mía fue tan franca como la suya: “Lo siento pero tú a mí tampoco”. Desde ese momento podíamos tener los dos la guardia lo suficientemente baja para no hacernos daño.

Fue una época de lo más bonita. El roce, cualquiera de ellos, era calido pero no tenia dobles sentido pues las cartas estaban sobre la mesa y boca arriba. Si nuestras caras se juntaba preparando una comida, moviendo un mueble, o simplemente, por jugar a quien aguantaba más de los dos la mirada.

De eso francamente ya hace mucho. Ahora, cada vez que una relación de amistad se va el garete, ya sea con un hombre o con una mujer, los motivos, las repercusiones, las molestias, la fuerza de las palabras, demuestran tantas cosas que a veces son tan difíciles de aceptar que uno, obviamente, acaba saturado.

A veces dices algo como: “No te acordaste felicitarme” y ellos se piensan, vete tú a saber que, que te retiran el saludo para siempre. ¿Es tan malo decir solamente eso a un amigo? ¿Qué clase de persona retira la palabra a otra sólo por una frase?

A veces, la respuestas a esa frase, puede ser peor que el propio silencio. Es cuando, por ejemplo, recibes un e-mail al día siguiente y te dicen: “¡Me olvide! Es verdad. Pero es que estaba…” o borracho, o de juerga, o… practicando un uno contra uno con el rollo de aquella noche”. ¡Madre mía! El mundo parece detenerse en ese mismo instante. El corazón te ha dejado de latir. No sólo no te felicitó sino que encima,… su excusa es tan pobre como su actitud.

Sé que no se puede cambiar a las personas, sé que cada cual es como es, pero por el amor de Dios, no creo que un LO SIENTO o un FELICIDADES RETRASADAS fuera tan difícil de decir. Cuando alguien dice algo, no es un reproche. Quizás, por algún motivo que no sabemos, necesitaba, ansiaba, deseaba contar con tu simple felicitación para saber que hay personas en el mundo con las que estás y no vas a pasar de eso, de estar momentáneamente, durante un rato y poco más, sin pasar por el lecho, sin malos rollos, sin reproches, sin malos entendidos (no todas las mujeres somos tan complicadas como os creéis). Pero a la vez, cuesta pensar que en el mundo, para un hombre, o para una mujer, tu amistad valiera tan, pero tan poco, como para olvidarse de la única fecha del año que tiene que recordar.

Si somos el sexo débil no es por no ser valientes, por no ser fuerte, por poder con todo y con todos llegado el momento de plantar cara. Si somos el sexo débil, justamente, es porque tenemos corazón y sentimientos y porque es tan fácil hacernos daño, a propósito o no, que esa debilidad es la que nos distingue del sexo contrario.

¡¡¡SOMOS MUJERES!!! Sí. Pero justo por eso, nosotros no nos olvidamos de lo importante que siempre habéis sido vosotros y vuestros momentos buenos y malos.

MORALEJA: Rob Goldston dijo: “En tu relación con cualquier persona, pierdes mucho si no te tomas el tiempo necesario para comprenderla”.

sábado, 28 de junio de 2014

SILENCIO VACÍO DE UNA OLA (poema)



SILENCIO VACÍO DE UNA OLA

Frente a frente,
desnuda, abierta
en pos de tu fuerza,
marché hacía a ti sin miedo.
Tremenda bruma.
Tremenda espuma.
Tremendas rocas.
Tremendas olas.
Tremendo mar.
En el infinito vacío
nacido entre la cúspide
sobre un suelo de agua
con sabor a sal,
me metí por última vez.

El silencio duró poco.
El arriba y el abajo
se unieron demasiado pronto,
sin dejarme escapar
de mi funesto destino.
Mi prisión perduró un segundo,
la condena rauda un instante,
el entierro relegado a la infinitud.

Perdí de vista el sol,
las nubes, los pájaros del cielo.
Todo aquello que debía estar
por encima de mi cabeza
daba paso a agua, sólo agua,
agua por los cuatro costados.
Todos a una me
hicieron perder el norte.
Dejé de saber quien era,
donde estaba.
Dejé de ser consciente
de que me mataba.

El oleaje se tornó abrazo,
el abrazo se tornó mortaja,
la mortaja me arrastró al fondo.
(¡Qué efímero es siempre el fin!).

Allá abajo, en lo más profundo
de lo más profundo del mar,
reposaré por toda la eternidad.
Siendo el agua mi tesoro,
mi única patria, mi último hogar.