jueves, 31 de enero de 2013

NOTICIAS REALES DE UN PAÍS = FICCIONES NADA FICTICIAS



 

Algunos titulares dignos de admirar (noticias que habría que leer o recordar):

 

CRISIS ISLANDIA:

 


 

 


 


 

 

 

CRISIS ESPAÑOLA:

 

 

 


 

(Dentro de la misma noticia:

 

Políticos salpicados por el escándalo

 

Pablo Crespo, ex secretario de Organización del PP en Galicia.

Luis Bárcenas, ex tesorero nacional del PP y senador por Cantabria.)

 


 

 

  • 25 de octubre de 2012: Anticorrupción destapa la supuesta financiación ilegal del PP de Baleares (La trama afecta a tres exconsejeros del Gobierno que presidió Jaume Matas. Las consejerías adjudicaron a dedo contratos a una firma de publicidad. La empresa desviaba parte del dinero público a financiar la campaña electoral) Enlace web: http://politica.elpais.com/politica/2012/10/24/actualidad/1351097569_740842.html

 

  • 31 de enero de 2013: Las cuentas secretas de Bárcenas (LA CONTABILIDAD MANUSCRITA DE LOS TESOREROS DEL PP ENTRE 1990 Y 2008. En los extractos figuran donaciones de constructores, entre ellos tres imputados en Gürtel. Cospedal, Rato, Mayor Oreja, Arenas, Acebes y Álvarez Cascos niegan haber recibido los pagos. Las anotaciones reflejan entregas a Rajoy de 25.200 euros anuales durante 11 años). Enlace web: http://politica.elpais.com/politica/2013/01/30/actualidad/1359583204_085918.html

 

 

JUSTICIA POLÍTICA:

 

 


(Dentro de la noticia:[…] Además, el Gobierno modifica el Código Penal para poder castigar a los cargos públicos que "oculten, manipulen o falseen las cuentas públicas". Para ello se tipifica este comportamiento como delito penal y se fija una inhabilitación especial para empleo o cargo público por un plazo de hasta diez años).

 

 

¿Qué podemos hacer cuando algo así nos deja sin palabras? Son pocos los que están en la cárcel y han sido imputados por cargos penados. Son pocos los que han sido inhabilitados. ¿Es España un país de la Unión Europea? ¿O es un chiste del que sólo hace gracia a los que no sufren las consecuencias y que se encuentran fuera de nuestras fronteras? ¿A quién hay que perseguir? ¿Al ladrón que roba para comer? ¿O al que roba y queda impune de los cargos por tener un cargo político? ¿Existe la justicia poética? ¿O en España no existe ni siquiera la justicia a no ser que seas pobre? ¿Contra quien tiene que luchar el que no tiene ni espada? ¿Quién podrá ORDEN en un país donde el ladrón es el que gobierna?

 

¡¡¡PASEN Y VEAN!!! Esto es España. Da igual si va bien o no. Seis millones de parados y los bolsillos de los ricos llenos de dinero negro. ¿España va bien? ¡España YA NO VA! Hay que limpiar la porquería de una vez y cimentar el futuro sobre verdaderos trabajadores. ¿Dónde están los que lucharan por nuestro futuro? Sin futuro en una colas sin fin que no para de crecer.

 

MORALEJA: Una frase de Indira Gandhi como punto y final: "Hay que vigilar a los ministros que no pueden hacer nada sin dinero y a aquellos que quieren hacerlo todo sólo con dinero."

miércoles, 30 de enero de 2013

¡OLVÍDATE DE LAS SORPRESAS!

 

Hoy el sentirse triste forma parte de una tristeza mayor. Es como si un niño hubiera descubierto una gran mentira y se sintiera completamente engañado por todos y por todo.

 

La crisis me ha mostrado cosas que hasta ahora no conocía: unas extrañas, otras predecibles, algunas completamente desastrosas y otras francamente detestables. Pero jamás me hubiera imaginado que entre ellas descubriría que las SORPRESAS no existen (y eso que las sorpresas mas bonitas que se pueden hacer, no cuestan dinero). A mi, por ejemplo, me encantaría que una noche despejada de luna nueva, alguien me “secuestrara” para ir a lo alto de una montaña en una parte oscura con una manta para tirarla en el suelo y poder contemplar durante horas las estrellas y con la esperanza de ver alguna fugaz. O por ejemplo, que alguien viniera y me dijera,… ¡Vamos! Y coger el coche sin saber ni dónde ni por hacer algo (sólo con un porque si en el corazón y con la ilusión de no saber nada para que todo parezca renovado, nuevo,… sorprendente). O simplemente, decirme: ¿Sabes quien tiene las llaves de la azotea de aquel edificio tan alto? Pues yo y puedes coger tu cámara para hacer fotos de un paisaje precioso de la ciudad. Y así hasta el infinito sin coste económico pero si coste de horarios y claro, no todo el mundo quiere sacrificar horas de su vida para sorprender a alguien y menos si ese alguien sólo es un conocido, una amiga, o alguien que un día fue especial y ahora,… sólo hace tiempo que no la ves. O peor aún, cuando llevas años y años y años con tus amigos (masculinos claro esta) y jamás se acuerdan de enviarte ni una postal por tu santo. No quieres nada grande, ni pequeño, ni mediano. Una felicitación que siempre llega una semana tarde si es que al final llega).

 

La otra cara de la moneda, la de dar tu la sorpresa, es también oscura y negra. Viste algo que alguien quería o dijo que le gustaría tener o recibir. Un ejemplo: un gran amigo tuyo dijo que lo que más le gustaba para desayunar era el pan de mollete de su pueblo con leche condensada. Consigues encontrar a alguien que te lo trae de allí y recién hecho el día anterior (un pan tan bueno no se pone malo en unas pocas horas de más), vas al supermercado a comprar leche condesada y te presentas al día siguiente con una bandeja con ese desayuno. Primero te mira sorprendido y luego diciendo,… ¿Y eso para quien es? Te siente estúpida y algo que pensabas que le iba ha hacer una ilusión tremenda, acaba criando polvo en una mesa olvidada del despacho. O peor aún, una compañera de trabajo que está pasando una mala racha, te habla de lo bonito que había sido su ramo de flores y lo complicado de componerlo porque era de orquídeas naranjas que las trajeron de no se donde. Recorres un montón de floristerías tres meses antes de su cumpleaños intentando que alguien consiga traerte esa flor tan deseada. Cuando llega ese día, le entregas un precioso regalo y ella lo mira y lo deja a un lado sin observarlo un instante. ¿Qué ha pasado? Te preguntas más que pasmada como estupefacta y resulta que ni se ha dado cuenta de que era una orquídea naranja. Al final se marcha con ella pero sin ni un ápice de sorpresa ni siquiera en su mirada y tu te preguntas,… ¿Se la lleva porque le ha hecho de verdad ilusión o sólo para no tirarla delante de mis narices? O cuando buscas un libro especial para tu persona especial y te pasas meses y meses buscando y cuando por fin lo consigues, se lo entrega y te dice sin abrirlo: ¡Es un libro! Si un culminación de asombro en su voz. Te dan ganas de arrancar el libro empaquetado de sus manos y de decir,… cualquier cosa. Al final, tanta falta de sorpresa en ese tan simple, te hace enmudecer, te deja completamente de piedra).

 

Y a veces, sólo a veces, te paseas por la red para sorprender a alguien y imaginártelo con una sonrisa de oreja a oreja por una chorrada que has encontrado en Internet para hacerle reír un instante y que deje de pensar en todo lo malo que le rodea o le puede rodear en ese momento de su vida (el agobio, el estrés, la ira, el mal rollo en el trabajo,…). Si esa persona no contesta un LOCA, o un BOBA, o un ESTÁS PARA QUE TE ENCIERREN con una carita sonriente de emoticono, es que simplemente, ni se sorprendió y encima pensó: Y esta,… ¿De que coño va la majara?

 

En fin señores, que cuesta muy poco sorprender a alguien, imaginarte su sonrisa sin verla y desearle que tenga un buen día, que sea feliz, que la vida es un ratito y has que disfrutarla de principio a fin. Pero si esa persona se llama YO y hoy le quitaron una venda preciosa de sus ojos, no solo se sintió caer en las fauces de la verdad sino que tristemente,… dejó de creer en sus hadas para siempre.

 

MORALEJA: John Lennon dijo: “La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”. ¿Cuántos planes más vas a hacer para no dejarte seducir por algo que VERDADERAMENTE TE SORPRENDA? ¡Tu mismo! Tu vida es tuya pero piensa que son cuatro días y ya has perdido uno y medio con tanto planear ser feliz en vez de disfrutar de serlo.

 

martes, 29 de enero de 2013

NUEVA ESCUELA Y NUEVOS ALUMNOS (relato)

 

Había sido un año duro profesionalmente hablando. Me habían trasladado en septiembre para impartir clase a un grupo de grado formativo superior de la que sería la tutora pero cuando llegué a esta escuela, el grupo estaba todo formado por hombres y todos unos años mayores que yo.

 

Durante el largo año y alumno en concreto que tenia 45 años, diez más que yo, había sido el más rebelde sobretodo cuando cuestionaba mi autoridad en clase al ser mas joven que él. Tenía un porte elegante, pelo castaño claro, con ojos color miel pero que no se porque,… no aceptaba mi posición de superioridad al ser la profesora de la clase.

 

Llegó el final de curso y todos juntos nos fuimos a celebrar que todos habían aprobado. Yo me puse elegante pero sin nada muy extremado: ropa interior negra, camisa roja semitransparente ajustada un poco al cuerpo, pantalón negro tejano ceñido y para evitar la transparencia de la blusa, un chaleco que dibujaba muy bien las curvas de mi pecho y mi cintura. El pelo suelto al aire ya que siempre me habían visto con algún recogido y por una noche,… quería que me vieran como una compañera más en vez de como la profesora.

 

Me fui al restaurante que habíamos reservado para celebrar la cena y el posterior baile en una pequeña discoteca del mismo recinto en taxi porque tenía el coche en el taller.

 

La cena fue muy agradable y pese a que Ángel, que así se llamaba mi alumno rebelde, se había puesto lo más alejado de mí, no había soltado ninguna impertinencia. Pasaron el primer plato, el segundo, el postre que llegó con cava y el café sin ningún mal rollo en el ambiente. Pero Ángel que apenas había dicho nada, lo había pillado clavándome la mirada como si quisiera traspasarme con ella y hacerme desaparecer. No le di importancia. Yo iba a pasármelo bien y me daba igual aquel alumno rebelde sin sentido.

 

Bajamos a la discoteca del restaurante y estábamos sólo nosotros. Empezamos a bailar las chicas y los chicos se fueron animando poco a poco. Comenzaron a entrar otros grupos de personas con los que habíamos coincidido en el comedor y que también celebraban el fin de curso o algo parecido. Nos juntamos un buen grupo de gente que empezamos a bailar de todo. Varias veces que había mirado al frente me había topado con la mirada de Ángel que se había aposentado en un rincón de una de las barras y que tenía buena visibilidad de dónde se había colocado nuestro grupo. Para mis adentros pensé,… ¡Es que no puede darme un respiro ni él último día! Pero no quería amargarme y seguía bailando, pasándomelo bien con quien quería divertirse y dejarse llevar.

 

Llegaron las tres de la mañana y con la excusa de que iba al baño, salí de la discoteca para llamar un taxi y volver a casa. Cuando eché mano de mi bolso me había quedado sin batería en el móvil y la parte de arriba del restaurante donde había teléfono público para llamar, estaba cerrada ya. Sentí la puerta y deseé que fuera alguno de mis alumnos para que me dejara llamar desde su móvil a un taxi. Pero era Ángel y no le quise decir nada.

 

        ¿No te ibas? – me dijo secamente.

        Me he quedado sin batería y no puedo llamar a un taxi – respondí en un tono igual de seco.

        Ya te llevo yo mujer – respondió.

        No hace falta,… esperaré a que salga otro compañero para que me ayude.

        Te llevo yo. No te voy a dejar aquí sola. Además ahí dentro ya han empezado a darle a alcohol de lo lindo y no creo ni que se acuerden de donde tienen la mano derecha cuando salgan.

        Me harías un favor si me llevaras – le dije lo mas cordialmente que pude.

 

Su coche era precioso SEAT León negro de los antiguos. Me abrió la puerta para mi sorpresa y luego se fue él hacia el asiento del conductor. Encendió el coche y empezó a sonar la radio con canciones pop de los ochenta. Eran muy dulces y tiernas. Por un momento con todo aquello me había dejado descolocada.

 

Puso el aire caliente porque yo no dejaba de frotarme las manos que se me habían quedado un poco frías con la brisa de la noche. Me las cogió y me las arrimó a la salida de aire con cariño.

 

¿Quién era ese hombre? ¿Estaba bebido? ¿Había sido una máscara lo que había llevado todo el curso conmigo?

 

        ¿Puedes conducir? – pregunté un poco asustada.

        No estoy bebido,… no te preocupes.

 

No hubo apenas palabras sino que dejamos que la música fuera lo que compartíamos en aquel espacio reducido. Cuando llegábamos a algún semáforo rojo yo miraba por la ventana y sentía sus ojos repasarme de arriba abajo. Me sentía desnuda en cada parada aunque fuera por unos instantes. Pero a la vez deseaba que llegara el momento de una parada para sentir como su mirada acariciaba cada milímetro de mi piel.

 

Llegó a la puerta de mi casa y yo no recordaba haberle dado la dirección en ningún momento:

 

        ¿Cómo sabes dónde vivo? – pregunte entre sorprendida y asustada.

        Si te lo digo no te lo vas a creer.

        Inténtalo. – dije no ponerme nerviosa.

        Déjalo. ¡Buenas noches! – respondió con voz misteriosa.

 

Iba a bajarse del coche para abrirme la puerta y le abrí mi puerta antes de que él pudiera bajarse del coche. Me cogió por mi sorpresa y sujetó mi cara con dulzura. ¡Me besó! Me aparté perpleja unos pocos centímetros para mirarle a los ojos. Le besé y dejamos que nuestros cuerpos hablaran en su coche. Nos deslizamos hacía la parte de atrás. Me besaba mientras yo me había puesto a horcajadas encima de su cuerpo. Le intentaba quitar la americana negra que llevaba encima de una camisa lila. Se la quitó él y empezó a quitarme el chaleco, a desabrochar mi blusa, a desabrochar su blusa. Empecé a deslizar mi boca, mi lengua por su cuello escuchando cada gemido que hacía incrementar el ardor de mi sexo. Bajé hacia sus pezones y comencé a lamerlos y cuando estaban erectos con mis caricias, empecé a mordisquearlos de deseo. Le hacía un poco de daño sin querer pero sentía que eso le gustaba así que lo seguí haciendo. Desabrochamos nuestros pantalones, nos despojamos de la ropa interior y nuestros ardientes sexos se encontraron por fin. Podía sentir toda su fuerza dentro de mí como entraba y salía. Cada embestida me excitaba más porque notaba cada centímetro de su descomunal sexo el daba un movimiento diestro para volver a adentrarse en mi con más fuerza, con mas pasión, con un deseo infinito contenido durante un largo año. No podía ni pronunciar palabra ni él ni yo pero nuestros gemidos nos incrementaban la excitación más y más hasta que llegó un orgasmo muy deseado. Fue rápido pero intenso. Nos recompusimos un poco y quise dedicarle caricias tiernas a su sexo. Empecé a besar su vientre y su sexo respondió rápido con una nueva erección. Empecé a lamerlo desde la punta hasta los huevos con cariño, con placer y mucho deseo. Le gustaba mucho como mi legua jugaba con su miembro y cuando me lo metí en la boca,… dio un grito estremecedor de placer. Lo lamí mientras pellizcaba sus pezones y no dejaba de mirar su cara de placer,… ¡¡¡ME EXCITABA MUCHO AQUELLA SITUACIÓN!!! Empecé a mojarme mucho. Sentí su leche en toda mi boca caliente. La dejé que bajara por mi garganta para sentirla muy adentro de mí.

 

        Ahora me toca a mí probar tu esencia. – me respondió de forma sugerente.

        Preferiría que me penetrarás por detrás si aún tienes aguante.

 

No se si fue por las palabras que sonaron entre reto y deseo que me dio la vuelta en su coche y se adentró entre mis nalgas de forma magistral haciéndome gemir con cada movimiento pélvico, con cada roce de sus huevos en mi clítoris muy erecto que se volvía loco con cada embestida. Me derramé y sentí como su esencia volvía a adentrarse en mi cuerpo.

 

No eran miradas de ganas de matarme eran miradas de ganas de poseerme las que me había dedicada aquella noche y ahora que era una realidad, hasta yo me sentía bien estremeciéndome de placer entre sus brazos en la parte trasera de su coche.

HISTORIAS DE UN INGRESO HOSPITALARIO

 

Cuando uno entra en Urgencias de un Hospital no es por gusto. Normalmente un familiar, un allegado, un amigo, alguien lo suficientemente importante para nosotros, está pasando un momento malo y lo peor de todo es que no sabemos porque le viene. Los médicos empiezan a mirar, empiezan a valorar unas posibilidades u otras hasta que por desgracia pero por su bien,… lo ingresan.

 

Todos sabemos lo mal que se pasa hasta que el diagnóstico llega y por fin, cuando todo queda en un tratamiento de un par de meses o tres,… nos sentimos hasta aliviados.

 

Cuando el tiempo pasa, la medicación ha hecho efecto o ya se ha dejado, es cuando podemos pensar en todo lo que hemos pasado desde la entrada en urgencias hasta la salida o el alta del hospital.

 

Entramos en el hospital a eso de las 18h. Vemos las camillas, las sillas de ruedas y pensamos,… ¡Cuando me va a tocar a mí! De golpe y porrazo, una mujer que apenas lleva una hora, que dice que se ha caído en mitad de la calle y que tiene una brecha sin sutura, se levanta de la silla de ruedas y dice que está harta de esperar (tal y como está la sanidad y la reducción de personal, yo me pregunto si esa señora de verdad se ha caído en la calle o se ha tirado porque no es normal que sólo lleves una hora, ya estés dentro, que es también toda una aventura viendo la cantidad de personas que van a urgencias como si fueran a pasar la tarde cosa no tan agradable para los que verdaderamente la visitamos de pascuas a ramos y siempre porque es la única alternativa que perece vislumbrar en nuestro horizonte). Las enfermeras, ATS y demás, intentan que tome asiento en la silla de ruedas con una voluntad dulce pero firme. La señora se sienta y se duerme (cuando recibe un golpe en la cabeza dicen que eso no es bueno). Una enfermera que la ve pasa y llama al médico que la despierta con el consecuente enfado de la señora. “¡Que la lleven a rayo!” dice el médico un tanto preocupado (uno piensa para sus adentros,… ¿No habrá un cuarto acolchado en psiquiatría para ella? Yo creo que estaría mucho mejor allí. Lo piensas pero te callas. En ese momento de lucidez que te da el dolor has sido malo hasta con el pensamiento. ¡Quizás yo tampoco debería estar aquí! Acabo pensando cuando el dolor se intensifica y estoy a punto de gritar).

 

Pasamos a un box y al lado una mujer mayor (otra diferente a la anterior) muy nerviosa con problemas respiratorios. El médico le dice que le den un diurético y la mujer se enfada porque tendrá que levantarse toda la noche a orinar. “¡No señora! Tiene que llamar al timbre porque está reteniendo mucho líquido y tenemos que controla lo que elimina” le responde el especialista. La señora que no le parece una buena idea, acaba cediendo y los hijos (todos varones) no quieren pasar la noche en un sofá muy duro del box. Acaban dejándola sola y la mujer, ya no sé si para joder o porque es mas corta que las mangas de un chaleco, se dedica a pasarse toda la noche gritando a grito pelao SEÑORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, en plan Gracita Morales pero sin puñetera gracia, para llamar a las enfermeras que pasan por la puerta. Al señora molesto se une,… ¡¡¡QUE ME MEOOOOOOOOOOOOOO!!! Convirtiendo uno de los box de urgencias más en un mercadillo que en un lugar de reposo y descanso como rezan en la mayoría de carteles que rodean todos los rincones visibles de este lugar sanitario. Al final una enfermera se presenta y le explica que no se puede gritar y que tiene que presionar el botón. Le traen la cuña, hace dos gotas de pipi y la dejan allí otra vez esperando que se duerma (si no se duerme le atizo con mi cuña, pienso yo de nuevo en un ataque de despertar molesto tras el medicamento suministrado a mi persona). Cuando parece que la calma reina y que será posible dormirse media hora larga, los gritos del SEÑORA vuelve a invadir el box pero ahora la mujer no se mea,… ¡SE CAGAAAAAAAAAAAAAAAAAA! (no se si me molesto por la forma de decirlo o por la forma de seguir llamando a las enfermeras a grito pelao pese a que ya le han explicado el mecanismo del dichoso botoncito. Señora (me da por pensar) o aprieta el botón la próxima vez o me voy a dedicar a clavarle todas esas agujas de sacar sangre en plan acupuntura por todo el cuerpo,… ¡Y yo no sé de acupuntura!

 

Por fin hay una cama libre y subimos a planta. Allí, otra mujer mayor, está con problemas respiratorios también. Es una señora inquieta y muy nerviosa de unos noventa y tanto años. Empiezo a suponer que podré descansar un poco pero no es así. La mujer se quita la medicación porque dice que hace mucho ruido pese a que la mascarilla la tiene en la cara y no en el oído. Luego, cuando le traen la comida, si quiere quitar la “nubolización” y las enfermeras le dicen que hasta que no acabe, no puede comer (con una paciencia y una dulzura que cuesta creer que estén sufriendo recortes en su trabajo. Me da por pensar,… ¡Esto es profesionalidad y lo demás son tonterías!). Cuando se acaba el tratamiento, la mujer ya no quier comer (¡Para eso tanto molestar a las enfermeras! Yo la cogía y le hacía tragar hasta el plato de plástico pero tomo aire e intento dormir). La hija se va, nos desea buenas noches. Mientras nosotros esperamos un poco más, la señora de noventa y tanto años, dice que está harta de estar allí. La cortina está corrida porque están aseando al paciente de al lado cuando, por un casual, oímos ruidos de la barandilla metálica. ¡¡¡DIOS!!! ¡PERO QUE HACE SEÑORA! Corre un familiar mío a rescatar a la señora que no se podía mover y que ya tenía medio cuerpo fuera de la barandilla apunto de estrellarse contra el suelo. Avisamos corriendo a las enfermeras (esto sí es una urgencia y no el comer o no comer de antes). Las chicas le dicen que se tiene que quedar ahí y llaman a la hija que aún no había salido del recinto sanitario pues estaba hablando con un ATS conocido. La mujer vuelve y le dice a las enfermeras que su madre toma una medicación para los nervios que SE HA OLVIDADO COMENTARLE AL DOCTOR. ¿Qué hacen las enfermeras? Pues tener que aguantar a aquel manojo de nervios toda la noche pues ellas no pueden suministrar un fármaco sin que lo haya recetado un médico. Pues toda la noche la abuela FUGITIVA venga a intentar salirse de la cama y las enfermeras cada dos por tres, barrándole el paso en muchos casos in extremis para que no acabara estrellándose contra el suelo. Por fin pasa un médico y le da algo que la consigue dormir. ¿Y esto es para que yo mejore o para que acabe tirándome desesperada por la ventana de un piso cero?

 

En fin, que todo aquel que piense que el que está en urgencias es por gusto ya le digo yo que no. Pero si encima le da por pensar que el que acaba ingresado lo hace por cobrar de la seguridad social y pasar unos días de vacaciones ya les digo yo que para nada, mi concepto de las vacaciones, incluye señoras mayores que no saben ni lo que quiere y que se pasan toda la noche o practicando el escapismo o haciendo oposiciones para pregonera de su pueblo.

 

MORALEJA: Según nuestros amigos de Wiki el sector salud o la sanidad (del lat. sanĭtas, -ātis) es el conjunto de bienes y servicios encaminados a preservar y proteger la salud de las personas. Yo ampliaría, con su permiso, la definición diciendo lo siguiente: Eso siempre el vecino de cortina, box o cuarto lo permite sino acabas jodido, mucho mas jodido de lo que entraste. La sanidad no es para todos pero no por falta de recursos materiales, que también, sino por la falta de recursos de conciencia humana. Pero en fin, como a las personas mayores se les tiene que perdonar todo, dejemos esta definición como algo entre tú y yo. ¡Mejor así! Todos tenemos que llegar a viejos. ¡Ojala lo hagamos con la cabeza sana!

lunes, 28 de enero de 2013

EL OTOÑO DE UNA VIDA

 

En la vida de todo ser humano hay cuatro etapas muy importantes y lo bonito, lo realmente bello, es disfrutar de cada una con la sobriedad y la experiencia que nos van otorgando los años.

 

Es simple entrar en la vida de alguien en la primavera de su vida. En esa época el colegio, el instituto, un trabajo, una copa tomada en una discoteca,… hace que las personas se conozcan con facilidad. Pero en esta etapa tan pronto como sales tan pronto puedes salir de esa vida. Todo pasa muy deprisa y como en la primavera, todo florece y se marchita con la misma rapidez.

 

Es sencillo también entrar en la vida de alguien en el verano de su vida. Aquí hay cosas que pueden estar por definir y las personas que se adentrar pasan un grado elevado de selección (la experiencia de los veintiséis  no es la misma que la de los veinticinco). Las personas que pasan por tu vida o se quedan, son gentes con gran corazón, con las que vivirás momentos verdaderamente ardientes (no pasionales sino intensos). Serán personas que te aporten sabiduría y que intentarán mostrarte un camino que, aunque siempre tuviste ante ti, nunca lo miraste con la intensidad que dan otros ojos que no son los tuyos.

 

No es fácil entrar en el otoño de la vida de alguien. En esa etapa de su vida ya todo está definido a su alrededor: su casa, su pareja, sus hijos, sus nietos,… su mundo. Es muy complicado que alguien con su mundo ordenado y bien clasificado, te deje entrar en su espacio. Pero si tienes la tremenda suerte de que esto te suceda, lo que vives junto a esa persona se convierte en toda una gran experiencia.

 

Quizás, y sólo quizás, tú te encuentres en verano de tu etapa vital y ella, con la fuerza que dan los años, haya empezado a pisar hace un par de décadas, por ese otoño precioso y sereno.

 

Te sientas a su lado y cuando confía en ti, cosa que no se consigue ni en uno, ni en dos, ni en tres días, empiezas a gozar con lo que ha vivido percibiéndolo y disfrutándolo cada día, con sus propios ojos. Te sientes tan afortunado de poder compartir esos momentos con ella que no te das cuenta de que el tiempo pasa, que las hojas caen y que el invierno, frío y desgarrador, llamará a su puerta cuando menos te lo esperes.

 

No piensas en su invierno. Mas un día una llamada a tu móvil te inquieta. Han dejado un mensaje muy corto: ella está ingresada. Corres a coger tu coche como si no pidiera ser real. Apenas llevamos diez años disfrutando la una de la otra.

 

Mientras te encaras con ese y con el otro por su lenta conducción te das cuenta que una década para ti no es lo mismo que una década para ella.

 

Aprestas el claxon por decimocuarta vez y un trayecto que tardabas quince minutos en realizar se convierte en casi un siglo de lentitud cuando alguien importante se aproxima inexorablemente hacia su última etapa.

 

Cuando por fin llegas ya es tarde. Un mar de lágrimas te recibe y no necesitas preguntar nada pues por desgracia, ya sabes la respuesta.

 

Luego, te piden que digas unas palabras en su último adiós. ‘¿Qué podría decir de ella?’ Te preguntas cuando aún no puedes creerte lo que esta pasando. Las personas pasan a tu lado y te dan la mano para apoyarte en tu dolor. Ahí te das cuenta de lo que puedes decir porque en el fondo de tu corazón, sabes que eso es lo que sientes en realidad.

 

Te plantas ante un montón de personas que la querían y con la voz casi encogida, empiezas a contar lo siguiente:

 

“Tuve la suerte de vivir junto a ella unos años escasos. Eso no significa que la quisiera menos o que no la conociera tan bien como muchos de ustedes. ¡Eso no sería cierto!

Ella me dio un motivo para levantarme por la mañana.

Mucha gente que la conocía, que me conocía también a mí y que nos vieron juntas en algún paseo, siempre nos decían lo mismo: ¡Has tenido suerte! La miraban a ella a los ojos pero yo sabía que la afortunada era yo por haber encontrado a una mujer con un corazón tan inmenso como el suyo.

Viví a su lado diez maravillosos años,… ¡Me faltó tiempo!

Ahora que aun no me creo que se haya ido no se como afrontaré despertarme mañana y no poder verla. ¡Se acabó mi motivo para levantarme! ¡Se acabó mi razón para arreglarme! ¡Se acabaron nuestras charlas en el patio! ¡Se acabaron las risas! ¡Se acabó la complicidad! ¡Se acabaron los besos de despedida! Sólo nos queda el último adiós.

Se que en este momento mis palabras no son de consuelo porque mi dolor, aquí dentro en mi corazón tampoco lo tiene.

No llevaba sus apellidos, ni su sangre, ni era una amistad de toda la vida. Pero más de una vez me sentí su hija y hoy, aquí, me siento huérfana de madre, de una segunda de la que escasamente pude disfrutar muy poco.

Duele decirte adiós. Duele pensarte en pasado. Duele no verte mañana. Pero el bálsamo que me queda y al que me aferro con toda mi alma, es que mientras viva yo tu recuerdo seguirá vivo conmigo. No dejaré que tu luz se apague en mí hasta que yo me vaya a tu lado y pueda volverte a estrechar entre mis brazos otra vez.

 

Descansa en paz segunda madre. Siempre te echare de menos.”

sábado, 26 de enero de 2013

CUATROCIENTOS EUROS NO DAN NI PARA PAN NI PARA CIRCO



Vivimos en un mundo en que es mejor desviar la atención de uno mismo cuando todos los dedos nos apuntan.

 

En la vida escolar (de la edad del pavo hasta los dieciocho) se hace inventando un rumor sobre alguien cercano del que se conozca algo sucio u oculto que los demás no sepan.

 

En la vida laboral funciona más o menos como en la escolar (no siempre funciona siempre pero mientras unos piensas que es un bulo y otros empiezan a creer el rumor, se despistan y no piensan en ti).

 

En la vida política si eres culpable de que tu partido se haya apropiado de dinero negro que haya distribuido en sobre con grandes cuantías de dinero, cuando del dinero que tenía que salir a la luz o retornar al país de origen, se iba a penar sólo con un 10% y resulta que no salen los números ni sumando ni restando, ofreces una prórroga de seis meses mas de los cuatrocientos euros y claro, si de los casi seis millones ya que hay de parados sin recursos los reciben un poco mas de la mitad de ellos, como dice el refrán, las penas con PAN son menos.

 

En la antigua Roma ya se hacía esta práctica montando grandes espectáculos: luchas de fieras, carreras de cuadrigas, representaciones, combates de gladiadores (aquí el fútbol es uno de ellos y las peleas entre dos de los grades equipos de la liga, aunque no estén en el campo),… Durante este divertimento, se repartía comida de forma gratuita para controlar a la masa social. ¿No es esta medida tomada por el gobierno un tipo de control de la muchedumbre? ¿Se hubiera prorrogado los cuatrocientos euros de no haber salido a la luz la posible contabilidad en B que se gestionaba dentro del partido que gobierna en este momento en España? ¿Si no se hubiera equivocado Montoro con las cifras haciendo visible la incorrecta recaudación del dinero devuelto o sacado a la luz, se hubiera aplicado esta mísera medida que es escasamente irrisoria?

 

En fin, no se si con esos cuatrocientos euros durante seis meses para pan pero está claro que los niños de estas familias, sin circo, se van a tener que quedar (aunque poco le importa al que no tiene ver reír a un payaso si luego el frío congelará una noche más, su cama en un lugar que no es su casa por culpa de unas crisis que ni crearon y que por desgracia están sufriendo).

 

MORALEJA: Friedrich Nietzsche decía: “Le gusta al frio monstruo entrar en calor al sol de las conciencias limpias”. Si ellos son felices así que no olviden, que la masa no se controla con miguitas de pan sino con GRANDE ACTOS QUE CAMBIEN DE UNA VEZ POR TODAS EL RUMBO SIN SENTIDO DE UN PAÍS QUE NO VE EL FIN DEL UN LARGO TÚNEL, OSCURO, NEGRO, FRÍO Y COMPLETAMENTE DESOLADOR.

viernes, 25 de enero de 2013

“BAR DE LA PERDIZ PERDIDA” (escrito)



Los pies se sabían aquel camino de memoria. Uno tras otros, sobre una acera estrecha de la parte mas olvidada del mundo terrenal, torpemente acicalada a causa del tiempo hasta la puerta de aquel bar dónde era uno más de la familia.

Llegaba a la puerta que abría con una ilusión que se perdió hace algunos años. Junta aquella estúpida ley redactada para gente que nunca había tenido voz propia, perdía el poder de disfrutar de uno de los placeres más dolientes de este mundo: el derecho a matarme poco a poco. Aquel humo, aquel perfume a alquitrán desgastado, el rumor que se oía cuando se encendía la cerilla y se empezaba a quemar la punta de una muerte lenta dulce, amarga, libre,… Con aquella legislación el médico también me sentenció a mi a vivir sin mi apacible veneno que me lapidaba según él y que yo sentía que me daba media vida.

Al entrar a mi bar ya no había aquel aroma a puro barato, a tabaco gastado, a chasquido intranquilo de uno de los compañeros de la mesa de cartas que volvía a perder y aplastaba de forma incontrolada la colilla contra el cenicero de cristal. ¡Todo eso ya no existía!

Me sentaba en mi taburete de costumbre y Anastasio se acercaba con mi café sólo que bautizaba delante de mi con aquel arte antiguo en el que el chorrito no era sólo una forma de decir,… te bendigo con el mejor mal que hace que el alma se eleve y tiemble el espíritu. Yo internamente gritaba “anamen” para no resultar religiosamente incoherente con lo que me habían enseñado durante tanto tiempo de dictadura, de educancia en ese Dios tan gratuito que nos tenían impuesto por activa y por pasiva a los que habían arrojado a sus brazos mas de un compatriota que había luchado por una patria desgastada que ya no tenía ni nombre propio.

Lo sorbía con esa tranquilidad que de los años esperando en la barra a mis compañeros de gesta. A ellos también los años les habían marcado durante mucho tiempo pero aquel lugar olvidado nos dejaba ser nosotros y ‘cagarnos en los muertos de más de uno si nos salía de los cojones’ como decía siempre Juan. Y es que lo que habíamos conseguido con ese tiempo que se nos había regalado según más de un inculto, nos permitía ser más nosotros que otros que seguían reprimiéndose hasta la hora de ir a cagar. ¡Nosotros si que habíamos pasado momento duros! Ahora sólo se vivía con una ignorancia tan grande que daba hasta pena escuchar a ese generación que ya no era X, ni Y, sino que era una generación que no tenía ni letra que encajara con tanta incultura de un pasado demasiado reciente. Algunos, los que tenían papas que podían pagar las multas, se llenaban la boca con palabras que ni entendía, con gritos a gentuza que no se merecía vivir en este país, eso si,… sin ir nunca sólo. ¡Qué lástima! No cojas a unos cuantos capullos más a los que has convencido o que te han convencido y en vez de vestirte con ropas de camuflaje, alístate para ser soldado y coge un rifle en una situación de guerra. A mi me gustaría verte en esa situación niñato sin tus papis para protegerte ni tus compinches sin cabeza.

Miré el reloj y era más tarde que de costumbre. Bebí otro sorbo de mi café y miré a la puerta con impaciencia. ¿Dónde se habrán metido Julio, Jorge y Juan?

Por fin aparecieron Juan y Julio por la puerta con las caras desencajadas y cabizbajos:

– ¿Qué pasa? ¿Por qué no ha venido Jorge? – pregunté un tanto impaciente por empezar nuestra partida de cartas.

Se sentaron a mi lado y esperaron a que les sirvieran el café.

– Jorge a muerto esta mañana de fallo al corazón – me dijo Julio mientras acercaba la taza de café solo a su boca.

– Hoy si que no regresará como aquel día que fuimos a cazar y se pasó tres horas buscando la perdiz que creyó haber matado – dijo Juan con cara desencajada mientras sorbía su café.

– No hay que estar tristes – dije con el corazón encogido. – ¿Cuándo es el funeral?

– Mañana, 20N. – dijeron los dos a la vez

– Bueno, al final alguien que valió la pena recordar, será enterrado con los honores que se merece en un día como ese – dije con una alegría compartida que sentí que también invadía a mis compañeros.

– Anastasio,…¡Tráenos cuatro copas de coñac y llénalas! – gritó Julio desde la otra punta de la barra.

– ¿No querrás decir tres? – respondió Anastasio algo confuso.

– No amigo, no. ¡Son cuatro! Hoy vamos a beber por última vez los cuatro y hay que hacerlo todos a la vez.

Sirvió las copas que alzamos a la vez gritando los tres: ¡POR JORGE! Al unísono.