domingo, 23 de noviembre de 2014

SONRISA PINTADA (poema)



SONRISA PINTADA

Allí estaba con tiza dibujada.
Una visión clara de lo
que mi alma ocultaba.
El reflejo imperecedero
de lo que por dentro marchita.
Una sombra de un
te quiero perdido.
El cobijo de un llanto
mitigado por el viento.

De nada sirve ya soñar.
Sobre el ladrillo dibujada,
sin poder aspirar más.
Su tinta blanca
es la puerta y la salida.
¿Quién amará jamás a una pared?

¿DE HECHICERAS A BRUJAS? (VERSIÓN 3.0)





Cuando somos niñas soñamos con esos príncipes azules que salían en nuestros cuentos. Cuando nuestros padres nos castigan, para nosotras sin razón, imaginamos que en mitad de la noche alguien golpea la ventana de nuestra habitación para rescatarnos. Y es él, ese chico que nos libera de la crueldad de nuestros progenitores.

Cuando somos adolescentes, en el afán de ser aún más rebeldes si cabe, nos enamoramos de personas inadecuadas para nosotras. Son momentos de cambio, de evolución y obviamente, los príncipes ya no nos gustan (o no al estilo tradicional).

Llegan los veinte y de nuevo, recobramos un poco la cordura que nos hicieron perder las hormonas. Nos enamoramos de nuevo de ese chico que hará realidad nuestra boda de cuento de hadas. Nos casamos, nos vamos a vivir juntos y empieza la convivencia.

En esta etapa cada cual sabe con lo que se encuentra: quien se casó con alguien joven se encuentra viviendo con un niño que sólo juega a la play tenga veinticinco, treinta o más. Quien se casó con alguien mayor, su mentalidad arcaica tarde o temprano, hará que la cosa no funcione con una mujer mas joven que él. Quien se casó obligada a distanciarse de los suyos en pos de los familiares de su esposo, al final odiará cada día el lugar donde ha sido arrastrada sin condiciones. Quien se ve que su unión primera fue fruto de un consumo de drogas, verá sus sueños truncados una vez se pase el efecto de las mismas. Quien por desgracia aprenda la dura lección tras el enlace que las manos que creía protectoras en su pareja, son verdaderamente las que utiliza para maltratarla a placer y convertirla en nada.

¿De quién es la culpa pues de que una hechicera pase a convertirse en una bruja? Francamente, ni los años de matrimonio, ni la convivencia, ni nada relacionado con ellas y con ellos. ¡Nadie es bruja! ¡Nadie es hechicera! ¡Nadie valora al otro! Esa es la gran verdad. Por eso los despectivos vocablos que espetan unos y otros en contra de sus respectivas parejas, no es un hechizo o un embrujo mal ensayado que no surta efecto, sino palabras para herir al prójimo, no por falta de amor, sino por ausencia de cariño.

MORALEJA: Georges Benjamin Clemenceau dijo: “Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo”.

EL ABUSO DE PODER





Hay muchos tipos de abuso de poder. Está el que ejercen los reyes sobre su pueblo (inhibirse de los problemas, es un tipo de abuso de poder sobretodo cuando el estado de crisis es horriblemente insostenible). Cuando uno, sobretodo con el cargo de Jefe del Estado, se queda impasible mientras contempla los abusos más que demostrados de su equipo de gobierno, no sólo se es cómplice de la crisis sino que se es encubridor de las malversaciones, robos y demás cargos de los políticos que sigan dependiendo del cobro del sueldo por parte del estado.

Los banqueros son otros que han abusado del poder hasta llegar a infligir sobre los confiados clientes, un delito social del que aún no están pagando en la cárcel. ¿Cuánto tiene que pasar para que se haga justicia?

Otro tipo de abuso de poder que pone los pelos de punta, es el de los empresarios y las empresas. Jefes, ejecutivos, gerentes y demás que entonaron a boca llena que hay que ahorrar, hay que reducir gastos, hay que ajustarse el cinturón, mientras en listado de cargos nada claros, las fiestas con “amigos” influyentes lleno de champagne y mujeres de la buena vida, seguían inflando sus cuentas de gastos personales abocando a su empresa a la quiebra por la vía del abuso corrupto del poder.

Pero un tipo de abuso que jamás lograré entender, es el de los profesores sobre sus alumnos. El pasado mes de agosto, un profesor en EEUU, intentó arrojar a una niña al agua de las piscina (hacían clase de natación). El video grabado por otro alumno (https://es.screen.yahoo.com/utd-espana/un-profesor-fuerza-una-ni-102311029.html?vp=1), está circulando por la red mostrando al profesor como no sólo una, sino dos, tres y hasta cuatro veces, coge a la niña de manera brusca y trata de lanzarla a la piscina ante los gritos de ella y de sus propias compañeras. Tras la denuncia por parte de la niña y de sus padres, el profesor fue enviado de vacaciones pagadas. El centro, al saber que podrían incurrir en un delito grave por daños físicos a una menor, a la vuelta del profesor, volvieron a darle de nuevo días pagados de descanso.

Aún no ha salido el juicio. Mas yo me pregunto una cosa: si no es no, si decimos que todos tenemos derecho a negarnos a hacer algo contra nuestra voluntad, si nuestra palabra no sirve de nada contra el órgano de poder contra en que nos revelamos con causa, motivos más que de sobra y con la ley de nuestro lado… ¿Qué podemos esperar en esta vida cuando salgamos a la calle? Si nadie es capaz de entender lo más básico del mundo, que NO es NO, que nadie tiene derechos sobre mí… ¿Cómo vamos a sentirnos tranquilos ni siquiera viviendo en el día a día?

Lo que está claro que el poder engendra ansias. Las ansias generan ambición. La ambición forja codicia. La codicia concibe poder cerrando así un circulo vicioso de perdición que sin ayuda de nadie, no se puede eliminar de por vida.

MORALEJA: Henri Becque dijo: "Los hombres se quejan de "la injusticia y el abuso" hasta que son capaces de ganar fuerza. Una vez que este poder está en sus manos, lo usan si es necesario para la comisión de injusticias y abusos".

sábado, 22 de noviembre de 2014

NOBLE DE CORAZÓN





Sea un acto noble el funeral de uno de ellos, tengo que reconocer que no son santo de mi devoción y menos el hecho de enmarcar un entierro desde todos los ángulos posibles. El dolor, el padecimiento de una familia, no debería estar en portada, no debería ser noticia, no cuando se busca la foto más dramática para demostrar quien sufre más con la muerte de un ser querido.

Sin embargo, en cuestión de relatar estos actos de forma escrita, verdaderamente la calidad es mucho más impresionante y por eso, merece la pena leer aquí y allí como una persona que pocos creíamos que aportaba poco o casi nada a la comunidad, era un referente a la que no sólo querían sus familiares y amigos, sino que era querida a un nivel que raya lo imposible en un país donde la riqueza es sinónimo de mentira, engaño, malversación,…

María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, también conocida como Cayetana de Alba o Duquesa de Alba falleció el pasado 20 de noviembre en el Palacio de las Dueñas, en Sevilla.

Cayetana de Alba era la aristócrata que más títulos poseía, cuarenta y nueve para ser exactos, entre ellos Duque de Berwick (con Grandeza de España), Duque de Liria y Jérica (Grandeza), Conde-duque de Olivares (Grandeza), Marqués de El Carpio (Grandeza), Conde de Lemos (Grandeza), Conde de Lerín y condestable de Navarra y Eibar (Grandeza), Conde de Miranda del Castañar (Grandeza), Conde de Monterrey (Grandeza), Conde de Osorno (Grandeza), Marqués de La Algaba, Marqués de Barcarrota, Marqués de Castañeda, Marqués de Coria, Marqués de Eliche, Marqués de Mirallo, Marqués de la Mota, Marqués de Moya, Marqués de Osera, Marqués de San Leonardo, Marqués de Sarriá, Marqués de Tarazona, Marqués de Valdunquillo, Marqués de Villanueva del Fresno, Marqués de Villanueva del Río, Conde de Villalba, Conde de San Esteban de Gormaz, Conde de Santa Cruz de la Sierra, Conde de Andrade, Conde de Ayala, Conde de Casarrubios del Monte, Conde de Fuentes de Valdepero, Conde de Fuentidueña, Conde de Galve, Conde de Gelves, Vizconde de la Calzada.

Mas bajo esos títulos de nobleza adquiridos por nacimiento, la duquesa formó siempre parte de aquellas personas más unidas al pueblo que otros menos ilustres y nobles que ella. Acto de la virtud de que la honraba, es el hecho de que sus cenizas descansaran en una capilla de la iglesia los Gitanos como era su deseo.

Mujer perseguida por los medios de comunicación, madre, esposa, abuela, suegra, teniendo que ver tanto la vida de ella como la de sus hijos siempre cuestionada, consiguió por su temperamento y vitalidad, estar a la altura tanto dentro como fuera de su papel como Duquesa de Alba.

Muchas son las personas han llorado su muerte, no sólo de las “altas” esferas sociales sino gente corriente que la apreciaba y la quería más allá del dinero que poseía.

Y es que, aunque en un país donde la cultura del “malversación” está tan arraigada que da asco, a una persona no se la mide por lo que tiene o posee. A una persona se la quiere incondicionalmente, pese a lo que tenga siempre que como, Doña Cayetana, tenga un corazón que supere, con creces, sus títulos nobiliarios que eran, como ya hemos dicho, muchos.

¡Descanse en paz Duquesa!
MORALEJA: Rosa Montero dijo “La verdadera nobleza es caminar toda la vida con pasos que salen del corazón; que tus actos estén de acuerdo con tus ideas, aunque el precio sea alto”.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA CUNA DE…



La prepotencia y la soberbia es algo innato en cada uno de nosotros. Por mucho que intentamos controlar, en un momento u otro, asoma la cabeza como un gusano en una maravillosa manzana roja, suculenta y apetitosa. Y como el acto del gusano cuando muestra su tímida cabecita al ver usurpada la que siente que es su casa, es algo repulsivo y desconcertarte para aquel que tiene que verlo desde fuera.

Uno de los actos más sublimes de prepotencia y soberbia que existe en todo ser humano, es de puntualizar los errores del prójimo. Alguien, quizás un caminante cualquiera de aquellos que buscan conocer el mundo y aprender, toma a bien parar en una posada, en un restaurante, en un lugar donde probar típicos platos de la tierra. Entra expectante ante todo lo que pueda encontrarse pues aquel que realiza el acto de consagrar su vida durante unos días al deambular por el mundo a pie, no deja de ser una persona humilde, respetuosa, sensible.

Solicita un plato del menú típico de esa tierra como, por ejemplo, almejas a la marinera. Ese hombre, acostumbrado a su comer sencillo, recordaba ese plato con pocos condimentos (ajo, perejil, algo de vino blanco y poco más). Cuando llega el plato y aparece sobre las almejas una salsa más bien rojiza, siente que podría ser que la camarera no hubiera anotado bien su pedido. Le comenta, sin ningún alarde de nada, que si así se hacían las almejas a la marinera. La camarera indignada, se coloca las manos en los cuadriles como si se dispusiera a cantar una bonita jota aragonesa y cual Agustina con acento gallego, le esputa sin compasión al caminante: “Me va usted a decir como se hacen las almejas a la marinera, a mí que vivo en la cuna del marisco”. El caminante, abochornado, baja su cabeza y pide incluso disculpas pues no trataba de ofenderla en absoluto, sólo trataba de aprender algo más de su bonita tierra llena de tantas cosas bellas.

Esa cuna de…, que más de uno posee, está llena de tanta maldad como de esa innegable altanería que corresponde al que no le queda nada que aprender, el que radica en ser maestro absoluto sin haber aprendido jamás las cuatro reglas básicas de todo buena persona: respeto, humildad, sencillez, bondad, acogimiento.

El peregrino se calló, como buen hombre de deambular sencillo por este mundo. Pero yo, pecando también de una soberbia innegable que nace más allá del ombligo, la miré fijamente y le dije: “Disculpe nuestra ignorancia. Es que nosotros venimos de la cama del marisco y claro, el asunto de la cuna, nos queda ya un tanto lejano”. Sé que debería haber guardado silencio. ¡Lo sé! Pero ver su cara de estupor al pronunciar mis palabras y como, sonrojada ella también por su SOBRADA dosis de maestrilla sin muchas letras le pasaba factura, no tenía desperdicio alguno.

El que utiliza aún la vara para adiestrar, puede que sienta su propio golpe sobre él si el alumno, más diestro que torpe, aparta la mano y rebota de la mesa con la misma fuerza del golpe, yendo a parar contra la cara del experto sin doctrina.

¡No quiero cunas señores! Prefiero una cama grande, cómoda y confortable. Las cunas para las que tienen poco que adoctrinar. Yo prefiero dormir cómoda y con muchos libros que me aporten ese conocimiento del que aún soy capaz de seguir aprendiendo.

MORALEJA: François de la Rochefoucauld dijo: “Las personas afortunadas se corrigen poco: Creen tener siempre razón mientras la fortuna sostiene su mala conducta.”

A LA DE TRES (relato)






Tres relaciones fallidas en tres años eran muchas. Se podía decir que iba a chico por año si no tenemos en cuenta que la primera duró seis meses, la segunda diez y la tercera veinte amargos meses. Ya no voy a entrar en si todos los hombres son iguales por despecho. Tampoco en la apología de que las mujeres somos muy exigentes, pues tampoco eso es cierto. Con lo que yo me quedo es que no funcionaron. Punto. ¿Por qué? Eso, depende de dos personas y mi versión de los hechos era simple y clara: ¡Necesitaba mucho más!

Pasaron los meses y pese a un par de rollos pendientes con un par de amigos de aquellos que los tienes ahí por si las moscas y un desliz fugaz con uno de los responsables de la empresa en la que trabajaba pero de otra división, la cosa no había ido más allá. ¡Nadie me saciaba! No es que yo fuera una mujer especial. Quería plenitud en el acto, sentirme agotada. Y no había sentido nunca.

Entonces, por recomendación de una amiga, me metí en una página de esas de buscar pareja. ¡Yo no deseaba una pareja! Mientras estaba rellenando los datos para el alta me saltó un mensaje diciendo: chatea con personas de tu ciudad sin compromiso. ¡Que bien sonaba aquello! Sin compromiso. ¡Era perfecto!

Me metí en aquel chat y me puse de nombre AFRODITA35. Fue increíble. Sin haber saludado apenas a nadie, empezaron a abrirse un montón de ventanitas (privado) para hablar conmigo. Aquello me gustaba. Yo no sabía como funcionaba aquello pero en poco tiempo le cogí el truco. A la media hora ya sabía como moverme en aquel nuevo medio de comunicación como pez en el agua.

De hombres los había de todas las edades: más de sesenta, de cincuenta, de cuarenta, de treinta, jovencitos de veintitantos que deseaban, por el morbo que eso creaba en sus jóvenes mentes, enrollarse con una de treinta. ¡Nunca me atrajeron los jóvenes! A mí me daba morbo poder encontrar a uno de cuarenta y muchos bien dotado, fuerte y que tuviera mucho aguante.

Pasaron dos días sin nadie que se atreviera a quedar en serio. Todos buscaban el desfogarse mutuamente mientras una mujer estaba al otro lado de la pantalla, al otro lado del teléfono ya fuera de viva voz o con mensajes. ¡Era patético! Cuando hombres sin cojones que había en aquel chat.

Al tercer día ya entré sin muchas esperanzas de encontrar nada que me satisficiera. Cambié mi nick por el de LARA35. En estas que privó un hombre que recién acababa de entrar. Su nick prometía mucho: SEGURODEMIMISMO48.

Su privado empezó con las siguientes palabras:

Seguro48: Ofrezco ayuda económica. ¿Estarías interesada?
Lara35: Todos necesitamos dinero. ¿De qué se trata?
Seguro48: Dos horas conmigo.
Lara35: ¿Haciendo qué?
Seguro48: Todo lo que yo pida. Te recompensaré: 300 euros.
Lara35: No es mucho. ¿Cuáles son tus gustos?
Seguro48: Me gusta el sexo, el buen sexo. ¿Te interesa?

Aquella última frase me había cautivado por entero: Sexo, el buen sexo. Pufff. Tenía que reconocer que aquella simple conversación me estaba poniendo un poco.

Lara35: ¿Por qué no una profesional?
Seguro48: ¡No me gustan las putas!
Lara35: ¿Quieres crear una para ti sólo?
Seguro48: Tampoco, es una cuestión de morbo. ¿Te interesa?

Madre mía. ¡Claro que me interesaba! Entraba en mi mente muchas preguntas sobre cobrar por sexo pero, si el hombre prometía la mitad de lo que parecía tener, aquel encuentro sería todo lo que yo deseaba.

Lara35: ¿Cuándo sería?
Seguro48: Esta tarde.
Lara35: A qué hora y donde…
Seguro48: A las 17h, cuando salga de trabajar, en el H. H. VIA.
Lara35: ¿Cómo te reconoceré?
Seguro48: Ni nos veremos las caras. En recepción pregunta por la habitación de S48. Yo ya habré hecho la reserva. Luces apagadas. Cita a ciegas, sin más ni menos. Sólo … sexo.
Lara35: ¿Eres de fiar?
Seguro48: ¿Lo eres tú?
Lara35: Yo sí.
Seguro48: Yo también. Te espero a esa hora. No tardes. No me gusta esperar.

Se desconectó. Podría negarme y no ir. No tenía mi teléfono, ni ningún dato sobre mí. Mi nick no era ni siquiera mi nombre. Pero me moría de ganas de tener una experiencia como aquella. A las cinco menos diez estaba en el hall del hotel. Fui a recepción y me dieron la llave electrónica de la habitación. Subí, deje las luces apagadas tal y como había dicho. No sabía si esperarme de pie, sentada en lo que parecía la cama.

La espera fue francamente excitante. En el momento que sentí que la llave se introducía en la puerta, mi sexo se humedeció como nunca. No pude verle, ni él a mí. “¿Estás ahí?” Preguntó y yo respondí con un simple .

-         Ven.

Me guié por su voz. Su voz era muy varonil. Fuimos directamente al jacuzzi. No le podía ver pero sentía como se estaba desnudando. Yo empecé a quitarme la ropa. Sentía un nerviosismo y una excitación tan intensas que era incapaz de describir. Se metió en el agua y me metí. Me cogió por la cintura y me ayudo a acomodarme. Podía sentir como sus manos trataban de radiografiar mi silueta en su mente. Recorrió mi espalda con sus dedos, mi boca, mi cuello, mis pechos. Parecía que deseaba aprenderse el camino de todo mi ser. Yo alargué mis manos hacia su cuerpo e hice lo mismo con mis dedos. Le recorrí de arriba abajo estando atenta al más mínimo suspiro de goce para satisfacerle de la mejor manera posible. Sentí su boca en mi cuello. Sentí una descarga en toda yo. Su boca, sabia y perversa, no tardó en buscar mis pechos para lamerlos. Los chupaba como si necesitara ser amantado por mí. Jamás me habían hecho aquello. Era un goce tremendo el que estaba sintiendo. Me agarró de la cintura. Me ayudó a ponerme sobre él. Traté de lamer su pecho pero él me detuvo. Metió su mano en el agua. Buscó mi sexo más que húmedo, caliente y introdujo sus dedos en mí. Fueron adentro, muy adentro. Aquel acto tan sencillo me estaba proporcionando un placer increíble. Desee recompensarle de alguna manera pero no me dejaba. Le gustaba mirar sin ver. Le gustaba sentir sin rozar. Le gustaba escuchar el place que proporcionaba a una mujer.

No sé cuanto tiempo estuvo dentro de mí. Mas con cada pequeño movimiento de muñeca, conseguía que me retorciera infinitamente de delicia entre sus dedos. Apartó la mano y me invistió con su verga de forma brusca. ¡No sentí dolor! Todo era gemidos de placer. Le gustaba envestirme sin aviso previo. Con cada movimiento diestro pélvico, yo gritaba de puro deleite.

Fue acelerando el ritmo. Yo no podía contener mi gozo. Gritaba, gemía y entre susurros le suplicaba que no parara, que quería más. ¡No paro! No dejaba de embestirme, de acompasar sus caderas con las mías. Me daba más caña, más fuerte, sin límite. ¡Aquel sí que era un hombre de verdad! Podía escuchar sus gemidos, como hacía lo imposible para seguir duro, firme, para mí, para no dejarme con ganas.

-         No pares… más… más… más.

Repetía yo una y otra vez. El seguía con más fuerza, con más virilidad, con su sexo aún más duro.

Mi cuerpo se precipitó a un orgasmo inimaginable. Él se vertió dentro de mí cuando sitió el calor lubrico de mi sexo sobre el suyo. Mis convulsiones de goce eran como pequeños orgasmos que recorrían mi cuerpo por entero. Duraron varios minutos. También podía sentir su cuerpo convulsionar de placer.

Beso mis labios y me dijo que no tuviera prisa en irme.

Se vistió con la luz apagada, dejó el dinero y se fue.

Sé que puede parecer algo estúpido o absurdo hacer una cosa como esta. Os puedo garantizar que si no has probado el goce en estado puro, no sabes lo que es correrte de puro placer.

¡Morbo en estado puro! Una cosa que todos deberíamos probar en nuestra vida de una manera o de otra.

lunes, 17 de noviembre de 2014

UN CAMBIO DE RITMO





Hacer ejercicio físico y escribir no es lo mismo. En uno se utiliza el cuerpo y en el otro, todo el poder de la mente.

Pero si hay algo que caracteriza el hacer ejercicio físico y el escribir: el ritmo. Si uno es constante, sigue una rutina diaria y persistente, con tiempo conseguirá lo que desea (músculos más marcados, glúteos más fuertes, brazos más recios,…). Escribiendo pasa lo mismo: el lenguaje se culturiza, la lectura ayuda a mejorarla y con la práctica constante, se puede conseguir un relato más o menos potable, un escrito que tenga un valor mínimo para ser leído.

Sin embargo, como en el ejercicio físico, si hay algo que te mantiene fuera de juego durante un tiempo determinado (ya sea por lesión, ya sea por trabajo, ya sea por responsabilidades familiares,…), cuando deseas recobrar tu tono físico, tu tono mental, ir deprisa y sin supervisión previa, puede constarte caro. Tras una parada, hay que incrementar el ritmo de forma paulatina y sin prisa alguna. ¡Las prisas no son buenas para nada! Aquel que quiere correr por la ilusión de conseguir la meta, que imagina que ya está todo hecho y que cree que sólo le hace falta un poco de “suerte” para rematar la faena, posiblemente meta la pata perdiendo aquello de lo que se veía ganador.

En la vida, en el día a día, dar algo por supuesto es como ilusionarse a los 45 de nuevo con los príncipes azules: no sólo estúpido sino algo incoherente se mire por donde se mire.

Ahora bien, creer que hay personas que puede tener la nobleza en sus actos, en sus formas, en sus maneras como para pasar por alguien de la realeza imaginada, eso sí que es factible, pues está más que claro que un caballero no es el que presume de alta cama, de persona de alcurnia, con coche acuñado más allá de donde estaban las fronteras hace tiempo olvidadas. Un caballero, un hombre como Dios manda, no altera sus ritmos, sus formas, sus rutinas, por mucho que se dibuje en el horizonte un oasis pleno de concubinas dispuestas a satisfacer todos tus deseosos, incluso los más bajos y oscuros que no confesaría a nadie nunca jamás.

En resumen, que los cambios de ritmos, no son buenos hacen que todo salga a la luz, ya sea malas artes, lesiones viejas o “atrofia” mental transitoria.

Todo tiene un tiempo, un momento, un lugar y, obviamente, la confianza, en uno mismo y en los demás, es primordial y no se consigue en dos charlas y poco más.

MORALEJA: Robert Louis Stevenson dijo: “Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.”