sábado, 9 de agosto de 2014

TIBURÓN VS. COCODRILO. ¿QUIÉN GANARÁ EN LA BATALLA FINAL?





Si, lo sé. Sé que si este título fuera de una película, por muchos buenos efectos especiales que tuviera, nunca llegaría a ser taquillera de por sí. ¿Por qué? Obviamente el tiburón y el cocodrilo, pese a ser animales de gran consideración a los que uno teme y de los que le gustaría estar siempre lo más lejos mejor (a no ser que seas un loco de la adrenalina o de los deportes de alto riesgo que impliquen jugarse la vida porque sí), en una batalla mano a mano, no tienen nada de enigmático, no tanto como un robot que se trasforma, un súper héroe, o un dinosaurio. En solitario, posiblemente como ya lo han hecho en el pasado, sus películas tiene ese “cierto atractivo”, por llamarlo de alguna manera, que podría conseguir unos cuantos cientos o miles de espectadores (bueno, sin dejar al lado que la película TIBURÓN de Steven Spielberg fue estrenada simultáneamente en 450 salas de Norteamérica y que fue la más taquillera hasta el año 1977 cuando se estreno Star Wars).

Mas a la hora de la verdad… ¿Sería un tiburón capaz de ganar a un cocodrilo en una batalla cuerpo a cuerpo? No hace falta que hagáis hipótesis (o sí si os viene en gana) porque esto es algo que a fecha de hoy, se ha podido comprobar en la vida real. Desde Australia han llegado a la red unas imágenes de lo más insólitas: un cocodrilo de agua salada, cazando a un tiburón toro en el agua.

El reptil de casi seis metros de largo y con ochenta años de edad, no es la primera vez que es fotografiado. Se llama Brutus y el año pasado una de sus imágenes intentando alimentarse junto a una barcaza, fue viral en Internet por la espectacular de la misma. Esta vez, nuestro “simpático” y fornido animalito, se las ha visto con un ejemplar de tiburón conocido como Tiburón Toro.

Andrew Paice, un turista que visitaba la zona, ha sido el que ha captado las últimas imágenes de nuestro sensacional y enorme reptil, devorando al tiburón que se encontraba vivo previo al ataque de nuestro mega reptil.

Pese a que muchos especulan que el ataque de Brutus fue un “ajuste de cuentas” (a Brutus la falta su pata delantera derecha. Los expertos llevan tiempo especulando con que pudo perderla hace años en un enfrentamiento con un tiburón toro).

Así que si alguien de los presentes se preguntaba antes quien ganaría una batalla entre dos de los más grandes depredadores del mundo animal, la respuesta hoy, cobra vida en imágenes, siendo el ganador de esta contienda, nuestro ejemplar de casi seis metros (sin tener en cuenta que el tiburón toro al que atacó, pese a lo impresionante de su nombre, apenas medía 1,2 metros).

Sea como fuere una vez más el mundo animal es noticia por lo impactante de las imágenes captadas y nuestro ya conocido Brutus, vuelve a ser noticia una vez más dejándonos a todos con un palmo de boca al ver la grandeza de semejante bicharraco de casi dos toneladas de peso.

MORALEJA: Sir Francis Bacon, (1561- 1626) filósofo, político, abogado y escritor, dijo: “Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él”.



viernes, 8 de agosto de 2014

SÉ QUE ME HARÁN DAÑO (poema)



SÉ QUE ME HARÁN DAÑO

Me preguntas por mi rabia,
por mi coraza, por mi espada.
Jamás por el dolor infligido,
por el daño que no cicatriza,
por las llagas ni por las heridas.

¡Es tan fácil no sufrir!
Presentarse como un ser indigno,
con que no cruzarías ni media palabra.
Un ser despreciable, ignominioso,
que no habla, ofende con la palabra.

¡No siempre fue así!
Hubo una época,
en que todo y todos
tenían ese lugar privilegiado
de la duda para mí.
Ahora ya no.
¡Todos son culpables!
Da igual si los conozco, o no.
Da igual su cortesía,
sus palabras bien dichas,
su honor, su gloria,
su bondad o su cariño.
¡Sé que me herirán!
Buscarán en mí
un mínimo ápice
de debilidad para
matarme desde dentro.
¡Son culpables! Todos lo son.
Muchos de ellos por llegar
demasiado tarde a mi vida,
por dejar que fuera otro
el que consiguiera
desenmascararlos sin ni
siquiera haberlos conocido.

No me culpéis por ser como soy.
¡Me hizo así! Él tiene la culpa.
Buscarle y pedirle
cuentas a él, no a mí.
Yo soy feliz aquí,
en esta tremenda fortaleza
construida a mi alrededor
para no volver a lamentar nada.
No lloro, no sufro, no siento.
Apenas recuerdo ya que era vivir.
¡Mas no lo extraño!
Sin duda nada tan importante
como para salir de aquí.

jueves, 7 de agosto de 2014

EL OJO QUE LLORA UNA LÁGRIMA





Es raro pero es cierto que a veces lo que te impacta de una foto, es lo que nadie se percata a simple vista.

Es lógico que esta época vacacional, muchos sean los que, ya sea para ponerte los dientes largos, ya sea para pasarte por la cara el ligue del último verano (sin que este sea una película de terror, en principio), ya sea por intentar ponerte celosa con aquellas que conoció en la playa, en la piscina, subiendo a una montaña, en urgencias del hospital cuando le picó una medusa (maldito blandengue. Ir al hospital por una medusa. Suerte que le dejé hace ya cuatro meses), ya sea porque se crea, quien sea (normalmente una amiga rubia), que su vida en el “extranjero” por unos meses es más importante para ti que la tuya propia, te encuentras tanto por wassap como por e-mail, con un sin fin de lugares y de rostros, que por un instantes, no son nada ajenos (bueno, hasta que le das a visualizar la próxima foto).

Cuando eliminas de tu mirar esos lugares más que trillados por los veraneantes de turno y llegas a esa amistad de verdad, que te hace participe, no sólo con fotos puntuales su viaje, sino con pequeños escritos sobre la misma, es entonces cuando mirar una foto no es sólo un acto de contemplación sino que se convierte, en un momento de admiración.

En esas fotos que para ti, por la explicación y la persona que las remite, tiene olor, color, forma, lugar y fecha, se vuelven como parte de una ventana a la que asomas la cabeza, con permiso, y de dejas embriagar, durante unos instantes, de toda su fuerza.

A mí me ha pasado con la foto de una amistad envida desde Dijon. Una calle solitaria, con una bella casa con media fachada hasta el techo de madera y la otra media, la parte baja, de piedra blanca. Las ventanas, pequeñas y cuadradas, con una madera pintada en un rojizo más que cálido. Tras ellas, una suave y sedosa cortina puramente blanca. El conjunto tanto de la visión como de la descripción era mas que sublime. Cuando, una curiosidad, aparece ante mis ojos que sin lugar a dudas, no vio el cámara cuando hizo la foto, ni el viajante cuando describió aquel lugar. Una pequeña caja eléctrica, en el exterior de la preciosa casa, en un lateral, con un ojo y una lágrima cayendo de este. ¿Cómo puede llorar, con esa pena, alguien ante tanta belleza junta? ¿Quién lo dibujó? ¿Por qué en ese lugar?

Mientras las respuestas siguen sin llegar, algo se encoje muy adentro en mi pecho y me hace pensar: que ajeno es todo, para los ojos que miran sin llegar nunca a ver.

MORALEJA: Henry F. Amiel, (1821-1881) escritor suizo, dijo: “Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello”.

miércoles, 6 de agosto de 2014

DESPEDIDA (relato)





A veces las cosas surgen sin más ni más. Llegaba el inicio de las vacaciones y surgió, como si nada, una comida informal a medio día entre compañeros de trabajo. La buena compañía, el no tener que volver por la tarde, un poquito de vino tinto, las risas y esas cosas que pasan cuando estás viviendo un momento desenfadado, tranquilo y feliz.

Al salir a la calle, tras haber pagado la cuenta, todos estábamos un tanto achispados por el momento vivido (y seguro que el vino también tuvo su parte de culpa). Yo no temía coger el coche pues iba y venía en tren al trabajo.

Nos empezamos a despedir con dos besos en la mejilla y más de uno, por no tener la vista en orden, nos hicieron sonreír al estrellarse de frente, boca a boca, con la del compañero. Primero fue la de Jorge con la de Alberto. Algo que nos hizo troncharnos de risa. Pero cuando ya volvíamos a serenarnos de nuestras carcajadas, Carmen y Ruth, hicieron lo mismo involuntariamente sin que eso no nos causara, una vez más, un sin fin de nuevas risotadas.

Enrique se ofreció a llevarme y no dije que no. Era un buen compañero y apenas se desviaría de su ruta diaria. Con el humor aún a flor de piel, llegó una frase inesperada:

-         Al final tú y yo somos los únicos que se han quedado sin beso de despedida.
-         Sí, supongo que somos desafortunados incluso con cierto puntillo – respondí yo.
-         O demasiado hábiles para saber, incluso bebidos, que no todas las bocas son de fiar.

Las risas volvieron a invadirlo todo. Aquel coche se estaba convirtiendo gratamente, en un lugar en que gustaba estar. De pronto, una tromba de agua, empezó a caer fuertemente. Apenas se podía ver nada. Todos los coches que íbamos por la autopista, que sin duda éramos muchos por la hora del día, empezamos a parar poco a poco y a convertirnos en coches en procesión. El agua no paraba y sin duda, como si de un acuerdo se tratara, todos nos quedamos esperando, allí, a que pasara el temporal.

-         Llegarás tarde a casa.
-         No te creas. Hay pocos trenes en agosto. A veces tengo que esperar casi una hora para que pase el siguiente. Suerte que ya empiezo vacaciones.
-         ¿Y ya tienes pensado donde vas a ir?
-         No, aun no lo tengo claro. Deseo descansar y poco más. ¿Dónde irás tú?
-         No lo he pensado tampoco. Sólo deseaba que llegar el día para relajarme y vivir sin tener que poner el despertador.
-         ¡Eso sí es vida! No tener que escuchar el despertador.
-         Sin lugar a dudas – ambos nos reímos.

En ese mismo instante se abrió la guantera del coche causando un ruido seco que me asustó. Fui a cerrarla y él también y nuestras manos se encontraron en un roce. No hubo palabras. Sus manos guarecieron las mías calentándolas entres las suyas. No era un día muy caluroso. El miedo repentino, las había echo enfriarse como en un día de nieve. Me miraba con su mirar cálido y yo no podía, ni quería, apartar la vista de sus ojos. Jamás habíamos estado así, tan cercanos, tan cómodos, tan predispuestos. Sus dedos empezaron a toca suavemente mi brazo. Cerré los ojos para sentir el dulce tacto de sus yemas recorrer mi piel delicadamente. Podía escuchar su latir acelerándose por momentos. Su bom-bom acostumbrado empezó a hacerse cada vez más y más cercano hasta que apenas podían percibirse primero la m y luego la o de cada bom. Aquello me hizo sonreír. Deseaba aquel hombre. Me gustaba ser el objeto de su deseo. Su mano llego a mi cuello. Su tacto amable era cada vez más calido en mi piel. Cuando puso su mano en mi nuca y la acercó a su boca, me sentí perderme por momentos. Me rodeo con sus brazos, mientras yo me fui despojando, poco a poco, de la formalidad acostumbrada entre nosotros. Nos sentimos pegados y nos gustaba.
            
Mi boca buscó su cuello mientras mis besos se perdían por la infinidad que recorría su mentón y su pecho. Mis dedos fueron desabrochando uno a uno los botones de su camisa. No dejaba de mirarme. Yo no apartaba la mirada, pero no podía evitar sonrojarme. El sonría cuando mis mejillas se encendían aún con el acostumbrado decoro. Cogía mis manos, las besaba y luego, me miraba diciéndome que no hacía falta que continuara sin decirlo. Entonce yo, agradecida pero sin ganas de tirar la toalla, le besaba la boca y ponía sus manos en mi blusa, dándole permiso para hacer lo mismo que yo estaba haciendo con él.

Cuando desabrocho por completo mi blusa, esperó que fuera yo la que la abriera. Deseaba mostrarme a él. Al ver mi pecho al descubierto, preso sólo por el sujetador blanco, beso cada rincón desde el cuello hasta mi escote, de forma sabrosa y dulce. Cuando me miró fijamente de nuevo a los ojos, fui yo la que hice lo mismo con su torso, obligándole de forma tierna, a que se recostara en su asiento. Me tumbé casi encima de él, para poder besar su cuerpo hasta la cintura. Luego mi lengua juguetona, recorrió el mismo territorio incrementando sus gemidos y mi deseo. Alcancé la palanca de asiento y lo recliné todo lo que pude para atrás. Levanté un poco mi falda, para poder ponerme a horcajadas, encima de él. Sus manos se posaron en mis pechos. Sus dedos buscaron mis pezones y con gusto, los fueron pellizcando delicadamente haciendo mi susurro provocado intensamente generoso. Podía notar su sexo crecer y crecer bajo mis braguitas. Desabroché su bragueta, liberándolo por fin de su prisión. Deslice mis manos, jugueteando con él sin prisa. Teníamos tiempo, mucho tiempo. Mis dedos jugaban con su glande húmedo, mientras con mi otra mano, podía acariciar la piel que bajaba con mucha parsimonia viendo como su cuerpo se estremecía de placer cada vez más y con más fuerza. Podía ver en su cara como deseaba que no parara, que siguiera, que le diera más de lo que había estado guardando, sin saberlo, para él. Se acercó a mis pechos liberándolos para que su lengua, se derritiera con cada estremecimiento tras cada uno de sus lametones. Mi sexo hervía de deseo. Ladee mi braguita y mientras sentía su boca perderse en mi escote, introduje su sexo en el mío. El primer contacto fue como una descarga de cien mil voltios en nuestros cuerpos. Se recostó hacía atrás de golpe y yo contra la luna del vidrio tras sentirlo totalmente dentro de mí. Empecé a moverme lentamente, sintiendo como entraba y salía de mí sin reservas. Nuestros susurros de goce fueron subiendo de tono al compás del vaivén acompasado que los dos empezábamos a dominar con maestría. Podía sentirlo cada vez más duro dentro de mí. Mi sexo, complacido, no podía dejar de demostrarle lo gustoso que estaba, con todo el ardor de mi cuerpo. Sus manos me aferraban por la cintura. Mis movimientos eran cada vez más rápidos. El ansia nos devoraba. No podíamos frenarnos, no ahora. Gemía. Yo gritaba. Me empujaba desde abajo hacia arriba con su virilidad. Yo hacia abajo con mis ganas. Todo se nubló y un gritos poseído de arrebato, invadió todo el espacio a nuestro alrededor.

Sin duda, nada había estado predispuesto para que ocurriera nada. Pero ocurrió y fue, francamente, inolvidable. 

martes, 5 de agosto de 2014

QUE REGALARLE A UN HOMBRE QUE LO TIENE TODO





Hay pocas personas que pueden alardear de tenerlo todo en esta vida. Esos pocos privilegiados, que pese al convencimiento erróneo de que van de sobrados por la vida, en realidad no es así (siempre presume más el que aparenta tener que el que todo lo posee).

Llegada la fecha de su cumpleaños y tratando de impresionarlo pues se lo ha ganado por todo lo que a aportado a tu vida sin saberlo, te exprimes las neuronas al doscientos por ciento para conseguir lo imposible.

¿Cuál sería el mejor regalo? ¿Un masaje a cuatro manos con un maravilloso Happy End? Sí, tentador, sugerente y francamente inesperado pero una vez vistas las tarifas de esta clase de servicios, descartable de todas todas. ¿Una cena en un buen restaurante? Pues como no sea acompañado de un viaje a un exótico lugar de la Polinesia, dado su estatus económico, para él, sería una comida más en un lugar elegido sin más pena ni gloria. ¿Tirarse en paracaídas desde un avión? Bueno, la idea no está mal. Regalar adrenalina por un tubo y encima, con las opciones de previo pago de estas actividades en packs de gran oferta, como que no seria tan costoso como para no hacerlo realidad. Pero realmente,… ¿Es tan especial como lo que él se merece? Por esta misma regla de tres, la conducción de un Ferrari u otro coche de esos especialmente veloces y elegantes no sólo de admirar sino de conducir, eliminado. ¿Qué más hay? ¿Un pastel especial de esos con fondant que tanto están de moda? Hombre, mala idea no es. ¿Desde cuándo no apagará las velas de una tarta? Eso crea otro tipo o de pensamientos como que ese día, la tuya, sea la tercera, cuarta o quinta tarta que recibe. Te expones a que te diga,… “¿Tengo cara de pastel o qué?” Aunque tú podrías responder: “De pastel no pero de bombón sí”. Eso sí, esta destreza mental no te serviría para evitar el error garrafal de no haber sido nada original con tu presente. ¿Un Cd de rarezas? Tarde para buscarlo a contrarreloj. ¿Un DVD firmado por el director? Sí, ya, como si tú conocieras muchos directores de cine a los que llamar y pedirles ese favor. ¡Se más realistas, joer! ¿Un libro? Recuerda que te dijo que si no era de economía, el no leía nada y tú sobre ese asunto, conoces las cuatro regalas básicas como para acertar con un libro que le guste de veras. Imagina que tú ves el título gracioso como 1+1 NO SON 2 y piensas que es una forma divertida de ver la economía. Imagina que se lo regalas y cuando lo mira, te dice: “¿Y para que quiero saber yo como dar a luz?” ¡¡¡TIERRA TRAGAMÉ!!! Tú que te las das de listilla y no paras de meter la pata hasta el cuello.

En fin, al final te rendirás y como mucho, le enviarás una felicitación virtual esperando que ese gesto un tanto pequeño, sea considerado algo, no ingenioso, pero sí lo suficientemente importante para que él piense: ¡Gracias por acordarte de mí!

MORALEJA: El gran Camilo José Cela dijo una vez: “La duda, esa vaga nubecilla que, a veces, habita los cerebros, también puede entenderse como un regalo. Y no es -lo que queda dicho- una aseveración, ya que, sobre ella, tengo también mis dudas”.

NUNCA ME ESPERARÍA (poema)



NUNCA ME ESPERARÍA

Ella nunca estuvo allí.
No estuvo ni
la rosa de sus labios,
ni el hielo escarchado
de su mirar ingenuo,
ni la caricia vaporosa
que se perdía entre
sus manos decorosas.

Ella nunca estuvo allí.
No estuvo ni su cuerpo
volcán emergente del deseo,
ni estuvo su alma sumisa
obediente y satisfecha,
ni el rubor marchito
de su espíritu prisionero.

Ella nunca estuvo allí.
No como yo hubiera deseado,
no como yo la quería,
no como yo anhelaba.

Nunca jamás me esperaría.
¡Ahora lo sabía!
Ella nunca volvería a estar allí.

lunes, 4 de agosto de 2014

CUANTO DAÑO HAN HECHO LAS PELÍCULAS





Ya comenté, días atrás, que hay una película que siempre me viene a la cabeza cuando me adentro en el mar. Esa es, sin lugar a dudas, TIBURÓN. Es más, y creo que ya lo comenté, si me roza alguna cosa bajo el mar, el susto, para mí, es más que mayúsculo.

Sin embargo, las películas que me han asaltado hoy con un tanto de pavor añadido, han sido todas aquellas de miedo que pasan en una gasolinera o que algo, se sucede en ese lugar.  ¿Y cómo es eso? Os preguntareis. ¡Muy sencillo! He ido a lavar el coche a las dos de la mañana porque sí, porque no hay una hora libre del día mejor que esa (a otro les da por contar ovejas para dormir y a mí me da por ir a lavar el coche. ¡Soy rara! Que le vamos ha hacer). Hasta aquí bien. ¿Verdad? Pues hoy mi locura no ha sido compartida en solitario sino que alguien me acompañó incrementando así el miedo que rodea a este tipo de historias (siempre suelen ser dos como mínimo, menos en LEYENDA URBANA que sólo era la chica del coche que para en la gasolinera para repostar en mitad de la lluvia). Mi acompañante ha ido a cambiar el billete y me ha dejado sola en la zona de los lavaderos automáticos. Todo estaba iluminado pero no había un alma. En los altavoces sonaba una música suave, melódica y esto no ha ayudado para nada a mi más que hirviente imaginación. Mientras los minutos pasaban, y mirad que no soy de las que se asustan fácilmente, se me han pasado varias escenas de varias películas de terror que suceden en las gasolineras por la noche como en la película NUNCA JUEGUES CON EXTRAÑOS, que tras un encuentro desafortunado con una broma con un camionero con muy malas pulgas, pasan un más que miedo al tener que salir, primero a la carrera y luego tras ver que el maxi camión les persigue para,… acabar con ellos (fijo que ahora estaréis pensado. ¿Había algún camión en la gasolinera? ¡Pues no! Ni un alma. Es por ese motivo que mi mente ha buscado una nueva película para seguir incrementando mis temores durante la espera).

Luego ha sido la película REEKER que va de un grupo de jóvenes que van por la carretera como si nada, hasta evitar una colisión, luego aparcaban en una gasolinera/motel y empiezan a ser acechados por una personificación de la "muerte" que los iba matando uno por uno (vale, que si. ¡Yo no iba a quedarme a dormir en la gasolinera barra motel! Pero es que mi mente, a veces, va por libre y le da por dar un repaso a varias de ellas para que el acojone, con perdón, sea mayor).

Después han sido tres de golpe: LA CASA DE CERA (si, la casa de cera van a una gasolinera a buscar una goma para el coche de uno de ellos) y JEPPERS CREPPERS (la uno y la dos, obviamente que se desdibujaban y se dibujaban por igual en mi mente creando una tercera parte que sólo yo podía llegar a entender (que sí, que ya sé que es raro que un monstruo ataque cada X años (eran 23 primaveras y durante 23 días ¿?). Pero,… ¿Habéis estado en una gasolinera de noche esperando a que alguien traiga cambio con música de los ochenta de fondo súper suave y melódica? Entonces no podéis entenderme). Sé que hay más partes pero yo sólo he visto la dos primeras).

Y cuando parecía que cobraba algo de sentido,… ¿Sabéis que me ha venido a la mente? ¡¡¡EL VIDEO DE THRILLER DE MICHAEL JACKSON!!! Pero no la versión corta sino el de 13 minutos y 42 segundos (os paso enlace para que lo veáis si queréis: https://www.youtube.com/watch?v=sOnqjkJTMaA). Ya sé que no sale gasolinera pero es porque era le versión beta (o eso me decía mi mente) y ahora en pleno siglo XXI, los zombis pueden aparecer en cualquier lugar y en cualquier momento. ¿Por qué no en un gasolinera? Eso sí, con la cara de terror que tenía y como ya me sabía el bailecito, quizás pudiera pasar por uno de ellos. ¿NO?

En fin, que por fin ha llegado el del cambio (que ha tardado mucho pese a que no había nadie) y las cosas, acompañadas, ya se ven con un poco de claridad a no ser que suene una risa malévola, como la del final del Video de Thriller, que no te pone los pelos de punta sino que te hiela el corazón y el alma de golpe incluso estando a 25 grados de temperatura.

¡Dulces sueños a todos! Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu (ya me ha mordido el hombre lobo, jajajajaja).

MORALEJA: Tito Livio, (59 AC-64 AC) historiador romano, dijo: “El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”.