jueves, 31 de octubre de 2013

SE ME OLVIDÓ TU DÍA (escrito)


 

Creí que algo así no se olvida jamás (cuando el corazón se rompe de manera tan dura para siempre, la mella parece que durara toda vida. Mas no es así. Después de trece duros años me olvidé de ese día, de ti, de tu forma tan repentina de decir adiós).

 

Nunca creí que este día llegara y no por faltar a algo prometido, o por creer que con mi falta de memoria o la falta de memoria de mi corazón incompleto, pudiera estar escribiendo esto. Pero no,… no es así. ¡Llegó el día! Y me siento muy mal por ello.

 

Cuando mi madre me tuvo que recordar el cumpleaños del abuelo me dije,… ‘¡No! ¡No puede ser!’  A mi no se me pasa ninguna fecha. Llamé al abuelo, a tu padre, lo felicité por su ochenta y nueve años. Al colgar te recordé y me vino a la cabeza ese fatídico veintiséis de octubre de dos mil. ¡Había tanto planeado por aquella fecha! Tres bodas, una justo al mes siguiente, dos muy lejos de tu casa y tu, por no faltar a ninguna de ellas y poder cumplir con todas tus sobrinas, te pasaste todo el año trabajando durante dos años (ahora me pregunto si eso fue lo que al final te superó,… el no tener tiempo ni para ti por querer tener tiempo para todos los tuyos).

 

¡No lo merecíamos! ¡Yo hoy no me lo merezco! Tengo un sabor agridulce en la boca. Mis manos tiemblan y siento un vació inmenso por dentro. ¡Pensaba que te recordaría siempre!

 

Para mi no te has ido y no es algo que diga ahora por quedar bien. Aquí, en mi casa, en casa de mi madre, no ocultamos tus fotos y siempre estamos hablando de ti. Es un recuerdo constante de alguien que significó tanto que ni con su marcha pudimos arrancar de nuestras vidas. Incluso mi niño, ni precioso sobrino que ni siquiera pudo conocerte, habla de ti en presente como si estuvieras aquí en este momento (de pequeño no paraba de mirar al cielo y reírse. ¡Yo se que ese eras tú! Haciéndole cucamonas a nuestro pequeño cachorrito y protegiéndolo desde el más allá).

 

Las lágrimas se precipitan ahora en mis ojos culpables por olvidarme de tu día. La presión en el pecho aumenta y no hay consuelo para mi despiste.

 

Querría decirte tantas cosas, excusarme de forma que fuera más creíble pero sólo se hablar con la verdad. ¡Me olvidé! No de ti tío que me quería como a su hija, segundo padre, sino de esa fecha en que mi corazón dejó de estar completo pues un pedazo enorme se fue para siempre.

 

 

Te quiero tito y te tengo tan presente, que el día de tu muerte, me ha gustado olvidarlo a medias.

 

Tuya, tu sobrina,

 

 

DENEB

miércoles, 30 de octubre de 2013

LA NOTA (relato)


 
El camarero se acercó con una nota con el café:
 
Habitación 587. No me gusta ir con rodeos.
Tienes un gran paquete y yo estoy cachonda.
Tú decides. Yo ya voy a subir y ya estoy mojada.
 
Hasta ahora si te atreves.
 
Acabé el café de un sorbo quemándome el paladar. ¡Que importaba! ¿Cuántas veces una mujer ardiente, fuera como fuera, se mojaba sin saber primero cuanto tienes en la cuenta del banco? No me lo pensé y ansioso me fui hacia los ascensores. Empecé a pensar en las mujeres que había en el comedor del hotel aquel día pero tengo que reconocer que estaba bastante concentrado tomando notas de la importante reunión de aquella mañana. Estaba tan absorto que no me fije en nadie. ¡Patético! Una mujer comiéndome con la mirada y yo sin darme de cuenta. ¡Mierda de trabajo!
 
Llegué a la puerta de la habitación que estaba entreabierta. Entré en un cuarto que estaba totalmente a oscuras. Cerré la puerta y una mujer a la que no había visto, me empotró contra la puerta y empezó a besarme apasionadamente. Agarró mis manos contra la puerta mientras su lengua jugaba con la mía a un duelo en el que quería salir victoriosa ella. Me dijo que no me moviera y soltó mis manos. Obedecí. No estaba acostumbrado a obedecer pero me dejé llevar. Me quitó la americana de golpe, violentamente. Arrancó mi camisa. Iba fuerte y se notaba. Su perfume era embriagador y tenía grandes pechos pues, pese a que todo estaba a oscuras, al besarme los note en mis pectorales y excitándome mucho.
 
Desabrocho mi cinturón y mi pantalón. Los bajó junto a los boxer. Mi sexo estaba completamente erecto. Todo seguía a oscuras. Me quitó lo que faltaba de forma violenta. Suponía que ahora estábamos ambos en igualdad de condiciones ambos. Empezó a morderme los pezones mientras su mano se deslizaba por mi sexo de forma relajada (su boca y su mano tenían diferente ritmo. La boca arrasaba y succionaba apasionadamente y su mano iba lenta, dulcemente y deliciosamente).
 
Toda aquella situación me había excitado mucho. Ella contenía mi eyaculación y eso que yo no podía parar de gemir. ¡Que locura! ¡Que inmenso placer! ¡Que delicia de boca! ¡Que deleite de mano!
 
No se cuanto tiempo estuvo así, conteniendo mi derrame una y otra vez. Creía que no podría aguantar y ella,… lo conseguía. No se como fue el momento en que ella aceleró muy poco o sólo un poco y grité al llegar al orgasmo mas bestial de toda mi vida. Las piernas me temblaban. No podía casi ni mantenerme de pie. Seguía con la espalda en la puerta pero tenía la sensación de que me iba a caer mientras unos escalofríos de placer me recorrían de cabeza a los pies una y otra y otra vez de forma intensa. Ella seguía acariciando mi sexo pese al derrame. ¡ME ENCANTABA QUE NO PARARA!
 
Un susurro cruzó la habitación que decía: ahora te toca a ti.
 
La tumbé en el suelo y con mi verga aún erecta pese a la corrida, se la metí tan dentro y tan fuerte que al segundo empujón, de lo húmeda que estaba, se corrió de gusto. Pero no paré, seguí ahí, dándole placer, empujando y viendo como aquella mujer sin rostro, se volvía a correr con mi sexo una y otra y otra vez. Gemía. Me excitaba. Me estaba poniendo más y más cachondo. No podía parar y cada vez la metía con más fuerza. ¡Dios! ¡Era genial! No se cuanto tiempo pude disfrutar del deleite de un sexo tan resistente, tan ardiente, tan cachondo, tan agradecido. Estuvimos horas y fue intenso. Cuando llegué al segundo orgasmo ella se había derramado infinidad de veces. ¡Que placer de hembra! Nos quedamos extasiados los dos en el suelo. A la mañana siguiente sólo estaba yo, desnudo en la habitación y una nota encima de mí pecho:
 
¡Gracias por follarme tan bien!

martes, 29 de octubre de 2013

VOY A LLORARTE UNA ÚLTIMA VEZ (poema)

 
VOY A LLORARTE UNA ÚLTIMA VEZ
Voy a llorarte una última vez
y cuando la última lágrima caiga
me olvidare de tu nombre,
me olvidare de ti.

Dejaré atrás los absurdos recuerdos
de un pasado sin sentido
que fue lo único que queda
de este largo camino.

Recompondré mi corazón por si,
algún día, otro quisiera, en un
intento imposible,
hacerlo latir de nuevo.

¡Dejaré de amarte!
¡Olvidaré haberte querido!

Romperé de una vez con este amargo quejido...
¡Y seré libre!

Algún día, no se cuando, volveré a vivir
y espero que esto sea lo único que me quede
de un amargo verano, de una noche sin fin.

lunes, 28 de octubre de 2013

HORAS (poema)


 
HORAS

 

En este mundo se vive sólo

por el hecho de seguir el compás

que un reloj construido al azar

por la mano torpe del que nunca

supo vivir la realidad.

 

No existe medida

para poder calcular

qué nos queda

ni cuanto vivimos.

 

Más absurdamente miramos y

contamos hacia delante,

aunque no nos movamos.

 

Creemos que será

mejor mañana

sin saber que es

ese mañana.

 

Construimos un mundo

por dejar de nosotros

pedazos de nuestro cuerpo

incrustados a unos muros

que nunca serán nuestros.

 

Buscamos vagamente

un pasar que nos pasó de largo.

Y no esperamos por que

esperar no está de moda.

 

¡Todo es deprisa!, como sí la vida

nos fuera pisando los talones,

haciéndonos correr más,

cada vez más deprisa.

 

¡No paramos!

¡No respiramos!

¡No callamos!

¡No gritamos!

¡No necesitamos ayuda!

 

¡Y al final siempre caemos!

Si logramos volver a caminar,

seguiremos yendo deprisa

sin sentido hacia adelante

por que el reloj marca el tiempo,

las horas pasan

y en algún lugar creemos

que nos esperan.

domingo, 27 de octubre de 2013

¿QUÉ ES SER OPERADOR DE RADIOLOGÍA?

* Protección radiológica de los trabajadores (Diplomas, licencias y acreditaciones de personal): La formación de las personas encargadas de dirigir y operar las instalaciones se considera un elemento fundamental para conseguir que el funcionamiento de las instalaciones nucleares y radiactivas se realice en condiciones de seguridad adecuadas, que garantice la protección de los trabajadores de las propias instalaciones y de los miembros del público.

 

Para asegurar que se obtiene un grado de formación aceptable la legislación española requiere que las personas cuya actividad puede afectar a la seguridad o la protección radiológica de las instalaciones obtengan una licencia concedida por el Consejo de Seguridad Nuclear.

 

Para la obtención de los distintos tipos de licencias que otorga el CSN se requiere que los solicitantes obtengan conocimientos suficientes en materia de seguridad y protección radiológica en general. Asimismo, se requiere un grado de conocimiento adecuado sobre funcionamiento, normas y procedimientos de actuación, riesgos existentes y medidas de protección de las instalaciones específicas en que van a realizar su actividad.

Los solicitantes de licencias de personal deben demostrar que no poseen ningún impedimento desde el punto de vista médico para el trabajo en presencia de radiaciones ionizantes. Para ello, deben presentar un certificado de aptitud para el desempeño del trabajo con riesgo de exposición a radiaciones ionizantes, expedido por un Servicio de Prevención de Riesgos Laborales (Art. 39 del RD 783/2001 de 6 de julio, por el que se aprueba el Reglamento sobre protección sanitaria contra radiaciones ionizantes) o un Servicio Médico Especializado (Disposición transitoria tercera del RD 783/2001 de 6 de julio, por el que se aprueba el Reglamento sobre protección sanitaria contra radiaciones ionizantes).

 

Las personas que van a dirigir el funcionamiento de instalaciones nucleares o radiactivas deben estar en posesión de una licencia de supervisor. Para quienes vayan a operar directamente estas instalaciones la licencia será de operador.

 

En el caso de las instalaciones radiactivas, las licencias de operador y supervisor se conceden por un periodo de cinco años, transcurrido el cual debe procederse a su renovación. Las licencias se conceden a cada individuo con carácter personal e intransferible y con validez para un campo de aplicación (radioterapia, medicina nuclear, radiografía industrial, etc.). Posteriormente,  cada licencia se registra en una instalación concreta en la que la persona que la obtuvo ejerce su actividad. El CSN tiene un registro de licencias de personal en el que figura la información sobre todas las personas que tienen licencia en nuestro país y las instalaciones en que trabaja cada uno. (Enlace web: http://www.csn.es/index.php?option=com_content&view=article&id=4181&Itemid=238&lang=es).

 

* CÁNCER: El cáncer es una enfermedad provocada por un grupo de células que se multiplican sin control y de manera autónoma, invadiendo localmente y a distancia otros tejidos. En general tiende a llevar a la muerte a la persona afectada, si no se somete a un tratamiento adecuado. Se conocen más de 200 tipos diferentes de cáncer, los más frecuentes son los de piel, pulmón, mama y colonrrectal (http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1ncer).

 

* RADIOTERAPIA: La radioterapia es una forma de tratamiento basado en el empleo de radiaciones ionizantes (rayos X o radiactividad, la que incluye los rayos gamma y las partículas alfa). (Enlace web: http://es.wikipedia.org/wiki/Radioterapia).

 

 

Encontrar por el mundo buenas o malas personas es toda una lotería. Hay veces, que no sabes por que, aparece alguien en tu vida que, sin saber como ni porque no, te ayuda a veces sin ni saber tu nombre, como si te conociera de toda la vida.

 

Otras muchas no y de estas mismas, aunque no lo merezcan, son de las que voy a hablar en este escrito de hoy.

 

Cuando oyes la palabra CÁNCER un escalofrío recorre tu cuerpo de la cabeza a los pies. Da igual si es benigno o maligno o si hay tratamiento. Tu primera reacción siempre es la misma: ‘¡Voy a morir!’  Sientes que tu vida pasa por delante de tus ojos en ese mismo instante como si ya estuvieras con un pie en el otro barrio. No escuchas, no quieres escuchar. Te gustaría acabar con tu sufrimiento, con la amargura que harás a los tuyos por tu enfermedad y lo primero que se apodera sin querer de ti es… ‘¡¡¡DESEO MORIRME YA!!! Así,… no sufrirán’. Da igual tu dolencia o tu predisposición para curarte o no. ¡Los tuyos te quieren! No quieren, de hecho no están preparados para que te vayas.

 

La depresión poco a poco se apodera de ti. Primero la operación tras la biopsia inicial. Salir de hospital para saber que grado y hasta donde. Pensar que te miente los que te rodean (no me dicen la verdad, recelos a aceptar que lo hacen por tu bien todo). Luego los resultados, el tratamiento (largo o corto) y padecimiento tras los días que hay que esperar para saber si funciona de verdad.

 

El camino de la recuperación es largo y quien diga lo contrario miente. El tiempo en un hospital, sea por una urgencia, sea por un ingreso, sea por un tratamiento, se hace eternamente más largo que fuera de este (si, teoría de la relatividad y todo lo que queráis pero esta comprobado: el tiempo parece hacerse insoportablemente eterno).

 

Tu amigos te apoyan y te alientan a que sigas adelante (un bache, una roca en el camino, la tiene cualquiera). Tus familiares están ahí, siempre han estado, para las duras y para las maduras y ahora no te van a abandonar. Te animas durante un instante y decides empezar con el tratamiento por ellos.

 

Empiezas la radioterapia (treinta y tres sesiones) y ya en la primera te encuentras con personas que están pasando por lo mismo que tú pero que callan pues no te conocen. Te asustas, sería tan fácil darte la vuelta e irte. ¡Estás sólo ahí! Te sientes sólo.

 

Entras en un vestuario para cambiarte. Te hacen poner una bata que te dicen que tienes que traer todos los días. Ya estás marcado con unos “tatuajes” para las coordenadas para que los operarios de radioterapia puedan colocar la radiación en el lugar pertinente para realizar mejor el tratamiento.

 

Estás allí tumbado, semidesnudo. Sientes pequeños ruidos aquí y allí durante diez minutos. ¡Listo! Vuelves al vestuario, te cambias, te vas para casa y hasta el día siguiente (todo eso hay que repetirlo durante mes y medio largo).

 

Un día, un día cualquiera en el que aún no llevas muchas sesiones, oyes en el vestuario de al lado que una chica se ha mareado. Uno de los operarios acude mientras el otro, que parece no tener dos dedos de frente, le aconseja a su compañero que saque a esa persona del vestuario (creo que se ha olvidado de las normas básicas de primeros auxilios: PAS: Proteger, Avisar, Socorrer. Me asusto pues no se quien es la chica pero está claro que uno de ellos no está por la labor ni de protegerla, ni de avisar a nadie y menos de socorrer a esa persona. ¿Y si es alguien que se mareo tras la radio? ¿A este “gente” le da igual lo que te pase? ¿Qué clase de personajillo es ese tío para tratar a una persona, a una mujer, a un ser humano enfermo como si fuera un estorbo?).

 

Me voy a casa con un nudo en el estómago. ¡No quiero que me trate esa persona! No si no va a tratarme como merezco.

 

Al día siguiente, una mujer en silla de ruedas que venía acompañada o eso parecía, viene sola. La entran y le pregunta por la chica que la acompañaba. Era ella la que se puso mala ayer y la que le “estorbaba” al gilipuertas del operario (me dan ganas de poner una queja y que su supervisor sepa como trata a las personas).

 

El día después a ese, la mujer vuelve acompañada por esa chica. ¡Me alegro por ella! Se la ve de mejor cara y eso que yo ni siquiera la vi cuando estaba mareada sólo escuchaba lo que pasaba a mi alrededor. Entro yo y poco después ella. Están el vestuario de a lado y alguien ha dejado un olor fuerte dentro del mismo. El operario deja la puerta abierta el que parece tener un poquito de más cabeza (parece,… luego demostrará que no la tiene). La chica se queda dentro del vestuario esperando y el sin corazón del otro día le dice a su compañero: ‘¿Pero por qué se queda ahí dentro?’  Parece, y no se porque, como si aquella chica le molestara. No es fea, ni se la ve mala persona y trata a la mujer que acompaña con mucha dulzura. ¿Qué coño le molestará al gilipuertas?

 

Cuando la mujer sale de su turno yo me he remoloneado mas en el vestuario y escucho que el otro operario, el que parecía un hombre, le dice: ‘¡No hace falta que vengas más!’  Si yo hubiera sido ella le hubiera cruzado la cara con un golpe. Ella sólo dice que si molesta y le dicen que no (pues no lo parece por como la tratáis). Se va y se la nota enfadada. El operario que parecía tener dos dedos de frente le dice: ‘¡Adiós señora Fulanita!’  La chica se gira y le dice: ‘¿Cómo?’  Él responde: ‘He dicho adiós señora Fulanita’. Y la chica le responde: ‘Es que no se llama así. Ella es la señora Menganita’ (acababan de hacerle el tratamiento escasamente cinco minutos antes y no se acodaban de su nombre. ¡¡¡SERÁN INÉPTOS!!! La chica de la entrada se conoce los nombres de todos nosotros y nos saluda a la entrada tanto a enfermos como a acompañantes. ¡Es una gran mujer! No sólo por eso ya que no tiene obligación de saberlos o de saludar pero lo hace y es de agradecer. Sin embargo estos “operarios” que sólo tiene el título para demostrarlo, se “chulean” a todas y cada una de las personas que pasan por sus manos cinco veces por semana. ‘¿Estos son los que van a ayudarme con mi recuperación?’  Me digo. Pues si el cáncer que tengo no me mata seguro que el Cáncer de su falta de empatía con el enfermo y sus allegados, acabará por hacerme enfermar del todo hasta morir de deterioro de cariño por el prójimo sin importar quien sea este prójimo ni el dinero que puede llegar a ganar).

 

MORALEJA: Neill Lawson: "La ley nunca podrá obligar a nadie a amar a su prójimo; pero, por lo menos, se le hará más difícil expresar su odio."

viernes, 25 de octubre de 2013

ILUMÍNAME (escrito)


 

 

Faltan quince minutos para las dos de la tarde. Aparco mi coche en la calle Velázquez para ir a correos a buscar un paquete en la oficina de mi zona. Las luces de la calle están encendidas (parece algo raro pues aunque hay nubes, no hace más iluminación). Las palabras crisis, recortes, ajuste de cinturón se agolpan en tromba en mi mente una tras otra. Saco el móvil y empiezo a hacer fotos pues no me lo puedo creer (podría ser un espejismo, me digo, pero una cámara no miente). ¡Las luces están encendidas!

 

Camino hasta la esquina y me doy cuenta que también están encendidas las de la calle de Lorca. Vuelvo a hacer otra fotografía para cerciorarme que es cierto. ‘¿Desde cuando llevarán encendidas?’ me pregunto. Nuevas palabras se agolpan de nuevo a mi mente: contaminación lumínica, gasto innecesario, falta de comida para los más pequeños.

 

Sigo caminando mirando las fotos del móvil, apilándolas, volviéndolas a su tamaño normal y no me lo puedo creer. Podrían llevar toda la noche y se podrían pasar todo el día encendidas. Recuerdo la nueva subida del recibo de la luz y mi desesperación va en aumento.

 

Recojo el paquete en la oficina y vuelvo a mi coche. Las de la calle Lorca se han apagado ya. Miro a un lado y a otro. ¿Alguien ha estado pendiente de una mujer haciendo fotos a unas farolas con el móvil? ¿Alguien se ha “chivado”? ¿Pero porqué? Creo que la paranoia se apodera de mí pero es lógico pensar en lo malo cuando no puedes confiar en nada ni en nadie (eso es lo que últimamente nos han enseñado en todos los miedos: no confíes ni en tus padres, ni en tu sombra, ni en ti).

 

Las de la calle Velázquez siguen encendidas y son las dos y un minuto de la tarde. Entro en la calle en dirección a mi coche y la iluminación tiembla hasta que se apaga. Pienso que las casas de esa calle son preciosas, que la gente es afortunada y sobretodo, que podía haber alguien del ayuntamiento utilizando la luz de la propia calle con un empalme y que al ver que alguien fotografiaba las farolas encendidas, las han apagado para no ser descubierto. Siento que alguien me observa y no parece haber nadie al menos por la calle. ¡No puedo más! Mi mente me está agotando la energía.

 

Sólo eran luces me digo pero en el trasfondo podría haber tanto o no haber francamente nada. ‘¡Eran luces!’ Me repito, pero francamente es angustia, dolor de ver que no hay salida, que todo parece igual o peor que cuando todo esto empezó.

 

Sería bueno dejar de sospechar de todo y de todos. Sería bueno confiar un poco más en la gente y ver corruptos y corruptores por todos sitios. Sería bueno ser felices. Sería bueno que hubiéramos aprendido la lección pero a fin de cuentas, nadie nos ilumina de forma que el aprendizaje sea certero y preciso. Las luces sólo iluminan las calles, de día o de noche. La iluminación que nosotros necesitamos no depende precisamente del Ayuntamiento, pero es la que corre más urgencia para dejar de parecer locos que caminan por la calles de la ciudad y hacen fotos con el móvil para poder averiguar que es verdad y que es una gran mentira.

jueves, 24 de octubre de 2013

NANA A MI HIJO (poema)


 
NANA A MI HIJO

 

Duerme mi sueño,

duerme mi vida,

duerme pedazo de mi corazón.

No sé donde estás,

ni sé quien te cuida,

ni quien no quiere

que te tenga mi amor.

Vuela mi mundo,

vuela sin ti,

entre lágrimas negras,

llantos escondidas,

sangrados mensuales

que me destrozan la vida.

 

Duerme mi sueño,

duerme mi sol,

duerme trocito

de mi dulce amor.

Tu padre también

te espera y desespera

con nuestra desesperación.

Hay amor, para él y para ti,

para tenerte junto a nosotros,

para que vengas a formar

de esta vida hasta ahora de dos.

 

Duerme mi sueño,

descansa donde estés.

Lucharé por ti,

por tenerte conmigo,

por abrazarte algún día,

por darte todo mi amor,

por hacerte realidad mi sueño.

 

Mama te espera y te esperará.

Papa te desea y te deseará.

Duerme mi niño.

Duerme mi amor.