viernes, 6 de septiembre de 2013

REJOS, ASADURA, CABRILLAS


 

 

Típico del verano en España, o lo era al menos cuando las cosas pintaban mejor para este país, son las tapas. ¿Qué son las tapas? Algo comestible y tremendamente bueno que antes era gratis con la bebida (un platito mas bien pequeño pero no minúsculo, que acompañaba muy bien a la cervecita de medio día, al tinto de verano de las dos de la tarde y que sentaba de coña cuando se retrasaba la comida con un refresco bien fresquito y con mucho hielo). Ahora, sólo en algunos sitios, cada vez menos, se ponen aceitunas pero cuatro y de lata. Antes, hasta podías saber la calidad del bar sólo por las tapas. ¿Qué había olivas con hueso? ¡Lujo! ¿Qué habían berberechos? ¡¡¡Lujazo!!! ¿Qué la tapa era de jamón serrano? “¡¡¡NIÑO!!! Avisa a tu madre que hoy hay JAMÓN PA TOS” y ya se iban los niños a casa comidos y bien comidos a casa.

 

Por desgracia ahora ni el jamón es jamón, ni el chorizo es chorizo y las pobres olivas van rellenas de una anchoa que no sabe a anchoa pues le han quitado hasta la sal porque,… las personas somos así. Antes, el jamón era salado pero estaba curado y tremendamente bueno, con esa grasita que hasta te embriagaba el alma de lo tremendamente rica que estaba. Y el chorizo, que si lo dejabas dos segundos sobre el pan, con el calorcito del verano, dejaba un charquito de alegría en forma de aceitito rojizo que te quitaba las penas hasta la cuaresma. Y esas olivas, machas, gazpacherras, negras, con su huesecito dentro como estaba mandao. ¡Que alegría tener el hueso ya sin nada de chicha en la boca un ratito! De un cachete a otro de la boca. ¡Que delicia! ¡Que placer tan baratito (pues la tapa era gratis)!

 

Hay algo que también me impacto ayer, para bien claro está, y es que dentro de estas tapas “subvencionadas” con las que cenamos la mar de bien unos amigos y yo, descubrí tres de ellas que no conocía hasta la fecha (aprender, aunque sea de tapas, con más de treinta cumplidos, es algo verdaderamente refrescante y renovador).

 

¿Qué es una tapa de cabrillas? Las cabrillas son parecidas a los caracoles pero más pequeños que en salsita de tomate, cebolla y pimienta están de primera.

 

¿Y la de rejos? Los rejos son los tentáculos de los calamares que bien hechos, están tiernos y apetecen mas que la típica tapa de calamares a la romana que es todo un clásico entre los clásicos.

 

¿Y la de asaduras? Aunque parezca algo que todo el mundo debería conocer, yo no sabía que la tapa de asaduras son los pulmones y los corazones que bien guisados, con cayena, tomate, vino tinto, sal y pimienta, se convierten en un plato suculento y muy apetecible para los paladares más selectos del mundo del tapeo.

 

En fin, que a las puertas casi del fin del verano, tomar un tinto de verano, una clarita o un refresco una noche calurosa, con amigos entreteniéndonos entre tapas y risas, es un privilegio que no esperaba tener en esta recta final de vacaciones pero que sin duda, he disfrutado a placer.

 

MORALEJA: Cicerón dijo: “El placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación”.

 

 

BUSCANDO BESOS (poema)


 
BUSCANDO BESOS

 

Debajo de mi cama no están

y yo se que lo guardé aquí,

junto a mi cofre de los deseos

que me regalaste en septiembre,

por tu cumpleaños.

Los busco en mi armario,

junto las ropas aromadas de ti

(con dulzura a frambuesa

y trozos de chocolate blanco).

Los busco en la casa,

en el patio, en el cielo,…

Los busco en el aire de la mañana anudada

que regalaste a la luna de madrugada

con el sudor vendido en mi almohada.

Los busco en las sombras,

en el reflejo de la tarde malgastada,

en el oasis de la noche derrochada.

 

¿Dónde los puse? No lo recuerdo.

A veces pienso que se oculta de mi,

que juegan al escondite contigo,

que saltan de acá allá de alguna forma,

que ni siquiera puedo verlos para secuestrarlos.

 

Hoy no regresaste.

No se cuando fue

la última vez que volviste.

Me desespera una lágrima

que nace presa en mi ojo.

Como por arte de magia,

aparece un roce en mi mejilla

y en mi boca, se estrella

un castillo de fuegos

artificiales colmado de ellos.

 

¿Dónde estaban?

A quien le importa.

Los trajo tu boca.

¡Con eso me quedo!

 

jueves, 5 de septiembre de 2013

UN AMOR TRAICIONADO (Poema)


 
UN AMOR TRAICIONADO

 

La pistola en mi mano,

apuntalaba a su cabeza.

Era su rostro un océano

irreprimible de lamentos.

¡Tengo que matarla!

¡Tengo que matarla!

¡Tengo que matarla!

 

Soy su dirigente,

su líder, la persona

en la que confían sus vidas,

el que en la batalla le coge

su mano cuando su último aliento

se marchita para siempre,

el que recoge su nombre

en un viejo diario como último

testigo de que estuvieron

algún día vivos.

Ellos han votado

que mate a mi amor

que acabé con él

ahora y para siempre.

Lo acusan de traidor, de falso, de embustero.

¿No es peor morir sin él?

Su corazón está en mis manos

y el mío,… ya ni me pertenece sin ella.

Soy cautivo de mis galones,

prisionero de mis normas,

preso de mi lucha,…

esclavo de mi amor.

 

No me tiembla el pulso,

se me endureció la sangre.

Disparó atravesando

la cabeza de la liberación.

Mi cuerpo cayó en el suelo.

Aniquilé mi tormento.

¡No conseguía matar mi amor!

Sus lágrimas resbalaron

por mi cuerpo ausente de vida.

 

Si moría por un amor

traicionado,… sólo ella lo sabe.

Mi pesadilla ya concluyó.

 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

"BLACK VELVET" (relato)


 
No me gustaba nada el fin del verano. Tener que volver a la ropa holgada, a las chaquetas, a las dobles o triples mangas me daba un bajón bestial. ¡¡¡ME ENCANTABA EL VERANO Y EL SOL!!!
 
Tampoco me gustaba para nada las macro fiestas que organizaban para el cierre de lugares que sólo estaban abiertos en verano como carpas y demás. Pero cuando mi amiga Laura me dijo que se organizaba una en un lugar muy especial para nosotros aquel verano, no dudé para nada en ir.
 
A parte de ser para nosotras un lugar mágico aquel verano, los organizadores habían tenido la brillante idea de que fuera de disfraces. ¡Me pareció una gran idea!
 
Laura y yo fuimos en busca de disfraces (al ser verano no fue tarea fácil encontrarlos). Laura se disfrazaría con bañador rojo y un flotador en forma ovalada (Laura tenía unos grandes y voluptuosos pechos como los de Pamela Anderson o más) como en la serie de Vigilantes de la Playa que habían vuelto a emitir por la tele. Yo, después de mucho buscar, encontré uno un tanto peculiar para el verano: de Caperucita Roja.
 
Fuimos a la fiesta que se organizaba en nuestro preciado chiringuito de la playa conocido como ÚLTIMO SUSPIRO que para aquella ocasión, había montado una gran carpa semiabierta para celebrarlo con todos aquellos que pasaran por allí disfrazados el maldito fin del verano (hasta decirlo dolía).
 
Laura y yo llegamos solas de las primeras a la fiesta. Tomamos un par de mojitos y disfrutamos de la música de baile. Poco a poco, la carpa se fue llenado de más y más gente con disfraces de lo más singulares y sobretodo,… muy fresquitos pues la noche, pese a ser septiembre, era muy caliente. Algunos venían disfrazados de policías pero sólo llevaban una corbata, un boxer azul donde llevaban enganchada la placa y el típico gorro. Había muchas enfermeras, muchas hawaianas, muchas sirenas sin apenas cola o como mucho pintada sobre una minifalda negra, muchos socorristas, muchos surferos, muchos tarzanes (se notaba que las personas no querían pasar nada de calor). Seguía bailando sin esperar nada y Laura ya se alejaba con uno de los tarzanes a pasar un buen rato a orilla de la playa. Eran las tres de la mañana cuando entró en la fiesta un lobo, un lobo negro (bueno, un hombre disfrazado de lobo). Su ropaje parecía grueso, impropio para los calores del verano. El me miró desde la lejanía pues yo estaba en el otro lado de la carpa opuesta a la entrada y vino directo hacía mí.
 
Se paró frente a mí y me dijo con una voz grave:
 
-         Bonito disfraz caperucita. ¿No me tienes miedo?
-         No se puede temer un lobo cuando ya sabes el final del cuento del que eres la protagonista.
-         ¡Chica lista! ¿Pero quien te ha dicho que este cuento está escrito?
-         ¿A no? Un lobo, una niña con una cestita,… Todo el mundo sabe como acaba.
-         Pero en este, en el de esta noche, no habrá ni abuelita, ni leñador,… solos tú y yo.
 
Su voz era hipnótica, hechizada. Me dejó sin palabras. Mi mente fantaseaba con descubrir quien era el hombre que se ocultaba tras el disfraz.
 
Empezó a sonar una canción dulce y que incitaba a bailar. Se pegó a mi cuerpo por detrás, aferrado a mis caderas con ambas manos, moviendo mi cuerpo al compás de la música. ¡Me dejé llevar! Su aroma que no sabía muy bien cual era pero que pervertía hasta mi olfato, su fuerza, su pasión, aquella voz tan sugerente, el no saber quien era, me excitaba de una manera extraña y bestial. La manera en la que él se movía, era un pecado, tan dulce y verdadero que me embriagaba por entero como si del mejor de licor de cereza recorriera mis venas haciendo arder hasta mi pensamiento. Deseaba que la canción no parara, que sus manos no se alejaran de mi cuerpo ni un milímetro. En ese mismo instante levantó un poco su máscara y su boca se estrelló de forma sigilosa con mi cuello. Creí desvanecerme por entero al sentir el primer roce de sus labios en mi piel. Quería sentirle de nuevo y el seguí bailando tras de mí, acercando mi trasero hacia él. Deseaba convertirme en loba y que me poseyera allí mismo. Parece que él leyó mi pensamiento y muy cuidadosamente, metió sus zarpas bajo mi falda negra de caperucita. No pude sentir sus manos y eso me incomodó. Quería sentir su tacto no el de su disfraz. Se quitó las manos de lobo y empezó a acariciar la piel de mis muslos muy lentamente desde atrás. Sentía cada roce y era como una descarga que me recorría por entero desde la cabeza a los pies. Deseaba sentirle más, sentirle siempre queriendo más, el me dejaría deseándolo.
 
Las luces se apagaron un instante y la luz negra lo inundó todo mientras desde cuatro cañones empezó a salir espuma. Dejé de sentir sus manos en mi piel justo cuando se apagaron las luces pero cuando empezó a surgir la espuma por los cuatro costados, su cuerpo se pegó al mió como si de sólo uno se tratara. Podía sentir su sexo abultado en mi trasero y no sabía como pues el tenía aún el traje de lobo puesto (quizás en ese breve instante que no le sentí tocarme, había arrancado su piel de lobo para dejar salir la bestia salvaje que tenía dentro a través de una bragueta improvisada para poseerme allí mismo).
 
Ladeo mi braguita y sentí su sexo adentrarse por entre mis nalgas. ¡¡¡ERA TODO UN ANIMAL!!! Allí, en mitad de una pista de baile, sin importarle los ojos que podrían llegar a verle, metió su berga en mi culo. Se movía primero lentamente, dejando que saboreara cada centímetro de su virilidad en cada pliegue de mi ano dándome un placer supremo. Yo quería que no parara y seguía arremetiéndome cada vez con más, con más, con más, y más y más y más fuerza. No se cuanto tiempo estuvo poseyéndome delante de los ojos oscurecidos de la gente entre luz negra y espuma. Recuerdo que yo creía morir de placer con cada embestida y que, aún así, no quería que dejara de follarme como un animal salvaje, sin pausas, sin besos, sin miramientos,… solo goce, placer, gemidos y gritos amortiguados por la música. Caí al suelo a cuatro patas y siguió penetrándome con su pene tremendamente erecto. No podía verle, había demasiada espuma a mi alrededor, pero su sexo seguía embistiéndome como un poseso cada vez más y más rápido, sin perder la fuerza, ni el vigor, ni las ganas. Después de mucho tiempo de estar a cuatro patas, noté como su leche caliente se derramaba dentro de mí y caía entre mis muslos. ¡Aquello era todo un lobo! Y yo deseaba ser su esclava caperucita en este nuevo cuento perverso y caliente que escribimos ambos durante toda la noche entre goce y ganas de ser poseída.

martes, 3 de septiembre de 2013

SPA


 

¿Qué significa SPA? “Salus Per Aquam”  (salud a través del agua).

 

¿Qué es un SPA? Para mí, al principio, se ha convertido en un lugar donde te hacen rellenar un cuestionario en bikini cuando todo el mundo está vestido.

 

Luego se ha convertido en un lugar donde te hacen sudar como un cochino que empiezas a dudar de si en vez de un Spa te han llevado a una sauna muy especial con un video que no para de enseñarte masajes super relajantes (pero de más de cincuenta euros para arriba que para eso estás en un Hotel Balneario Spa (que manda narices con el nombrecito. Parece como una persona de esas de postín que le acaban poniendo a los niños cincuenta nombres o de Todos los Santos para que cada día tengan algo que celebrar. Yo recuerdo cuando decir Hotel era algo que significaba ser pudiente para permitirte ese gran lujo. Luego, con el tiempo, todos podían permitirse un hotel de una, dos, tres, cuatro o hasta cinco estrellas. Entonces llegaron los Hoteles Balnearios que significaba de nuevo, que volvías a recuperar el status de pudiente dentro de tus amigos y allegados. Pero con el tiempo también los Hoteles Balnearios estuvieron al alcance de casi todos. Ahora con el nuevo calificativo Spa que se añade, cuestan un poquito más pero da como caché incluso decir la palabra. ¡He ido a un Hotel Balneario Spa!  Ya no se dice porque es como de garrulillo. Se dice,… He pasado el fin de semana en un Spa y sólo con esa simple palabra de tres letras a todos les da como un poquito de envidia y vuelve a mirar a sus pobres carteras pensando que como no se lo regalen los hijos, nunca podrán disfrutar de ese nuevo privilegio).

 

Más tarde se ha convertido en una espera demasiado larga pese a tener cita reservada.

 

Después, tras una breve y sencilla explicación después de más de treinta minutos de espera, ha sido la entrada a un paraíso terrenal con agua a treinta y cinco grados, con chorros de agua por todos lados, con tumbonas de microburbujas, con jacuzzi que te hacía volar en el agua,… ¡¡¡Toda una gozada!!! Un privilegio caro pero realmente vigorizante.

 

Sentir la presión del agua, el calor, la luz entrando por la zona acristalada, poder disfrutar de un agua con sabor a limón o con sabor a menta con hielo y sentir que algo tan simple, te inunda por dentro hasta más allá de tu propia piel. Después un te con sabor a mango bien calentito antes de irte de nuevo a la realidad de nuevo. ¡¡¡Ha sido increíble!!!

 

MORALEJA: Si algo tan simple con el agua puede revivir un cuerpo castigado por la vorágine que la vida, por la enfermedad, por la falta de trabajo, por la falta de ingresos, por un mundo en el que ser mujer es casi un castigo dependiendo de la edad y cuerpo que una tenga, que fácil sería recetar mas SPA y dejar los medicamentos para los casos mas graves. ¡Salud a través de agua! Mirad que sencillo.

lunes, 2 de septiembre de 2013

PARA UN AMOR QUE NO PIENSA EN TI PORQUE NO SABE LO QUE QUIERE (carta)

 

Domingo, 1 de septiembre de 2013

 
 

Amigo querido,

 

Se que para ti sólo soy una amiga, alguien que siempre ha estado ahí cuando necesitabas un hombro en el que llorar, quien iba a tu lado cuando precisabas apoyo después de una mala experiencia en algo que tú pensabas que podía ir por otro camino.

 

Durante mucho tiempo sólo me conformaba con ese cariño de amigos que no implicaba nada de contacto más allá de un abrazo, una caricia, un contacto casual y poca cosa más. Pero me he dado cuenta que este tiempo que hemos pasado juntos, viendo esas mujeres que pasaban por tu vida sin darse cuenta de lo que tenían cuando estabas a su lado, han hecho que naciera en mi corazón algo tan grande que ya no puedo conformarme con ser sólo amigos. ¡Te amo!

 

Sé que tú ahora no estás en el mejor momento para que alguien te confiese algo tan bello o tan fuerte según se mire, que la vida te ha llevado por caminos en los que las mujeres te han utilizado como un juguete más de una vez y se han aprovechado de tu cariño, de tu bondad, de tu corazón, de todo tu ser.

 

Yo no puedo prometerte nada, ni quiero. Las promesas sólo son deseos que se acaban borrando con el tiempo. Yo sólo quiero que sepas que no puedo seguir a tu lado sino es siendo algo más que tu amiga.

 

No quiero obligarte a nada y te dejo todo el tiempo del mundo para que pienses en lo que te he dicho, en lo que yo siento, en lo que tú sientes y deseas.

 

No hay tiempos, ni cláusulas raras, ni excusas absurdas. Yo me alejo de ti para darte tu espacio y si no quieres nada conmigo en plan de pareja lo entenderé y lamentaré perderte como amigo. Si consideras que nos podemos dar una oportunidad aquí estaré a una llamada de distancia.

 

Espero poderte escuchar pronto pero sino te vuelvo a escuchar nunca más sólo decirte que estar junto a ti no ha sido un error sólo que no puedo negar lo que siento y por el bien de ambos,… la distancia será lo mejor.

 

Tu amiga que no puede dejar de quererte,

 

 

 

ANDRÓMEDA

domingo, 1 de septiembre de 2013

MI SOBRINO Y SU TRENECITO VERDI (cuento)


 

Hoy era el día que me tocaba cuidar de mi sobrino. Me desperté temprano para poder coger pronto el coche y poder ir a pasar más tiempo con él.

Llegué a su casa y aún dormía. Su padre me abrió la puerta.

– ¡Buenos días cuñada! – me dijo mientras evitaba que sus dos preciosos perritas intentaban tirarse encima de mi para juguetear. Ellas si que se habían despertado con ganas de pasarlo bien.

Me fue enseñando lo que tenía que darle de desayunar, lo que tenía para media mañana y lo que tenía que darle para comer. A la hora de la merienda ya estaría su madre en casa pero por si retrasaba, tenía también la fruta preparada en la nevera.

Por fin oí su preciosa voz llamarme desde su cuarto.

– Tita, tita, tita,…

– Ya voy Paulo – le dije mientras me iba directa a su habitación para darle un beso y un gran abrazo.

– ¿Hoy todo el día conmigo tita verdad? – me dijo frotándose los ojos con la voz llena de alegría.

– Si mi vida. Hasta que mama venga estaré contigo.

– ¿Iremos a ver el tren?

– ¡Claro que si mi niño! Iremos al puente a ver pasar los trenes.

Su padre se fue a trabajar y nos pusimos a desayunar cereales con leche y cacao.

Después de desayunar, le cambié el pijama por ropa de paseo. Cogí mi mochila y metí galletitas, dos zumos, unos batidos de chocolate y agua por si nos entraba sed.

 – Tita, no te olvides de Verdi – me dijo mi sobrino.

– ¿Quién quien es Verdi, Paulo? – le pregunté.

– Mi tren tita, mi tren. Verdi es mi tren. A el le gusta también ver a sus hermanos mayores en el puente.

Bajamos por el ascensor y fuimos a pasear. Hacía un día precioso de otoño y el sol brillaba en lo alto de un cielo azul precioso.

Caminamos hasta llegar al puente y esperamos a que pasaran los trenes.

– No pasa ninguno tita – me dijo mi sobrino un poco entristecido.

– ¿Te gustaría que lleváramos a Verdi a la estación para ver los trenes en el andén? – le dije para animarlo.

– ¡Si! Verdi y yo queremos ver la estación.

Paseamos junto a la vía un rato hasta llegar a la estación. Cuando estamos allí e iba a comprar un par de billetes para poder ir al andén, Paulo se soltó de mi mano y empezó a correr.

– Paulo para,… ¿Dónde vas? – le dije un poco asustada.

– Tita ven, corre,… Verdi quiere que vengas.

– ¿Verdi? ¿Pero dónde estás Paulo? – asomó la cabecita por una pequeña puerta que había de madera antigua.

– ¡Aquí tita! En el andén de Verdi.

¿El andén de Verdi? Me metí por la pequeña puertecita de madera y acabé en una estación preciosa. Tenía el techo de cristal y en el andén había un tren verde como el de mi peque echando humo por la chimenea de la máquina de vapor.

– ¿Podemos subir? ¿Podemos subir tita? – me preguntó todo ilusionado.

Un hombre vestido de revisor se acercó, con una bandera roja en la mano y un silbato especial. Vino hacía a nosotros y nos dijo:

– ¡Buenos días Paulo! Me llamo David. ¿Cómo estás? Verdi estaba esperándote para salir de viaje.

– ¡Hola David! Mi tita Fany no encontraba la entrada y no quería ir sin ella.

– Me parece muy bien. Ya sabes que los niños pequeños no pueden viajar solos aunque sea en su propio tren. – dijo David con una sonrisa agradable en los labios.

David se acercó a mi y me dio un billete de tren azul que brillaba mucho y ponía Billete especial para un viaje en Verdi para Paulo y su tita Fany con letras doradas preciosas.

– No pierda el billete Fany. ¡Es un billete mágico! – dijo David agradablemente.

Subimos al vagón de Verdi. ¡Era precioso! Tenía una moqueta suave en el suelo de color azul y las paredes con cuatro ventanales muy grandes que llenaban todo de luz. Había asientos con una mesa en medio en dos de las ventanas del vagón. Las paredes del vagón eran de color azul cielo y había estanterías con libros, juguetes y mucho espacio para divertirse.

Se abrió la puerta que conducía a la máquina y vino hacia nosotros el maquinista que vestía de color gris, con rallas rosadas muy claritas, con peto oscuro y gorra.

– ¡Buenos días Paulo! Soy Tomás el maquinista. ¿Dónde quieres que vayamos hoy? – dijo con voz grave pero agradable.

– ¡Hola Tomás! Quiero llevar a mi tita Fany a dar un viaje por los alrededores de Barcelona. – dijo mi sobrino con una sonrisa en los labios.

– Ningún problema,… ¡¡¡Vamos allá!!!

Sonó un pitido de la máquina después de cerrarse la puerta por dónde había salido el maquinista y al rato empezamos a movernos.

Al cabo de un rato salimos de la estación y Paulo y yo nos sentamos en una de las mesas cerca de uno de los ventanales.

– ¡Mira tita mira! – me señalaba cuando salíamos de la estación y empezábamos a ver pasar los árboles deprisa, los prados enormes y verdes. Su cara estaba llena de alegría y felicidad.

– ¿Te gusta mucho Paulo? – le pregunté a mi pequeño.

– ¡Todo es precioso! Ya verás cuando lleguemos a Barcelona.

– ¿Tu ya has visto Barcelona con tu tren Verdi? – le pregunté a mi sobrino.

– ¡No tita! Verdi siempre dice que hay que viajar con alguien cuando se es pequeño. Yo quería que fueras tu conmigo. Pero en sueños, Verdi y yo hemos visto muchos lugares desde el cielo.

– ¿Desde el cielo Paulo? ¡Pero si es un tren! – dije un poco sorprendida.

– Verdi es un tren especial y sus vías,… son invisibles y viajan por el cielo. – me respondió con una sonrisa pícara en los labios.

Al poco rato noté como subíamos poco a poco hacía arriba como si estuviéramos en una montaña rusa. ¡Estábamos en unas vías invisibles surcando el cielo!

Vimos el mar con el precioso hotel el forma de vela y el puerto lleno de barcos. Luego fuimos hasta dónde estaba construyéndose la preciosa Sagrada Familia y la vimos desde el aire. ¡Era increíble! Aquellos picos nos señalaban con gracia y simpatía.

El tren nos condujo a ver también el maravilloso Park Güell. ¡Era mágico! Había tanto colorido, tantas formas diferentes en un espacio tan pequeño desde nuestra visión.

Cambiamos de dirección y al momento estábamos encima del laberinto de Horta descubriendo desde aire por dónde entrar y por dónde salir de aquel entresijo de arbustos altos.

Por último fuimos rápidamente al Tibidabo. Vimos las atracciones desde el cielo y mi dulce sobrino estaba tan impresionado con todo lo que estaba viendo, que apenas podía articular palabra.

– Tita,… ¿Podemos coger un libro para colorear? – dijo Paulo después de un rato.

– ¿Cuál te apetece?

Se fue a la librería y cogió un libro de números, los lápices de colores y nos tumbamos sobre la suave moqueta a colorear árboles, flores, tortugas, patos y gallinas.

Nos quedamos dormidos ambos. Al despertarme estábamos en el comedor de casa de Paulo y pensé que todo había sido un maravilloso sueño. Se despertó con los ojos llenos de luz y me dijo:

– ¡Tengo hambre! – sonreí y fui a la cocina a calentar los macarrones para comer.

– Paulo, vamos a lavarnos las manos.

Fuimos al baño. Abrí el agua y empezamos los dos a mojarnos las manos. Luego el jabón y luego nos las secamos en la toalla naranja que colgaba del toallero.

Estaba poniendo la mesa para comer los dos cuando Verdi salió rodando delante de mí.

– ¿Te ha gustado el viaje tita Fany?

– Mucho cariño pero creo que todo ha sido un bonito sueño. – le dije a Paulo que entristeció por un momento.

Al rato me miró con ojos iluminados y me dijo:

– ¿Has mirado en tu mochila tita?

– No cariño, no he mirado en mi mochila aún.

– Mira y verás,… – me dijo todo ilusionado.

Abrí mi mochila y allí estaba el ticket de tren que nos había David el revisor. ¡No era un sueño! Todo había sido muy real.

– Paulo,… es el billete de tren. ¡Todo es cierto! – le dije sorprendida y contenta.

– Si tita, si,… Verdi nos llevará juntos dónde nosotros queramos cuando queramos. Pero Verdi dice que tiene que ser un secreto entre yo, tú y él.

– ¡Muy bien peque! Dile a Verdi que eso está hecho. – le dije dándole la mano como si estuviéramos cerrando un trato entre tía y sobrino.

A partir de aquel día, hemos estado recorriendo pueblos, ciudades, regiones, países con Verdi el tren volador pero eso, como alguien dijo una vez, es otra historia.