domingo, 7 de abril de 2013

¿POR QUÉ ME HABLÁIS SEÑOR COMO SI FUERA UNA LOCA? (poema)


¿POR QUÉ ME HABLÁIS SEÑOR

COMO SI FUERA UNA LOCA?

 

No me resigno a ser una más.

Si alguna vez existió

entre vos y mí esa mirada

que yo imagino cada día en mi celda,

si alguna vez murió entre

mis ganas un beso de vuestra boca.

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser la otra.

No busco ser la primera,

ni la última, ni la tercera.

Quiero que mi yo sea

vuestro por entero cada noche,

en cada delirio, en cada grito

que vuestra alma

expulse de rabia, de deseo.

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser tu amante.

Antes de ella estuve yo

y después también.

Estuve entre ella,

su recuerdo y el suyo.

Estuve cuando creíais que no estaba,

cuando no me pensabais,

cuando creíais haberme despistado

e incluso, una vez más.

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser tu esposa.

No hay anillo que encaje en este dedo,

ni inscripción amorosamente bella

que me retenga a vuestro lado.

No hay jergón callado.

No hay sabanas blancas

para mi en vuestro lecho

(ni siquiera existe vuestra cama para mí).

No hay ropajes inmaculados,

ni castidad guardada,

ni rubor virginal en mis sombras.

¡Bien conocéis cada pliegue

de mi cuerpo por entero!

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

No me resigno a ser nada.

Bajo este mes de marzo

que se me escapa por la espalda,

imprimiste con tus huellas

lo que fui, lo que soy,

lo que siempre seré para ti.

Mi piel son pergaminos

grabados por vuestros dedos,

las tablas sagradas de un amor cobarde.

¿Tiene la nada por

segundo nombre el vuestro?

¿Tiene la nada el apellido

que me regalasteis?

¡No lo creo!

¿Por qué me habláis señor

como si fuera una loca?

 

Decirme adiós si lo deseáis.

No permaneceré

encerrada mucho tiempo.

Alguien conocerá mi amor

y vuestra injustificada renuncia de él.

Alguien llamará un día,

me quitará esta extraña camisa prieta

que me ajustó vuestro pánico manifiesto.

Alguien vendrá a salvarme

de esta prisión para locos.

Pero decirme señor,

decirme sólo una cosa,…

¿Quién os salvará a vos de vuestra

paradójica demencia oportuna?

Tener por seguro una cosa:

esa,… ¡Nunca seré yo!

sábado, 6 de abril de 2013

LA COACCIÓN LABORAL DE JEFECILLOS SIN ESCRÚPULOS


 

Todos sabemos que hablar de trabajo en los tiempos que corren es hablar de presión laboral, de sacrificio, de esfuerzo elevado sin retribución porque la frase mas escuchada por un superior de segunda es que en la cola del paro hay mucha gente a la espera de una oportunidad (que da una ganas de responder si hay alguien en esa cola, y son casi seis millones, que aguante todas tus impertinencias, tus chulerías, tu falta de educación, tu falta de compañerismo, tu síndrome de alto cargo infinitamente subido,… yo cojo, y me planto en bikini en pleno invierno delante del Congreso de los diputados bailando la Macarena con un loro en la cabeza que haga ruidos obscenos).

 

Mas te das cuenta que en esa cola que es tan inmensamente larga y dura para muchos, nadie, absolutamente nadie, hace lo mismo que tú no sólo en aguantarle a él, en hacer tu trabajo correctamente, en estar a punto para cualquier demanda de esas de última hora para ayer, sino que también sabes dar ánimos a tus compañeros y compañeras a los que humilla más que a ti aún no sabes muy bien porque.

 

Muchas veces, cuando su increpación ya no puede ir contra tu departamento, insinúa que en otro departamento sobra gente (cuatro o cinco) pero sin embargo, de ese mismo departamento, le han cargado de trabajo a él para que lo distribuya entre vosotros y tú te preguntas fríamente,… No sólo no tienes huevos sino que eres una nenaza pues sabes, de ser ciertas las mentiras que acabas de decir, que hay cinco personas tocándoselos a dos manos y en vez de IMPONERTE, agachas la cabeza como un puñetero cobarde y pones el culo en pompa para que te la metan hasta doblada. ¿Te das cuentas de lo que dices cuando hablas? ¿Te das cuenta de en que posición te dejan tus verdades a medias o tus mentiras mal pensadas? Yo, de estar en tu lugar, si sobran esas cuatro o cinco personas realmente, y tal y como tu dices, pues se les despide y ya la empresa no tiene esa perdida que tanto le quita el sueño al JEFE, RESPONSABLE, GERENTE, porque según tu y tus argumentos, es el único que no duerme y eso que yo sepa, tú en mi cuarto no has colocado ninguna cámara para saber si yo puedo dormir, descansar o si tengo un cuarto para poder, simplemente, reposar mi cabeza de tus estupidez supinas.

 

Pero,… ¿Qué hay realmente de ese sobreesfuerzo pedido por esos jefecillos? ¿Falta de huevos de exponer delante de los verdaderos responsables los problemas laborales? ¿Qué sacan ellos de esa presión infinitamente despreciable? ¿Sobres de dinero en B? ¿Qué demuestran con ese acto de vileza? ¿Falta de valor? ¿Falta de carácter? ¿Miedo?

 

Es duro pensar que alguien así, este cobrando más que tú sólo por ser un gilipollas y, encima, uno de los cobardes que es lo peor de lo peor, sino que al final se cree tanto sus propias mentiras que hasta acaba perdiendo el juicio con todo lo que es provoca en los de su alrededor que ni pierden de vista la propia realidad y la ajena que es infinitamente MUY DURA.

 

MORALEJA: Wilde, Oscar dijo: "En el mundo común de los hechos, los malos no son castigados y los buenos recompensados. El éxito se lo llevan los fuertes y el fracaso los débiles".

viernes, 5 de abril de 2013

ME MATÓ UN MARTES JUEVES (poema)


 

ME MATÓ UN MARTES JUEVES

Dije que era jueves
y me disparó un martes.

(Sabía que sería él

incluso cuando no lo era).

Llegó sin esperanza,

sin murmullo de intermedio día,

sin chaqueta ni traje a rallas,

sólo con polo amarillo,

pantalón desgastado y

virilidad de hombre

siempre en cuarto creciente.

 

La luna estaba llena pero su deseo no.

Su luz se ceñía al temblor

oculto de sus apetitos.

Quería poseerle y la dejó hacerlo

(me pregunte cuantas más

fueron sólo eso,… un instante).

 

¡Me callé!

 

Celar no va con mi porte y clase,

pese a ser de cuna pobre y de casa humilde.

Intenté contener mi rabia

que salpicaba por entero

la noche inmensamente estrellada.

Ansié que mi furia

fuera mansa, sumisa, manejable.

 

Corté rosas del jardín vecino,

me distraje con un libro prestado,

batí un suflé a punto de nieve para otro,…

se desinfló con mis lamentos.

 

A nadie pude contarle nada,

ni siquiera a ti porque no estabas.

Te pudieron más

las voracidades que el afecto.

 

Su revolver no era grande,

ni su munición pesada,

ni si quiera su puntería era diestra.

Sólo contaba con una gran ventaja:

sabía cual era el lugar

que con un roce, desángrame podría.

 

Digo que es jueves
y me mató un martes.

Pocos me escuchan aquí,

o se acuerdan de los días.

¡Los muertos no suelen

tener charlas largas!

Aquí se olvida pronto el tiempo,…

pues ya no tienes donde ir.

¡Es la meta!

 

Es irónico

ganar la última partida.

MOMENTO ADECUADO, PERSONA APROPIADA



 

Hay momentos en la vida que merecen no ser recordados nunca. Sólo el hecho de pensar en ellos causan un dolor tan grande en tu mente, en tu cuerpo, en todo tu ser, que temes hasta pensar en intentar pensarlo.

 

Pasa el tiempo. Crees tenerlo todo controlado bajo escombros de recuerdos menores (algunos buenos y otra nos). Empiezas a confiar de nuevo en que todo es posible. Pero un corte, una rasgadura, un grito fuera de lugar, un NO no escuchado te hace volver a ese momento dolorosamente duro. Empieza a costarte respirar, todo se nubla a tu alrededor y aquello que creías olvidado, cobra vida ante tus ojos una y otra vez. ¡No se puede borrar el pasado! ¡No se puede nunca!

 

Un día, no importa muy bien cual, algo se dispara en tu cuerpo. Empiezas a desear ser completa al cien por cien (hasta ese momento te faltaba un trozo, un pedazo muy importante de lo que fuiste y ahora no eres).

 

No te planteas nada, pero nace una inquietud que hace que algo dentro de ti se contradiga por entero.

 

Pasan las horas, los días, los meses y sin saberlo, tus pasos te van acercando a ese momento adecuado, a esa persona apropiada que te ayudará, sin saberlo en un principio, ha cicatrizar heridas profundas, hondamente arraigadas.

 

El miedo te recorre todo el cuerpo. ¿Cómo puedo confiar en esa persona? ¿Cómo explicarle sin que te vea como un ser extraño, lo ocurrido? ¿Cómo enfrentarse directamente a ese momento desde el presente?

 

Un día cualquiera, sin nada en especial, una mañana, abres tu correo y aparece el siguiente mensaje:

 

“El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”.  Aldous Huxley

 

No es un correo Spam, ni lo envió un amigo, ni nadie remotamente conocido. Como salido de la nada, como si el mismo universo te estuviera dando una respuesta que necesitabas, ahí estaba esa frase y la respuesta a una suplica: ¿Qué debo hacer?

 

Pocos minutos mas tarde alguien que estaba allí desde hacía tiempo, te tiende una mano y empiezas a vislumbrar un posible reencuentro contigo misma, con tu yo completo y pese al miedo, que existe y que se irá poco a poco (o al menos es lo que tu misma te dices), tiendes tu mano y recibes esa ayuda que tu cuerpo necesitaba, que tu mente necesitaba, que toda TU necesitabas.

 

El camino sólo acaba de empezar. Nada se ve aquí tan cerca del principio y tan lejos del fin. Lo único que tengo claro es que no camino sola,… eso me da fuerza para dar un nuevo paso, y otro, y otro y otro,… hasta que llegue el final y la pesadilla, haya llegado a su fin. No importa si pasa un día, una semana, un año. Lo importante, lo realmente importante es que empecé a caminar por ese camino. Lo que tarde en volver a ser yo, eso, realmente, es secundario.



MORALEJA: Jean Paul ((1763-1825) Escritor y humorista alemán) dijo: “Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después”. ¿Seré yo uno de esos valientes?
 


 

 

miércoles, 3 de abril de 2013

¿LOS HOMBRES SON ARDIENTES O SIMPLEMENTE ESTÁN CALIENTES?


 

 

Hace tiempo que he comprobado que los hombres y las mujeres somos diferentes en muchas cosas: nuestros gustos, nuestra forma de enfrentarnos a la vida, de pensar en el presente, nuestra forma de querer, nuestra forma de recordar,… Ya tengo que adelantaros que esta no será un escrito burdo, propio de una mujer resentida sino una sabia reflexión que me ha dado mucho que pensar en estos días que por religión o por creencia, la carne, el deseo y todo relacionado con el desenfreno carnavalesco anteriores a estas fechas, dio de paso a una Semana Santa especial para mi.

 

Es por todo sabidos que por ejemplo, las mujeres siempre pasan mas frío que los hombres. Se ha dicho de todo: desde que tienen un grado más de temperatura que nosotras, desde que la grasa la tienen mejor distribuida ellas, de que si esto, de que si lo otro,… ¡¡¡YO NO PONGO EN DUDA NINGUNA EXPLICACIÓN!!! No soy una mujer erudita en muchos aspectos y simplemente doy mi versión que puede ser tan valida como una o como otra.

 

Yo creo que los hombres ardientes no existen realmente y que sólo existen los hombres calientes que cuando llega un momento de ardor, necesitan apagar sus fuegos internos y da igual que sea una trinchera cualquiera o la mano que tengan más a mano (ya sea femenina, masculina o la suya propia).

 

Para mi un hombre ardiente es aquel que necesita la necesidad imperiosa de saciar sus ganas a diario. ¿Qué diferencia hay entre un hombre ardiente y un adicto al sexo? Pues no lo sé, pero lo que si que tengo claro que un hombre que dice que es ardiente, que tiene sed de hembra, no puede quedar contigo un día y pasar cinco meses poniendo excusas como para que ese encuentro no se repita. Yo aquí jamás me he planteado que el problema sea yo o quizás debería pensarlo muy seriamente. ¿Soy tan buena en la cama que les dejo sin ganas de sexo para cinco meses? ¡Podría ser! Ya sabéis como somos  las mujeres que siempre nos quitamos méritos y normalmente… somos mejores de que lo que nos creemos.

 

Por otro lado podría ser, digo podría ser pero sin tenerlas todas conmigo, que el chico, hombre o personajillo no tuviera tanto apetito como el creería tener y claro, al hartarse y quedarse inmensamente lleno, pues como que el empacho le ha durado más de la cuenta. Vamos, resumiendo, que después de ese contacto carnal no ha conseguido LEVANTAR CABEZA (sobretodo la de abajo, claro está).

 

En fin, siempre me imaginé teniendo un folla-amigo pero visto como está el panorama (escaso de candidatos y sin ese ímpetu del que mucho presumen pero que carecen en demasía), seguro que al pobre me lo cargo en el primer fin de semana que le pida un completo de tres días (ya me imagino llamando a la ambulancia y a la policía y explicándoles: “Miren señor agentes, yo sólo tenía un picor y el vino a rascármelo pero como duró varios días, el hombre no esta tan acostumbrado a rascar y del esfuerzo,… pues mire como se ha quedado. ¡¡¡TODO TIESECICO!!! Eso si,… sufrir no ha sufrido porque mire que cara de alivio que se le ha quedado al pobre”. Los agentes me mirarían, entre asustados y morbosamente atraídos por tener una folla-amiga como yo pero claro,… ¿Quién está dispuesto a morir de placer supremo entre orgasmos incansables?

 

Resumiendo, que por unas cosas o por otras, nosotras seremos el sexo débil pero el aguante que muchas de nosotras tenemos, no lo aguanta ningún hombre por muy ardoroso que este se considere.

 

MORALEJA: Un CHISTECITO que viene al pelo en el día de hoy. Dice así:


“Un amigo le dice a otro:


- No sé que puedo hacer para librarme de mi mujer. Me hace la vida imposible, no me deja vivir...


- Yo tengo la solución - Contesta el otro. - Hazle el amor todas las veces que te sea posible, y ya veras cómo en diez días tu mujer pasa a mejor vida.
El primer día cinco veces, el segundo seis, y así, hasta que el séptimo día llega a su casa arrastrándose por las escaleras, pálido, ojeroso, sin fuerzas para nada, y se encuentra a su mujer, pletórica, cantando y con una energía que se le desbordaba. Y piensa:

-¡Canta, bruja canta, si supieras que solo te quedan tres días!”

martes, 2 de abril de 2013

REUNIÓN DE CINCO (relato)



 

Cuando empecé a trabajar sabía que debía de tener movilidad para poder trabajar en cualquiera de los centros que teníamos en Cataluña. Me costaba entender quien haría que una persona válida diera vueltas por toda la geografía y dije que SI podía desplazarme con la esperanza de que cuando vieran que laboralmente era muy competente, me dejarían en un sitio u otro de forma fija. ¡Me equivoqué! El ser eficiente me hizo tener que desplazarme cada mes y medio de uno a otro laboratorio, teniendo que pasar mucho tiempo fuera de casa.

 

En diciembre empecé a trabajar en la oficina de Rubí. Todo fue difícil al principio como le pasa a cualquier persona que empieza en un puesto laboral nuevo. Cuando sentía que había encontrado un poco mi lugar a nivel laboral, mi responsable me llama y me dice que necesita que me vaya a Sils porque una de las administrativas estaba de baja y claro,… no estaba la situación como para contratar a alguien por algo que sería un par de días. Me fui a Sils y me pasé un mes y medio largo trabajando en Girona pero cuando creía que ya me quedaría en esta delegación, mi jefe me llama para decirme que ahora requería que me fuera a Sidamón porque mi compañera de allí se casaba y tenía quince días de fiesta. Pero no fuero quince días sino sesenta y cinco ya que la chica, en la luna de miel, tuvo un problema y se rompió la pierna derecha. Era la primera vez que pasaba tanto tiempo en un mismo lugar y llegué a pensar, tonta de mí, que me quedaría allí. ¡¡¡No fue así!!! Cuando hacía el día sexagésimo sexto en Lleida mi superior me llamó diciéndome que esta vez me precisaba en Tortosa. Yo empezaba a sentirme incómoda con tanto cambio pero la situación laboral no estaba como para protestar por estos cambios casi puntuales. Me desplacé a Tortosa pues mi compañera de allí tenía que ser intervenida y estuve setenta y dos días allí. El día septuagésimo tercer me pidió que me trasladara a Reus. Sentía que mi cuerpo iba a estallar de rabia contenida pues en menos de siete días me había trasladado a cinco puntos de trabajo.

 

Llevaba dieciocho días en Reus cuando me solicitaron que tenía que ir a una reunión de urgencia en Bellaterra. Las obras que llevábamos para Generalitat tenían que ser auditadas con urgencia. En ese momento en cada centro de trabajo facturábamos dos de ella y en menos de siete meses, yo era la única administrativa que había pasado el tiempo suficiente para responder sobre cualquier documento relacionado con las misma.

 

Me dirigí a Bellaterra con cierto enojo.

 

 

Cuando llegué tuve que dar mis datos, me dieron una identificación y me dirigí hacia una de las salas en la que ya me esperaban. Había una mesa grande y sentada alrededor de la misma mi responsable Marcos, el responsable de materiales Juanjo por los ensayos de acabados de todas las obras, Gorka de Tortosa, Gerardo por Sidamón y Raul por Sils. Me hicieron sentarme en la cabecera de la mesa y mi responsable, que ese día parecía poseído por el mismísimo Lucifer empezó a espetar contra mí sapos, culebras y lindezas miserables que me dejaron fuera de juego. Su voz fue subiendo de tono hasta acabar vociferando como un verdadero enajenado mental. ¡No quería llorar! No por tan poca cosa pero necesitaba salir de allí lo antes posible. Me levanté de la mesa y salí convencida de que ya había aguantado demasiado como para tener que soportar ese griterío sin saber aún el motivo del mismo.

 

 

Empujé la puerta de la sala y dejé los gritos atrás. Había mucho tramo desde la sala hasta la puerta pero sin correr pero con paso firme y decidido, me dirigí hacia la salida sin mirar atrás. Las lágrimas se precipitaron en mis ojos. Sentía que me llamaban por detrás pero yo no quería ni mirar. Seguía decidida a salir de aquel infierno lo antes posible.

 

 

Cuando me faltaban unos metros para la salida, sentí una mano en mi hombro y me giré bruscamente apartando aquella mano de mí con un manotazo. ¡Estaba harta! No me importaba quien fuera ni a quien le preocupaba mi estado de ánimo. Tenían que haber dicho algo antes no ahora que ya era tarde.

 

Raúl era quien me había alcanzado y tras de él venía Gorka y Gerardo. Yo no podía decir nada y seguía dirigiéndome hacia la salida. Ya fueron unas manos la que me agarraron el brazo izquierdo con fuerza. Intenté soltarme con fuerza y no pude. Con mi mano derecha empecé a empujarle para atrás para que me dejara ya fuera cayéndose o harto de que le diera golpes. ¡No me dejaba! Le estaba pegando con el puño cerrado en el pecho pero no me soltaba. Gerardo y Gorka llegaron hasta dónde yo estaba y ayudaron a Raúl a retener mis brazos y a mí. Me cogieron entre los tres y me metieron en una sala cercana a la salida. Yo no paraba de gritarles que me dejaran en paz, que me soltaran, que me dejaran ir. Ellos no decían nada.

 

Consiguieron entre mi resistencia y mis gritos meterme en aquella sala. Cerraron la puerta tras nosotros. Yo me estaba poniendo cada vez más y más enfadada. ¡NO podía más! Necesitaba escapar. Le pegué como pude una patada en los huevos a Raúl consiguiendo que me soltara. Gorka me retuvo con fuerza poniéndose por detrás y abrazado fuertemente a mí para que no pudiera escaparme. Gerardo se acercó y me dio una bofetada en la cara. Eso me serenó y por fin pude romper a llorar a placer. Gorka aflojó la fuerza de sus brazos y Gerardo me cogió entre los suyos haciendo que me desfogara sobre su pecho. ¡Necesitaba llorar!

 

Pasó un rato de silencio y desfogué. Vino Raúl que tomó el relevo de Gerardo. Gerardo quería seguir cerca de mí y con Gorka, me cogieron en abrazo lateral muy reconfortante. 

 

Aquella situación era muy tranquila pero a la vez muy excitante. Sentí el sexo de Gerardo duro, firme, erecto tocar mi cadera por encima de mi ropa y de la suya. Mis pezones se pusieron rígidos de golpe. Gorka se dio cuenta de mi excitación y también sentí como su virilidad aumentaba velozmente. Raúl estaba frente a mí y era él que tenía la visión mas cercana de mi fogosidad. Me besó los labios mientras se despojaba de su camisa. Gorka y Gerardo también se las quitaron y me arrancaron de la mía avivadamente llevados por la exaltación del momento. En ese momento se abrió la puerta de la sala y no nos dimos cuenta ninguno de los cuatro que seguíamos en un mundo paralelo de placer. Entraron Juanjo y Marcos que no se esperaban aquella escena de cuatro cuerpos dedicados a las caricias y semidesnudos. Los últimos en llegar quisieron participar de ese raro encuentro y se despojaron de sus ropas quedándose sólo con la ropa interior.

 

Nos quedaba poca ropa a todos encima cuando sentí cinco bocas recorrer cada centímetro de mi piel y devorando poco a poco toda mi epidermis con apetito. Me quitaron el sujetador entre los cinco. Mis braguitas también dejando mi sexo a su disposición, mi trasero visible y deseoso de sentir la fuerza de sus sexos. Se tumbó Raúl encima de la moqueta de la sala con su miembro erecto y yo lo adentre en mis entrañas, muy adentro. Empecé a moverme encima de él y sentí como Gerardo me ladeaba para adelante para adentrarse entre mis nalgas con mucha fuerza. Yo no me podía mover pero ellos dos se movían con tanto vigor que hacían incrementar mis ganas, mis gemidos, mi placer al séptimo cielo. El sexo de Juanjo, de Marcos, de Gorka se acercaron a mi. Alcancé el de Marcos y Gorka entre mis manos y los empecé a masajear con brío, acompasadamente a las embestidas que recibía de aquellos dos dioses del sexo que me penetraban de forma sublime. El sexo de Juanjo lo adentré en mi boca y empecé a succionarlo, a lamerlo, a chuparlo con placer extremo. Lo mordía clavándole suavemente mis dientes. Los cincos gemían e incrementaba mi deseo con su deseo.

 

Su fuego de pasión se desbordó en mis manos, en mi sexo, en mi trasero, en mi boca. ¡Grité de placer extremo!

 

Cayeron los cinco en el suelo muertos por el bestial orgasmo. Los miraba un poco mareada por la convulsión pero deseosa de continuar saboreando a cinco hombres dispuestos a poseerme a la vez.

 

Me empecé a acariciarme por el cuello y sentir como mis dedos me proporcionaban unas caricias que hacían que mi pasión incrementara, mi sexo se humedeciera, mis ganas estaban aun por satisfacerse por completo.

 

 

Mis manos alcanzaron mis pechos y mis dedos empezaron a dedicarle a mis pezones erectos caricias dulces y pellizcos llenos de dolor apasionantemente excitante.

 

 

Mis gritos susurrantes de placer habían conseguido captar la atención de mis rendidos dioses del sexo. Se acercaron a mí y empezaron a ser ellos cinco los que sustituyeron a mis manos por las suyas sobre mi cuerpo. Diez manos haciendo que todo mi ser se estremeciera de un goce extremo.

 

Se sentaron los cinco a mi alredor y con una mano se acariciaban su sexo y con la otra intentaba incrementar mis gemidos ansiosos. Me abalancé sobre el pene que observé más deseoso, el de Juanjo,  y sentí como me atravesaba mis humedades crecientes entre mis piernas. Empecé a moverme de forma salvaje. Me desbordaba una y otra vez en aquel pene erecto cuando otro, el de Marcos, se adentró fuertemente en mi ano. Grité de deseo y placer. Ya no podía moverme tanto pero tanto uno como otro estaban haciendo que mi pasión fuera en aumento. Los otros tres seguían acariciándose con mas brío sus miembros erectos y acercando su punta firme a mi cuerpo que disfrutaba una y otra, y otra, y otra vez de las embestidas salvajes de Juanjo y Marcos. Sentí como el deseo de los tres que estaba rodeándome explotaba dejando su esencia derramarse por mis pechos, por mis piernas, por mi espalda. En ese mismo instante un grito al unísono de Juanjo y Marcos invadió la sala mientras su leche se adentraba en mi trasero y en mi sexo extasiado. Me dejé caer hacia atrás y acabé tumbada sobre la moqueta agotada junto a cinco cuerpos masculinos también agotados. No recuerdo como acabó la reunión ni que se acordó en ella pero si recuerdo a cinco hombres fuertes, duros, sexualmente activos y muy, muy, muy ardientes. ¡¡¡Fue algo que jamás olvidaré!!!

lunes, 1 de abril de 2013

¡HAY QUE CRECER! (poema)


¡HAY QUE CRECER!

 
Vendí mis sueños al alba

para borrarlos de mi fantasía.

¡Hay que crecer!

Me gritaban todos.

¡Hay que crecer!

 

Lancé mi casa de muñecas

al inmenso océano del hoy.

Enterré en el mañana todas

mis hadas en una tumba

muy profunda, sin nombre,

ni lugar en el mapa,

para no corromper a la mujer

que tenía que ser con la niña

que asesinaba para serlo.

¡Hay que crecer!

Me gritaban todos.

¡Hay que crecer!

 

Pretendían que me

dejara de lado el verbo,

 la palabra,

la conjugación exacta

que concuerda

no sólo en el verso,

sino también en la letra.

¿Eso es crecer?

¿Abandonar mi pasión

por la poesía?

El silencio como respuesta

sentenció la verdad callada.

 

¡No voy a crecer!

Si tengo que olvidarme

de mis rimas,

de mis maestros,

de mis raíces ancestrales,

prefiero morir siendo niña

que vivir siendo hembra

o amargada mujer sin pasiones.