jueves, 7 de julio de 2016

EMPEZÓ EL VERANO



009/150

Querido hermano,

 

¡Hoy empezó el verano! Sí, ya lo se lo que me dirás, que empezó el veinte o el veintiuno de junio pero para mí, comenzó hoy. ¿Cómo lo sé? Pues porque hoy fui de entierro.

 

No sé como explicarlo pero desde hace ya varios años, para mí el verano empieza teniendo que despedir a alguien conocido: el hijo de Diego, la madre de Reme, mi abuela Granada, el padre de Santi, la madre de Marta, los padres de Ana, mi tío Teodosio,…

 

Este año temía la llegada del verano de manera especial pues varias personas muy queridas se encontraban mal de salud, entre ellos mi abuelo y mi padre. Tenía el corazón encogido temiendo que en cualquier momento uno u otro serían los que inauguraran de manera dolorosa esa llegada del calor que me solía dejar helada por dentro siempre.

 

Iba de acá para allá temiendo que sonara el teléfono en cualquier momento. ¡Sí! Ya sé lo que me dirás: “Así no es manera de vivir, hermanita” pero es lo que suele pasar cuando tienes a seres queridos con una salud maltrecha. Te guste o no, sufres por ellos y anhelas que se mejoren siendo consciente de que hay dolencias que son difíciles de superar.

 

Cuando desperté el lunes jamás esperé que fuera tu muerte y un crespón negro en el logo de tu grupo de percusión el que me diera una noticia tan amarga a través del ordenador. Tenías cuarenta y un años y toda una vida por delante hermano.

 

Tuve que entrar a despedirme de tus restos pues no era capaz de creerlo. De ti ya no quedaba nada en aquel lugar, sólo tu cuerpo, tu esencia ya no estaba, no allí, no en aquel ataúd.

 

Hablé con tu mujer y me dijo: “Te avisé esta mañana en cuanto pude, pues él te apreciaba y te tenía mucho cariño”.  Rompí a llorar y sólo pude decirle que aquel cariño era el mismo que yo sentía hacía tu persona.

 

En el tanatorio había mucha gente. Todo estaba atestado de semejantes que te conocían, que habían compartido contigo un momento especial u otro, que te querían y no se lo podían creer. El primer día allí fue duro, pero la serenidad de los que te habían conocido hacía que todo fuera más soportable dentro de la pena. Mas hoy, toda aquella entereza del ayer se rompió por las lágrimas de todos sin excepción al dirigirnos a tu último adiós. Antes de que tus restos bajaran, doce ramos de flores pasaron ante nosotros hacía el obituario. Sé que las flores no son sinónimo de importancia para más de uno pero aquello significaba para mí, para todos que quien nos había dejado era alguien muy querido y al que extrañaríamos mucho.

 

Tu ceremonia no podía ser religiosa, tú no eras así. La tuya ha sido la primera despedida civil a la que he asistido. Al entrar aquellos centros de flores rodeaban el tambor que habías tocado durante muchos años. Primero, tu compañero de percusión que llevaba veinte años a tu lado, nos daba la bienvenida a todos. Tu esposa nos daba las gracias y te las daba especialmente a ti, por vuestra vida, por vuestros tesoros (vuestras dos hijas), por vuestras pasiones comunes centradas en una muy especial: la música. Luego, con una fortaleza digna de una madre, compartía con todos nosotros vuestra canción, la de los cuatro, que hablaba de un mar que hoy estaba embravecido por la pena, por la furia, pero que mañana, estará de nuevo calmado. Era la primera vez que la escuchaba y esa letra, me dibujó el rostro de tus tres chicas y ese malestar que les debía hervir en ese mismo instante dentro del pecho. Posteriormente de nuevo tomó de nuevo la palabra tu cómplice musical. Él nos contó cosas que muchos ya sabíamos sobre ti como tu pasión por la percusión, tu forma tan peculiar de ser tan persistente en algunos temas (por no decir en todos), tu rara forma de cocinar por tus innovaciones culinarias (sobretodo aquella tortilla de macarrones que ninguno de ellos ha podido olvidar, aunque no ha quedado muy claro si para bien o si para mal). Todos te recordaban contando chistes no muy agraciados (principalmente el de la Cocacola que yo realmente no recuerdo en este momento). Todos recordaban tu regalo, por esa persistencia tuya, por esa constante firmeza, cuando cumpliste los treinta años (un camiseta con un taladro en la parte frontal, como no). Todos tenían presente tu persona como alguien vitalista, con mucha fuerza, con mucha energía, con mucho ritmo y con unas tremendas ganas de disfrutar al máximo de la vida incluso cuando conducías aquella furgoneta a ciento sesenta con nueve personas y los instrumentos yendo a todos aquellos bolos.

 

Como despedida tu grupo te dedicó un merengue con sus camisetas verdes, esa misma que tu también vestías en el féretro debajo de tu camiseta de cuadros blancos y rojos.

 

Luego tu grupo de Gigantes, con crespones en la solapa, te dedicaron un par de bailes en tu memoria. Los ramos de las Gigantas de flores de colores uno y de flores blancas y violetas, se las dieron a tus hijas.

 

Todos se iban despidiendo de ti con palabras, con recuerdos que habías compartido también con nosotros si no en el mismo instante, mediante la infinidad de videos y fotos que luego compartías para hacernos participes de esa felicidad tan deliciosa que destilaba cuando te ponías aquella camiseta verde.

 

Tras todo, el silencio, el recogimiento, el último trayecto a tu lado. Me quedé en el coche esperando, hasta que pasó el tuyo, con aquella única corona de rosas rojas atrás colgada.

 

Al llegar a casa el dolor de cabeza no me dejaba pensar en nada. Me tumbé en la cama e intenté conciliar un sueño que me había faltado desde que supe que ya no estabas entre nosotros. Con los ojos hinchados, después de algunas horas, al final perecí sobre la cama.

 

Al despertarme tu recuerdo era dulce. Todos habían compartido contigo no sólo un momento, varios, sino también una canción. Yo jamás olvidaré aquel 3 de diciembre de 2007 que fue cuando te cruzaste en mi camino. Aunque el día en el que yo sentí que serías como un hermano para mí fue el diez de ese mismo mes.

 

¿Qué canción me recuerda a ti? Madre mía, tú tenías una peculiar manera de vivir la música. Todo eran grandes composiciones pero sin lugar a dudas, mi madurez instrumental y musical no había llegado a la tuya ni de lejos. Eso sí, hay una canción que conocí de tu mano que sin lugar a dudas tenía mucho de los dos y que siempre me recordaba a ti, a mí, y esa manera de sentir y vivir la vida. Era la de Ojos de Brujo, la de Todos Mortales*. Con ella llega mi despedida en este instante. No puedo decir ni una palabra más salvo que te llevo en mi corazón y que jamás te olvidaré pues formas parte de mi vida en presente, en pasado y en futuro.

 

¡Nunca te marchitarás en mi recuerdo pues tu recuerdo, para mí, será eterno!

 

Tuya, siempre, tu hermana de otra madre,

 

PAULA J.

 


 

TODOS MORTALES (Ojos de Brujo)

No te marees es la tierra la que bombea.
No son tus pies ni tampoco tu cabeza la que gira gira gira
Sobre un eje dando mil vueltas.
Queramos, quieran en lo que no tiene forma gira gira
como el que corre sin respira pa llegar a su meta gira gira
como cariño que descansa despierta y que lleva gira gira
como cometa que alcanza corriente y que vuela gira gira
como relojes que avisan del tiempo y no espera.

Gira gira gira, pobres y ricos todos mortales
siguiendo el mismo son son son y los mismos compases
gira gira gira el universo con su galaxia
y tu gira igual con tus miedos y esperanzas.

Que difícil es decir que no
la pasión dice a la razón
si miras pa abajo castiga y marea
si miras pa lante se lleva mejor
si miras pa abajo castiga y marea.

Gira gira...
gira gira...
gira gira...
gira gira...

Después de todo listo
después de todo lo vivido
después de tanta vuelta de tanto giro de tanto lío
y al final de tantas noches en vela
hoy tiran to los caminos
como arrieros que somos y caminantes que morimos.

Gira gira
como el que corre sin respira pa llegar a su meta gira gira
como cariño que descansa despierta y que lleva gira gira
como cometa que alcanza corriente y que vuela gira gira
como relojes que avisan del tiempo y no espera


Gira gira ay ay ay ay que marea
gira gira caminante caminante
gira gira y haz tu camino y na más
gira gira.

Gira gira gira, pobres y ricos todos mortales
siguiendo el mismo son son son y los mismos compases
gira gira gira el universo con su galaxia
y tu gira igual con tus miedos y esperanzas.

 

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