martes, 10 de mayo de 2016

UN HILO DE ESPERANZA




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Muchas veces nos hemos imaginado lo débil que es un hilo, una hebra larga y delgada de un material textil, que su acción fundamental de uso es para coser. Sin embargo pocos son los que saben que no todos los hilos de este mundo son de ese material con el que se fabrican un sinfín de telas para múltiples usos. Hay hilos invisibles, casi imperceptibles, que desde la distancia son ese punto de unión necesario para que dos personas sigan luchando, ambas con una ilusión común: la de reencontrarse. Da igual que personas tengan ese cabo asido por un costado (un padre y su hija, un hijo y su madre, una abuela o su nieto, una nieta y su abuelo,…). Lo verdaderamente importante es que ambos entiendan cual es ese momento justo para poder acercarse y alejarse sin que en ningún momento ese débil trozo de unión nunca se rompa.

 

Es verdad que a veces cuesta mucho controlar un impulso que nace en lo mas profundo de tu ser que te empuja, que te lleva a precipitarte a coger un avión, un tren, un taxi y para poder acotar esa distancia un solo instante. Sin embargo mantenerse con la mente centrada, con la cabeza fría, cuesta muy mucho cuando el corazón no para de gritarte desde la distancia… “Regresa a mí”.

 

Mas la espera pasará y esa ilusión llegará, da igual si tarde o temprano, pero ese hilo, esa hebra que nos separa en una intensidad de mil kilómetros o más, se acortará para poder recibir el abrazo consolador o para darlo. Entonces todo habrá valido la pena, todo lo que tuvimos que pasar para volver a estar juntos una vez más.

 

MORALEJA: En la mitología griega, las Moiras eran las personificaciones del destino. Eran tres hilanderas que hilaban el destino de los hombres. Se las representaba comúnmente como a tres mujeres hieráticas, de aspecto severo y vestidas con túnicas: Cloto, portando una rueca; Láquesis, con una vara, una pluma o un globo del mundo; y Átropos, con unas tijeras o una balanza. Cuando la vida terrenal de los griegos llegaba a su fin, el hilo que les unía a la vida era cortado para dar paso al otro mundo.

 

Cuesta imaginar que algo imperceptible para el ojo humano, algo que va más allá de las creencias más puras e inocentes, sea entendido por aquellos que nunca amaron pero de veras. Y no me refiero a un amor de pareja sino en algo tan fuerte, tan bello y tan inexplicable como cierto.

 

Un hilo aparentemente no es nada. Una simple hebra y poco más. Mas no voy a dejar que ese hilo se rompa jamás, no hasta que pueda darte el abrazo más grande del universo y pueda verte para decirte: “Ya estoy de nuevo aquí, a tu lado”. ¡Te extraño! No me faltes nunca.

 

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