lunes, 9 de mayo de 2016

POR QUÉ EN LOS DÍAS DE LLUVIA…



 

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Los días de lluvia son mágicos para mí. Sin lugar a dudas a muchas personas les evoca melancolía, tristeza, soledad, frío,… Yo tengo que ser un bicho raro pues a mí la lluvia me evoca muchas sensaciones, pero ninguna de carácter entristecido y nostálgico.

 

Sin embargo sí que tengo que reconocer que las canciones de amor de manos de Alejandro Fernández, de Diego Martín, del gran Luís Miguel cobran más fuerza con esas tímidas lágrimas celestiales estrellándose irremediablemente de manera silenciosa contra los cristales de las casas. Es un abrazo entrañable melodioso, que te aprieta con cada estrofa un poco más contra su pecho. No sólo te acaba reconfortando el cuerpo, la mente y tu ser a completo, sino que nos resguarda hasta el respirar acompasadamente lento que nos hace sentir en el paraíso de los sentidos.

 

Mas esos días de lluvia que eres capaz hasta de mirar más lejos de tu horizonte frontal, ves como las palomas están encaramadas a los cables que van de punta a punta de las grandes calles o avenidas, e inmóviles permanece ahí, como encerradas en sí mismas, esperando que amaine el temporal.

 

Pero lo mejor de estos días es que mientras el resto maldice cada gota que se precipita contra el suelo, sobretodo si ha habido uno o dos o tres días de sol seguidos y ya habían sacado toda la ropa de verano del armario, es que la calidez de un abrazo se valora mucho más. Ese que se da sin más, con toda la pureza de un alma.

 

Los días que el astro sol culmina los cielos, sin lugar a dudas un abrazo es como algo lógico (al menos para las personas como yo que dan tanto valor a esa clase de actos con tanta valentía por bandera). Mas en un día de lluvia que muchas personas casi suplican que le abraces, cuando por fin regalas uno, se valora tanto, que hasta te sabe mal tanto agradecimiento.

 

¿Por qué los días de lluvia son especiales? Pues muy simple: la madre naturaleza se manifiesta en todo su esplendor decorando con pequeñas gotas árboles, setos, geranios, tiestos, incluso farolas incluso apagadas.

 

Los días de lluvia son mágicos, aunque muchos jamás serán capaces de verlos así.

 

MORALEJA: Edmond Gouncourt dijo: “No perdáis vuestro tiempo ni en llorar el pasado ni en llorar el porvenir. Vivid vuestras horas, vuestros minutos. Las alegrías son como flores que la lluvia mancha y el viento deshoja”.

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