sábado, 21 de mayo de 2016

CUANDO NUESTRA VOZ DEJA DE EXISTIR



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En la garganta está situado uno de los centros energéticos del hombre teniendo así una importancia especial que nos permite situarnos en nuestro lugar a través del lenguaje.

A través de la voz nosotros nos expresamos sobre lo que somos, permitiéndonos así colocarnos en el mundo exterior.

Cuando perdemos la voz o tenemos dificultades para hablar, es que no nos estamos sincerando y por eso “algo” se nos está atragantando (en mitad de ese punto energético impidiendo así salir nuestra voz haciendo que esta, al final, se nos queda encallada dentro).

Es como si en cierta manera, el hecho de no poder expresarnos por no tener voz, nos ayude a controlar aquello que no debemos, por algún motivo, decir aunque lo deseemos con todo nuestro ser al completo. Al final, el consciente ahoga al inconsciente que lucha por salir a decir su verdad, y la garganta sufre las consecuencias de la represión (es por eso que la afonía deja una certidumbre posible de una rabia reprimida).

En resumen, que las consecuencias de expresar lo que tengo que expresar con mis palabras son más desgarradores que lo que me sucede en ese momento, y por eso lo comprimo dentro de mi. Y como no lo puedo constreñir de forma conscientemente, porque trata imperiosamente de salir de mi, lo hago de forma celada, y “me pongo afónico” sin querer.

Es por eso que cuando nuestra voz deja de existir, en cierta manera, acallamos nuestro ser por ese mal mayor de ver sufrir a alguien al que queremos y al que no deseamos hacer daño alguno.

Cuando nos falta la voz no podemos expresarnos, perdemos la facultad de hablar siendo así silenciosos espectadores de un dolor que no queremos agravar, sino que anhelamos mitigar con todo nuestro cuerpo incluso para acabar sacrificando nuestra capacidad de comunicarnos.

 

MORALEJA: Mahatma Gandhi dijo: “La voz interior me dice que siga combatiendo contra el mundo entero, aunque me encuentre solo. Me dice que no tema a este mundo sino que avance llevando en mí nada más que el temor a Dios”.

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