martes, 1 de septiembre de 2015

VOLVER, VOLVER, VOLVER,… Y NO QUERER VOLVER





Regresar de vacaciones no es tarea fácil. Como tampoco resulta nada fácil irse sin que no le pongan a una mil y una pegas.

En mi caso, las pegas no son a nivel laboral como le pasa a la mayoría de personas. En mi caso, las pegas, las pone mi “ADORABLE FAMILIA” que no les entra en la cabeza el echo de que una persona necesite tres semanas sin que a una la molesten y menos para chorradas varias.

El año tiene cincuenta y dos semanas. Cada semana, por H o por B, puedo aceptar que mis “queridas hermanas y madre” me utilicen a su antojo para locuras varias (desde compras en la otra parte de la ciudad o incluso en otra ciudad en el extremo más lejano jamás imaginado, como la búsqueda del último articulo de algún producto en cualquiera de los centros donde pudiera estar sin especificar ninguno en concreto, como incluir en la cesta de la compra algún objeto descatalogado desde hace una década y necesitarlo como si fuera cuestión de vida o muerte,… Yo no me molesto por ello nunca. De echo, si lo hiciera, siempre tienen una respuesta la MAR DE ELABORADA para poner en jaque mi protesta mas que justificada: “¡Pero si estás en paro! ¿Qué te cuesta?” Y contra esa máxima reflexión que utilizan, para mi desgracia, con demasiada frecuencia, no hay replica posible. A veces, cuando me ha dado por decirles algo como… “Ya, pero es que no cobro paro,… ¿Cómo pago el gasoil o el parking o la puñetera zona azul que cada vez más abarca todo la zona aparcable mínimamente aceptable?” Incluso entonces, pese a que la respuesta sería más que obvia, ellas siempre dicen lo mismo: “¡Joder tía! Que materialista eres”. Así que no sólo me “joden” la tarde o la mañana o ambas, sino que encima, tengo que poner de mi bolsillo más que vacío, lo que cuesta todo el proceso y sin decir ni mu. Eso sí, como está mandado, tras el duro trance de ir arriba y abajo por los caprichos vitales… siempre tienen a bien el NO DARME NI LAS PUÑETERAS GRACIAS por ello. Pero en fin,… ¡¡¡LA FAMILIA ES UN GRAN TESORO!!! ¿Verdad?).

Sin embargo, cuando llega el periodo vacacional necesito, es más EXIJO que se olviden de mi teléfono, de mi móvil, de mi e-mail,… incluso hasta de que existo. Pues cada año, cada año, cada año, para conseguir estos 21 días de paz, tengo que pelearme con ellas para que me dejen tranquila.

Ellas alegan: “¿Cómo es que vas a apagar el móvil y a desconectar el fijo? ¿Y si pasa algo? ¿Cómo te avisamos?”. De la rabia que me da que digan eso me contengo las ganas de decirles: “Pues aprender a hacer señales de humo” con chulería pero a cambio les digo: “Si pasara algo, dejáis un mensaje y tarde o temprano lo escucharé”. ¿A que parece una respuesta más que lógica? ¡Pues no! Y es entonces donde comienza la retahíla de desconsideraciones contra mi persona como que soy una egoísta, que no pienso en ellas, que hay que ver, que como me atrevo,… y el drama se desata en todo su esplendor. Mientras, yo, me pongo una música mentalmente y el I BELIVE I CAN FLY suena para enmudecer sus trágicas voces a cuatro con lágrimas incluidas en estéreo (es decir, dos a cada lado de la cabeza).

Cuando ven que yo no les doy réplica, entonces es cuando desisten finalmente (eso sí, no sin antes entonar: “Sola se ve quien sola se desea” como si eso fuera malo).

Finalmente puedo medio descansar de veintiún días casi plenos de paz y tranquilidad. Aunque lo mejor de todo es poder descargar una mochilla llena, no de ropa ni de objetos, sino de todo aquello desagradable que pasó desde el 1 de enero hasta la fecha de malas contestaciones, de malas sensaciones, de personas a la que no debí conocer jamás a las que llamé durante años amigas y en las vacas flacas me demostraron que yo sólo les interesaba si tenía algo económico que ofrecer. También hay personas a las que te gustaría recuperar, de aquellas que desaparecieron para siempre a las que sólo te permites recordar de vez en cuando para que el dolor no sea perpetuo e irremediable. Momentos que te gustaría empezar desde cero pero que ya no es posible. Todo eso, con las malas entrevistas de trabajo, para todas aquellas personas que fueron groseras y bordes solo porque esa es su forma de ser para con todos, con las personas que se sentían superiores sólo por tener un coche así o asá o vivir allí o allá. Coger esa “mochila” de cosas detestable y ponérsela, por última vez en la espalda, antes de adentrarse en el mar para librarse de ellas. Zambullirse hasta un palmo de agua sobre tu cabeza todo lo que aguantes sin respirar y treinta segundos más. Después, al salir a la superficie de forma ansiosa, exhalara ese suspiro renovado de oxigeno para poder soportar esos meses que quedan hasta final de año con una sonrisa en los labios y un gracias en el corazón.

He vuelto. ¡He vuelto! ¡HE VUELTO! Aunque me costó mucho volver.

MORALEJA: Mi frase preferida siempre antes de vacaciones (o cuando aún te faltan unos días para volver al trabajo) era esta de Kenneth Grahame que dice así: “Después de todo, la mejor parte de las vacaciones son quizás no tanto descansar, como ver al resto de compañeros ocupados trabajando”. Y recordar, que aunque sea una putada (con perdón de la expresión) hay que volver a la rutina laboral. Aunque no sea lo ideal es mejor que no regresar jamás.

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