sábado, 25 de julio de 2015

EXTREMADAMENTE ABURRIDA DE DOS ETIQUETAS ODIOSAMENTE CANSINAS





Hace algunos años, quizás más de los que me gustaría reconocer, la etiqueta sólo era homo o hetero. Con el tiempo se amplio en una tercera y el sufijo bi tomo un nuevo significado.

Ahora las sombras han cambiado esas etiquetas por dos nuevas denominaciones: dominante y sumisa. Todo aquel que no entre en este tipo de nueva forma de clasificación, simplemente, está fuera de honda.

Sin embargo, yo no deseo estar en ninguna de ellas y me cuesta entender, aunque obviamente lo respeto, a todo aquel que se limita de esa manera tanto el goce. Sí, he dicho bien: limitar tanto su goce.

La sumisión o la dominación no es sólo una forma de “vida” para algunos. Sino que se trata de encasillar, de poner en “cuatro paredes” el placer y el goce de uno mismo o de otro.

Una sumisa jamás podrá estar en una posición elevada, es decir, que jamás se podrá poner encima y sentir vibrar al otro bajo su cuerpo.

Por ese mismo motivo el dominante jamás ocupará una posición inferior a su “rango” y por lo tanto, no bajará a deleitar a la sumisa con placeres linguos que, por otra parte, sí disfrutará (si eso es gozar por completo, sinceramente yo no lo entiendo. Un rol, un día determinado, por la satisfacción de sentirse poseída o dominada, vale. Pero siempre, cada día, en todo y ante todo, no lo comprendo. Si lo piensas fríamente, si estás en esa posición de inferioridad obediente jamás podrás decirle no cuando él quiera satisfacer sus ganas. Ni cuando tengas el período, ni cuando estés enfadada, ni cuando estés triste, ni dolida, ni agotada,… ni siquiera cuando haya fallecido un ser querido y la pena de tu alma sea superior a las ganas de complacerle. ¡Nunca podrás decir NO! ¿Y eso se considera goce? ¿Y eso es disfrute? ¿En serio eso es placer?).

Quizás por eso yo sea una rebelde, una mujer no que no quiera someterse sino que no va a doblegarse, no por ver en el goce del otro el suyo propio. ¿Por qué he de quedarme a medias cuando tengo tanto que dar? ¿Por qué tengo que elegir estar arriba o abajo cuando me encanta las dos posturas por igual? ¿Por qué cara o cruz? ¿Por qué no todo por entero?

No soy rebelde por estar en contra de nadie. Soy rebelde porque, pese a que suene a letra de una canción del pasado, el mundo me ha hecho así.

MORALEJA: Henrik Johan Ibsen, (1828-1906) dramaturgo noruego, dijo: “Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida”.

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