jueves, 8 de mayo de 2014

¡GRAN FORTUNA LA DE ESTAR VIVO! (poema)


¡GRAN FORTUNA

LA DE ESTAR VIVO!

 

Me sentí perdida

durante mucho tiempo.

Lo siglos pasaron por delante

de mis ojos como años así sin más.

Emprendí, desde muy pequeña,

el camino amargo del desamor.

Ni madre, ni hermanos,

ni perros, ni gatos,…

nadie me quiso jamás.

Sentir la dulzura de un abrazo

era un concepto más

que abstracto en mi mundo

sin cariño alguno.

 

Creí ser el peor ser del universo.

¿Quién sería capaz de querer

a una niña que no sabía

qué era el afecto?

Hasta los monstruos más crueles

había sido defendidos por los suyos,

amados por sus madres incapaces

de ver en las manos tatuadas

en sangre de su hijo la culpa.

¡Yo no! Yo nací

con la culpabilidad adherida

a mi piel por entero.

 

No tenía nada.

No valía nada.

No servía para nada.

¡Nunca me amarían!

Aquella era la peor condena.

 

El tiempo pasó,

porque el tiempo pasa,

queramos o no.

 

Seguía sin nada.

Seguía sin valor.

Seguía sin servir para nada.

Mas no necesitaba amor

(no puedes extrañar

lo que nunca tuviste).

 

La vida era más tranquila.

Vacía, sí, insignificante, humilde,

un paso más antes de llegar a la tumba.

Así viví por siempre

en mi mundo eterno adquirido.

No me quedaba otra,… había

sido bendecida con aquella inmortalidad.

¡Gran fortuna la de estar vivo!

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