sábado, 21 de septiembre de 2013

MADRUGADA (poema)


 
MADRUGADA

 

La lascivia lluvia ocultaba tu nombre.

Cada gota reprimida contra el cristal

inexorablemente te apartaba de mí

como hombre, te acercaba como bestia.

 

¡No era una parte aparte de ti!

Luchaba contra tus principios

cuando la seda de mi blusa te rozó

ligeramente tu instinto

(animal pues ya no conocías otro).

 

¡Desaparecieron los nombres!

Desapareció la honestidad,

el decoro, algo parecido

a las buenas maneras.

Con cada golpe certero,

mi voluntad se arrodillaba

ante la tuya dejando

sólo de mi las ganas

consumidas lentamente rápidas.

 

El abuso perdió su sentido,

la sumisión también,

la posesión cobró otra nueva

definición que jamás

podría ser explicada.

 

‘¡La noche crea extraños

compañeros de cama!’  Decían.

La madrugada crea excepcionales

cómplices de perversiones actuales

(esa era nuestra verdad).

 

Dejamos las lecturas de libros

para aquellos que temían ser humanos,

que les asustaba vivir.

Mas allá de las palabras,

mas allá de la sutilidad,

mas allá de la forma estábamos nosotros

libres, satisfechos,… inmensamente vivos.

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