miércoles, 11 de septiembre de 2013

INVASIÓN DESDE DENTRO (poema)


 
INVASIÓN DESDE DENTRO
 
Me pediste un tiempo prestado,
suplicando asilo político entre mis brazos.
Abrí la barrera sin par
de mi embajada para tu cobijo.
Pase por alto hasta tu olor
embriagado de oscuridad y distracción,
tu larga cola de amantes,
en sin par desagradable
que significaba estar contigo.
¡Estabas en mi territorio!
No podías herirme ni hacerme daño.
‘No bajes la guardia’ me decían,
‘¡No la bajes jamás!’.
 
Pasó el tiempo y me confié.
Poco a poco, dejé de cargar
la escopeta por la noche,
de acostarme con un cuchillo
bajo la almohada, de cerrar con alambrada
electrificada la puerta de mi habitación.
¡No hacía falta prevenir!
El torturado sigue dormitando,
a solas, en su alcoba.
 
Lágrimas de media noche
llamaron a mi puerta.
Salí, casi sin ropa,
sin armadura obligada,
a consolarle.
¡Un abrazo fue suficiente!
¡Una historia fue suficiente!
¡Su llanto fue suficiente!
 
Bese la boca, mime sus ojos,
acaricié por entero todo
lo que jamás había saboreé.
 
Por la mañana en la cama
ondeaba el rojo encarnado de mi derrota.
Su abandono hizo enorme su gran victoria.
 
¡Invadida desde dentro!
Muerta por ser demasiado débil.

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