domingo, 29 de septiembre de 2013

FOTOGRAFÍA (poema)


 
FOTOGRAFÍA

 

El disparo fue certero

(entre los dos ojos nada menos).

Todo se quedó en silencio.

 

Nadie corría.

Nadie gritaba.

Nadie lloraba.

Nadie llamaba

a las fuerzas del orden.

¡Estaban demasiado

acostumbrados a la muerte!

 

Recordé a Becquer

(no venía a cuento, lo sabía,

mas no estaba de más

uno de sus versos:

¡Que solos se quedan los muertos!).

 

Pensé también en  García Lorca,

en su forma de decir adiós sin querer,

en el poema ‘El poeta dice la verdad’

(… ‘Que lo que me des y no te pida

será para la muerte, que no deja

ni sombra por la carne estremecida’).

 

Entonces le vi a él,

un reportero que estaba

en el lugar adecuado

en el momento idóneo.

¡Ellos no pensaron lo mismo!

Ahora si se corría.

Ahora si se gritaba.

Ahora las gotas de sudor empapaban

los rostros de los jueces del arma empuñada.

Las fuerzas del orden corrían

pero no le socorrieron.

¡No se podía saber la verdad!

Ese era el peor delito.


Bajé la mirada para no contemplar su final

(llevaba demasiado tiempo allí:

me había contaminado de insolidaridad).

 

Federico me susurró

al oído todo su bello poema:

‘Quiero llorar mi pena y te lo digo

para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores
con un puñal, con besos y contigo.

 

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

 

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con día, grito, sal y luna vieja:

 

Que lo que me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida’.

 

Le giré la cara al hombre allí tieso

y entre miles de rumores

le dije a Gustavo,…

‘Tienes razón viejo amigo:

¡Que solos se quedan los muertos!’

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