martes, 16 de julio de 2013

LAS DOCE (poema)


 
LAS DOCE
 

Suena el timbre.
¡Son las doce!
Abro la puerta con ansia.
 
-¡Hola!
- ¿Una copa?
- De acuerdo.
 
El vino encendido
se trasparenta
en la copa.
Dos pares de labios
empapan sus lenguas
percibiéndose inmutablemente.
Desplomada la primera
copa vacía sobre la mesa.
La otra se estrella contra el suelo.
Sus fuertes manos me apresan.
Abrasa su sexo,… el mío prende
al roce como fósforo jadeante.
Sólo el deseo vive
entre su cuerpo
y mi cuerpo.
La ropa se precipita
ansiosamente hacia el vacío.
La lumbre ahogada aviva los anhelos.
El gemido cobra vida.
La pared es el tercero
de un trío de orgasmos.
El suelo el cuarto.
La cama… simplemente no existe.
Mis piernas desatadas
se aferran a su pasión
desencadenada por los dos.
Deseo que me penetre,
que me desgarre las voracidades,
que se atragante con mis ganas,
que desvirgue mis vergüenzas.
En su pecho me pierdo,
en su sexualidad,
en su lengua,
en su verga punzante,
en sus pezones rígidos
henchidos de vicios.
Quiero irme,
escaparme por entero de mi ser,
desahogarme en su cuerpo por entero.
¡Me desbordo!
Si control corren ganas.
Perdí el rumbo, la deriva,
la infatigable cordura.
Mis gritos se mezclan con mi sudor,
mis impetuosos raudales internos,
mi lujuriosa memoria.
Quiero morir de éxtasis,
desaparecer entre sus embestidas,
gritar al cielo que soy fémina,
que estoy muy viva.
 

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