miércoles, 24 de julio de 2013

ESCRIBIÉNDOTE (relato)


Querido Rupert,

 

El deseo que aparece en sueños me despierta sobresaltada sin saber si fue real o no.

 

Esta noche era la ayudante del responsable de un departamento. Teníamos que ir a una reunión juntos y justo en la puerta me di cuenta de que llevaba una camisa blanca escotada y que me había puesto, por error, un sujetador negro. Mi compañero que siempre estaba preparado para todo me dio una corbata que llevaba de sobra y me dijo,… “¡Póntela! Nadie se dará cuenta de nada”. Era una corbata negra preciosa con unos pequeños ribetes en rojo sangre. Me la anudé al cuello y me quedaba genial. El vio que su nudo de la corbata no había quedado tan bien como el mío y me pidió que le anudara la suya. No me había fijado pero llevaba un traje gris oscuro con una preciosa camisa lila clara y una corbata con tonos lilosos que le favorecía mucho. “¡¡¡Estas impresionante!!!” Se me escapó a traición. Teníamos que entrar en la reunión y me acordé que no me había retocado el maquillaje. Le pedí que hiciéramos el espejo. “¿Qué es eso?” Me preguntó un poco extrañado. “Cuando las mujeres no tenemos espejo, raramente, nos miramos una frente a otra y nos ayudamos para retocarnos el maquillaje. Solo tienes que mirar que cuando me de con el gloss en los labios no me salga mucho. ¡Sólo eso!”. Saqué el brillo de labios del bolsillo de mi pantalón negro y lo deslice por mis labios mientras él me miraba fijamente. Al principio pensé que nos jugábamos mucho en aquella reunión y por eso no dejaba de clavarme la mirada pero cuando acabé de utilizar el pintalabios vi que se mordía el labio inferior. “¿Todo bien?” Le pregunté,… “Te has salido un poco”. Su mano acarició suavemente mi labio y borró con su caliente mano lo que estaba mal.

 

Entramos en la reunión y fue amena su presentación… era un gran compañero y habíamos preparado cualquier pregunta que pudieran hacerle a la perfección. Delante de aquellos cinco hombres mostró su elocuencia, desenvoltura en la materia y me tenía a mí de soporte. Pero algo ocurrió de golpe,… por la ventana de la sala entró la luz y nos iluminó dejando al descubierto la transparencia de mi blusa y dibujando todo lo que habíamos intentado ocultar con la corbata. Ahora, pese que el hablaba, todos me miraban a mi y yo,… notaba como la sangre aparecía a traición en mis mejillas. Estaba completamente avergonzada. Sentía aquellos ojos lascivos mirándome, pensando a saber que,… empecé a asustarme un poco. Noté que mi compañero subía el tono de voz,… incluso tenía pinceladas de agresividad y de furia. Intentó dar por concluida la reunión y me sacó a empujones de la sala mientras se despedía.

 

Fuimos a su despacho y el tenía cara de enfado pese a que la presentación del proyecto había sido un gran éxito. Cerró la puerta con furia y me asusté un poco.

 

“¡Lo siento!” susurré para intentar calmarle con mi perdón. “Tranquila,… tu no tienes la culpa” dijo mientras se desanudaba la corbata. Yo hice lo mismo con la que me había prestado y al entregársela me cogió la mano. “¿Podemos hacer de nuevo el espejo?” dijo con un tono enigmático y provocador. “Si claro,… ¿Llevo algo mal puesto?” le pregunté. “Pase lo que pase,… no te muevas y confía en mi”. Cerró la puerta de su despacho y lo tuve frente a frente mas cerca que antes. Empezó a desabrocharme la blusa lentamente sin dejar de mirarme a los ojos. Me rozó mi sostén y tocó mis pechos que empezaron a ponerse erectos con el tacto de sus manos. Se quitó la chaqueta, se desabrocho la blusa,… deseaba poder perderme entre aquel torso desnudo pero no me movía tal y como me había pedido. Se quitó la camisa y luego me quitó la mía. Se abrazó a mí y yo no pude contener devolverle el abrazo,… Me cogió la cara entre sus manos y me beso apasionadamente. Yo le devolví el beso. Me empotró contra la mesa de su despacho y creí morir de placer al sentir su miembro erecto rozándome aún con el pantalón puesto. Se despojó de su pantalón. Me quitó el mío descontrolado. La ropa interior cayó al suelo al poco tiempo y nos dejamos llevar por el deseo. Me penetraba con tal furia que cada embestida era como un pequeño orgasmo para mí. Sentía su fuerza, su pasión,… su gemidos. Todo su cuerpo por entero me hizo enloquecer de placer. Me derramaba una y otra vez mientras él seguía embistiéndome cada vez con más fuerza. Se detuvo y me dio la vuelta. Note como su miembro crecía dentro de mi trasero hasta penetrarlo dándome un placer extremo. No podía dejar de gemir mientras su pene me enteraba y sus manos jugaban con mis pechos. Estábamos gimiendo como bestias salvajes y nos derramamos el uno en el otro a la vez.

 

“¡Te deseo mucho!” me dijo entre una mezcla de susurro y gemido cuando aún estaba dentro de mi. “Esto no se ha acabado aún”  le respondí. Lo llevé a su silla y cogí las dos corbatas. Le anudé sus manos con la negra en plan prisionero y le puse la otra como venda en los ojos. Eso le volvió a excitar. No veía nada,… pero todos sus otros sentidos se agudizaron. Notó como le acariciaba todo el cuerpo con mis manos. Luego mi lengua se deslizó por todo su cuerpo mientras mis labios y mis dientes le proporcionaban placer con pequeños besos y mordiscos. Llegué a su miembro erecto de nuevo y empecé a lamerlo,… desde el glande hasta los testículos deslice mi lengua repetidas veces provocando su excitación y sus gemidos. Me introduje su miembro en la boca y empecé a deslizarme lubricándolo con mi boca, devorándolo, haciéndolo mío con cada movimiento de lengua, boca y labios. Sus gemidos parecían gritos extremos de placer cuando su ambrosía se derramo en mi boca. Después de llegar de nuevo al orgasmo se desató no se como y me ató a mi con fuerza las manos y me vendó los ojos. Me tiró sobre la moqueta y sentí como sus dedos se adentraban en mi sexo. Entraban con una fuerza sublime y yo sólo podía dejarme llevar, derramarme orgasmo, tras orgasmo, tras orgasmo, tras orgasmo,… hasta que de nuevo sentí su miembro penetrarme y darme un placer extenuante que me hizo gritar como una loca al llegar a un orgasmo bestial que compartimos a la vez. Me desató y me tomó en sus brazos jadeando aun de cansancio, de deseo, de pasión. Yo estaba casi agotada y él,… me besó de nuevo y me acurrucó en su pecho. “¡Te deseo tanto!” me dijo. “Si quieres,… volvemos a empezar”. Me besó apasionadamente y me desperté.

 

Había mojado la cama de lo excitada que me había puesto el sueño. Me levanté con el cuerpo estremecido aún por el placer,… ¿Seguro que fue sólo un sueño? Mi cuerpo no era el mismo y yo,… necesitaba darme una ducha para serenarme.

 

Los calores del verano seguro que me hacen delirar mas de la cuenta.

 

Un abrazo enorme amigo,

 

ARACNE

 

 

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